Poesía de Israel: Gili Haimovich

Leemos, en versión del narrador venezolano Gabriel Payares, algunos poemas de la Gili Haimovich (Israel, 1974). Poeta bilingüe, es autora de cuatro libros en inglés y seis en hebreo, así como un libro multilingüe con su poema “Note”. Sus obras más recientes son Promised Lands (2020) y Lullaby (2021). Ha recibido los premios internacionales de poesía I colori dell’anima (2020) y Ossi di Seppia (2019), ambos otorgados en Italia, así como una invitación al programa del International Writer’s Workshop de la Universidad Bautista de Hong Kong en 2021 y una beca a la excelencia del Ministerio de Cultura de Israel en 2015, entre otros reconocimientos. Sus poemas han sido traducidos a más de 30 idiomas y publicados en diversas antologías y revistas internacionales. Ha participado en festivales y eventos en Canadá, México, Italia, Mongolia, Francia, India, Hong Kong, Rumanía, Kosovo y otros países.

 

 

 

 


De Promised Lands (Finishing Line Press, EEUU, 2020)

 

 

 

Sobre la lagartija casera

 
El verano ha llegado y quiero hablar de la lagartija.
De cómo aparece de noche en la fría pared de mi habitación.
De su ternura reptil asomándose
a la transparencia de su piel.
Trepando silenciosa como la noche
a la pintura del conejo sobre la impresora,
el lobo vivirá con el cordero,
el leopardo se echará con el cabrito,
y nuestra lagartija y el conejo,
yo junto a mi esposo y a mis hijos.

 
Allí en la pared lo tiene todo invertido,
cabeza y cola alternando su lugar,
la cola a la vanguardia
como si no pudiera ser reemplazada.

 
El verano ha llegado y paso más horas despierta.
Veo el cielo oscurecer,
Veo la negrura absoluta de los ojos de la lagartija
en el otro extremo de su cuerpo,
una coma antes de la siguiente oración.

 

 

 

 

Las cosas son como son

 
Y tendrás esta niña atada a tu persona,
y la sostendrás y te sostendrás de ella,
como apretando en el puño el cordel de un globo de helio.
Como si tú fueras el infante.
Ella estará obligada a amarte, incluso a adorarte.
Contemplarás sus resplandores,
como quien mira hacia el Sol,
como si las sombras oscuras al pie de tus ojos
abandonaran su cacería.
Suyo será el brillo,
y tuya será la ascensión.
Y todos quienes lo atestigüen serán convencidos:
Esto es amor.

 

 

 

 

Mi especie

 
De haber sido un animal distinto del humano,
no habría sobrevivido hasta hoy,
en este hábitat vacilante, que no alcanza a ser selva,
cuando mucho sabana.

 
Mi felicidad es inexperta, improvisada,
es decir, domesticada, en realidad.
Yo tendría que haber sido una gacela cuando menos
para poder escapar
y no tener perseguidores.
O un hombre de nieve, una mujer
para derretirme en presencia del calor.

 
De haber sido un ser distinto del humano,
no habría sobrevivido.
Si lo hice se lo debo únicamente a la bondad de los demás.
Y no existe tanto humano en este ser
para siempre estar así de agradecida.

 

 

 

 

Amorío perfecto

 
Les demostramos
que nosotros, los estropeados, los que nadie en verdad desearía,
sabemos amar perfectamente.
Cuando todo el mundo estuvo convencido,
nos entregamos a peleas terribles, a escupir nuestro odio,
hasta hacer que resultara verosímil.
Entonces, nos retiramos
dejamos de exponernos a terceros.
Tú seguiste acariciándome las sienes
y yo seguí tocando tus testículos.
En ese lugar,
no nos encontrarán las definiciones.

 

 

 

 

Comida de consolación

 
Practico con mi gato las respuestas
para el hijo que no tengo si algún día preguntara:
“¿Mamá, de dónde vienen tus palabras?”
Bueno, mi gatito canadiense,
mis palabras en inglés vienen de arriba,
de la nada,
del espacio vacío
en mi boca.
Entre las encías superiores e inferiores.
“¿Y tus palabras hebreas, mamá? ¿Con las que siempre me hablas?”
Bueno, mi niño,
(el niño no sería canadiense o israelí, sino niño únicamente),
el hebreo yace en mi barriga,
como comida de consolación.
Aguardando por tu llegada.

 

 

 

 

Un beso sangriento

 
A medida que el tiempo pasa
la biografía del cuerpo femenino se hace secreta.
Comienza recién al nacer, cuando separan sus piernas
para la prueba de Apgar,
continúa en la adolescencia,
contándole a su madre que ha tenido su primera menstruación,
hasta volverse una mujer fatigada,
que soporta mes a mes sus dolores en silencio.
Y entonces,
tras lo que pinta como una vida entera,
con un gran beso viscoso y sangriento,
el cuerpo público y secreto se encuentran
para dar a luz.

 

 

 

 

Blancanieves

 

 
Estoy hambrienta
de tanto esperarte.
Tuve tiempo de llorar
sin que pudieras notarlo.
Pero solamente a mí puedes volver.
Vivimos en una página en blanco.

 
El invierno ha devorado nuestro entorno.
En esta nada, la añoranza carece de eco.
Cuando por fin te me unas,
nos inclinaremos ante el invierno,
para olisquear el suelo,
para encontrarle a la vida un nuevo comienzo.

 

 

 

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