La poesía de Federico Díaz Granados en Italia

El poeta colombiano Federico Díaz Granados (Bogotá, 1974) ha publicado en Italia, bajo el sello de Raffaelli Editore, con traducción de Emilio Coco, el volumen de poemas Le ore dimenticate. Díaz Granados publicó recientemente, bajo el sello de Visor libros, el poemario Las prisas del instante. Federico Díaz Granados es una de las referencias fundamentales de la poesía colombiana contemporánea. Actualmente dirige la Agenda Cultural del Gimnasio Moderno en Bogotá. Presentamos a continuación el texto introductorio que Emilio Coco escribió para el libro así como tres poemas que lo integran.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El libro Le ore dimenticate (Las horas olvidadas) de Federico Díaz – Granados, esmeradamente publicado por el editor Walter Raffaelli de Rimini, en edición bilingüe es una exhaustiva antología de este poeta colombiano en la que se ofrece al lector italiano la posibilidad de acercarse a la obra de uno de los más activos e interesantes autores latinoamericanos de hoy, escogido en votación por universidades del mundo, entre ellas Harvard, como el poeta colombiano más importante de los nacidos después de 1971, ya incluido en las principales y más conocidas antologías de poesía publicadas en España y en el extranjero. Cito aquí, entre las muchas, las últimas aparecidas, como “El Canon abierto”de Remedios Sánchez García y “Poesía ante la incertidumbre”, publicadas ambas por Visor.

El libro está dividido en tres secciones que reflejan las preocupaciones del autor. La primera que se titula  Festino sotto il tempo” (Festín bajo el tiempo) comprende 15 poemas, la segunda “Album degli addii” (Álbum de los adioses) está integrada por 14 poemas y luego la tercera, “Inutilitá del mestiere” (Inutilidad del oficio) que reúne 16 poemas más, por un total de 45 poemas.

El libro está encabezado por un prólogo titulado “Ars poética”, esclarecedor sobre la poética del autor, en el que se encuentran afirmaciones como esta: “La poesía es la síntesis total de la creación humana”, o “El poeta no es un iluminado ni un iluminado ni un prestidigitador. El poeta es un artesano que con generosidad da a ver lo que otros no ven”.

No me explayaré mucho en la crítica del libro que sería conveniente desarrollar en otro momento y por personas más indicadas que yo para hacerlo por dos motivos. El primero porque me siento enormemente incómodo en el papel de crítico, y el segundo porque no quiero sustraer tiempo a las intervenciones de los amigos que comparten conmigo este espacio. Así que me limitaré a rastrear solo algunos de los temas recurrentes en su poesía.

El tiempo es uno de los ejes temáticos que reúnen varios de sus versos: la fugacidad de la vida, lo efímero que somos los seres humanos, el indeleble rostro de los recuerdos, el jardín de la infancia. Como dice el poeta: “No quise hacer una poesía abstracta, sino una que permitiera pasmar la infancia, los afectos y desafectos”.  También le interesa la muerte, porque es el fin del tiempo y genera el misterio por el más allá.

Federico se propone también como un incansable viajero en el corazón humano, convencido de que “escribir un poema es un acto de amor a la humanidad”. Así argumenta: “Todos los poemas son de amor porque le están dando dignidad al ser humano”. Y en el prólogo añade: “La poesía no es otra cosa que un infinito acto de amor. El amor es el testimonio verdadero del paso del hombre por esta aventura vital y de sus intentos constantes por alcanzar la felicidad”. Otro tema que aquí quiero destacar es el tema del viaje, presente en poemas como “El regreso” o “Correspondencias”. El poeta viaja para luego regresar siempre “con la urgencia de quien ha conocido / la única moneda de la muerte” y para “acostarse a contar las nuevas cicatrices”.

Su poesía, como escribe Fernando Valverde, “toma partido por las fragilidades y las derrotas con un tono y un acento marcados por una precisa conciencia del desarraigo y la pérdida” y Federico añade: “Vivimos un tiempo de incertidumbre, de grandes dudas y temores y los tiempos que corren no parecieran propicios para la poesía”. Los poemas de “Las horas olvidadas” giran, pues, en torno a temas de aliento universal que llevan al poeta a reflexionar sobre la condición humana, sabiendo que es la voz de la poesía, la encargada de decir la última palabra.  Y Federico lo hace utilizando un lenguaje coloquial, que es el más apto para él para reproducir “la crónica de lo cotidiano”.

La dimensión de lo cotidiano como lugar privilegiado de inspiración, la utilización de un registro bajo y de signo coloquial, una lengua comunicativa y al mismo tiempo de gran rigor formal: he aquí los rasgos inconfundibles de una poesía ajena a las tentaciones experimentales, que constituyen una de las más originales experiencias del panorama poético de las últimas décadas. Y aquí me detengo porque la poesía es magia y cualquier explicación es como justificar el milagro recurriendo a procedimientos de un ilusionista.

 

Emilio Coco

 

 

 

 

RETORNOS

 

No creo en retornos

pero este amargo corazón de casas viejas y calles rotas

late en cada regreso

sin gestos ni ademanes

y sabe que el mundo es un mal lugar para llegar

Y se regresa a escribir un poema que trate de una muchacha en un aeropuerto

que espera un avión de quién sabe dónde

o escribir sobre la carta que nunca recibí aquel sábado

escuchando el viejo casete con mis nostalgias favoritas

o sobre los versos robados a Salinas, Borges, Walcott

y las tardes de sol en el estadio de fútbol

No creo en los regresos

pero este seco corazón de otros días canta a destiempo

sobre el cielo que quema el nombre de una mujer que amé

No creo en retornos

pero mi vocación de viajero hace que siempre que parto hacia la intemperie

 

en el mundo

deje, como en mis días de boy scout, piedritas y migas de pan

para no perder el camino de regreso a tu cuerpo.

 

 

 

 

 

 

RITORNI

 

Non credo ai ritorni

ma quest’amaro cuore di case vecchie e strade rotte

batte a ogni ritorno

senza gesti né cenni

e sa che il mondo è un brutto luogo dove arrivare

 

E si ritorna a scrivere una poesia che parli di una ragazza in un aeroporto

che aspetta un aereo di chissà dove

o a scrivere sulla lettera che non ho mai ricevuto quel sabato

ascoltando la vecchia cassetta con le mie nostalgie preferite

o sui versi rubati a Salinas, Borges, Walcott

e i pomeriggi di sole nello stadio

 

Non credo ai ritorni

ma questo arido cuore di altri giorni canta intempestivo

sopra il cielo che brucia il nome di una donna che amai

 

Non credo ai ritorni

ma la mia vocazione di viaggiatore fa sì che ogni volta che parto verso le intemperie

del mondo

lasci, come nei miei giorni di boy scout, ciottolini e molliche di pane

per non smarrire la via del ritorno al tuo corpo.
 

 

 

OFICIOS

 

Y si estos ojos no conocen otro oficio

sino contemplar las cosas destruidas y  los rostros perdidos

entonces qué sería del puntual golpe de almanaque,

la llegada de las lluvias según los pronósticos del tiempo.

Qué sería de la vana algarabía

de ver envejecer el rostro entre lágrimas

y ver dormir en las palabras

los amores fracasados y los muertos que no conocimos.

 

Y si estas manos no conocen otro oficio

que aferrarse al timón y romper papeles

entonces qué sería de estas hambres

y las basuras acuñadas en el rincón de la alcoba.

 

Si tal vez conocieran los oficios de asesino,

trashumante, hombre de circo

alguien bebería del corazón en el exilio.

El alma no tendría el desdén de amar otra piel

otros ojos, otras manos

en estancias que dialogan en lenguas extranjeras

toda peste y todo insomnio

por un puñado de palabras o de arroz.

 

No fuimos asesinos, ni notarios, ni carteros

y no hicimos pactos entre el decir y el callar.

Volvimos a extraviarnos en el amargo olor de la cocina,

y a perder el amor en un mal golpe de dados.

 

 

 

 

 

COMPITI

 

E se questi occhi non conoscono altro compito

se non quello di contemplare le cose distrutte e i volti smarriti

allora che ne sarebbe della puntuale scadenza di calendario,

dell’arrivo delle piogge secondo i pronostici del tempo.

Che ne sarebbe dell’inutile bailamme

del vedere invecchiare il volto tra le lacrime

e veder dormire nelle parole

gli amori falliti e i morti che non conoscemmo.

 

E se queste mani non conoscono altro compito

che quello di aggrapparsi al timone e strappare carte

allora che ne sarebbe di queste fami

e dell’immondizia ammucchiata nell’angolo della camera.

 

Se forse conoscessero i compiti dell’assassino,

del transumante, dell’uomo del circo

qualcuno berrebbe al cuore nell’esilio.

L’anima non disdegnerebbe di amare un’altra pelle

altri occhi, altre mani

in stanze che dialogano in lingue straniere

ogni peste e ogni insonnia

per un pugno di parole o di riso.

 

Non fummo assassini, né notai, né postini

e non facemmo patti tra il dire e il tacere.

Tornammo a smarrirci nell’amaro odore della cucina,

e a perdere l’amore in un brutto tiro di dadi.

 

 

 

 

 

PEQUEÑO NOCTURNO

 

¿Ese temblor que pasa es la vida?

¿Y ante qué soledad es que hoy canto?

 

No sé de dónde provienen esos ruidos que en la noche asustan:

la caja de fósforos

las cosas que se cambian de lugar y no aparecen.

 

Suponemos que todo esto es el mundo

enormes colecciones de tristezas, llaveros y estampillas de mares lejanos.

 

Es acá donde sucedo

sin aduanas ni requisas

ni adioses a destiempo.

 

 

 

 

 

 

 

PICCOLO NOTTURNO

 

Quel tremore che passa è la vita?

E davanti a quale solitudine oggi canto?

 

Non so da dove provengono quei rumori che nella notte spaventano:

la scatola dei fiammiferi

le cose che si cambiano di posto e non appaiono.

 

Supponiamo che tutto questo sia il mondo

enormi collezioni di tristezze, portachiavi e francobolli di mari lontani.

 

È qui dove succedo

senza dogane e ispezioni

né addii intempestivi.

 

 

 

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