El nombre propio en la narrativa mexicana

comodín baselitz 5

Presentamos un muy interesante ensayo del poeta, narrador y crítico Mario Calderón en torno a un curioso manejo del nombre propio en la narrativa mexicana del siglo XIX a esta parte. Ya Goethe, en sus reflexiones sobre teatro, afirmaba que todo en el texto literario tiene un carácter simbólico. Aquí Mario Calderón sigue tales afirmaciones y recorre el camino de la motivación del signoo iconicidad en la literatura

 

 

 

 

 

EL NOMBRE PROPIO EN LA NARRATIVA MEXICANA

 

El nombre propio es un rasgo, quizá esencial, de identificación de un personaje dentro de la narración. En la narrativa mexicana hubo conciencia de su importancia a partir de Don Catrín de la Fachenda, la novela que José Joaquín Fernández de Lizardi consideró su mejor obra, publicada de manera póstuma en 1832. Esta novela, mejor estructurada y más ligera de moralidad que el Periquillo Sarniento, fue la raíz de las novelas consideradas de costumbres ya que contiene las claves narrativas que aparecen en las novelas posteriores (personajes arquetípicos, deseo de sobrevivir e inclusive ascender socialmente sin que medie el trabajo, protagonistas que se frustran, pintoresquismo, moralidad, lenguaje con frases hechas y refranes y, sobre todo, la actitud vital de los personajes orientándose no por la razón ni por los sentimientos sino “por lo que debe ser” de acuerdo a las costumbres de su grupo social). En Don Catrín de la Fachenda el nombre de los personajes es síntesis de su configuración física y psicológica: Abundio es nombre de un sujeto acaudalado, Simplicio, de un hombre simple y Tremendo, de quien tiene esa personalidad.

Posteriormente, en las novelas de folletín, los personajes se presentan con un valor establecido por otras novelas, de tal manera que el lector identifica su personalidad y proceder únicamente por su nombre. Ejemplos: Arturo es el nombre de un joven rico (Los bandidos de Río frío de Payno y Ensalada de pollos de José T. Cuellar), Enrique López es nombre de un joven estudioso (Astucia de Luis G. Inclán y Los plateados de Tierra caliente de Pedro de Robles), Remedios es nombre de una muchacha víctima de las circunstancias (La bola de Emilio Rabaza y La Rumba de Ángel de Campo).

Ya en la narrativa del siglo XX, veamos algunos ejemplos de cuentos donde se emplea el significado de los nombres propios para producir la polisemia.

El cuento, “La Plaza de Xoxocotla” de Francisco Rojas González, tiene un narrador testigo, un antropólogo que cuenta lo que escuchó en el estado de Morelos.

Siguiendo el análisis propuesto por el primer modelo de Greimas, el sujeto es Eleuterio Ríos, el delegado municipal, representante del pueblo de Xoxocotla, Morelos. El objeto perseguido es el bienestar, el progreso. El destinador fue la casualidad que provocó la ponchadura de una llanta del automóvil Ford del candidato a la presidencia de la república. El destinatario es el propio sujeto, el pueblo. Los hombres viejos y desilusionados de Xoxocotla son los oponentes que finalmente cambian de actitud al ver el cumplimiento de las promesas del candidato. Al final, el adyuvante, quien busca el bienestar del pueblo, es el candidato que termina siendo presidente.

El tema resulta novedoso y fuera de lo común en la narrativa mexicana, por tratarse del cumplimiento de las promesas de un político.

La diégesis es verosímil, coherente y sin motivos ciegos. Relata que, por la ponchadura de una llanta del automóvil Ford del candidato a la presidencia de la república, un político norteño que se dirige a puente Ixtla pide ayuda a los habitantes del pueblo de Xoxocotla, Morelos. Ellos lo atienden; él pregunta por las necesidades de esa población. El delegado municipal, sin fe alguna, responde que una escuela con maestra, el entubado del agua y la construcción de una plaza. El candidato se aleja prometiendo solucionar esas necesidades. Los ancianos no creen en el cumplimiento de esas promesas, porque su experiencia les ha enseñado que la función de los candidatos es prometer, pero no cumplir. Los jóvenes son más optimistas. Ellos aparentemente ingenuos piensan que el candidato cumplirá con lo prometido. Efectivamente, un día regresa el candidato convertido en presidente de la república y satisface las peticiones que le fueron expresadas en su primera visita; los lugareños quedan satisfechos, perplejos y agradecidos. Los personajes en este cuento son sólo rostros de un personaje colectivo principal, que es el pueblo. En Xoxocotla, los ancianos son escépticos y burlones debido a su propia experiencia en torno a la importancia que el gobierno siempre ha concedido a las peticiones del pueblo.

La psicología nos ayuda a interpretar el texto. Desde esta perspectiva en el cuento se hallan los siguientes problemas:

a)         Aparece el yo escéptico del mexicano viejo de Xoxocotla en conflicto con el superyo: el sistema político que nunca había cumplido sus promesas. De este modo apareció un mexicano sin fe e irónico que saluda, por desconfianza, únicamente con el roce de la mitad de la palma de su mano y que exhibe un modo de mirar “largo y hondo” sólo para que se entere el interlocutor que “no está haciendo tonto a nadie”.

b)         En esta historia se resuelve un problema edípico añejo pues la patria, es sustituto de la madre; el gobierno, presidente o rey, según Freud, es representante del padre[1] que, en su papel de macho imponente y violador, aleja al hijo de los beneficios de la comprensión materna creando rebeldía o conflicto de autoridad de parte del yo del mexicano contra un gobierno manipulador y autoritario que no permite el desarrollo de los ciudadanos.

Antes del auxilio del presidente, el ello del pueblo se encuentra en crisis, el tánatos en la forma de calor, parece vencer al eros, a la vitalidad: “las mujeres en las cocinas se habían quitado las camisas y los niños encuerados buscaban las sombritas”,(p.115) es decir, que niegan su propia naturaleza, van en contra de sí mismos; la mujer, pudorosa por costumbre, se desnuda, y los niños, generalmente traviesos, se han vuelto quietos y buscan sólo las sombras. Los animales, que para el inconsciente representan los instintos del hombre[2], también se encuentran inhibidos e inclusive se niegan y contradicen su propia condición: “los cerdos (la representación de la comodidad) gruñían porque sentían derretirse; las gallinas (la significación de pasividad) con el pico abierto escarbaban la arena caliente (parecen inconformes deseando desaparecer) y con las alas extendidas se volcaban queriendo refrescarse; los perros (la valentía, la bravura, el arrojo) con las colas entre las patas babeaban (parecían tontos) como si tuvieran del mal” (p. 115)

Se revela contenido latente en el significado de nombres de lugares y de personajes:

– Xoxocotla del Náhuatl xoxoco, un árbol que a su vez procede de xócoc “cosa muy agria” y la desinencia abudancial “tla”: lugar donde abundan los árboles y cosas muy agrias, ácidas[3].

La coincidencia ocurre en el texto porque se compara a los hombres escépticos o amargados con las plantas o cosas ácidas.

– Puente de Ixtla. Es una población del sur de Morelos. Procede del Náhuatl ixtli “cara o superficie” y tla “desinencia abundancial”[4].

En el cuento tiene sentido el nombre de esa población porque el candidato se dirigía a esa cara, esa superficie; ahí “daría la cara”, se presentaría en un acto político.

– Eleuterio, de leudh, “elevarse, subir”. De raíz indoeuropea[5]. Río: “transcurso de la vida”, según el valor asignado por Jung[6], por tanto, para el inconsciente, el nombre significa “transcurso de la vida que asciende”. Nombre y obra se relacionan en tanto que la palabra Eleuterio nombra a un delegado municipal, representante de Xoxocotla, un lugar donde los moradores, por la ayuda del candidato a la presidencia de la república, elevan su nivel de vida al obtener, mediante la gestoría de su representante político, una escuela con su respectiva maestra, una plaza y el entubamiento del agua.

– Odilón Pérez. Odilón, del gótico “audila”, feliz[7].

Y Pérez del latín “piedra”: “piedra feliz”.

Nombre y obra tienen nexos porque se trata de un hombre que es utilizado como mensajero por Eleuterio Ríos y se caracteriza por tonto, duro de cabeza, piedra feliz, pues dice literal al presidente, la respuesta irreverente que hace el delegado por desconocimiento de la situación ante el presidente de la república “que si no puede aguardar tantito, que no tengo su quiahacer” (p. 115).

Odilón se comportó duro de cabeza, como piedra.

– Andrea Sierra. Andrea es el femenino de Andrés que en griego significa “varonil”[8]. Sierra: conjunto de cerros o elevaciones. Andrea Sierra “varonil o fuerte entre altibajos o problemas”.

Nombre y obra coinciden porque, en el cuento, es el nombre de una mujer que enseñaba a leer a los niños de Xoxocotla, a pesar de dificultades tan graves como carecer de escuela.

– Remigio Morales. Remigio del latín “remero”[9].

Morales, de moro, ir en contra de algo, esto se infiere por la historia de la cultura, pues los moros fueron enemigos de los españoles durante siete siglos.

Remigio Morales “el que rema o sobrevive en la oposición”. Nombre y obra son coincidentes porque es el nombre de un político, el nuevo delegado municipal a quien Eleuterio Ríos entregó el poder cuando terminó su período.

– Trina Laguna. Trina de trinidad. Procede del latín “trinitas”: reunión de tres[10].

Laguna: sitio donde el agua se estanca.

Nombre y obra muestran relación porque se trata de una mujer que vendía pulque; el cuento narra que en la casa de Trina Laguna se reunían tres a tomar pulque (estancamiento de agua), Eleuterio, el policía y la comerciante, doña Trina.

– Próculo Delgadillo. Próculo. Del latín “nacido mientras el padre está lejos”[11].

Delgadillo, delgado, poco importante.

Nombre y obra se relacionan si recordamos que este hombre fue el único que rió cuando Eleuterio se estaba mofando del candidato, Próculo es el más burlón o más amargo, es decir, el más huérfano de patria y de gobierno.

– Tirso Moya. Tirso del latín thyrsus y éste a su vez del griego donde era el emblema de Dionisio, dios del vino. Llevaba la figura del dios como cetro y se usaba con carácter mágico religioso en las bacanales[12].

Moya posiblemente del latín “modius”:medida de capacidad[13].

Nombre y obra coinciden si entendemos que, en el cuento, este personaje es quien anuncia al delegado municipal la presencia del poderoso presidente (una especie de dios). Anuncia al tiempo, cierta medida de capacidad, medida de bienestar.

– Lucrecita. Lucrecia. Del latín lucretius. La relación con lucrum “ganancia, lucro” se debe a etimología popular[14].

Se explica la conexión nombre-obra si reflexionamos que, en el cuento, esta niña desempeñó la función de avisar también al delegado municipal la llegada del presidente de la república, ella representó para el pueblo la anunciación de un pequeño lucro, el incipiente progreso.

Si se intenta ordenar los datos del contenido que subyace bajo la realidad aparente aparecidos en el texto, encontraremos, al interpretar su simbología, otra historia, la profunda, la del inconsciente:

En la patria, madre de los mexicanos, el candidato a la presidencia, representante del gobierno, símbolo del padre, se dirige a Puente  de Ixtla, se supone que a propiciar un acto partidista de convencimiento popular. Un puente, explica Freud, en el sueño tiene el valor de miembro viril en actitud de coito[15] y la palabra ixtla significa superficie, cara, por tanto, el aspirante a representar al gobierno, la paternidad, se encamina a realizar un acto comunicativo de persuasión en una superficie, un lugar donde habrá un encuentro, y se mostrarán las caras, todo saldrá a la superficie. Recuérdese que en un acto de comunicación, el emisor, que en este caso es el candidato, desempeña la función de sujeto activo (idea de virilidad) mientras que el receptor, en este relato, el pueblo, equivale a la pasividad (idea de lo femenino), y reflexiónese, al propio tiempo, que en un acto de comunicación se sucede simbólicamente una penetración, un coito; por tanto, se narra de manera subliminal que el candidato al gobierno de la república se dirigía a hacer suya, a convencer, a la población de Puente de Ixtla; pero en la curva del tordo, un pájaro pardo, o sea en un obstáculo de la capacidad fálica (ese es el valor asignado por Freud al pájaro)[16] al automóvil For “(Ford)”, “actitud para vadear”[17], se le tronó una llanta, le faltó aire, vitalidad suficiente y el candidato tuvo que “descolgarse”, es decir, acudir de manera forzada a solicitar sombra (protección) y agua (vitalidad) a Xoxocotla, lugar de amargura por el escepticismo provocado por un gobierno paternalista que hace promesas que nunca cumple, dando lugar a que en ese poblado, los habitantes de condición o naturaleza (el ello) padeciente presenten conflicto (su voluntad, su yo) con la cultura, lo establecido (el superyo). En Xoxocotla se advierte rebeldía, un problema contra la autoridad, el gobierno, provocado, en el fondo, por circunstancias edípicas, pues el gobierno, el padre, celosamente y de manera antidemocrática y mentirosa, como violador, se ha impuesto y ha privado a los hijos de Xoxocotla de los beneficios, acaso las caricias, de la patria y por ello se recibe al candidato con recelo e ironía. En ese instante hasta ríe Próculo Delgadillo (un insignificante hombre, como hijo nacido lejos del padre). A petición del futuro presidente, los hijos de Xoxocotla (de la amargura) le solicitan una escuela con maestra (los hijos piden educación, enseñanza para llegar a ser como el padre), una plaza (símbolo de centro de atención o consideración) y el entubamiento del agua, o sea, el encuadramiento, la regulación o civilización de su vitalidad, en síntesis, piden que se “dé forma” al sentido o contenido de su vida.

Un día, cuando el ello de los pobladores padece tanto sufrimiento que hasta se advierten actitudes contrarias a sí mismos por el calor intenso (la comodidad representada por los cerdos está a punto de derretirse; las gallinas, acaso la pasividad, escarban queriendo desaparecer; los perros, la bravura, la furia, el arrojo, presentan síntomas de tontismo mediante baba; las mujeres pudorosas por tradición, se habían quitado la camisa; y los niños típicamente traviesos, buscaban las sombritas y pedían agua, vida.) Llega a Xoxocotla el candidato convertido en presidente a resolver el problema edípico: con impulsos vitales, de eros, se opone al Tánatos, al escepticismo, la carencia y la pobreza.

De este modo, el pueblo de Xoxocotla, a través del delegado municipal, su representante, don Eleuterio Ríos (elevación del transcurso de la vida) asciende un poco a la civilización, al superyo. El progreso es comunicado primeramente por Tirso Moya (anuncia el emblema de medida de capacidad). Después Odilón Pérez comunica la llegada del visitante y, haciendo honor al significado de su nombre, se comporta de manera feliz, sin darse cuenta, con la dureza o la falta de entendimiento de una piedra. Luego corresponde a Lucrecia representar su papel anunciando la llegada del pequeño lucro. Mientras, el representante del pueblo convivía bebiendo pulque con un gendarme en casa de Trini Laguna quien, de ese modo, completa el libreto de actuación de “reunión de tres estancados en el agua”. Al final, los pobladores de Xoxocotla, Morelos, se muestran sociables, saludan con toda la mano e inclusive con las dos al “hombre”, presidente, dan categoría de verdadero hombre a quien se sostiene y cumple las promesas. Presentan, de esta manera, capacidad de gratitud deseando recordar a su benefactor mediante el deseo de construirle una estatua.

Es este un cuento optimista, escrito con triunfalismo, quizá en honor al presidente Plutarco Elías Calles, personaje en quien Rojas González creía pues, durante su mandato, trabajó para su gobierno en la Secretaría de Relaciones Exteriores.

El cuento, al interpretarse mediante este análisis de tipo psicoanalítico, muestra literariedad o polisemia que le da categoría de buena literatura: se encuentran por lo menos dos realidades equivalentes y comparables: la patria como una madre; el gobierno como el padre, y los individuos padeciendo un conflicto de autoridad por razones edípicas.

Se observa claramente, además la lucha del impulso vital, eros, contra el Tánatos: la evolución mediante la lucha de contrarios.

Se observan también dos realidades: la historia común, la visible, la del consciente; y la otra, la del inconsciente que se determina al descifrar los símbolos propios del sueño y del significado de nombres de lugares y de personas.

De manera más específica y directa, veamos otros ejemplos: :

El cuento policiaco “El crimen de tres bandas de Rafael Solana publicado en 1945, construye lo artístico también con base en el significado de los nombres propios pues narra que Eduardo Murrieta, un gran jugador de billar, cuyo significado de nombre en germánico es “tesoro guardado”, más Murrieta que significa “enfermedad de la cabeza” se une con Rosaura “rosa de oro”, una mujer rica. Ella se casa únicamente por huir del hogar paterno. Al poco tiempo le es infiel con su jefe, el gerente del banco donde él trabaja y cuyo nombre es Aquiles Morfín, un hombre triunfador. El nombre de este personaje connota heroísmo y triunfo. Morfín, alude a morfina y tal vez, por este significado, el hombre se apodera de la voluntad de la gente cercana.

La pareja infiel tiene su nido de amor en la calle de Ámsterdam. Este nombre, para la cultura connota lugar de liberalidad sexual. También se encuentran en la ciudad de Cuernavaca, sitio símbolo de cuernos, infidelidad.

Eduardo platica su problemática a su amigo, nuestro narrador testigo.

El marido engañado se venga buscando a un indigente a quien asesina en la casa de Ámsterdam para que la pareja sea culpada. Efectivamente la pareja es aprendida. Los dos amantes no resisten el desprestigio y se suicidan. De esta manera, asesinando con inteligencia a un indigente, termina vengándose de los otros dos, ejecuta una carambola de tres bandas.

Al final, el marido engañado emigra a Costa Rica, orilla rica, deliciosa, lugar donde disfruta su venganza con el nombre de Santos Salinas que significa “El consagrado al sabor salado”.

Vemos, por ejemplo, en El llano en llamas de Rulfo que en el cuento “Paso del norte”, Tránsito, esposa de quien emigra a Estados Unidos, terminó yéndose por hambre con un arriero; Anacleto Morones del cuento del mismo nombre significa “el invocado, diferente o distinto”, Lucas Lucatero es “luminoso, que ilumina” y es quien cuenta a los lectores el modo de vida del santón o invocado Anacleto, y nos presenta un ejemplo popular de proceso de santificación. En el cuento “No oyes ladrar los perros”, el joven ladrón y asesino llevado en hombros por su padre para ser curado era rabioso desde niño porque se llama Ignacio que significa “fuego”. Este joven había asesinado a su padrino, oponente natural, por llamarse Tranquilino. Los sucesos tienen lugar cerca de Tonaya que en náhuatl significa “lugar de calor”. Esta historia forma parte de un libro de cuentos que, como se sabe, tiene como título general El Llano en llamas. En otro cuento de este volumen, “En la madrugada”, Rulfo juega con el significado del nombre Justo creando el mismo juego de significación opuesta que plasmó Benito Pérez Galdós en Doña Perfecta, haciendo que este nombre denomine a alguien que es injusto. Se trata de un cacique déspota que maltrata a un hombre, su peón Esteban. Éste se revela ante la injusticia y lo asesina culminando la relación peón-patrón dando, de esta manera, sentido a su nombre que significa “el que corona”.

En el cuento “La vela perpetua” del libro La ley de herodes de Jorge Ibargüengoytia el significado de nombres propios es un recurso para obtener la connotación, condición de literariedad de las mejores obras. En este texto, se relata que Jorge, el autor se asume como protagonista, significa “el que trabaja por la tierra”, esto es, el realista o que tiene los pies en la tierra, quiso consumar una relación sexual con Julia, que significa “cielo” pero, a pesar de estar siempre cerca de ella, esta relación no pudo consumarse, debido a que cielo y tierra nunca se juntan. Únicamente hubo condiciones, disposición o libido que es el símbolo fálico de la vela perpetua. El cuento va más allá en la polisemia ya que maneja paralelamente, además el deseo del protagonista, Jorge, de buscar a Dios mediante ejercicios espirituales, la confesión y el afán de ser sacerdote; pero como él representa la tierra, el realismo, termina abandonando tanto a la mujer como a la iglesia.

Otro caso interesante es el del cuento “Una de cal” de Luis Zapata donde aparece un protagonista, asesino serial, que estando preso narra a un periodista su primer asesinato. Resulta que se llama Rubén y que este nombre significa “hijo de…”.

En el cuento “Juego de ajedrez”, uno de los mejores sobre el tema de la homosexualidad, de Fidencio Gonzáles Montes, sucede lo siguiente en relación con el significado de nombres propios y la construcción de lo artístico: Alfonso y el narrador protagonista viajan de aventura, sin dinero, a las playas de Acapulco, que en náhuatl significa “lugar de cañas”, esa planta, por su forma alargada, es símbolo fálico, según La interpretación de los sueños de Freud. Ahí se da una lucha porque César, que significa “Rey” o era sinónimo de “emperador” entre los romanos, desea conquistar a Alfonso, que significa en germánico “hombre de estirpe noble pronto para el combate”, tal vez, en este texto se trate de combate sexual”. Después de una serie de jugadas el narrador protagonista logra darle mate al César quedándose definitivamente con su amigo Alfonso.

En el cuento “La noche de Mara” de Silvia Molina, que fue incluido en la antología Cuento mexicano moderno, donde se supone que se encuentran los mejores cuentos del siglo XX, una protagonista cuenta que viaja a San Miguel Allende que significa “exhortación o llamada de atención allí” para acompañar a su brillante marido Rafael (cuyo significado del nombre es “medicina o solución”) que impartiría una conferencia. Ya en la cena, el matrimonio se encuentra con Mara, una antigua amante del marido, que significa amargura y que efectivamente termina por amargar la noche a la protagonista.

Se han producido también textos donde se ha prescindido del significado de los nombres como el cuento “Los novios” de Francisco Rojas González o “El gato” de Juan García Ponce. En ambos casos la polisemia y lo artístico se obtuvieron con otros recursos. Estos experimentos pueden considerarse como cuentos modernos donde se han buscado otros procedimientos para conseguir la literariedad.

Los ejemplos anteriores demuestran que efectivamente el significado de los nombres de los personajes, a lo largo de la historia de la literatura mexicana, ha sido un recurso empleado para conseguir lo artístico, la polisemia, pero puede observarse también que la coincidencia entre significado y obra sucede también entre los autores. Veamos los casos de Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán y José Revueltas.

Ignacio Manuel Altamirano: “fuego, animador o impulsor, con nosotros, que connota nacionalismo, solidaridad, de visión elevada; fuego nacionalista de visión elevada”.

Este intelectual fue el animador de la literatura mexicana de 1868 a 1889. Afirmaba, al referirse a la literatura, que nada es valioso si no tiene la utilidad del perfeccionamiento del hombre.

José Revueltas. José. Hebreo, yosef, “él añadirá”, “él acrecentará”.

Revueltas: motín, agitación, alteración del orden.

José Revueltas: “Acrecentador de motines, agitaciones o alteraciones del orden”.

La obra y la conducta de este escritor mexicano (1914-1976) fueron semejantes a la significación de su nombre. Debido a su solidaridad con la clase proletaria, escribió narrativa de compromiso social.[18]

Mariano Azuela. Mariano procede del Latín “marianus”. Patronímico de marius “hombre marcial”.

Azuela deriva del verbo asolar: devastar.

El significado completo es “hombre marcial que asola” y esa es la significación de su obra, Los de abajo, novela de la Revolución.

Martín Luis Guzmán.

Martín. Perteneciente a mars “hombre marcial”.

Luis. Germánico, de Hluot, “gloria” y weg o wig “guerra”, “batalla”: “combate glorioso o guerrero ilustre”.

Guzmán, Gótico “apto”.

El significado total es hombre marcial apto para el combate glorioso. La relación nombre-obra se da en el hecho de que este novelista se destacó por sus novelas con el tema de la revolución mexicana.

 

El empleo de la coincidencia entre el nombre, el carácter o las acciones de los personajes es prueba de realismo ya que esa coincidencia se presenta en la vida diaria y puede observarse entre los protagonistas de todas las áreas de la cultura. Véanse los siguientes ejemplos:

Científicos

Tomás Alva Edison. Tomás: del arameo “thoma” “gemelo, mellizo[19]”. Alva: del latín “claridad, luz, blancura”.

Edison procede del anglosajón Aedward, Ead “riqueza” y Ward “guardián”, “el guardián de la riqueza”.

Tomas Alva Edison “luz melliza, tesoro guardado”. Coincide el significado de nombre y apellidos con el descubrimiento principal de este científico: la invención de la lámpara eléctrica.

Sigmund Freud. Sigmund, Segismond o Segismundo. Del germánico Sigus “victoria” (alemán Sieg) y Mund “mano”. Metafóricamente “el que protege con la victoria”.

Freud es equivalente de Alfredo. Esta palabra tiene la raíz anglosajona “consejo”. De este modo, el significado de Sigmund Freud es “el que protege con la victoria del consejo”. La relación de nombre y obra se localiza en el detalle de que este psiquiatra austriaco 1856-1936 es creador de la teoría del psicoanálisis.

Políticos

George Washington. Jorge procede del griego “trabajo y tierra” (trabajo de la tierra).

Washington es una aldea “Ton” fundada por la familia Wessyng, es decir, los hijos o descendientes de cierto wess. En wess se puede reconocer West, o sea, occidente, por tanto, el significado de Jorge Washington es “trabajo por la tierra de occidente”. Se trata del nombre del político y militar norteamericano que trabajó por la independencia de las tierras de occidente respecto a Inglaterra, las trece colonias. Habiendo obtenido la independencia, organizó el país e hizo votar la constitución todavía vigente. Después de haber sido presidente por segunda vez, regresó a las labores agrícolas en Mount Vernon, donde murió.

Juan O’Donojú  tiene el siguiente significado:

Juan. Hebreo, yohanan: “Yavé es benéfico”o “Yavé es misericordioso”. Yavé, Dios, puede considerarse como metáfora de excelencia. Por tanto, Juan: “excelencia o perfección benéfica o misericordiosa”.

O’Donojú es apellido irlandés naturalizado en España. Procede del gaélico “hijo o descendiente de Donahue”, “hijo o descendiente de batallador moreno”.

El significado completo sería “Excelencia benéfica o misericordiosa con los descendientes de batallador moreno”. Esta última palabra se puede tomar de manera literal o como significado cultural de moro u opositor. Hay nexos muy claros del nombre con la obra pues Juan O’Donojú, General liberal, al ser nombrado virrey de la Nueva España por la monarquía constitucional de España, sintió simpatía por la independencia de México y en 1821, con Agustín de Iturbide, firmó los tratados de Córdoba, reconociendo la autonomía de México.

Deportistas

Allan Prost. Allan. Inglés. Es el Alain francés y el Alano español del latín Alanus, pueblo bárbaro que invadió españa. En lenguaje figurado “persona porfiada”.

Prost de prous, originario de Francia, que a su vez, procede de Proust, forma regional de provost o prevost “colocado adelante”. Allan Prost: “hombre porfiado colocado adelante”.

Nombre y obra se relacionan con claridad. Es este el nombre de un exitoso corredor de autos.

Ernesto Canto. Ernesto. Germánico Ernus “lucha, firmeza, fortaleza”, “veloz”.

Canto. Del latín “canthus” y del griego kantuos: borde, extremidad, país, región. Ernesto Canto: “Lucha, firmeza, fortaleza, velocidad en el borde, la orilla, la región, el país”.

Nombre y obra indiscutiblemente están unidos: este personaje mexicano es un deportista triunfador en el área de la marcha o de la caminata; ha obtenido numerosas medallas en competencias internacionales, destacándose la medalla de oro en las olimpiadas de 1984.

Artistas

José Alfredo Jiménez José. Hebreo, Yosef “el que aumenta o acrecienta”.

Alfredo. Anglosajón: Elfraed de aelf, elfo y read consejo: “el consejo de los elfos”.

Jiménez. Patronímico de Jimeno, forma derivada de Simeón, hebreo Shimeón, del verbo shamah “oír”.

José Alfredo Jiménez: “el que aumenta el consejo que se escucha”.

Es un compositor de música mexicana; el pueblo lo tiene en alta consideración.

José Guadalupe Posadas  José. Hebreo yosef: “el añadirá o acrecentará”.

Guadalupe. Latín. “Río de lobos”. Puede interpretarse metafóricamente como agente.

Posadas. De posar “parar, reposar, asentarse”.

José Guadalupe Posadas: “acrecentador agente del pose, la actitud o la postura”.

Nombre y obra muestran coincidencia pues es éste el nombre de un grabador (1851-1913), notable por sus posturas, sátiras políticas contra el régimen de Porfirio Díaz.

Otras ocupaciones

Cristóbal Colón. Cristóbal en griego es “el que lleva a Cristo”; Colón o Colombo significa “paloma” en latín. El significado total es “paloma que lleva a Cristo”.

De acuerdo al significado del lenguaje, el verdadero valor de este navegante genovés para la historia fue el de conducir a Cristo al continente americano. Bartolomé de las Casas justifica esa apreciación pues advertía que “el fin principal que en el descubrimiento de estas gentes y tierra pretende la divina providencia fue “la conversión y salud de estas ánimas[20]”.

Jerónimo de Aguilar Jerónimo. Del griego “el del nombre sagrado”; sagrado posiblemente connote consagrado, dedicado.

Aguilar. “lugar donde anida el águila”; águila connota audacia, depredación.

Jerónimo de Aguilar: “Lugar donde anida el depredador dedicado al nombre o a la palabra”.

Existe la relación entre el nombre y la obra, porque es éste el nombre de un soldado español (1489-1531) que, prisionero de los mayas y rescatado ocho años después por Hernán Cortés, fue un importante auxiliar como intérprete durante la conquista de la Nueva España.

 

Después de constatar que en todos los casos existe coincidencia entre nombre y obra, considero necesario argumentar que por mucho que yo hubiera intentado arreglar los significados, no hubieran resultado éstos tan convincentes si no existieran, en los términos lingüísticos, los conceptos específicos que se requieren para elaborar frases, encadenamientos o acomodar circunstancias. Resta ahora buscar una explicación al fenómeno. Después de reflexionar sobre el tema, encontré que el fenómeno encuentra lógica en la concepción del mundo como obra de ficción narrativa. Esta manera de comprender el mundo tiene como antecedentes a diversos escritores españoles: Pedro Calderón de la Barca, por ejemplo, la concibe como El gran teatro del mundo; fray Benito Jerónimo Feijóo habla del Teatro crítico universal; y el filósofo Miguel de Unamuno comprende la vida como una nivola, esto es, novela donde los hombres son personajes de ficción narrativa.

Desde la perspectiva de la física, la explicación es ésta: el sonido influye a la materia. La prueba más evidente se da en medicina donde a través del ultrasonido (vibraciones muy intensas de sonido) es posible destruir, por ejemplo, tumores cerebrales.

Una idea expresada a través de sonidos puede influir en la materia, este es también el principio de las llamadas enfermedades psicosomáticas. Con el nombre y apellido de los individuos sucede algo muy parecido: al mencionarse y repetirse de manera inconsciente una serie de sonidos con significados se sugestiona y programa al sujeto nombrado y éste actuará como un personaje simbólico en la novela del mundo, una ficha de ajedrez en el tablero de la sociedad. Por el sonido transmitido, el contenido de nuestra conciencia puede afectar nuestro estado físico. Esta relación entre la mente y el cuerpo se ha llamado psicosomática.

Luego de comprobar que nombre y obra de políticos, deportistas, artistas y personajes de otras áreas de la cultura guardan estrecha relación, se concluye que la correspondencia, por el número de casos, no puede obedecer a la simple coincidencia y que en ciencias sociales hay tanta coherencia como en las ciencias naturales; no tendría por qué ser de otra manera, considerando que la Historia del hombre es la descripción de relaciones y modo de vida de seres vivos. Así, el estudio sincrónico y diacrónico de alguna etapa histórica a través de las etimologías puede llevar la Historia al terreno de lo lúdico y de lo gozoso.

Por otra parte, es posible vislumbrar que nuestro destino en la novela del mundo se plasma con actos, pero también por medio del lenguaje, aunque parezca existir cierta predestinación observable, además del medio ambiente, en los apellidos que heredamos.

Sin embargo, es posible modificar ese destino mediante actos humanos, seleccionando el nombre que producirá un efecto positivo, negativo o neutro, considerando el significado de los apellidos.

No estoy planteando que exista relación entre el nombre propio y su significado, es decir, que la palabra Juan, por ejemplo, describa personas similares de carácter o físicamente. Planteo que existe relación entre unidades de sentido formadas por nombres y apellidos de los personajes con su respectivo actuar dentro de su propio relato, su propio contexto o su propio plano. Personas homónimas de nombre y apellidos necesariamente tendrían el mismo valor o significado, pero de acuerdo a su propio contexto o medio; el valor significativo de un personaje puede deducirse cuando ya su obra se encuentra realizada o definida.

El determinismo expresado por el significado de nombres y apellidos puede ser modificado también parcialmente transformando el contexto del individuo, su medio social. Puede haber una transformación de campesino a obrero, de obrero a profesionista o un cambio a los ámbitos de intelectual o político.

No estoy partiendo tampoco de la intención de demostrar una idea. He partido de la observación de numerosos ejemplos donde se produce esa relación, ejemplos que por su cantidad anulan la posibilidad de la simple coincidencia.

Deduzco que, sin duda, existe relación entre nombre y obra de los personajes por los semas de nombres y apellidos, independientemente de los posibles arreglos o acomodamientos de sintagmas o enunciados que yo haya realizado uniendo elementos de paradigmas de nombres y apellidos.

Otra evidencia de la efectividad  de esta teoría es el hecho de que a unidades de sentido o sintagmas tan diversos como los que se construyen con nombres y apellidos tan distintos como Tomás Alva Edison o Cristóbal Colón correspondan significados y obras muy diferentes.

 

 

Bibliografía

 

Buxó, José Pascual, La imaginación del nuevo mundo, FCE, México, 1988.

Cabrera, Luis, Diccionario de aztequismos, Oasis, México, 1982.

Cluff Russell M, et al, Cuento mexicano moderno, UNAM/UV/Aldus, México, 2000.

Fernández de Lizardi, José Joaquín, Don Catrín de la Fachenda, Porrúa, México, 2000.

Freud, Sigmund, La interpretación de los sueños, Tomo II, Alianza, México, 1991.

Ibargüengoitia, La ley de Herodes, Joaquín Mortiz, México, 1989.

Jung, Carl Gustav, El hombre y sus símbolos, Caralt, Barcelona, 1984.

Rojas, González, El diosero, FCE, México, 1999.

Rulfo, Juan, El llano en llamas, FCE, México, 1987.

Sainz, Gustavo, jaula de palabras, Grijalbo, México, 1980.

Tibón Gutierre, Diccionario de nombres propios, FCE, México, 1986.

____________, Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos, FCE, México, 2001.

 

 

 

 

 


    [1]  Sigmund Freud, La Interpretación de los Sueños, Tomo II, Alianza editorial, México, 1991 p. 192.

    [2]   Ibidem p. 243.

 [3]              Luis Cabrera, Diccionario de aztequismos, Oasis, México, 1982. p. 156.

 [4]              Ibídem, p. 84.

[5]              Tibón Gutierre, Diccionario de nombres propios, FCE, México, 1986. p.83

 [6]              Carl G. Jung. El hombre y sus símbolos, ed. Caralt, Barcelona, 1984. p.196.

 [7]              Gutierre Tibón, op. cit. p. 182.

    [8]            Ibídem, p. 28.

    [9]  Ibídem, p. 204.

    [10]           Ibídem, p. 232.

    [11]           Ibídem, p. 198.

    [12]  Ibídem, p. 230.

    [13]           Gutierre Tibón. Diccionario Etimológico Comparado de los Apellidos Españoles, Hispanoamericanos y Filipinos, p. 164.

    [14]           Gutierre Tibón, Diccionario de Nombres Propios, p. 154

    [15]      Sigmund Freud, La Interpretación de los Sueños, Tomo II, p. 194.

    [16]           Sigmund Freud, op. cit. Tomo III, p. 131.

    [17]           Gutierre Tibón. Diccionario Etimológico Comparado de los Apellidos Españoles, Hispanoamericanos y Filipinos, p. 246.

[18] Los significados de apellidos fueron tomados de  Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoesl, hispanoamericanos y filipinos de Gutierre Tibón, FCE, México, 2001.

[19]  Los significados de nombres propios han sido tomados de Tibón Gutierre, Diccionario de nombres propios, FCE, México, 1986.

[20]  Pascual Buxó José,La Imaginación del nuevo mundo, FCE, México, 1988, p. 11

También puedes leer