Se publica “Cosita linda que sos” de Mauricio Vallejo Marroquín

Presentamos una carta recuperada, introducción y poemas del libro “Cosita linda que sos” del poeta salvadoreño Mauricio Vallejo Marroquín (1957-1981). Poeta, escritor y artista nacido en El Salvador. Desaparecido político a la edad de 23 años, sin que a la fecha se conozca dónde quedaron sus restos. A pesar de su edad era conocido en su tiempo y publicaba en periódicos y revistas nacionales e internacionales. Tras su desaparición, también se intentó silenciar su nombre y su obra. Después de 37 años guardado bajo tierra, hoy se publica su poemario «Cosita linda que sos», que dedicó a su esposa, Patricia Márquez poco antes de ser desaparecido. Junto a este libro fue resguardada la mayor parte de su obra.

 

 

 

 

Haciendo realidad un sueño

Uno de los sueños que más tiempo me ha tomado hacer realidad, y más me ha costado, es publicar la obra de mi padre. He tenido que esperar 37 años de mi vida para poder tener listo el material, además de reunir el capital que es necesario para el proceso editorial.

Durante buena parte de mi vida toque puertas, me enfrenté a humillaciones de parte de algunos miembros de su generación, tuve que afrontar el muro de muchos que me decían que no debía de continuar y que lo dejara en el olvido. Sin embargo, hay algo en mis genes que me hace testarudo. Confieso que en algún momento desistí del esfuerzo. Bregar contra la corriente no es fácil, sobre todo cuando no se tienen los recursos. De por sí aventurarme en el mundo editorial era un reto quijotesco, ya no se diga publicar a alguien que a otros les interesa no mostrar por absurdas rivalidades. Bueno, la parte que me competía a mí la hice y continuaré haciendo hasta publicar hasta la última página escrita por mi papá.

Debo decir que este esfuerzo no ha sido solo mío. Creo que publicar la obra de mi papá es un trabajo colectivo, y sin el apoyo de muchos fuera imposible darnos el tiempo de leer el libro que sostiene en sus manos. La primera persona a la que se debe agradecer es a mi abuela, Josefina Pineda de Márquez. Si ella no hubiera tenido el valor de guardar los escritos del joven Vallejo y enterrarlos con las garantías para que no se deterioraran. En aquel entierro participaron mi abuelo Mauro Márquez y mi tío Luis Manuel Márquez. Se oye fácil en estos tiempos de paz, pero en esos años era suficiente motivo para amanecer torturado y muerto. Esa muestra de valor hizo que la historia siguiera viva, y en 1998 tuvimos la hidalguía de desenterrarlos junto a Godofredo Carranza, Atxil Josa y Tony Alexander Guardado.

Junto a mi abuela pasamos horas clasificando los papeles por género y tema. Luego salí del país y se extraviaron en la mudanza. Afortunadamente la mamá de mi hijo, Lya Ayala, dio con ellos y me los entregó.

En toda la investigación para tener más material nos metimos a buscar sus cuentos en los periódicos salvadoreños de 1976 a 1981 junto a Roberto Escobar y Wilfredo Arriola, tarea que aún continuamos. En la contamos con el apoyo moral de mi tío Yomar Vallejo y con quien tenemos varios planes y su comprensión.

Cuando ordenamos los libros entró en acción conmigo, Karen Lara, mi otra mitad. Quien no solo se encargó de animarme en el esfuerzo, sino que se convirtió en la ilustradora de esta publicación como el diseño de contratapa. Hasta la fecha, nadie ha hecho más diseños y trabajos acerca de mi papá que ella, y  quien le estoy sumamente agradecido por compartir conmigo este trabajo y el resto del camino.

Y ahora, mi tía Marlya Vallejo vuelve a apoyarnos en la gestión editorial para que sea realidad la obra de su hermano, siempre llegando en el momento justo.

Es gracias a todas estas personas, y las que aportaron económicamente y se encuentran nombrados en las páginas de agradecimiento que ahora tiene entre sus manos el primer libro de muchos más que mi padre, Edgar Mauricio Vallejo Marroquín, escribió.

No puedo hablar mucho de él, presentar a ese individuo que me procreo junto a mi madre, con ese maravilloso amor de juventud y esperanza. Sencillamente porque no lo conocí. Si compartimos espacio en este mundo no soy capaz de recordarlo, apenas tenía un año y medio cuando lo desaparecieron aquel sábado 4 de julio de 1981 a las 11:45 de la tarde en Antiguo Cuscatlán.

Así que les presento la historia de cómo este libro, que fue un sueño que parecía imposible durante mi niñez, ahora es una realidad.

¿Por qué publicamos primero Cosita Linda que sos y no otra de sus obras más esperadas? Sencillamente porque consideramos que mi papá no habría querido que fuera otro de sus libros, más que el dedicado a su esposa, a quien dejó viuda junto a un hijo para terminar de enfrentar la guerra y la vida. Sobre todo, porque es el primero de todos los que seguirán

 

Mauricio Vallejo Márquez,

Escritor salvadoreño e hijo de Mauricio Vallejo

 

 

 

 

Casi 33 años después

 

Quiero soñar contigo, pero un sueño de verdad

Un sueño donde la persecución política no nos separe

Un sueño fresquito de nosotros dos haciendo planes

En el mundo firme y no de aire, me imagino.

Patty te adoro, he releído las cartas, y hallándole

Cosas buenas a esto te diré que estamos aprendiendo a

Palpar la dimensión de nuestro amor. Ya traíamos.

Vos me pelaste los ojos y yo haciéndome el maje, el codiciado, que en verdad te codiciaba aún con el jocote en la boca, muriéndome por vos y haciéndome pasar por implacable,

“en una semana te olvido”, te decía, y el pendejo de yo con un gran modo mientras nos despedíamos, perdón, me despedías del trabajo de amarte. Cómo nos hicimos daño, cómo nos heríamos.

Imaginate como nos hubiera gustado que domingo a domingo saliéramos a pasear del brasete a algún parque, al cine, etc. Como dos jóvenes enamorados. Y no, antes que te podían ver. Después que me podían ver. No nos han dejado ser jóvenes.

No nos han dejado ser amantes trabajadores de un mundo mejor. Mientras los pingues viviendo epidémica y degeneradamente derrochando la pureza de la vida con sus carcajadas.

Estoy cruzado por el insomnio, es la una de la mañana. Me acabo de acordar de algo. Te acordás de la canción que te hice para el niño:

“Cipote tierno que mama,

que es viento azul que tiembla del árbol del patio… te doy el sol y un almendro

Cipote tierno y jodido, tu risa de niño me cala, te doy un sueño florida sin… y sin animales.

Te doy el sudor de las manos de su pueblo que se levanta del campo. Del campo y mi hermano, tómalo que te agiganta.

Cipote tierno que leche te bajo un… del cielo. Tu mamá te mima y te mece, y yo te canto…

 

Carta escrita por

Edgar Mauricio Vallejo Marroquín en 1981.

Carta encontrada por

su hermana Marlya Vallejo en 2013

 

 

 

 

 

A Patricia Márquez, mi venada.

Mientras vivas, viviré.

 

 

COSITA LINDA QUE SOS

 

Unida a mí serás mujer. La montaña en sus huertos explotará mi rugido de jaguar hambriento. Recogeré tu aliento con mi lengua, beberé tu saliva dulce y tibia, y temblarán mis manos sobre tus caderas y tu pecho. Haré una pirámide, ahí sacrificaremos la pasión con un puñal de cristal, reventará en estrellas y pronto una almendra madurará en tus labios mientras se llena mi rostro de sangre. Suchipilli y Xochit´ sonríen, te han rodeado de flores silvestres las orejas y han provocado mi apetito.

Cosita linda que sos; si que naciste chula, purita verdad mía. Cabés en mí, y estoy en ti justo a la medida. Y estuve y estaré, como la semilla ovalada en medio del zapato, hoja de Cuma en su cacha.

Entre caricia y beso se irán los ojos a la Nada o adonde Dios, lo mismo da, sabremos después que el amor de los dos es más placentero.

Te amo y te deseo.  Mujer en alma, mujer en cuerpo, te necesito.  Tortugas y senzontes de Jade, danzan, cantan y te aroman de resedo y violetas.

Con ayuda del sol, desde el corazón del cielo penetro en ti, mis dedos te cubren y florecen orquídeas.

No pensaré en la prueba del puro, ni en la oración de las siete candelas, ni me pondré en una esquina de cuatro puntos a degollar una gallina negra, hacer un círculo con la sangre invocando al diablo para tenerte muertita por mi, tampoco diré la oración de San Luis Beltrán que cura todo mal, hasta el mal de las ganas de estar siempre contigo. Tú y yo ya no usamos tal cosa. Somos uno. O yo en ti o tú en mí. No sé. También el pueblo necesita unirse. A lo mejor en una de esas esto se bambolea y las use, aunque las cosas no se logran con la oración.

Cosita linda que sos, serás mujer unida a mí.

 

 

 

 

HUELE

 

Huele rico. Huele a mi mano entre tus piernas

Huele a tu amor y mi amor

Hechos cuerpos, huele a te quiero.

Pero no hay océano que no se agite, y no hay olor que no se vaya.

Voy a encender un cirio, voy a convertirme en santo y le rezaré

A mis dedos con tu olor en mi nariz. Para que

El olor se quede en el olfato de mi alma.

Huele rico. También huele a pólvora y a injusticia. Huele a distancia. Hace calor

Y los chuchos no están de humor para aullar. Tenía que ser de noche.

Mirá que le estoy clamando con olor, y que un mejor tiempo

está por venir. Huele a cambio.

No huele a guaro. Huele a jutes en alguashte, a cuero con rosas,

a la espuma del mar limpiando el tímpano de una concha tirada en la playa.

Huele a la victoria en las manos del pueblo. Huele a rumbo.

Huele a ti. Huele rico.

 

 

DE PATADA

 

El cipote que pensamos nacerá. Aunque no reviente de tu pancita de cumbia que zarandea conacastes y tose lucitas. Va a jugar los Jueves de corpus con su mico de mango y pepa de marañón.

Jodida si se tiene sin cambiar este orden que sofoca. Hay que moldearle los pañales. Trapear con jugo de ruda y hacer sahumerios para que no le hagan ojo; desempolvar el templo de Quetzalcoat´ y sembrar azucenas para su vía crucis o hay verá él.

No busqués en los naipes, tampoco en las profecías o en las tiradas del maíz y de las semillas de Pito, ese mono viene.

Va a venir con pulso. A ver si no le varea la piedra. Aunque después tú te vayas o te mueras o te maten. Palabra que no queda duda. Y sin amo y sin zíper. Lo van acariciar como a los pies de San Nicolás para persignarse, lo van a putear, le van a inventar un chambre en Tonaca. Se caerá por andar de bocabierta conociendo el relámpago, las ranas de obsidiana que echan las noches de luna, el andado y la carita del guardia y del soldado, y el rito del billetero. A lo mejor nos pega el cambio.

Tendrá su nahual. Buscará no estar en la tierra del hombre sino que en el hombre en la tierra. Y lloraremos su llanto, y reiremos su risa y te acordarás de que casi lo tuvimos

o lo tendremos.

Aunque no haya nada mujer, el cipote que pensamos nacerá.

 

 

 

BRASA EN LA CENIZA DEL HOMBRE

 

Después de sacar el sol estará contigo. El silencio se echará sobre el sonido destilando el corazón de la avispa. Callarán las caracolas su ronquera de toro en la sangre, las maracas dominarán tus caderas. Iremos ante Dios, y detrás de cortinas el mundo, jalando miel de chumelo para derramar amargura en las celdas del panal.

No vamos ir a dar queja de nada, lo que está mal aquí, aquí lo arreglamos.

Dios en nosotros. Y aquí en la lucha. Celebremos el ritual del amor, compartamos la carne y el espíritu. Juntos ofreceremos la noche, los años, el día, nuestras mejores bebidas y el sudor más fuerte.

Palabra que estás linda. Para chuparse los dedos. Estás tibia y tierna aireando lo dulce, lo ácido y la madurez del fruto. Palpita salada.

Una idea más allá de la claridad iremos. Ahora, hay que ir al manantial desde el cual se anima el firmamento, dejar a Tezcatipoca y a Huitzilopochti por el chipilín del atrio de la iglesia. Subir en puntas y disiparnos.

Abajo dejaremos la casa, las puertas cuidarán de nosotros. Nos haremos invisibles para ir, Energía, también para hacer el amor en la calle, en los portales, en el palacio. Sólo verán moverse las vainas del carao, las palmas de coco, el sueño del mudo Simón, las predicciones del tecolote y los chitchit de las esperanzas. Haremos el amor mientras aquí se joden. Fresca, bañadita, irás empujando tu amor con el mío.

Luego bajaremos de donde Dios a reunirnos con nuestra gente, porque no hay Dios sin hombre, ni hombre del pueblo con su lucha libertaria.

No vamos a ir a dar queja de nada, lo que está mal aquí, aquí lo arreglamos.

 

 

 

EL SOL DE LA RAMA DE AGUA

 

Te entregás con una mirada, en la media que te ponés y en el insomnio. La virgen sonríe y te ponés colorada. Le ponés máscara de hule al recuerdo. Y eso no me lo contás. Lo sé por el tecolote, el que pica barro y habita en la punta del carro de Tonaca.

Eras una malicia, cuando te venadié ya me tenías en la olla. Tu lengua sabía a jocote, almendra y mamey. Estabas rica. Si me ponés el dedo en el ombligo sacabas un cosmos.

Un hormigueo me hizo agarrarte con más ganas. Habían matado campesinos en las Tres Calles y en La Cayetana. ¿A mí qué? Sólo me imaginaba.

Esto se castiga me dije, y tu boca se volvió amarga y agria. Ayer te devolvieron el sabor, me dijiste por la noche. Y me atrajo la idea. Recordé a los campesinos. Mataron más en Aguilares, en Perulapán.

Te tomaré ahora. No puedo dejar que con una mirada me poseas, ni cuando te ponés la media o cuando pasás sola y sin dormir por la noche. Las cosas no llegan así porque así. Te quiero junto. ¡Maldita sea! Tengo miedo que en una de tantas me semiborrre y sea otra la cara, o de hacerme viejo y no dar la hora. ¡Por Dios! Es injusto imaginarnos. Acuérdate de los campesinos.

Allá va el polvo, va gritando; y no es grito por ser grito. Ves. No te hizo nada. ¡Es el polvo de aquí! Donde viajan los abuelos y sus nahuales.

Hoy es luna tierna. Te encontrás madura y tibia. Mirá, se me han agrandado las pupilas. Tu tierra está fresca, fíjate con qué ganas me la como, mientras el polvo sigue bajando desde el carro, y espera que nos unamos a Él.

 

 

 

 

 

DE PROBADA Y CORRER O QUEDARSE

 

Antes que te digan otra cosa y veas en tu mente caer a Quetzalcoat´y hundirse en el relámpago, recuerda que voy a morir. Estoy apuntado en la lista de la muerte y ella sabe hasta cuándo pesaré.

Seré enterrado como quieran, sin confesión, sin cruz, parado, con pitos y tambores, y moriré amando la vida, a ti y a todos. Tomaré el color del barro y me iré caminando por las plantas hasta extenderme en la luz.

Bajá los párpados, mis dedos te miden y llevan hasta la oscuridad de tu vista. Ese es el lugar que me unirá a ti mientras vivas en la tierra. Carrizo de bambú que mantendrá el nudo del hilo que estiramos del agua y del fuego. No busqués mis fotos, ahí me llamarás.

Antes que te digan otra cosa, ya deberás tenerme muy dentro, a fondo en tu secreto y en la punta de la lengua. Dirás que ríe el duende, que se desliza el olor de la flor del amate y que adormece el La Fa Do de la flauta.

María, Chalchiuticueye y Xochit´ te cubrirán de jade, mariposas y orquídeas, te entregarán húmeda y jugosa a mis labios como un arrayán. Entonces chispearán gotitas y harán el cielo, tu murmurarás no sé qué, cerrarás los ojos y pondrás los brazos en mi espalda. Yo habré llegado.

No me ha desprendido de un altar de Matildito ni de un lirio de Tonaca, ha caído a la vida porque sí,  a encontrarte. Luego me voy.

Antes que te digan otra cosa, sabrás que de tu piel se levanta el sol y la noche, la espada y la flecha, los almanaques y el calendario, y que puedas dejarme cuando se te antoje, cuando el gallo aún no cante, cuando las nubes aún no sean las plumas del águila, cuando te aburas o te equivoques, y no regreses pues ya habré llegado; y tú habrás ido a encontrar solución a tu misterio.

Sólo que no te engañes, yo soy éste, el que va a morir. Ni prócer ni Dios, ni héroe ni mártir. Ni el corazón del quetzal ni el pico del cenzontle. Ni el rayo de Tlaloc ni la onda que aja el humo del copal. Escuchá como se insolenta el tecolote, los perros aúllan y revolotean las papalotas. Antes que te digan otra cosa y veas en tu mente caer a Queetzalcoat´y hundirse en el relámpago,

recuerda que voy a morir.

 

 

 

 

NOTA URGENTE PARA

EL CIPOTE NI TAN URGENTE

(NOTA NADA MÁS)

 

Qué chillidos de varón hijo y por la boca echás una atarraya bolsona de estrellas.

Todo te ensalivás!

Quizá llorás por el ruido de los helicópteros que están va de pasar y pasar.

No temas hijo, los animales andan hambrientos.

Patricia te pone la chiche y te callás arrimado a tu mamá

Qué chillidos!

Bien despertás a los muertos del panteón de Tonaca cuando estás con hambre,

Se te corre la Siguanaba.

Servís para espantar de la casa los espantos

Y para afirmar el porqué de la lucha del pueblo.

-Están naciendo varones- dice tu bisabuela-, es tiempo de guerra.

Qué chillidos hijo, ahuyentan a los explotadores y tiranos,

Y vos hijo, ya no vas a tener que ser subversivo ni nada de eso,

Por eso hay miles metiéndole a la lucha.

Bien, bien. Levantá el bracito o que te ayude tu mamá o tus abuelas.

En ese brazo hay un chorro de brujería, está bañado con cogollos de quina,

Con hojas de ruda y flor del Lempa,

Con práctica revolucionaria y objetivos socialistas.

Este brazo es brujo, más que brujo, es el brazo izquierdo que sostendrá el llanto de tus hijos, hijo.

Qué chillido hijo, hermoso llanto, como escuchar el llanto del nuevo sistema.

 

 

UN POQUITO MENOS

DEL ANIVERSARIO

 

Ya van trescientos treinta y tres días

De que esto que llamamos amor

Comenzó su aventura

Aventura planificada

Que previó pequeñas mutaciones cualificadas

Para que cada semana

Supiéramos

Que nos queríamos un poquito más

A costo de leves caprichos

De resistencia comunicativa

Y de esperanzas libertarias

Hemos crecido sin soñar maravillas

Más que la única justa

Y correcta

De seguir amándonos

En la sensata locura del socialismo

 

 

 

LLEGANDO A PEDAZOS EN LA SOLEDAD MÁS YUCA

 

Yuca! Te agarraron y te han perdido.

Te chillaron.

“Vamos a la vuelta

del toro torojil,

a ver a Milano

comiendo Perejil”

Te han buscado, han preguntado por vos hasta por fregar.

Y se hacen los locos.

“Milano no está aquí

estará en su vergel,

abriendo la rosa o

cerrando el clavel”.

Y esto ya no fue como echarse un trago

y tocar guitarra acompañados por la luna,

ya no fue como contar chistes de la cuilia, del cuchillo de la guardia y su respectiva psicosis

y cagarnos de la risa de la tiranía hasta cargarnos un hueco en el pecho.

Puta cabrón! Se fermenta la huella que deja tu sombra,

y en algo me aculera, grande que te veo y te tienen entre las patas;

tu sombra que sangra y vienen sus gotas en humo hasta por aquí,

sombra que te araña las costillas,

sombra en el charco de un lucero,

sombra que casi te levanta y se desvanece en la oscuridad de la bartolina.

Ya no fue aquel piropo que lanzamos en la esquina del barrio

a redondear las nalgas de mamey de la hija de la tortillera,

ni las madrugadas en secundaria cuando íbamos de carreta chillona en la madrugada

a vigiar como duendes a las cipotas con la paja de estudiar,

y le poníamos a “la choca” “ojitos Pardos” Te acordás? Y como se ponía…

Yuca, te agarraron y te han perdido.

Y esto ya no fue como enfiestarnos sin probar trago,

o apartarnos un poquito de la consiga de bichas

Tan lindas las morenitas!

Pura mierda! No vas a saber ni jota de este poema, o a lo mejor.

y ya no era esto una asoleada con todos en las “movis” haciendo pintas,

pagando la corrida y abusados con la llegada de la “animala”,

gritando consignas,                            y a veces

medio apangados                              en las chapas

en los cachetes                                    de las compas

ya no fue tan fácil.

Como te pesaría la soledad rodeado de hienas y buitres, a cada rato jodiéndote.

Qué hijos de puta! Y ahí vos solo a merced de los degenerados genocidas Yuca!

Con esos que no entiende cuando el pueblo ha puesto sus patas en la lucha,

Y no se atorsona ni se cansa en aras de su liberación definitiva Fijate vos!

Bien que lo sabés. Ah que pueblo más virusco! Trompada para el burgués.

Puta! Y ahí vos solo, con las hienas y los buitres.

Chino que se encolocha uno de la cólera,

Y no es tan chiche decir que aquí estás en menos que canta un gallo,

Güevos tula! Hay que sacarte…

Mal haya quien te puso el dedo! O se le seca la mano

O lo secamos todito.

De veras que uno se pone chino, Perro!

Y quién sabe si estés mañana

Para mirar como se seca la mala hierba,

Y quién sabe si aguante mi hijo, mi mujer, muchos que tu no conociste,

Quién sabe si estés mañana para mirar como tu sombra se agiganta con las otras sombras

Y sean carbón del fuego libertario,

Para mirar como de tus torturas, las que te hacen los juras con las capuchas,

Las patadas, sus consideraciones santas al decirte “mejor matate yo te presto el lazo”,

Sus cogidas por joderte lo macho, los choques eléctricos en los testículos hasta sacarte lucitas de las retinas,

Verás hermano como todo esto, como todo esto ha empollado afuera de tu celda

Mil ángeles guerrilleros en lucha definida.

Palabra compa! Aquí vas a estar, aquí estaremos Yuca! Pero estaremos.

El traidor te puso el dedo.

Te agarraron y te han perdido.

Tu familia, tus amigos, hasta “el perico” de la esquina que como te jodía de bicho,

han preguntado por vos.

“Milano no está aquí

Estará en su vergel,

Abriendo la rosa o

Cerrando el clavel”.

 

 

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