Poesía argentina: Eduardo Mileo

Leemos poesía argentina. Leemos algunos textos de Eduardo Mileo (Buenos Aires, 1953). Editó, entre otros, los libros Mujeres (Último Reino, 1990; 2ª edición, Ediciones en Danza, 2005), Poema del amor triste (Ediciones en Danza, 2001), Poemas sin libro (Primer Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, Ediciones en Danza, 2002), Muro con lagartos (Ediciones en Danza, 2004), Poemas del sin trabajo (Tercer Premio Municipal, Ediciones en Danza, 2007), Extracción del agua de la niebla(Ediciones en Danza, 2018) y Pentámeros (Ediciones en Danza, 2021). Con Javier Cófreces, editó Un palmar sin orillas (Ediciones en Danza, 2009), antología de poemas de Francisco Madariaga. Con Gabriela Franco y Javier Cófreces, editó las antologías Última poesía argentina (Ediciones en Danza, 2008) y Primeras poetas argentinas (Ediciones en Danza, 2009). Junto al compositor Raúl Mileo, ha editado los CD A boca de jarro e Irala, sueño de amor y de conquista. Es miembro del comité editorial de Ediciones en Danza.

 

 

 

 

 

Un escenario

 

I

 
Una mano
pinta de negro un escenario.
En el sitio donde
iría una silla
hay un abismo.
Nadie se sienta. Nadie
se siente.
El que quiere descansar
cae al vacío.

 

 

 

II

 
La mano que pinta
cree que pintar
es crear mundos.
El que mira la pintura
cree que hay actos
que dejan  huellas.
Una huella que es un mundo
crea un lazo.

 

 

 

III

 
La comunión no es
el signo de esta época.
La soledad
es el signo de esta época.
Estar unidos es
una provocación
para una época que vive
de fragmentos.

 

 

 

IV

 
La forma en que esta época
crea lazos
es la guerra.
Son
fragmentos de cuerpos
la ilusión de estar
en este mundo.
La guerra es
una forma
que destruye contenidos.

 

 

 

V

 
Una mano
pinta de negro un escenario.
La verdad es
un escenario vacío.

 

 

 
Reflexiones sobre una escalera

 

 

I

 
¿Dónde sube esa escalera?
¿O baja?
La escalera
no se decide.

 

 

 

II

 
¿La escalera es el tema o
es la forma?

 

 

 

III

 
Se va adelante.
Se va atrás.
Cada paso es
una sentencia.

 

 

 

IV

 
¿Es el ascenso una épica? ¿Es
la tragedia el descenso?
¿Qué es lo bello
para el que sube y baja
sin motivo?

 

 

 

V

 
Entre subir y bajar
hay una cuestión de
voluntad.
Toda cuestión de voluntad
es estética.

 

 

 

Sobre lo posible y sus posibilidades

 

I

 
Al que quiere
hacer sólo lo posible
lo posible le hace
lo que quiere.

 

 

 

II

 
¿Qué es lo posible?
Si no se hace nada
nada es posible.
Lo posible es
lo que se hace.

 

 

 

III

 
Para ir
a lo posible
hay que hacer un camino.

 

 

 

IV

 
Lo posible entonces
se consigue sólo
en el hecho.
Sin hecho no hay
posibilidad.

 

 

 

V

 
Sólo hacer
agranda las posibilidades.
Lleva más allá el horizonte
de lo posible.

 

 

 
Mirar la lluvia

 

I

 
Se oye llover.
Se deja oír el oro
que crispa de vidrios el crepúsculo.

 

 

 

II

 
Cae el cielo
de su abismo de altura.
El aire acaba en lluvia
lo que empieza en silencio.

 

 

 

III

 
Misterio que se eleva
de su vapor terrestre.
Un fantasma del agua
busca entrar en su cielo.
Cae sobre el tiempo la líquida
transparencia helada.

 

 

 

IV

 
Se oye como si fuera
un estrépito claro.
En la voz de un espejo
una luna partida.
La luz que se opaca.
La noche iluminada.

 

 

 

V

 
El cielo cae
como si fuera a elevarse.

 

 

 

La luz es un pájaro lúgubre

A Abelardo Castillo

 

I

 
Poner una flor en una tumba.
Ponerle una palabra a la muerte.

 

 

 

II

 
Después de un fondo
el fondo.
Parado en la vigilia
una sombra viene a desnudarme.

 

 

 

III

 
Me desvela lo que aún
queda por decir.
Pero he perdido
mi confianza en la luz.
No hay mayor ciego
que el que quiere ver.

 

 

 

IV

 
La vida es
un puñado de cenizas.
Lo que queda es el humo.
El último error del esfuerzo.

 

 

 

V

 
Luz de matadero.
Aves migratorias del olvido.
Agonías que viven
en el corazón de las palabras.
Toda luz es de antes:
nunca hay dios en su juicio.

 

 

 

Fuego fluvial
 

 

I

 
Quemar.
Sangrar fuego.
Iluminar con sangre el abismo de bosques.

 

 

 

II

 
Llegar a los resquicios
donde no llega el agua.
Llegar y no ser nadie.
Pero llegar sangrando.

 

 

 

III

 
Una sangre de fuego
Un agua clara
perdida en los vitrales.

 

 

 

IV

 
Ser en la sangre.
Arder.
No entrar en la nada:
el sitio que se niega
a ser visible.

 

 

 

V

 
Para que llegue el sol.
Para que arda la luna
en su espejo de sombra.
Para que un corazón
de arterias como bosques
pueda entrar en el fuego de la sangre amada.

 

 

 

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