Ha muerto el poeta Víctor Sandoval

Ha muerto el poeta Víctor Sandoval (1929-2013). Fue creador de distintas intituciones culturales que le han dado vigor a la literatura de México. Como brevísimo homenaje presentamos algunos de sus poemas.

 

El poeta y promotor cultural Víctor Sandoval falleció a los 83 años de edad la mañana de este domingo en la Ciudad de México a causa de un infarto y un pulmón colapsado, según dio a conocer a MILENIO su hijo y también escritor Alejandro Sandoval.

“Estaba muy bien, resultó muy sorpresivo para todos. De hecho, un hermano que vivía con él dice que pasó tranquilo la noche; fue en su casa, él vivía aquí en la Nápoles (Ciudad de México).”

Considerado como un creador de instituciones, en especial a través de la figura de casa de cultura, que fundó en Aguascalientes, en 1996, y luego se replicó de diferentes maneras en todo el país: director de promoción nacional, subdirector y director del INBA; ministro para Asuntos Culturales en la Embajada de México en España.

Coordinador general del Programa de Animación Cultural de la SEP; fundador del Instituto de México en España y de la revista Tierra Adentro; miembro titular y secretario general del Seminario de Cultura Mexicana, Víctor Sandoval escribió libros como Aire libre, Hombre de soledad, Poema del veterano de guerra, Para empezar el día o Fraguas.

Los restos del poeta serán velados el lunes en la agencia funeraria Gayosso de Félix Cuevas.

 

 

 

 

 

El fugitivo y sus presagios

(fragmento)

 

Fraguas se fundó

para que conviviera el padre con sus hijos.

Para que en el comedor, antes de la siesta,

departiera a la familia,

circundada de fuelles resonantes;

resonantes y lejanas frases obscenas de la fábrica

tocando muros y ventanas.

Fraguas fue creciendo casa a casa,

sólida en sus relaciones,

armoniosa del todo.

Fraguas era una granada abierta,

cordial al visitante.

En sus talleres se construyeron máquinas

de ligereza compulsiva

para dar la vuelta al mundo.

Hubo quietos arados de afiladas rejas,

agujas y dedales centelleantes;

se construyó también una plaza de acero

para que mi padre, ceremonioso en las festividades,

celebrará sus cuatrocientos años.

 

 

 

 

 

La imagen y el recuerdo

(fragmento)

 

Tenemos nostalgia de las piedras.

Nos custodian muros de frentes amplias

donde se han escrito sentencias ineludibles,

actas constitutivas, horas de pozo adentro

con su latir a ciegas.

Nos custodian la ciudad y su cauda

procesional de lagrimones de salitre,

sus herrajes y arcadas,

aire de resplandores en las testas insignes.

Nos custodian labios denunciatorios

contra infames costumbres,

por ejemplo: La exquisita cortesía de ese loco

que saluda al suicida y su féretro de crisantemos,

su escandalosa muerte de cianuro.

Nos custodian la noche y el tramonte

en su lecho de relámpagos.

La ciudad nos custodia desde su plaza en armas,

ágora de pavores y codicias;

estatuas de crisólitos vigilan este sitio

y nos preservan de cualquier transparencia.

 

 

 

 

 

 

La señal enel muro

(fragmento)

 

Los días grávidos de agosto tienen un corazón de piedra.

Duermen.

En Fraguas, la ciudad de acantilados

y altos edificios

hay pequeños y tiernos detalles:

Aurículas de transparentes nervaduras

y palomares de cemento,

acequias y peces de agua fría.

Mi padre forja duras azucenas y besos de granito.

 

 

 

 

 

 

Antes del diluvio

(fragmento)

En la taberna de mi hermano

se jugaba a los dados

y se tomaba un vino alegre.

 

Mi hermano era hombre de montaña,

nacido tierra adentro

y sólo una ilusión lo obsesionaba:

ver la luna de América en los puertos.

 

Cuando tuvo su encuentro con el mar,

cuando llegó a la playa,

desnudo igual que un río

desde la selva;

cubierto de canciones y esperanzas,

como los emigrantes;

se detuvo a esperar

a la luna de América.

 

Pero mi hermano no vio nunca,

desde los puentes de los barcos,

esa luna redonda y deslumbrante,

porque añoraba su taberna

y regresó antes de zarpar.

 

Amaba

el vino alegre de los traficantes

en reses y semillas

que juegan a los dados

y hacen el amor en sus camiones

a orilla de las carreteras.

 

Extrañaba a los bravos bebedores

que lloran en el hombro como niños.

Amaba el trajinar del mediodía,

cuando las gentes salen de las fábricas

y llegan resoplando

ante los vasos de cerveza.

 

Pero el recuerdo de aquel viaje,

en la taberna de mi hermano

hubo barcos pequeños

en botellas de ron

y paisajes marinos alumbrados

por la luna de América.

 

 

 

 

 

Agua de temporal

(fragmentos)

 

 

I

 

Comparto mi esqueleto con la lluvia;

agua del temporal, agua de julio

que pasa y se transforma.

 

Otras sombras serán las que me habiten,

no el páramo, el desierto y su carroña,

no el polvo y su tropel de huizachales.

 

Agua de temporal, agua de todos,

una acequia, las charcas, las represas

de la calle empedrada.

 

El vano de una puerta a doble filo;

anochece y los fuegos de San Telmo

transfigura el cielo con sus dones.

 

Un nuevo encantador en esta hora

ha pulido las sombras y acobriza

la lumbre en el brasero.

 

 

 

II

 

Me interno en las herrumbres de la noche,

su puerta claveteada en las alturas

cementerio del aire a campo abierto.

 

La noche semejante al mar y al vino,

la noche circular

donde arma el Minotauro sus estruendos.

 

Una noche en la feria de San Marcos,

unfáustica de ruidos

hasta el amanecer orgiástico.

 

Cantar y descender toda la escala

de violines, trompetas y tamboras.

Cantar y descender.

 

El aguzado oído del ladrón,

la fortuna que a gritos se desprende

de la oreja y la joya entre los dedos.

 

Es ahora la hora en que la suerte

del derrotado jugador revisa

sus monedas en franca retirada.

 

¿Cómo serán el rostro y el espejo

del asesino que de afeita y canta

después de su faena?

 

¿Cómo será la voz del asaltante

y los gritos postreros de la víctima?

¿Cómo será la cena con sus hijos?

 

 

 

 

 

Grafitos en la plaza de orense

 

Para entonces

tú y yo

sobreviviremos a estos versos cursis,

a tantas inscripciones y grafitos,

a ruinas y catástrofes.

Sobreviviremos a Pompeya,

a su fuego volcánico.

En nuestro acoplamiento

seremos inmortales.

 

 

 

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