Foja de Poesía No. 350: Francisco Trejo

Presentamos algunos poemas de Francisco Trejo (Ciudad de México, 1987), pertenecientes a “La cobija de Ares”, que obtuvo mención honorífica del Premio Nacional de Poesía José Emilio Pacheco. Con Rosaleda obtuvo mención honorífica del Premio de Poesía Joven Max Rojas. Actualmente estudia la carrera de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

 

 

 

 

El argumento de un pretendiente

 

Penélope,

aprovecha mi erección

y su fuerza de ola combatiente.

Olvida la inexacta caricia de Odiseo,

porque ha elegido el camino de la guerra

para estar rodeado de valientes hombres

y empuñar sus espadas en el momento oportuno.

¿Acaso crees que no sabe regresar a su patria?

Ese hombre conoce el camino,

pero no vuelve:

prefiere venirse

amando a los más fuertes del ejército griego,

a venirse como yo

en la Ítaca sureña

                        de tu pubis.

 

 

 

Invitación

 

Penélope,

¿quieres suicidarte

porque no te resignas

a vivir sin Odiseo?

Tengo debajo de mi túnica

una daga punzante

que te hará morir dichosa

cuando la introduzcas entera

en tu herida más antigua.

Anda, tómala y muere,

resucitarás en diez minutos

              anhelando morir de nuevo.

 

 

 

 

La artimaña de Odiseo

 

Francisco,

Lesbia extraña tu lanza libertina:

te espera en su alcoba

con su ojo lubricado

                  y bien abierto.

 

 

 

 

Penélope defiende a sus pretendientes

 

¡Vete de aquí, Odiseo!

Los tesoros que has traído

no compensarán tu impotencia.

No cambiaré

tu lanza rota

por las firmes espadas

                 de estos infelices.

 

 

 

 

La súplica de Penélope

 

Por favor, Zeus,

te pido que mi esposo

─más artero en el campo de batalla

que en la contienda conyugal─,

no regrese a mi lado,

porque ha de ser ahora un viejo sin dientes

y no morderá con bravura

las carnes que ofrezco

                  a los hombres que me acechan.

 

 

 

 

 La súplica de Odiseo

 

Zeus, aparta de mi lecho

la desértica mina

de la anciana Penélope

y déjame volver

a la humedad perpetua

           de la gruta de Calipso.

 

 

 

La cobija de Ares

 

Francisco,

ir a la guerra significa

olvidarte de Cleopatra.

Tú conquistarás territorios,

ella hombres:

tendrá su propia lucha.

Mejor hilvana la epopeya,

muérete glorioso en la lid

con las huestes sanguinarias

y no retornes al tálamo impuro

donde la furcia será cubierta

                 por la cobija de Ares.

 

 

 

 

El destino de Áyax

 

Querido Áyax,

sé lo que se siente perder un amor

y comprendo tu rabia

por no tener en tus manos

la armadura de Aquiles

─tu amigo íntimo─

porque Odiseo se excita

abrazándola por las noches.

Que no te devaste la pérdida.

¡Actúa!

Es común que algunos hombres

se hieran con su propia espada

         cuando no tienen dónde introducirla.

 

 

 

 

 

Bestialidad del Minotauro

 

Afuera, sólo soy un hombre:

déjame habitar

        el laberinto de tu cuerpo.

 

 

 

 

 

Precaución del amante

 

Para invadir a Furcia

me protejo con látex:

la bestia de su laberinto

termina con la vida

             de sus amantes.

 

 

 

Elección de Pasifea

 

Ay de ti, Minos,

más que el Minotauro

estás enredado en el laberinto,

porque prefiero

el poema extenso

que le cuelga al toro blanco

a tu epigrama

            de perrillo.

 

 

 

Versión alternativa

 

Orfeo,

Eurídice murió

cuando supo

que en tus expediciones

con los argonautas

no sólo tocabas la lira,

sino también la flauta

                            de Jasón.

 

 

 

La maldición

 

Consuelo,

tienes la maldición de Midas:

apenas me la tocas,

se me pone muy tiesa

         como una barra de oro.

 

 

 

 

La musa de todos los poetas

 

Traicionera Claudia,

después de impregnar con almizcle

mis escasos poemas

perfumas libros enteros

           de poetas publicados.

 

 

 

 

La mirada gorgónica

 

Juventino,

encontré el remedio para vencer la impotencia:

con sólo mirar los ojos impúdicos de Cleopatra,

mi flácido miembro

                se pone como piedra.

 

 

 

 

Datos vitales

Francisco Trejo. Ciudad de México, 1987. En el año 2011, con su obra La cobija de Ares obtuvo mención honorífica del Premio Nacional de Poesía José Emilio Pacheco. En el mismo año, su obra Rosaleda obtuvo mención honorífica del Premio de Poesía Joven Max Rojas. Ha realizado lecturas en distintos puntos de la Ciudad de México y ha publicado en algunas revistas literarias como Palabrijes (publicada por la UACM) y la revista nacional Rojo Siena. Forma parte del Gerión de Poesía, grupo de escritores noveles dedicados a la investigación. Actualmente estudia la carrera de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y realiza la muestra de poesía universitaria Los coleópteros enfebrecidos, que será publicada por la UACM.

 

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