Leemos poesía mexicana. Leemos a Javier Alejo. Estudió una maestría en Estudios Filosóficos en Guadalajara, México, con un intercambio en Lyon, Francia. Licenciado en filosofía por la UABC. Ha sido docente. Escribe narrativa, poesía y ensayo. Su tesis de maestría giró en torno al nihilismo y al realismo filosóficos en el siglo XXI. Su primer poemario se titula Fronteras Temporales (2023) y una plaquette llamada Fluorescencia (2024), del cual leemos algunos poemas, así como otros inéditos.
De un astronauta
Salí de órbita.
Colgado sobre la onda,
caigo hacia arriba
realmente;
y se ablandan mis huesos.
Distorsiones de los vientos,
de la música y sus lejanías.
Piso el agua de luna.
Camino sobre el sonido.
Me produzco entre
lo bacteriológico sin vida.
Ondeo y ondeo un poco
en lo profundo bello
de cielos posibles.
Soledad sin sol
y nubes sin estruendo;
metamorfosis sin materia,
objetos ocultos
queriendo
abrir sus ojos.
Allí encontré tu rastro,
manganesa, basilisco fundido en mi traje.
Hallé tu aroma
fogata,
incienso Andrómeda,
geología ancestral.
Sexualidad sin tacto,
astros en tus besos,
cápsulas en tus ojos,
y frente a tu rostro
un gran espejo
de cascada.
Rumor sin herida,
blanda capa que surca
sobre tu piel,
en medio del cosmos
detrás nuestro:
tus futuros de eclipse.
Sobre una luna
tu llanto de espíritu,
y mis penas de estrellas,
casi me absorbe el manto
de otro planeta distante,
casi me ciega la luz
de las supernovas.
Imaginación Real
Obscuridad torrencial.
Abismos cronométricos.
Montañismo sin fin.
El sediento lobo entre las ramas es nocturno,
ágil y rampante.
Más allá del cielo
(el infierno
y el paraíso)
hay una naturaleza obscura
que forja olas y espumas.
Son violentas,
violáceas,
quebrando el prado
donde hablamos
quebrantando los sueños
donde viaja la palabra
y más allá el lenguaje
atravesando al nómada
viajero
espermatozoide-cadáver.
Más allá de la luz: oscuridad.
El Ser es Tiempo.
Martillaron penumbra y tiniebla;
aquello que nombramos “Existencia”
nació como profundo soplo
honda aspiración
de su sombría in(-)sistencia.
Nada se conserva
en el desierto,
es esta oscura naturaleza:
nada se sostiene así mismo,
vendaron a la damisela: Substancia.
Las flamas se apagan
los vapores se disipan.
Metafísicos son los cactus.
Rascacielos tornándose agua.
Pulverizados los puentes,
la guadaña cae sobre la tierra.
La noche se entrona en su montaña.
y el cielo lleva oscuros designios.
nadie sabrá nunca cuántos siglos
dure esa atmósfera.
Tal vez un día cruja el topacio,
y sobre el asfalto mercurio se derrita.
Tal vez un día el gusano se vuelva
la manzana y la manzana el gusano.
Desconocemos el paradero de esa estrella
(mucho subsuelo recorrió la planaria)
ya muchos ojos han apagado su luz.
Pero quizá eclosione el cisne
buceando estratósferas
del universo geométrico
y terraformen el cielo
paso tras más paso más tras paso.
Ninguna oye las arias filosóficas
frente a las nebulosas de orión.
Ayudemos a arraigar agua en bucles
y no sólo perviva lo frío y fugitivo.
Futuralgias
Sus ojos no se dilatarán
al contemplar el sol…
Ni gateando te nombrará,
emocionada.
No correrá a mis brazos
feliz de mi regreso.
Ni veremos cómo crece
junto al huerto del tiempo.
No vendrán jamás
esas estaciones.
Para pasearla en su carriola
en el parque de la espiritualidad.
Ni correremos todos tras nuestro perrito
que no pudo ser real.
No la llevaremos por un helado
ni le enseñaremos a hablar.
No revelaremos esas fotografías
de cuando ella estuviese aún en su océano.
Sus mejillas no sentirán
alisios en el puerto.
Ni siquiera escucharemos
los latidos de su corazón.
ella
no nacerá.
Ni existirá
un nosotros
Tántricas
rosa líquida
estira sus pétalos
es gel que absorbe
eclipse y fuego.
Hay una sombra oculta
escurriéndose
en esos labios suaves,
huracanes y tempestades
volcánicas superficies
profundamente alojadas
ansiosas de sentir un cielo
de piel tersa y salvaje.
Lengua sangría
alterando huesos
levanta la espiga muerta
alza la alfalfa del valle
ella
recabando cada soplo
aspirando cada espiración
sin importar que chorree
su durazno
abarcando hasta el más distante poro
que respira en su marina sal
hormigueando flama
entre sauce enardecido
cuya redonda cicatriz quema
en su abrazo crisantemo
salvia humedecida
arde su rosácea espalda,
entre emplumadas olas
que se mecen,
a tiempos ávidas e intensas
o a ritmos dulces y serenos,
su mirada es sensual,
tiembla néctar ocrescente
en sus floridas ramas
abrásanme