Poesía de Nicaragua: Abelardo Baldizón

Leemos poesía de Nicaragua con el dossier que prepara Víctor Ruiz. Leemos a Abelardo Baldizón. Nació en 1980 en Berlín, Alemania, de padres nicaragüenses y ha vivido por periodos prolongados en ambos países. En 1998 publica sus primeros poemas en el suplemento literario La Prensa Literaria del diario La Prensa. En el mismo año forma parte del consejo editorial de la revista literaria 400 Elefantes. En el 2000 apareció su primer libro de poesía Del Matadero. En el 2002 participó en el libro colectivo titulado El Sinónimo Antónimo. En el 2018 publica su segundo poemario El quiróptero desplumado. Sus poemas han sido difundidos en periódicos, antologías y revistas literarias de Latinoamérica y traducidos al alemán e ingles. Realizó estudios de doctorado en la Universidad de Bremen (Alemania) y trabaja en la docencia e investigación en ciencias sociales.

 

 

 

el quiróptero desplumado

“sólo sé que no sé nada”
la república, libro i

sócrates, ante la vastedad exuberante
esa que ante sus ojos pensó postrada,
jocoso, desesperanzado,
consciente de la trama fallida de su jolgorio,
quiso decir y callar,
quiso mofa y verdad.
pero incapaz, flácida su certeza,
pudo querer palpar la aspereza,
su amargura, la costra negra del mar sin fondo.
y dijo, y pensó las trampas del enredo,
señalar el camino estrecho, recto,
infalible a donde has de caer por clarividencia
porque la verdad no se come, se chupa, se succiona.
nos bailó, su fálica inducción mental.
nos indicó los modos del tap encefálico:
uno, dos, tres, derecha, uno, dos, tres…
y fuimos cayendo y fuimos boca abajo,
la lengua, verduzca, tenebrosa te enrolló.
perdidos en las negras aguas,
ensanchadas más allá de la pupila y sus vectores,
\ quedamos.
ahora dices, que has estado allí.
no en la jaula metálica del cognoscente.
al otro lado, donde se jala la soga,
aterrado —en presencia del pájaro sin plumas
y el ratón con alas —
ante el no poder saberlo todo,
el tener que vivir sin saber todo
y todo querer saber y no poder.
digo: ― es absurda tu postura―
y me voy.

 

 

el fin del mundo

vendrá. ¿cómo? ¿cuándo? y ¿por qué? no lo sabremos. dichoso quien desentrañe la enmarañada trama del futuro. todo dormirá, será nada. ¿disfrutarán los clarividentes su siesta, después del manjar y la patada? tal vez, frente a ellos el temor se disipe como el agua bajo el sol, entre la vegetación frondosa, arde en gesticuloso orgasmo de vapores. ¿o entraran en el último suspiro, la faz serena, la frente altiva?
sus entrañas serán carroña, el pensamiento: mil buitres negros volando en desbandada. sembrado en el suelo, veo el cielo inmenso, su celeste infernal, el blanco satánico y pienso: “cuanta existencia y para nada”. por ello, he explayado cuarentayunmilnovecientossetentamilmillones de bombas atómicas. sólo por el placer de la posibilidad del fin en sucesión industrial, geométricamente planificado. es, mi eyaculación de poder aniquilar en producción exponencial. la muerte: en redundancia masiva, para el propio placer y deleite: macerándose en el equilibro del fin. pero la masa encefálica, con su flacidez carnosa, quiere saber: ¿qué hacer ante la hora? para postergar, jactarse de existencia diluida ad infinitum. jocosa sonríe sin respuesta. para mí, el arma con metálica inocencia se acomoda; muestra su juerga exuberante de posibilidades destructivas: la aniquilación en logaritmos sucesivos. es el fin, el nunca más de este otra vez, del aquí, el hoy y lo que fue.

 

 

 

casa

mi casa, tiene inutilidades
subrepticias, colores malvados,
la comodidad en llagas
letargos impostergables.
es un irse infinito
un gigantesco, inaprensible
bochornoso y vulgar, desvelo
un desquicio empapelado.
por sus paredes mohosas
divagan cadáveres dominicales
un centenar de tétricos bostezos.
es, un estar allí para no irse
un tocar de manos sudorosas
piernas que el tiempo raja
una inflexión desarticulada.
el tacto papilar naufragando
en la soledad de las ventanas.
por la mañana, al mediodía
en la tarde, después del té furtivo
nos entra el sol por las miradas
desgaja las pupilas, el ojo
-una verduzca masa arterial-
fluye, cae estrepitosamente
sobre labios de púrpuras
dimensiones:
una boca
que es un adiós.

 

 

 

petite woman

a niña, que es una prima bailarina, muñequita de porcelana china, sabe ballet y lo demuestra. sus cabellos café claros, ondulados, los pequeños ojos verdes, la piel levemente bronceada, muestran futuras cualidades de mujer sutil, de encanto natural irresistible. el cuarto de juegos, donde nada falta, pero todo sobra y estorba, revela aspiraciones a barbie de piernas y brazos flexibles, de pelo rubio y cintura pequeñita. inteligente y educada, da una ligera inclinación, levanta la falda como un extendido abanico, al saludar. en los iris de sus ojos brilla una inocencia de diamante. ¿a esta petite woman quién explicará el cuchillo en su cuero desgarrado?

 

 

 

el extranjero

se es y no
de aquí.
se está y no
aquí.
venís a quedarte
y te vas.
te vas quedando.
abrazas lo perdido.
pierdes lo abrazado.
sin ser
sin pretender
se es
eso
una y otra vez
pero menos.

 

la banalidad del mal

lo más triste
de la banalidad del mal
no es el instante
entre la cámara de gas
y el horno crematorio.
es el acordeón
con sus bemoles alpinos
las sonrisas jubilosas
congeladas en bicolor
las manos al aire
la emoción dilapidada
la masa en frenesí
los cortos bucles rubios
las jóvenes atléticas
llorando
por quien no ha muerto
es el mal como bien
y bien hecho.

 

 

 

la noche y el hombre

la noche, el silencio indiferente
de la noche,
carcome con paciencia inquebrantable,
la inútil existencia
de un hombre tirado sobre el tosco cemento.
la acera
se le entierra en la piel,
le impone su relieve.
quiere gritar, mover el sonido.
no puede. la voz ronca claudica.
la lengua seca choca en su intento mareado
contra los dientes.
agarrar un cuchillo.
rajarle la frente.
sentir por lo menos
que tiene sangre
esta oscuridad impenetrable.
nada,
se queda en los monosílabos
incompresibles, estériles
de la embriaguez
muda de significado.
no rompe la inercia.
traga el sofocante deseo.
espera entre las calles vacías
cualquier cosa.
tal vez la muerte.

 

trabajo y libertad

“…vi por todos lados un gran campo lleno de dolor
y de crueles tormentos.”

dante alighieri
la divina comedia
canto ix

hitler, en su lenguaje tajante, con sus gestos convulsos de ostentosa autoridad, con gesticulaciones macabras del ego delirando en su éxtasis colosal o arrebatamientos desbordados de prepotencia de yo el supremo sin nunca sin ninguna saciedad dijo o mejor dicho incrustó en el ya frío metal de las puertas del infierno terrenal, donde una mujer y un hombre fueron menos que mulas, sacos de piel, huesos
transitorios exhalando aire fúnebre al compás de pasos marciales moribundos en el quinto círculo sin mea culpa y lámparas para la placentera lectura nocheriega, estas escuetas palabras: “el trabajo libera”. afuera impotente entre diluvio e insolación sobre las amplias calles vacías la gente corroída busca libertad.

 

 

 

gallo sobre lanza

sobre la iglesia
es y no es:
un gallo.
un no-gallo.
no obstante
donde terminar
parece el techo:
punta de lanza
una cumbre
sobre una torre
un gallo
la iglesia
es que no es:
el gallo.

 

 

el tren

la gente en el tren
habla de todo y de nada
circunstancias pasajeras
son los aires cotidianos
hablan sin parar.
afuera
a las 4 y 30 de la tarde
la noche nos cayó encima
es peste negra insoslayable
capa viscosa
petróleo regado
sobre las aguas celeste
de nuestros sueños.
no interesa.
inmersos
en el propio abandono
las miradas
permanecen mudas.

 

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