El centenario perdido: Alberto Quintero Álvarez

 Mario Calderón nos presenta la siguiente nota sobre el centenario perdido del poeta Alberto Quintero Álvarez. Nació el 25 de enero de 1914 en Acámbaro, Guanajuato y murió en 1944 en la Ciudad de México. Escribió dos poemarios: Saludo de alba en 1936  y Nuevos cantares en 1944. Perteneció a La Generación de Taller y fue correligionario de Octavio Paz y Efraín Huerta. Murió a causa de los estragos de la influenza. 

 

 

 

 

Salvador Novo lo describe y  escribe sobre el valor de su poesía en la revista “Mañana”:

“Recuerdo a Alberto Quintero Álvarez, cuando hace algunos años iba a verme a la casa de Pánuco: pálido, de pequeña estatura, poco locuaz. Quería que yo guiase los suyos cuando yo daba los propios primeros pasos míos por la publicidad comercial, y en algunos de esos trabajos, me ayudó con inteligencia.(…)Debo de tener por ahí su libro de poemas, prologado por el Doctor González Martínez; versos limpios, depurados, de la mejor inspiración, que solía leerme. Y recuerdo que también un día me llevó a comer con su familia, en una pequeña casa enclavada en los viveros de Coyoacán en el que entonces no imaginé residir jamás. Evoco ahora aquella mesa cordial, presidida por sus padres, en quien se adivinaba la satisfacción de adorar a un hijo poeta, y la dicha de una familia numerosa y joven, en alguna forma emparentada, o a punto de emparentar entonces, con el hijo del escultor Ponzanelli. Su padre había comprado un cochecito pequeño de esos europeos en que parece que no va uno a caber; pero una vez dentro de los cuales, advierte que a los grandes les sobra en ostentación lo que a ellos les basta en comodidad; y cuando Alberto lo manejaba, con sus hermanos o con su padre dentro del pequeño coche, como que en él lo que hacía era viajar la mesa o el saloncito, cordiales y felices, en que pasé una tarde cerca de la familia ejemplar del joven poeta”.

Dice Enrique González Martínez en la presentación de Saludo al alba: “Todo el libro es paisaje interior, o, mejor dicho, persistente cambio entre el mundo sensible y el alma”.

En cuanto a su poética, Alberto Quintero Álvarez parece creer  en el valor del poema únicamente como símbolo estético con un significado y su significante muy pulido, sin que intervenga la posición política, sin compromiso. Por esa particularidad parece creer en la poesía pura, no en el Modernismo porque no arrastra lastres mitológicos, de aristocratismo o de cursilería. Algunos años más tarde, en 1956, Juan Ramón Jiménez, el máximo cultivador de esa corriente poética sería galardonado con el premio Nobel.

Estos son algunos de sus poemas:

 

 

 

EL OCASO

 

La tarde se encanta de oro

sobre el piélago,

cuando los árboles lejanos y húmedos

han guardado en sus cuerpos el viento.

 

Las nubes se tienden hacia la noche

y ondulan el suave perfil de los cerros

en viajes que todavía recuerdan

la curva lenta de su misterio.

 

¿Será el humo que viene de los pajares

En el largo ladrar tardecino de los perros?

 

 

 

 

 

Poesía invertebrada 

VI

 

Aletea la primera

mañana del otoño,

en el aire de hielo de su campo.

En el azul estéril,

sol de ángeles tempranos,

y en el viento, la ausencia

de trigales y de árboles.

Todo limpio en el vuelo

trazado de los patos;

madurez de maizales

llanos, lirios y lagos,

en el aire que hiere

de frío nuevo, de ángeles y campo.

 

 

 

 

 

XVI

 

 

En la mañana

soledad de geranios,

tu voz núbil y alba.

En la tarde de estío,

tu voz oscura, tu voz cansada.

 

Al caerse la cueva

Negra de árboles y albahaca,

tu voz todavía, lenta,

 

 honda y más ancha,

como un río grande que murmura,

tu voz, al fin: ¡Anchura de agua!

 

 

 

 

VERANO CLÁSICO

 

La línea de tu nieve

tiende todas las voces de tu manto,

el aria de tu viento

acelera las flautas de los campos;

hay un aire que hiere,

sobre el extenso abrazo de los fresnos,

el agua de sus cántaros,

y contenidas sombras que detienen

el espeso verano.

Curvos caminos grises se suspenden

en silencio que espera

torrentes sobre el fruto de la tierra

donde un húmedo amor alza mi canto.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Quintero Álvarez Alberto, Saludo del alba, Diana, México, 1936.

Quintero Álvarez Alberto, Nuevos cantares y otros poemas,  talleres de Artes gráficas y Comerciales, México, 1942.

 

 

 

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