Leemos poesía iraquí. Leemos poemas de Abdul Hadi Sadoun (Bagdad, 1968). Escritor e hispanista. Reside en Madrid desde 1993. Actualmente es profesor de lengua y literatura árabes en la UCM. Doctor en Filosofía y Letras por la universidad Autónoma de Madrid. Es autor de una larga lista de libros, tanto en árabe como en castellano, entre sus últimas publicaciones en castellano se destacan: Siempre Todavía (2010) Campos del extraño (2011), Memorias de un perro iraquí (2016), Todos escriben sobre el amor menos tú (2018), No son versos lo que escribo: Breve antología del canto popular de la mujer iraquí (2018), El canto y la herida: aproximación a la poesía popular de la mujer iraquí (2020) y Compañeras de Enheduana: Poetas árabes clásicas (2021). Es traductor a más de 30 libros del español al árabe de destacados autores hispanos, entre ellos; Cervantes, Machado, Lorca, Borges, Alberti, Bécquer, Vila-Matas o Javier Marías.
Revelación
Hay un tiempo dotado de solera, que me concede la capacidad de pensar en tu partida de una forma sorprendente. Pienso obligatoriamente en al-Buraq, un ser mitológico, en el instante del parto insólito entre la lentitud del pie sobre la tierra o el vuelo con sus alas desubicadas.
Hay un tiempo para pensar en un vacío que ralentiza el camino, para que dote a las palabras de sentido y a las voces de un murmullo que lo aguarda. Damos a los hechos nuestro interés y nuestras riñas, mientras se superan con la agilidad de un pájaro.
Hay un tiempo para el propio tiempo, ese que está a tu lado, en tu única trinchera, fortificada por tus compañeros, quienes extienden el aceite en tu candil, solo para que tus ojos se iluminen por ellos. Entre tanto superan centenares de millas, alargadas, redondas, veladas y la alejas sin aflicción, ni rotación ni espera. La aflicción nos llena sin que nos fortalezcamos con tu aceite.
Hay una ceniza, la esparces con tus vueltas. Hay un patrimonio común que portamos hacia ti y transporta nuestros ojos en las frentes de los rostros, buscando un par de ríos y la negrura del sur hacia su norte para que echemos en ella tus láminas y olamos con ella tu misericordia.
Hay un fuego que se prende en los lados, que ahora y en cada comienzo, me pregunta por ti. Lo recuerdo en los cuadros, en las arcillas y en la memoria. Él admira y examina. Le digo que los principios han eternizado un fuego y han soplado por si mismos al fuego. En el fuego hay memoria, se ve la verdad sin obstáculo y no cabe detrás del después un después.
Soledad
Como una idea explícita que te alienta a reconciliarte con lo que viene; Un grito que nadie oye; Un vacío que te rodea y tal vez lo rodeas tú;
Aquellos que buscan luz en la oscuridad; Una línea recta al dibujar objetos torcidos del giro innecesario;
Ya no es un dilema de su mundo; Estará en un nombre que no sea aislamiento; Una palabra vacía como un tambor hueco; Gritos estériles ni siquiera llegan más lejos de la garganta.
Vivir como un objeto prehistórico; Su tablilla cuenta las piedras de su cueva; Pinta libre, la jirafa de los alargados Sueños.
Sencillo equilibrio
5
La cabeza es una cabeza
y las letras están colmadas
de enigmas.
El rugido
con
forma
de perro
relajado
donde la lanza;
Los círculos están delante
y también detrás.
21
El que está arriba
sin nombre determinado;
El que está abajo
sin nombre visible.
Cuadrículas de luz
no más.
Un estómago
para revelar
el deseo
dilatado
hasta
el umbral.
23
Bastantes cabezas
cada una salta de un agujero
y tu cabeza es la única
sonriendo
decide su asiento habitual:
Blanca
es la silla
vacía
como la misma ausencia.
24
Solo por hoy
nos quitamos nuestras caras repetidas
y nos ponemos
caretas
de una salvación
errante.