En el marco de la serie “Otra muestra de poesía argentina”, preparada por Carlos Aldazábal, presentamos el trabajo de Leonardo Martínez (Catamarca, 1937). Ha recibido distinciones nacionales y provinciales. Su producción abarca once títulos., entre otros Tacana o los linajes del tiempo y Los ojos de lo fugaz.
Sigue este enlace para leer el texto crítico que vertebra esta muestra, escrito por Carlos Aldazábal.
CUERPOS DE SED
Secreto amor entre potro y jinete
acabado en la penumbra de senderos idos
Vivir
nada más
lo sabían
Vivir en el gozo de los cuerpos sudados
caídos en el sueño
Sedientos más que la sed
el amor les dibujaba un ala de fiebre
y como cuchillo que cava y abre surcos
y esparce en la tierra la sustancia de la herida
dolía en frío de luz y tajo
Potro y jinete fundidos
Relámpago sin señal ni estela
El tiempo es un paréntesis en el misterio
y amor
la gran boca de la ingesta
LA NIÑA ALBA
Trizaba la vida
hamacándose entre el látigo
y el almíbar de las uvas
Era mujer de grandes pechos
y de ojos como guaicas calientes
Me acuerdo del ludir de las sedas
cuando arrastraba su soberbia
por la penumbra de los patios
A su paso
dejaba un leve olor
a yegua en celo
Me acuerdo de su risa entre las flores
oscura
con vestigios de exterminio
Andaba por la casa como una criminal
impune
criando orgullo entre los escapularios
LA CASA
Mi padre
heredó de viejo
la casa y los alfalfares de mis abuelos.
La casa estaba en ruinas,
puertas y ventanas tapiadas.
Las hormigas habían levantado grandes túmulos
en los pisos.
Los techos filtraban el agua de las lluvias
y por los huecos de las tejuelas rotas
la luz caía en figuras cambiantes.
Mi herencia fue en otoño.
La iguana, que tenía su cueva
en la sala de sillones sombríos
empezaba a dormir su sueño de invierno.
Las comadrejas abandonaban el nido
hecho en la maraña del clarín de guerra
y en el patio
sólo se oía la embestida del viento.
Los alfalfares ya eran montes
de vegetación áspera y cerrada,
guarida secreta de habitantes
de la casa.
Ahora,
la casa está vencida
el tiempo clausurado.
ENCANTAMIENTO
Anochece
Alguien canta con voz apagada
En el cañaveral cercano
las ranas plañen y sobre el árbol oscuro del traspatio
un pájaro lastimero pía
Las sombras se agolpan a esta hora
Alguien
canta a media voz
Nosotros sabemos que en la casa el padre muerto
enciende la lámpara mientras los perros lamen
las puertas cerradas del invierno
La luz convoca a los hermanos
Uno trae el corazón equivocado
otro los huesos divididos
otro una mirada húmeda de bosque
El padre después de rezar comparte la comida
En la ventana del salón resplandeciente
un gallo anuncia el alba
Amanece
Alguien empieza un canto distinto
HAS VUELTO
I
Apareces con tu madre en dos fotografías
una nítida
enero de 1942
Zoológico de Buenos Aires
otra borrosa al lado de un corral de cabras
febrero de 1942
estanzuela serrana La Bebida
al este de San Fernando del Valle
Clandestinos en ambas
envueltos en disimulos
No hubo rastros de un especial cariño
Tus tíos y abuelo fueron padre y madre
Curioso preguntabas qué vientre fue tu origen
Tiempos del decoro y de la sociedad de la sangre
en los cuales la mentira el destierro o la muerte
eran los cimientos de un orden fijo
Tu caso fue sólo ocultamiento y falsía
Y un increíble amor hacia el chiquillo que eras
en el páramo de los solterones
II
Madre
no te busco entre los idos
Te siento dándome la vida cada hora
de pie ante el desvalimiento
que te hizo tan bella y desgraciada
La separación fue una herida en nuestras almas
a puro cielo abierta
III
En la maleza de la vigilia
curas la preñez dolida
la disonancia del desgarro
el adiós
diciéndote
-¡nunca tuve un hijo!-
-¡jamás amé ¡-
No necesitabas corazón entonces
Lo guardaste junto a los trapos de la infancia
Ahora brilla y no envejece
Palpita como si fueras la adolescente
volando hacia su novio
y él hacia vos tísico y delirante
IV
No puedo ser inflexible o duro
aunque el poeta diga
yo hablo con dureza a los muertos
porque hay que hablarles duro
Tu infortunio conmueve y te hace mía
Desde la nochecita en que acoplados
mi padre y vos fundieron en pan de oro
el gran bosque
los abismos
las cimas extrañas
y el paraíso de un cielo Nuevo
V
Yo te salvo madre mía
plenitud de las mareas
vindicta eres de todos los vejámenes
alabado sea tu vientre
y el fruto a perpetuidad naciendo
en los ciclos de los ciclos
Así sea
MATERNIDAD
Como mula terca los años se precipitan
hacia un fondo
negro opaco o transparente
No lo sé
Y no debería importarnos
Alguien escribió el poema
antes que abriéramos los ojos
El poema como un sinfín de meandros
y nosotros
destellos en su amanecer continuo
II
Pero tendrán que incinerarnos
o disponer el cuerpo bajo tierra o en un nicho
todo esto precedido de ceremonias inútiles
Sería más saludable abandonar los restos
en la trinchera
para alimento de animales inocentes
III
Así hijo
como ahora fue en un principio
Estás saliendo
nuevo
de entre mis piernas
Carne de llanto en el instante
IV
La belleza es peligrosa
como la vida
y esta una telaraña
donde lo último y lo primero se funden
Las dos caras del crepúsculo
Amanecemos para atardecer
y atardecemos amaneciendo
Así el rocío moja los talones del día
y la noche entra de puntillas por los pastos húmedos
V
La luna reside en la noche
y tiene las llaves de nuestra noche
El sueño es su mensajero
Entra descalzo
Tiresias y la Machi en dúo
residuos del ahora en fuga
La luna manda en nuestras madres
en su faz cambiante de crueles-amorosas
POSIBLE CONVERSIÓN
Belleza y verdad
Corremos persiguiéndolas
y seguro ellas quedaron atrás
Igual el amor que sentimos siendo niños
al canto de los pájaros
con la honda tensa listos
y la pedrada justo dándoles
en el corazón de su música
Marchitos ahora
no podemos restaurar lo perdido
Inaugurar quizás un mundo
donde pedrada corazón música verdad belleza
fueran agua donada
por el vendaval de la gracia
EL FRÁGIL MANUELITO
El recuerdo canta en su dormida
Y el ardor de ese canto
pareciera un renacer de lenguas y de bocas
La tierra entonces era un mar
agitado por el viento
Viento del mar de los cañaverales
cimbreante las hojas por los besos
Mi padre
sólo un relumbre de los días
caminaba derechito hacia su muerte
Hay una inscripción en la piedra que dice :
Aún respiro en el deseo
Aún clamo en la vertiente que abrí de un tajo
SIN RESTA
Atardezco
Pronto me alcanzará la noche
y la oscuridad será mi madre
recibiendo en brazos al expósito
Infierno y cielo
izquierda y derecha
nada atrás nada delante
un solo río hacia el mar
una sola voz en la sombra
Madre no me hieras
Pero la madre hiere y danza
en la cornamenta de la luna
Antes y ahora igual
corre el día por el amor de la noche
mientras la barca oscura
navega en el copioso abismo
EL RECUERDO
Liebre escondida entre las altas hierbas
dispuesta a huir
no reptil ave o pez
en su agujero cielo o agua
sino liebre a todo lo que da
cabalgando en ancas
de horas felices o color de nada
liebre
arrastrándose en las zanjas
incapaz de mí
sola de mí en su sangrar
ahogada en las entretelas de mi corazón
VUELTA A LA NOCHE
Antes fue la noche
Es hora de regresar a ella
El bosque está en penumbra
La arboleda guarda en su ramaje
el vapor de todos los alientos
y la grieta de donde emergimos
se abre a la sombra del padre que cuida
En la hojarasca nos dejamos caer
y con la oreja pegada a la tierra
sentimos el largo latido de años que se esfuman
Datos vitales
Leonardo Martínez (Catamarca, 1937). Estudió música en la Escuela Superior de Música de la Universidad de Tucumán, institución donde ejerció también la docencia hasta 1980, año en que regresa a Catamarca. Desde 1990 reside en Buenos Aires. Sus versos han aparecido en diversas publicaciones especializadas del país y del extranjero y en numerosas antologías. Ha recibido distinciones nacionales y provinciales. Su producción abarca once títulos., entre otros Tacana o los linajes del tiempo, Ojo de brasa, El señor de Autigasta, Asuntos de familia y otras imposturas, Rápido pasaje, Jaula viva, Estricta ceniza, Las tierras naturales, Los ojos de lo fugaz, etc.