Foja de Poesía No. 289: Mayra Oyuela

Mayra-Oyuela[1]Presentamos la poesía de Mayra Oyuela (Tegucigalpa, Honduras, 1982). Es poeta, gestora cultural, miembro de Artistas en Resistencia. Ha participado en los principales festivales internacionales latinoamericanos y en el Festival internacional 2010 Poeta por km2, Arrebato editores, Casa de América,  Madrid, España.

 

 

Prohibido olvidar 

    A Lucy

 

Después de cruzar ciertos agujeros

atravesé la nostalgia

como se atraviesa un suspiro

en medio de cualquier semáforo.

Mis zapatos tienen clavículas,

bocas que se atragantan de pasos.

 

Primigenia me apresuro,

por primera vez en los labios

del hombre que jamás besé.

La nostalgia esta cocida a mano

como ese delantal que guarda en su ropero mi madre.

En silencio comienzo una oración

con la frase “prohibido olvidar” .

La noche es un telón que humedece,

un abrazo más por ofrecer,

uno persuasivo de adioses que no son definitivos.

Concluyo:

que los besos son para los que aman

sin promesas ni esperanzas.

 

 

 

 

Tranviaria

 

Llevo al mundo como pendientes en mis orejas,

rozo con mis pestañas a los desconocidos,

beso manos de transeúntes

(hormigueo en los labios).

Que alguien me aborde,

soy el metro que esta ciudad jamás conoció,

atrevidos en mí todos los años,

en mí el transcurrir,

en mí la palabra ventrílocua de cada estación,

en mí la espina y el diente que muerde la rosa de lo oculto.

Mis muertos no son sombras raídas en la luz.  

 

Que alguien me aborde,

sé cuál es el principio y el final de este cuento.

Que alguien suba y se detenga en mí,

mis ojos son túneles que dan a cualquier lugar,

mis manos paredes para reposar en lo oscuro,

mis brazos sillones para que vengan a hacer el amor.

Roto ya todo lo íntimo en mí,

he de saberte andar, mundo,

con los puños cerrados en señal de auxilio y no de defensa

cerrados para llevar en ellos el resto de aire

que no supo caber en mis pulmones.

En la imperfección esta lo bello.

No necesito ser el poeta sino el poema,

la belleza esta por encima de la lógica de cualquier poeta.

Necesito andarte despacio, camino,

no me detengo en el asombro de saber llegar mundo:

En tus barrios, tatuadas están las paredes de calcárea sumisión,

en tus barrios fue donde aprendí a defender el descenso.

Soy el metro que esta ciudad jamás conoció;

en mí las volantes con fotos de desaparecidos,

en mí túmulos de palabras que alguien no supo barrer bajo la alfombra,

en mí el transcurrir.

Que nadie venga a preguntar porque no te describo, esperanza,

yo hablo de eso otro bello, que no está en lo bello.

Abórdenme predicadores de la tarde,

zanates, pirueteros, estudiantes: no olviden el punzón

y escriban en la oquedad de mis vagones

teléfonos para citas de amor,

DJ, bartenders y todos con título de extranjerismo en su profesión,

suban carniceros del San Isidro, conserjes y putas,

albañiles vengan a devolver la sonrisa

a las princesas de los domingos.

Mujeres: describan con su carmín la caricia que no les tocó,

suban, fresitas de las High school, madres solteras, suicidas,

docentes, vengan a traficar perfumes traídos del Canal de Panamá.

 

Vengan a abordarme, en mí el transcurrir, todos los años,

el suspenso del que anda a tu lado, a pesar de su humanidad.

 

Sé quien soy,

basta una palmada en el hombro

y retorno a mis pies nauseabundos de sueños,

basta una palmada en el hombro

y retorno a mí

 

al anonimato,

a la flatulencia, a la humana que soy. 

¡Abórdenme!!!!!!

soy el metro que esta ciudad jamás conoció,

vengan y calcen mis pies

ya que nunca podrán calzar mis zapatos. 

 

 

 

 

I

 

                                                                             La poesía no es una joya, es como el amor,

                                                                                       tiene que ser aniquilada para existir.

                                                                                                                                                        

 

 

 

Karl Vennberg

                                                                                                                                                   

Toda desnudez es mediocre si se está a solas,

mediocre la alegría,

insuficiente si no es en el cuerpo amado.

Humillante es toda pasión

si no hay manos para besar

ni recuerdos para roer.

Sufrir por amor es paz,

Atolondrarse en los resquicios de un amor

como la memoria primaria,

como la necesidad primaria

y ahogarse por lo inocuo de un deseo.

Protuberante es el amor,

camafeo tras la piel que no se deja ver.

La rabia es la parte más febril de los amantes,

terrible es el amor, terrible

y cada vez es vez primera.

Amar es dejarse devorar,

es toda ausencia de sigilo,

amar no es para amantes,

amar es para astronautas

y para personas con pies en tierra

y cabeza en el espacio que ocupan las dudas.

Una vez más como caída en desgracia,

ardiente la pálida luz de las palabras que convoco,

la sensatez no ha de ser mi mejor aliado,

presta a todo lo dicho

alimento con alfabetos a las esperanzas

que mueren en mi casa

¡Estoy perdida!

Retorno,

el amor ha sido el mayor de mis vicios.

                   

                          

 

 

 

Escribiéndole una casa al barco

 

Esta casa vuela.

Su altura conjura un papalote

que se distorsiona a la distancia.

Esta casa es un mar

y un barco también,

donde crispados, salimos

a contemplar

los delfines mas blancos de la locura.

 

Esta casa tiene un color, un nombre,

su capitán Morgan lanza de sus anzuelos

Aurelianos peces,

espectros que devoramos

en lo profundo de los desvelos.

 

Esta casa barco se desliza

por las olas de una Tegucigalpa oscura,

mientras humanos veleros,

navegan lento

dentro de botellas.

 

 

 

 

 

 

Sala 4

 

Y así que al fin

te definiste por ser actor.

 

Ayer vi tu film,

me dejó los cabellos azules

por los choques eléctricos.

Yo me vestí de verde pues era martes

y los martes tengo la boca llena de duendes.

Si, también es cierto

que ando los zapatos cubiertos de grillos,

que voy con ojos entreabiertos

y jamás he vuelto a discutir

por la colección de alfabetos que perdí.

 

Alguien dijo ayer

que el rojo de tus dientes

fue por morder mis recuerdo,

lo que no es cierto

es que escapás en las madrugadas

a firmar los graffitis que dejé

con el pincel de mis sueños,

y lo único real de tu cuento

es que no estabas,

que tu ausencia ha vuelto sepia

el cortometraje de mi dolor

y para colmo,

la maldita pantalla se trago mis delirios

y yo, de inocente,

encontré tu nombre en la lista de reparto.

 

 

 

 

 

 

Índole

 

                                                                            Deja que respiremos el velo

                                                                            que nos oculta el uno al otro

                                                                                                       Paul Celan

 

 

Aprendí de la nostalgia

la parte más oscura del camino,

cuando la luz es un vuelo cegador

que no permite pasos firmes,

ni huellas hundidas para dar de beber

a la fiera que camina tras cualquier errante.

Aprendí:

la palabra es el suceso,

la circunferencia,

el átomo que respira tras la tinta en el papel.

Aprendí a creer no sólo en lo sensorial y evidente

la poesía es lo que está dentro del guante,

el pabilo sumergido

una y otra vez en la parafina

para luego abrirse en luz 

en una casa de bajareque,

en pleno noviembre, en plena madrugada.

Aprendí a asumir

un tembloroso no en los dedos,

a entender lo lúcido del miedo

cuando la enfermedad llega a la cama de la madre.

Aprendí, que no he de aprender a decir adiós

y mucho menos

cuando se trata de esos huidizos poemas

que delibero y nunca he de escribir.

Aprendí a no llamarme poeta en el primer encuentro,

a ser atinada con los seres

que de antemano sospecho comenzaré a amar,

aunque no sepa hablar de amor

y tampoco quiera aprenderlo.

Aprendí que la intimidad no existe,

las ideas novedosas son el principio

o el final del diálogo entre los transeúntes

que rozan tu hombro en medio del camino.

No hay nada nuevo en este mundo

y eso debo aprenderlo

porque aunque sé,

que cada individuo es un evento irrepetible,

el ser es como una mancha en el techo

al que se le hallará todo tipo de formas.

 

 

 

 

Apalabrarás

                                                         

                                                          Hazlas, poeta,

                                                          haz que se traguen todas sus palabras.

                                                                                                  Octavio Paz

 

Describir las paredes que nos acompañan,

la deidad de las palabras

arropadas bajo lo clandestino de una voz.

Hablar de los amores a medio descubrir,

de la rótula formando piel

para caminar hacia lo incierto.

¡Ah! la metáfora,

anfitriona en mis pesares,

cobra por piel lo que de amor y fervor

le resta a mis sílabas, 

y aunque silabática acostumbro abrazar

el cardumen de letras

en las aguas azules del destierro.

Prenso la piel con esquirlas

de un Boom que lleva todo rechazo,  

un alfiler que puntea los pasos

de las atolondradas en su desnudez.

Afiladas costillas con que se escribe

lo que ya desgasta en todas las historias 

de este amor que se ha de vivir

inalterable en los rostros de los que juran amar.

Mientras los transeúntes despilfarren su mirada en mí

me vuelvo una nación, soy una nación

y un hombre ha de fundar ciudades en mi nombre,

mi nombre que ya es de todos

y a todos les parece de nadie.

Amor que por devoción cae intrépido

como agua derramada en los balcones,

éste ser de milagros que a todo predica,

aproximaciones del augurio

al final del párrafo que no se leerá.

Parafrasear de tu voz es parte de lo miserable.

Alegórica, perdida,

busco acurrucarme en lo paralelo,

antítesis del misterio de una boca.

Pero no,

los amantes se besan

en la esquina que crece hacia adentro.

 

La raíz de todo siempre es un hombre,

la raíz de un hombre siempre es la mujer,

la mujer y el hombre agotada raíz del todo

pero aun así esto de amar con prédica

no va con tu nombre, ni con el mío. 

 

Corazón:

La palabra es el artificio y el yugo de todo poeta.

 

 

 

 

Orillas

 

Era el pasado un tren sin rumbo,

llevaba por embestida

la pólvora que en los ojos de mi padre

apuntaba a su propia soledad.

 

“El hombre nace para contemplar

la tierra, la cosecha, los hijos

y todas las mujeres iniciadas en ese arte llamado amor”

Quizás mi padre, en sus propio afán

rasgo la tierra, mordió la cosecha,

creyó que sus hijos eran un sueño

y amó a todas y cuantas carabelas

que en su navegar pausado llegaron a su orilla.

Mi padre, de manos resueltas como arena

de dejo trepar por unas caderas imprevistas

que lo preservaron en sal;

pero la penumbra es blanca y negra

y se amarillenta con la soledad.

Mi madre guarda a escondidas de él, una foto

donde aún emerge lo clandestino de su propia ética,

ambos ausentes ya de efervescencia,

andan los pasos tersos por tanto roce con las despedidas:

se ven,

a tientas parpadean un Morse de amor náufrago,

pero hoy ya es martes y, hace cuarenta años

que mi padre no ve el mar.

 

 

 

 

Una carta no dos

 

Como esos rostros que sólo una vez logramos ver,

llegaste a pastar los surcos de mi cabello,

argumentando con método ortodoxo

amor prófugo nunca cae en deriva sobre la mar.

 

Raspé la corbata de la incrédula que fui

y me prensé en los labios guillotinas azules

que despedazaron mis ultimas palabras de amor.

Desde entonces el calendario sube en bicicleta

hacia mis parpados

dejando mi mirada envuelta en ruedas de fuego

que lleva todo abril, porque para entonces todo abril era todo.

 

Mordí los silencios que como jaurías

se precipitaban en mi pecho.

La esperanza viajaba en féretro

abriendo con sus uñas las ranuras de la madrugada

por donde se veía como la soledad sin tu cuerpo

me cubría parte de la frente.

 

Vos tal vez pensando en aquella profecía de mujer

que recoge caracoles

y que nunca se logra casar.

Y yo que guardaba en los andamios de mi barco

un pedazo de tu playa,

me di cuenta que era demasiado tarde

para escribir cartas que emergieran de tu amor.

Y yo que creía en lo contemporáneo

y en esas formas lúdicas de olvidar;

ahora que lo pienso, qué buenas aquellas madrugadas

con una luz entreabriendo mis piernas,

yo a solas, esperando al hombre que jamás regresó.

 

 

 

 

 

Love Junes

 

Hoy  no llueve,

miércoles de junio en que no llueve

para llorar con una triste

las horas sentenciosas de lo yermo,

con las locas hijas de su madre,

con las matreras,

con las mulitas,

para llorar con las afligidas,

y las de vientre en alquiler.

Hoy no llueve,

y aunque nunca una lluvia cayó

para lavar las manos,

los vientres,

el esperma precipitado en las piernas

y el maquillaje viudo de su gota de sal,

hoy cae con su halo negro

sobre este sol de herrumbres.

Ironía de esta lluvia imaginaria

romper con su gota de dardo las ventanas de Junio

transados inviernos por una pusher,

por una frígida,

por una que vistió de látex el corazón.

Ninguna lluvia dedicada a ellas,

junios de alegoría y reticencia

atravesando arpones en la garganta 

para romperse en llanto, 

para deslizar el pie por las alcantarillas

y atemorizar las sombras de los árboles

que crecen dentro de las aceras o la pared.

Junio:

Un poema de amor para las asustadas

un poema de amor con nubes negras,

para trasladar ángeles de lata,

para abordar con pasaporte de labios encarnados

con ropas rasgadas, de un luto en los zapatos

por la que nunca conoció al amor.

Junio:

y un poema de amor para la que hoy amanece

cercenada en una caja,

y otro para la puta más tierna

y la mentirosa más franca

de esta ciudad vacía,

femicida, trémula…

 

 

 

 

Poema para nunca ser leído después de una única noche

 

Ya en esta ingravidez

 obligada

a atarme una y otra vez los zapatos,

sólo para desperdiciar  ese segundo de verdad

en tus ojos de almendra,

Me dirás que la lluvia no existe

que estos dos años de no ir al cine

son  un cuento, un pretexto barato

 para no hacer el amor con un desconocido.

Me dirás que llegué tarde,

¡como siempre!

tarde para la cena

tarde para la velada con tus amigos imaginarios,

tarde para redactarte la carta de amor cuando te conocí

y la que debí escribir horas después,

 la madrugada en  que te marchaste  así como abril,

ardiendo en el pecado de recordarte:

desnudo y a media luz en mis brazos.

-Debí ser menos austera-

Romperme  la blusa azul con su caída libre

para dejarte ver  mi pecho efervescente de deseo

-Debí ser la excepción –

 permitirte destruir con cada uno de tus dientes

todo el desdén de mis palabras de amor suspicaz.

Debí golpearte la frente

yo tu idea absoluta,

¡Que insensata!

Fingir con más ganas que no importaba que te fueras,

que olvidaras mis formas de desnudarme en silencio,

con miedo de planeta a medió descubrir,

y entonces comer de tu ritmo,

replicando mi sombra en tus parpados

Alzada a tu estatura

ser amada dilapidadamente

como siempre lo espere.

 

 

 

 

 

Vehemencia

 

Beso el pavimento de las suelas puestas

en pies que nunca calzaré,

Me dejo poseer y sin miedo al poema esclavo de mi verdad

robo designios de bocas fugaces en mis recuerdos.

 

Ah! patria de estambres eléctricos,

paroxismo en las retóricas de mi yo.

Me quito el velo de los pulmones para respirar

un aire de anzuelos

tras las orillas de otras patrias,

en otros ojos que no sean los mismos de las tardes

en que cierro puertas

y me atraganto el alma con llaves de desconocidos.

Mitómana me ha vuelto la poesía

sin que ella padezca de esos espejismos.

Indago en plazas ajenas, 

edificios para el trapecio de los ojos.

Nunca temo hablar de mi inocua sustancia de verbos,

diabólica es la eficacia con que enamoro a los perros,

los domingos soy adversaria de la multitud.

Por mi lengua transitan

dudosos protagonistas,

dactilares salpicados en labios que jamás pronunciaré,

y a pesar de un fuego que me arde intrínsecamente                 

converso el poema,

soy una gigante compuesta de huellas,

de merodeadores,

de capitanes bravos que apuntan con su látigo

a mi preñez pálida de esclavitud.

 

 

 

 

 

Entre el imán del carril  y mis pasos

                                                                          

Mi humanidad está en el tránsito,

en el roce de mis pies atados a la ingravidez

de esta ciudad trémula.

La velocidad es justa para esbozar con la mirada,

ostentando con el alma lo visto.

Detengo con mis dientes los rieles,

hago de mis nervios una frondosa raíz

y así descubro al mundo desde sus instintos.

Con mi aliento exploro la ventana,

tras el vidrio mi reflejo

que al igual que un joven pájaro

comprende en la caída su despertar.

Al movimiento y su trance me confiero

respiro dentro de mi sangre.

En la boca del mundo introduzco mis dedos

dibujo con ellos la geometría del paisaje,

atrofiada llevo la carne,

atrofiada la garganta de pura melancolía.

Mi humanidad levita entre el imán del carril y mis pasos.

Voy atada al fuego,

voy atada a lo paliativo de la fiebre en que habito.

Ya mis músculos son metal,

el andar es mi lengua más antigua.

Futuros paleontólogos:

bajo los pies de esta bestia

reposa todo el polen de su época.

 

 

 

 

 

Hay quienes me han dicho

 

Hay quienes me han dicho

que le amor fallece de fiebre los domingos.

 

En lo personal, lo he visto fallecer los lunes, martes,

miércoles

y todos los días de estas semanas punzantes,

en las esquinas, en las bibliotecas desoladas;

pero también lo he visto quedito, tímido,

en el sueño fugaz de los adolescentes.

 

Procuro desenredar esa apatía

que no tiene nombre ni título, tan sólo es,

y que se pega como chicle en todos mis pasos,

y sus avenidas, vueltas y trabalenguas

me hacen descubrir la vida

y a cada encuentro es como un suicidio,

o como un abigarrado sentimiento de culpa.

Para entonces los versos

se anclan como postales en mis ojos.

El amor es muy extravagante en estos días,

mejor hablemos de déficit, impuestos, globalización;

al fin y al cabo, al amor, no le importan las despedidas.

 

 

 

 

 

Deserto

 

Hoy nadie morirá en Argelia si me dejas

 en Libia o Bután se traficará con armas.

Los niños de Sudáfrica no dejarán de morir de hambre

-aunque monten mundiales de fútbol-

la luna persa brillará como siempre en el sari

de alguna musulmana hermosa,

con ojos de pantera.

La palabra amor no desaparecerá de los alfabetos

Y en Tegucigalpa algunos sí morirán pero

por asalto a mano armada.

Nadie morirá hoy si me dejas,

este mundo de romanticismos  

es la porquería residual de la burguesía francesa,

con sus singulares molinos y sus corsé rojos.

Billie Holiday no dejará de sonar

en la memoria de una generación

y la gente seguirá comprando plasmas

aunque sepan que el Coltán,

causa muerte a centenares de personas.

La gente nace, la gente muere

A diario otros y otras deseamos morir en una boca

en una semifusa marina en medio de unas piernas.

Estoy clara, amor,

ni vos, ni yo, moriremos si me dejas

y pasaran los años

coincidiremos en algunas copas

en velorios, en plazas ajenas

en amistades traslucidas,

en un verso,

mi argumento – esta vida es mía-

si tuviese otra, tal vez repetiría esta historia,

pero sólo es una y es mía,

y sí hay otra, también para mí la viviré.

 

 

 

 

Datos vitales

Mayra Oyuela (Tegucigalpa, Honduras, 1982). Poeta, gestora cultural, miembro de Artistas en Resistencia. Ha publicado dos poemarios: Escribiéndole una casa al barco, Ediciones Il Miglior Fabbro, 2006; Puertos de arribo, Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, 2009; En preparación su poemario inédito Homenaje a la sal. Sus textos han sido incluidos en las siguientes antologías: Recopilación poesía andante, Editorial Pez Dulce, Tegucigalpa, 2004; Selección de poesía joven centroamericana Pez Dulce, 2005; Versofónica, 20 poetas 20 frecuencias, proyecto de audio, Tegucigalpa 2006; Papel de Oficio, Colectivo Paíspoesible- Secretaría de Cultura, 2006; 2017 Nueva poesía contemporánea, Buenos Aires, Argentina, 2009; 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana 2010; Cantos de Sirenas, compilación iberoamericana de poesía femenina 2010, Cascada de palabras Cartonera 2010. Ha participado en los principales festivales internacionales latinoamericanos y en el Festival internacional 2010 Poeta por km2, Arrebato editores, Casa de América,  Madrid, España. Textos suyos han sido traducidos al italiano y al catalán.

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