Poesía, física y adivinación

El poeta Mario Calderón nos presenta un ensayo extraño e intrigante respecto a un método que ha creado, a partir de la poesía, las ideas de Freud y Jung, y ciertas tendencias actuales de la física, para conocer datos generales del presente, el pasado y aún del futuro de los individuos a partir de la lectura y desciframiento de su entorno. Pocas veces la poesía construye nuevos lenguajes. Aquí lo hace.

Calderón presenta su nuevo libro, La estructura de la realidad derivada de la literatura, el próximo jueves 13 de marzo a las 19:00 en el Museo del Estanquillo (Isabel La Católica, 26, Centro, Ciudad de México). Acompañan al autor Vicente Francisco Torres y Mario Bojórquez.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD   DERIVADA DE LA LITERATURA Y EL MÉTODO  DE LECTURA E INTERPRETACIÓN DE SIGNOS DEL ENTORNO INDIVIDUAL EN RELACIÓN CON LA FÍSICA: EL ORDEN DINÁMICO

  

En este trabajo pretendo relacionar con la física el fenómeno consistente en la posibilidad de leer e interpretar la información del entorno de un individuo que implica una estructura de la realidad derivada de la literatura. Al aplicarse la mencionada teoría estructurada en un método, permite conocer detalles generales del presente, pasado e inclusive del futuro. La relación se realizará con un conjunto de teorías actuales desarrolladas por reconocidos científicos como son Carl Jung, Wolfang Pauli, David Bohm, David Peat, Rupert Sheldrake y Benoît Mandelbrot, son la Teoría de la Sincronicidad, la Teoría de la Totalidad y el Orden Implicado, la Teoría de la Resonancia Mórfica y la Teoría de los objetos Fractales. Es necesario advertir que no pretendo ser demostrador de esas teorías, sino únicamente establecer coincidencias que permiten explicar mejor el fenómeno de la lectura e interpretación del entorno de un individuo.. 

Para poder comenzar, es necesario comprender el significado y la raíz etimológica de la palabra teoría:

La palabra teoría procede del griego “theoría”, que tiene la misma raíz que “teatro”, una palabra que significa ver o hacer un espectáculo. Luego, podemos muy bien decir que una teoría es, en primer lugar, una manera de formarse una idea, es decir, una manera de mirar el mundo[1].

De este modo, como lo expresa Bohm, podemos realmente comprender lo que es una teoría, y  no como muchas veces se ha malinterpretado, un “conocimiento del fenómeno”, una descripción “con limites” de ese fenómeno, una abstracción mental, y no el fenómeno en sí mismo.

Así, para poder entender mejor los fenómenos que hemos descrito, es necesario explicitar cada una de esas teorías, para así, después, establecer los vínculos. Para ello, es necesario tomar en cuenta que al tratarse de fenómenos conocidos pero poco comprendidos, es necesario aproximarse cuidadosamente, utilizando métodos y herramientas no comunes en el método científico, como correctamente lo expresa Bohm:

En cada etapa del propio orden con el que opera la mente se requiere una comprensión global de todo lo que se conoce, no sólo en términos formales, lógicos ni matemáticos, sino también intuitivamente, en imágenes, sensaciones, uso poético del lenguaje, etcétera[2].

 

 

            Teoría de la Sincronicidad

 

En 1955, el Físico Cuántico Wolfang Pauli y el Psicólogo Carl Jung publicaron en forma conjunta La interpretación y naturaleza de la mente (The interpretation and Nature of the Psyche), en la que por primera vez se plantea la posibilidad real de conectar los fenómenos de la física, con los enigmas de la psicología. Más tarde, este trabajo fue continuado con gran éxito por el Físico David Peat.

La teoría consiste en establecer una conexión real entre los fenómenos físicos y los procesos mentales, siempre que en la mente exista un pensamiento acerca de algo o alguien, se establecerá una sincronicidad y en la naturaleza sucederá un fenómeno físico conectado con ese pensamiento. Este fenómeno, es común en nuestra vida diaria, y lo es tanto que existen frases populares como “hablando del rey de roma, y él que se asoma”, el cual expresa que cuando alguna persona estaba mencionando el nombre de alguien, “por casualidad” o “por sincronicidad” como lo llaman Pauli y Jung, la persona se presenta. Así, Peat, parafraseando a Jung, define la sincronicidad:

es la coincidencia en el tiempo de dos o más sucesos no relacionados causalmente, que tienen el mismo significado o un significado parecido (…) Las sincronicidades actúan como espejo de los procesos internos de la mente y toman la forma de manifestaciones exteriores de transformaciones interiores[3].

De este modo, Peat propone que existe una fuerte relación entre los fenómenos externos y los procesos que ocurren en nuestro pensamiento. Esto significa que es posible que al pensar una situación, ésta se presente en forma pictográfica, simbólica, o real. “Una sincronicidad implica fuertes paralelos entre sucesos interiores y exteriores que están fuertemente dotados de significado”[4].

Así, y en base a los estudios de Peat y de Progoff sobre la capacidad que tiene la mente para modificar el entorno, se ha descubierto que ésta tiene una energía casi ilimitada capaz de realizar cualquier tarea de manera consciente o inconsciente y realizar con éxito cualquier proyecto o empresa, lo cual está bien expresado en la frase “El que busca encuentra”, pues efectivamente cuando estamos pensando sobre cómo realizar algún proyecto, es común que esa energía mental sea proyectada al mundo físico, y las personas y recursos necesarios para lograrlo lleguen a nosotros en el momento oportuno “por casualidad”. “Es por ello que las sincronicidades a menudo se relacionan con periodos de transformación…. Es como si esta reestructuración interna produjese resonancias externas o como si una explosión de energía mental se propagase hacia fuera en el mundo físico”[5].

 

 

            Teoría de la Totalidad y el Orden Implicado

 

Esta teoría fue desarrollada por el Físico Teórico David Bohm, colaborador de Albert Einstein.  Bohm afirma que la totalidad consiste en que “todo” está conectado con el Todo (el universo), y que cualquier variación que exista en alguna parte, afectará al conjunto, como lo expresa Peat[6]:

La teoría supone, como punto de partida que las partículas elementales no tienen una naturaleza de onda/partícula sino que son partículas con una complejidad interna considerable. En la versión más adelantada de la teoría, esta partícula está alternativamente representada por fluctuaciones dentro de un “campo cuántico”. Aparte de la fuerza electromagnética normal, que actúa sobre la partícula elemental como resultado de su carga eléctrica (y las fuerzas nucleares débiles y fuertes), la teoría de Bohm postula un nuevo potencial cuántico. Este es de una naturaleza especialmente original pues, a diferencia de las otras fuerzas de la naturaleza, es sutil de forma y no disminuye con la distancia. Debido a esto, incluso los objetos que están a distancias remotas de la partícula cuántica pueden ejercer un profundo efecto sobre ella. Por otra parte, la acción del potencial cuántico no toma la forma de un impulso o atracción mecánica, como una fuerza ordinaria, sino que más bien actúa como una onda guía[7].

Esta teoría propone un cambio drástico sobre la definición tradicional de “acción decreciente con el cuadrado de la distancia” de los campos gravitacionales y eléctricos. En cambio plantea un nuevo campo que “no decrece con la distancia”, lo que supone que su efecto será universal y omnipresente. Además, este campo contiene toda la información de lo que rodea a la partícula:

Del mismo modo, el potencial cuántico contiene información sobre el entorno de la partícula cuántica, y por lo tanto informa y afecta su movimiento. Dado que la información en el potencial es muy detallada, la trayectoria resultante es tan extremadamente compleja que parece caótica o indeterminística. De este modo, el indeterminismo de los sucesos cuánticos se explica por la naturaleza compleja del potencial cuántico. Por otra parte, ya que este potencial cuántico no disminuye con la distancia, en general no es posible analizar un sistema cuántico y su entorno en partes separadas; sino que se debe tratar como un todo, que es guiado y formado por la información activa del potencial cuántico[8].

Este campo cuántico, una vez que es analizado, parece tener propiedades similares al llamado “campo mórfico”, que se define más adelante en la Teoría de Sheldrake, y por tanto es posible establecer un puente entre las dos teorías, que es uno de los propósitos de este  trabajo.

Así también, este campo cuántico es el responsable de la materialización de las partículas en el mundo microscópico:

En la versión del campo cuántico de la interpretación causal, una partícula elemental se considera la manifestación de un campo cuántico fundamental. Esta partícula, por lo tanto representa el plegamiento de un campo en una región localizada; del mismo modo, la aniquilación de la partícula es el despegamiento de nuevo en el campo. De este modo, las complejas reacciones de las partículas elementales se pueden considerar plegamientos y desplegamientos dentro de un origen dinámico…Esto recuerda a la teoría de Hamilton-Jacobi, que señalaba que la materia y todos sus movimientos eran producidos por un movimiento fundamental de ondas… este conjunto de ondas pequeñas en una región reducida de espacio tiene la apariencia de una partícula material. Este grupo de ondas pequeñas se pliegan y despliegan constantemente del movimiento general de ondas de origen… Así pues, un proceso constante de plegar y desplegar provoca un objeto que tiene todas las propiedades de una partícula mecánica que recorre una trayectoria determinada a través del espacio[9].

 

 

            El orden explicado y el orden implicado

 

Bohm, además de plantear la existencia del campo cuántico, va más allá, al plantear una posible conexión entre el mundo cuántico y el mundo cotidiano, el que vemos, escuchamos y experimentamos sin necesidad de instrumentos de medición, y para ello plantea dos nuevos órdenes; el explicado, o que percibimos sin problema, y el implicado o invisible a nuestros sentidos, pero causante del primero:

El mundo cotidiano de cuerpos sólidos que están situados sin ambigüedad en el espacio y de secuencias en un tiempo lineal corresponde a lo que se podría llamar el orden explicado o desplegado. Pero este orden explicado ahora se puede considerar la manifestación de un desplegamiento del orden implicado más profundo… En el orden explicado, los cuerpos son exteriores los unos a los otros y actúan recíprocamente a través de fuerzas locales. Por el contrario, en el orden implicado, las estructuras se pliegan entre sí de modo que una estructura puede ser simultáneamente interior y exterior a la otra[10].

Esto, por supuesto viene a cambiar radicalmente la percepción que tenemos sobre el universo, sin embargo Peat nos aclara a través de un claro ejemplo:

En la física newtoniana, la trayectoria de una manzana en caída libre o una bola que va a toda velocidad está compuesta de una sucesión continua de pasos;  es un orden cartesiano basado en las fuerzas locales y los conceptos de tiempo y espacio. Sin embargo, en el orden implicado, la partícula misma surge como una forma explicada que se despliega de un orden implicado más profundo, persistente, y se vuelve a plegar en el orden implicado. Los desplegamientos y plegamientos sucesivos se combinan para dar la impresión de una partícula explicada que se mueve a través del espacio. Del mismo modo, la colisión e intersección de partículas surgen del orden implicado… Por lo tanto, no sólo las partes explicadas del mundo son el resultado del desplegamiento de un orden implicado más profundo, sino que también las mismas impresiones sensuales que tenemos de estos objetos se despliegan según el mismo orden”[11].

Por otro lado, la teoría de Bohm explica que es posible también extrapolarla al estudio de los fenómenos psicológicos. “La interpretación causal de Bohm sugiere que la materia tiene órdenes que son más parecidos a los de la mente que a un simple orden mecánico… el orden implicado puede ser el orden natural de la mente”[12].

Los recuerdos no están situados específicamente en células o regiones determinadas del cerebro, sino que tienen una cualidad distribuida… La conciencia en general es mucho más parecida al orden implicado que a un orden mecánico de sucesión. La corriente de conciencia no se experimenta como una sucesión causal de ideas… sino que los pensamientos parecen fluir los unos de los otros. Un pensamiento se forma en la conciencia y puede ser enriquecido por muchas asociaciones y sentimientos distintos. Luego puede disolverse en otro pensamiento relacionado, o la mente puede apartarse repentinamente hacia algo que a primera vista es inconexo, pero, al investigarlo más a fondo, tiene una conexión sutil con el primer pensamiento. El orden del movimiento del pensamiento es, por lo tanto, más parecido al de los plegamientos implicados/explicados que a cualquier analogía mecánica[13].

Además, Peat propone que al poderse definir la materia y la mente, por los órdenes explicados e implicados, es posible que se encuentren conectadas entre sí, y por tanto deban de ser estudiadas en forma conjunta:

nuestros pensamientos son las formas explicadas arrojadas por los movimientos fundamentales de los órdenes implicados en la mente… Este movimiento de la mente se funde finalmente con el de la materia, de modo que los dos no se deberían considerar aspectos dobles de la mente sino que surgen del mismo terreno fundamental[14].

Y más, aún, esta teoría, basada en el campo cuántico omnipresente, sugiere que sea posible una conexión entre las mentes individuales y que éstas puedan establecer una comunicación efectiva y permanente:

Así parece que las mentes individuales tengan un origen común o colectivo que tiene algo similar con el de la materia. En cierto sentido, por lo tanto, la mente es capaz de actuar sobre la mente, y ésta y la materia ejercen una influencia la una sobre la otra. Pero esto no se debería considerar como una forma de interacción causal, dado que las mentes individuales y la mente y la materia no están separadas esencialmente, sino que son simplemente las formas explicadas que surgen de un orden generativo común”[15].

De lo anterior, es posible establecer una conexión entre las tres teorías que en este artículo se explicitan y proponer un conjunto de hipótesis para explicar el fenómeno de que trata este trabajo. Al hablar de que es posible que todas las mentes se encuentren conectadas entre sí por medio de este campo cuántico, podría deducirse que existe una “memoria colectiva” o “global” que contiene toda la información, y que esta es “la sabiduría” que hace que el universo funcione. La definición de “memoria colectiva” fue propuesta por Sheldrake, que es otra de las teorías que se explicitarán. Por otro lado, el que exista ese campo cuántico que une todas las mentes, explicaría la existencia de las “sincronicidades” que al principio mencioné.  Así:

Lo material y lo mental, soma y psique, ya no son órdenes distintos de experiencia, sino que se convierten en las dos caras de una sola moneda. En su terreno, se funden dentro de una serie de niveles entrelazados y en su desplegamiento aparecen, en su punto más divergente, como la materia densa y la mente sutil”[16].

De gran importancia sería el cuestionarnos en qué forma es posible poder aprovechar esas capacidades para beneficio de la humanidad, y qué actitudes debemos de mostrar para utilizarlas al máximo:

Una mente que permanece flexible y sensible, estará en un proceso constate de cambio creador y reaccionará a los patrones globales de la naturaleza… La sincronicidad aparecerá naturalmente en una mente que esté constantemente sensible al cambio, pues revela los patrones globales de la naturaleza y de la mente, y proporciona un contexto en el que los sucesos tienen su significado[17].

Sin embargo, también es posible, y como en la mayoría de los casos ocurre, que estemos desaprovechando todo ese potencial:

Cuando la mente, y su visión del mundo, se concentran en las formas explicadas y relaciones en el espacio y el tiempo, el significado global de la sincronicidad tiende a perderse. Así pues, el conocimiento se vuelve fragmentado y la capacidad de penetrar profundamente en la estructura de las cosas es perjudicada por la problemática percepción de patrones y contextos más amplios[18].

Por otro lado, alejarse totalmente de la realidad objetiva o explicada, es un arma de dos filos, pues existe el peligro de que se pierda la dimensionalidad de las variables físicas. “Del mismo modo, una mente que está obsesionada con la “sincronicidad” se concentrará en los patrones y significados globales en desmedro del análisis y concentración en los significados de detalles del espacio, del tiempo y de las estructuras materiales”[19].

Así mismo, dentro de las variables físicas, se encuentra una de las más importantes que es el tiempo, y que es necesario comprenderlo en el contexto de los órdenes explicados e implicados:

La ciencia mide el paso del tiempo, contando los ciclos de repetición que generan los procesos naturales en un fondo de cambio continuo. Del mismo modo, el tiempo se crea en la conciencia, por medio de la aparición de reacciones mecánicas relativamente fijas en el fondo del flujo constante. El tiempo, por lo tanto, es una creación de la mente que se puede proyectar en los procesos de la naturaleza. Su origen está en las formas explicadas arrojadas por los órdenes implicados de pensamiento[20].

 

 

            Teoría de la Resonancia Mórfica

El bioquímico Rupert Sheldrake al plantearse la pregunta del por qué los objetos de la naturaleza toman la forma que tienen y no otra, propone el concepto de “la memoria colectiva” (mencionado anteriormente), en el que todas las partes que la componen poseen toda la información de la naturaleza en un campo definido como “mórfico” y la transmisión de éste como “resonancia mórfica”, que podemos compararlo con el “campo cuántico” de Bohm explicado en la teoría anterior.

Tomemos como ejemplo el desarrollo de un embrión humano:

la coordinación precisa de todos los procesos implicados es de una complejidad inimaginable. Las células emigran, se dividen, se mueren o se diferencian en el momento apropiado; los órganos coordinan su crecimiento y sus secreciones; varias síntesis y procesos metabólicos se ponen en marcha y se paran en armonía con otros sucesos que ocurren en zonas remotas del organismo. El nervio óptico, por ejemplo, debe desarrollarse dentro del embrión de tal modo que los dos extremos de este complejo manojo de nervios hagan conexiones precisas entre los cien millones de receptores en el ojo y las distintas zonas de la corteza visual[21].

De aquí, es posible visualizar que el proceso de desarrollo embrionario es llevado a cabo por una serie de estructuras cooperativas muy diferentes a un sistema mecánico explicado en forma convencional en términos de estímulos químicos, síntesis de proteínas y sustancias basados en la información contenida en el ADN. Existe, en cambio, según Sheldrake, un campo mórfico que lo abarca todo y que contiene toda la información sobre la constitución del universo, semejante al campo cuántico de Bohm:

Sheldrake ha propuesto que tales campos de información (mórficos) existen e influyen en las estructuras de no sólo los organismos vivos, sino también en las de la materia inanimada… toda materia está relacionada con un campo de memoria, que desempeña un papel activo en guiar la formación de estructuras y procesos. Bajo la acción de un campo mórfico, los átomos entrantes se dirigen en las direcciones apropiadas para que las moléculas se formen de un modo eficaz… De este modo, las moléculas, cristales, plantas y animales se desarrollan según su forma apropiada. En la ausencia de estos campos, habría demasiadas alternativas y contingencias como para que la naturaleza pudiese mostrar la clase de unidad en la diversidad, que se observa en las estructuras de la materia y cosas vivas[22].

Así también, es posible describir la forma en que estos campos mórficos evolucionan, siempre buscando lograrlo con el mínimo gasto de energía, y la mayor perfección en acuerdo con la experiencia:

La primera vez que se crea una molécula nueva, o crece un cristal, deben recorrer, pieza por pieza, un camino sin visibilidad a través de los valles y huecos de su paisaje de energía, determinado por las varias fuerzas locales que actúan sobre él. Pero este proceso también provoca un campo mórfico, que es una especie de recuerdo de los procesos materiales implicados. Cuando ocurre de nuevo este proceso, juega con la ventaja, dice Sheldrake, de ser guiado por la información del campo mórfico. Con más y más repeticiones del proceso, el campo aumenta de fuerza y es más activo en su control de la dirección de los procesos… Del mismo modo, las fuerzas mecánicas cuánticas determinan el proceso global de la formación molecular, mientras que la información del campo mórfico conduce el proceso en la dirección más eficaz[23].

Con lo cual esta teoría estaría en perfecto acuerdo con la idea de la evolución de las especies e igualmente ambas perspectivas pueden ser aplicadas al caso de organismos vivos:

Cuando se trata de procesos muy complejos, como el crecimiento de una célula o el desarrollo del embrión, Sheldrake sugiere la hipótesis de toda una jerarquía de campos mórficos, que guían todos los procesos implicados. Los campos mórficos dirigen no solo la formación de estructuras, sino también su comportamiento, pues se supone que los reflejos y las reacciones de los animales que siguen un patrón también son dirigidos por estos campos[24].

“El organismo en desarrollo puede ejercer un efecto sobre su entorno y, alternativamente, el entorno puede actuar recíprocamente sobre la especie en desarrollo, para ayudarla a seguir caminos más apropiados de crecimiento”[25].

         

 

                 Teoría de los objetos fractales

Benoit Mandelbrot, matemático francés de origen polaco, expuso en 1975 la teoría de los objetos fractales. Sobre la definición de fractal, el matemático escribe: “acuñé el término fractal a partir del término latino fractus. El verbo correspondiente es frangere que significa “romper en pedazos”. Es pues razonable, ¡y nos viene de perlas!, que además de “fragmentado” (como en fracción) fractus signifique también “irregular”, confluyendo ambos significados en el término fragmento”[26].

Benoit Mandelbrot explica, refiriéndose a las formas de la materia de la naturaleza, que un fractal es una figura irregular que no corresponde a una dimensionalidad entera y que puede observarse cuando la relación entre área y volumen encerrado no sigue un patrón geométrico euclidiano. Esto sucede, por ejemplo, en el caso de la membrana que cubre el hueso de la nariz o en el grado de irregularidad que aparece en una línea como la de una bahía.

Mandelbrot asegura que en la naturaleza existen muchos fenómenos de carácter fractal y, entre otros, da el ejemplo de la forma de una cadena montañosa.

El concepto de fractal se ha aplicado a muchos otros campos de la ciencia: la física, la biología, la economía, la lingüística, entre otros.

Una característica notable de las fractales u otra clase de fractales es que se trata de formas geométricas que, entre otras propiedades, contienen una imagen de sí mismas en cada una de sus partes como la ramificación alveolar en los pulmones, la frontera difusa de una nube o la fluctuación de precios en el mercado.

Así, una vez conocidos estos fundamentos, es posible plantear un conjunto de hipótesis basadas en esas teorías que permitan explicar el fenómeno que es tema de este trabajo.

 

 

Relación de las teorías científicas con la lectura e interpretación de los signos del entorno individual

 

Galileo pensaba:

La filosofía se escribe en un gran libro que tenemos ante nuestros ojos -me refiero al universo-, pero no podemos comprenderlo si no aprendemos antes el lenguaje y entendemos los símbolos con los que está escrito. Este libro está escrito en un lenguaje matemático, y los símbolos son triángulos, círculos y otras figuras geométricas sin cuya ayuda resulta imposible comprender una sola palabra; sin tales símbolos, vagamos en vano en un laberinto oscuro[27].

La orientación de nuestras reflexiones coincide con este sabio respecto a la concepción del mundo como un gran libro. La diferencia de mis ideas con las del gran científico es que yo entiendo que se trata de un libro de ficción, una novela, obra poética cuya esencia son las analogías que, a su vez, son el centro del pensamiento, ya que éste se estructura teniendo como base semejanzas y oposiciones. Esta gran novela, el mundo, está escrita, como ya lo mencioné, en tres tipos de lenguaje literario: el denotativo, el simbólico y el pictórico o pictográfico.

En un ensayo, “Poesía y Lenguajes Literarios en la generación de los cincuenta”[28], escribí que poesía, según Aristóteles es poiesis, creación, vitalidad cuyo origen para nosotros es el big bang, ese impulso que no ha terminado porque aún todo evoluciona. 

Esta idea coincide con el pensamiento de David Bohm, quien, al referirse a la percepción de Newton sobre la gravitación, afirma que “una percepción así es un relámpago de intuición muy penetrante que es básicamente poético… Así en los aspectos más originales, la ciencia adquiere una cualidad de comunicación poética de la percepción creativa de un orden nuevo”[29]. Esta idea me impulsó para dar a este texto un enfoque desde la perspectiva de la creación poética.

Las leyes de la física que rigen el planeta tierra son, desde otra mirada, las mismas reglas de la estética a las que se sujeta la novela del mundo. Conocemos algunas y desconocemos otras como, por ejemplo, cuando un cazador acierta el tiro a su presa, siente el golpe en el brazo. ¿Por qué se tiene esa sensación? ¿Acaso porque los puntos se encuentran unidos entre sí?

Veamos algunos ejemplos donde se percibe un gran orden y conexión en la naturaleza:

En nuestro caso, como hemos explicado anteriormente, de la lectura de signos del entorno podemos deducir varias ideas. Primeramente, del lenguaje denotativo o literal que nos permite interpretar que tras de la persona a quien se lee el entorno, se reproducen o escenifican, mediante otras personas, situaciones o acontecimientos de su pasado. Por ejemplo: en un salón de clase, dos espacios o dos asientos atrás de un muchacho podría encontrarse sentada una joven platicando y sonriendo divertida con dos amigas, una a cada lado. En ese momento podría acercarse otro muchacho que la estrechara y permaneciera así durante un momento, para después tomarla de la mano y llevarla a otro sitio.

Esa situación significaría que dos años antes, en el pasado del muchacho a quien se lee el entorno, hubo una novia que tenía dos amigas, y que ella, al mismo tiempo, se relacionó con otro muchacho, otro novio con quien finalmente se fue.

De esa escena o situación se puede concluir que al vivir cualquier episodio, éste no se pierde, sino que, como ola, manifestación de un fractal temporal, se sigue reproduciendo a través de las personas que se encuentran tras el individuo que vivió la experiencia. Esto significa que el mundo efectivamente es una novela que todos estamos escribiendo con actos, que plasmamos una historia que permanece y no se borra. Con qué finalidad, no podemos saberlo, pero todas nuestras acciones quedan escritas en el libro de la vida. Puede concluirse también que cada individuo posee doble valor, uno de acuerdo a su propia conciencia y otro que representa para las otras personas según su posición en su lugar y en su medio social.

De este hecho es posible deducir también que la realidad posee un orden y una estructura dinámica perfecta. Por diversas razones no nos es posible acceder al conocimiento del orden a nivel microscópico, pero en la vida cotidiana hemos observado varios casos en los que puede percibirse fácilmente ese orden:

a)      Observamos que la traslación de la tierra es exacta y que, como consecuencia, se producen las estaciones del año.

b)      Observamos también la reacción química para que aparezca la lluvia en el planeta, los rayos del sol caen de manera perpendicular sobre los pliegues del mar por los efectos de la traslación de la tierra. Por esos mismos efectos aparecen los vientos que trasladan las nubes de vapor de agua hacia sitios donde se contraponen y chocan con otros vientos fríos que provocan el aguacero.

c)      Advertimos en la naturaleza el funcionamiento preciso de las cadenas alimenticias.

d)     Todo es de gran utilidad: el pasto se requiere para evitar la erosión de la tierra; los árboles renuevan el oxígeno mediante la fotosíntesis; los árboles adoptan la forma del terreno donde se encuentran, (en los lugares planos normalmente son anchos y de poca altura y en los lugares elevados son altos y esbeltos); el color rojo de la tierra, de las montañas casi siempre, sirve para la iluminación de los valles, esas tierras funcionan como pantallas.

e)      Al referirnos a la demografía del planeta y conocer los datos, nos damos cuenta de que hay aproximadamente la misma cantidad de hombres que de mujeres.

f)       El cuerpo humano. Observando una mujer engarruñada parece una flor pentámera. Su vulva es su metáfora con el vello púbico por cáliz y su pistilo por clítoris en la corola; antes de ser mujer fue flora. Es árbol con fronda por cabellera y peras en el pecho. Está formada de manera similar al planeta por tres partes de agua y una de materia. En ella, según se estudiaba antiguamente en las clases de anatomía, se encuentran los tres reinos: el animal, los instintos, según Freud; el mineral con su sistema de huesos y cartílagos (también existen filones de minerales dentro de los huesos); y el vegetal con los órganos y músculos regidos por el sistema nervioso de la vida vegetativa o involuntaria que representa el inconsciente. Veo clara similitud del cuerpo humano con el planeta, quizá por eso hay hombres con el color de la tierra negra, de la tierra blanca, de la tierra cobriza y de la tierra roja.

En el libro Tótem y tabú Freud afirma que el hombre primitivo equivale a la infancia        del mundo. Siguiendo este mismo orden de ideas, el romanticismo del siglo XIX, tal        vez corresponda a la adolescencia, y después del desarrollo de diversas regiones y     civilizaciones, hoy vivimos la etapa de la “globalización”, el momento en que hay        una tendencia a que haya una sola voluntad política que rija todo el cuerpo o todo el       mundo.

G) Desde otro ángulo, la forma de los dedos de un pie o de una mano es sólo un cuarto de circunferencia, las dos manos o los dos pies forman la media y preguntamos por la otra mitad. Lo mismo sucede con las caderas de un hombre que cuando se juntan con las de una mujer forman una esfera. El sistema reproductor de un hombre es complementario del de la mujer y éste último se encuentra invertido. Cada persona es la parte de un todo que se constituye y compenetra sólo en el orgasmo, reproducción del big bang donde chocan dos nebulosas, una ovalada, el óvulo (el símbolo de lo femenino para Freud), y el esperma que es alargado(el símbolo de lo masculino). El aparato reproductor masculino es imagen también del cuerpo del hombre con el glande por cabeza, el talle y los testículos como extremidades inferiores. De este modo la mujer, en el coito, recibe al hombre y su metáfora, lo puede reproducir más tarde. La figura del aparato reproductor se repite varias veces en el cuerpo: la nariz, que posee forma de pene, con los ojos, que semejan los testículos; los pulmones (testículos) con la tráquea (pene); y los pies, testículos, todo el cuerpo por falo con la cabeza que es el glande.

Desde un ángulo mecánico, el cuerpo es un robot vital con su motor, el corazón; el cerebro como computadora; el estómago, depósito de combustible; los pies, órganos de locomoción; las tenazas de las manos; el cabello que funciona como antena. Por eso las mujeres que usan el pelo largo son más receptivas, más sensoriales, y los monjes de diversas religiones que huyen de las sensaciones se tonsuran o se rapan; y la nariz funge como el botón de control. Observo la evidencia en que las mujeres de los pueblos de México aconsejan sonarse la nariz ante un susto o un enojo para      evitar la enfermedad de la diabetes, dicen; y cuando un niño llora y desmorece, debe oprimírsele la nariz y de esta manera se tranquiliza. Todos los animales son también como robots y la naturaleza los ha creado con los mismos principios: existe un solo modelo para la forma de ojos, por ejemplo; la flora visible parece clasificarse en tres niveles: la hierba, los arbustos y los árboles. Los animales, incluyendo al hombre, también existen o existieron en tres niveles. En el principio:

 

Se vio la vida en tres niveles:

hierba, arbusto, árbol

lagartijas cocodrilos grandes saurios

moscas auras pterodáctilos

anacondas coralillos lombrices

tiburones robalos pececillos

Y si ahora existen pigmeos

¿Antes de variar la gravedad

habría hombres gigantescos?[30]

 

Se conservan únicamente los que se arrastran y algunos de las aguas, tal vez los menos afectados por los efectos de la gravitación, pues los ejemplares grandes de las otras especies desaparecieron. Quizá su desaparición fue consecuencia del cambio de los campos gravitacionales que se modificaron por el paso del tiempo y posiblemente por la influencia de un meteorito. Las plantas y los animales son componentes y prolongación del cuerpo humano. Por eso, los hacemos parte de nuestro cuerpo y nos beneficiamos con sus propiedades: el raquitismo, manifestado mediante la pequeñez, por ejemplo, se remedia ingiriendo aceite de tiburón o de ballena, la manifestación de lo grande; en Puebla se curan las enfermedades del aparato respiratorio con el jarabe de ajolote, un anfibio con un sistema respiratorio muy poderoso que le permite respirar en el agua y en la tierra; los barros y erupciones de la piel desaparecen ingiriendo carne de un animal de piel muy lisa, la víbora; la diabetes, desequilibrio de azúcar en la sangre no se cura, pero se equilibra o controla tomando nopal y boldo que son vegetales amargos.

Quizá por ello Einstein decía que “Dios no juega a los dados”. Y Rupert Sheldrake se expresa en el mismo sentido:

En general asumimos que todas estas cosas suceden porque los materiales apropiados, bajo las condiciones físicas y químicas adecuadas, reciben la influencia de las leyes naturales -leyes invisibles e intangibles-, pero en cualquier caso presentes en cualquier lugar y en cualquier momento. En la naturaleza existe el orden; y el orden depende de leyes[31].

Al respecto coincido también con el físico David Bohm cuando asevera:

 

Prácticamente todos los físicos se han comprometido con la noción de que el orden del universo es básicamente mecanicista. La fórmula más común de esta noción es la de que se admite que el mundo está constituido por un conjunto de “partículas elementales” existentes por separado, indivisibles e inalterables, que son los “ladrillos” fundamentales del universo entero. En un principio se pensó que se trataba de los átomos, pero éstos se dividieron al final en electrones, protones y neutrones. Se pensó después que éstos últimos eran los elementos constituyentes absolutamente inalterables e indivisibles de la materia, pero  más tarde se encontró que éstos estaban sujetos a su vez a transformaciones en centenares de especies diferentes de partículas inestables, y ahora se han propuesto partículas todavía más pequeñas, llamadas “quarks” y “partones”, para explicar estas transformaciones. Aunque todavía no se ha conseguido aislar estas partículas, parece existir una fe inconmovible entre los físicos acerca de que, o bien éstas, o bien alguna otra clase de ellas que todavía esté por descubrir harán posible, al final, una explicación completa y coherente de todas las cosas[32].

 

Stephen Hawking opina también sobre el tópico que “toda la historia de la ciencia ha consistido en una comprensión gradual de que los hechos no ocurren de una forma arbitraria, sino que reflejan un cierto orden subyacente, el cual puede estar o no divinamente inspirado”[33].

En concordancia con lo anterior, entiendo que los instintos de los hombres y de los animales son reflejo de la inteligencia de la naturaleza, esa inteligencia que se percibe en el paralelismo o la coincidencia entre lugares y el interior de los humanos: las montañas poseen magia, producen seguridad y euforia. Esa inteligencia que en el siglo XVIII se reflejó en el mecanicismo expresado por Newton y simultáneamente en la cultura por el raciocinio tanto en el pensamiento de René Descartes como en las ideas estéticas del neoclasicismo. Esa inteligencia, en el siglo XIX, se manifestó en la física mediante el desarrollo del electromagnetismo, la atracción de los cuerpos, con Faraday y Maxwel, mientras que en la sensibilidad y la estética imperaban los sentimientos, sobre todo el amor del romanticismo que es la capacidad de unión entre los humanos y que es la ficción que une a los personajes en la novela del mundo. En nuestros días, tal vez, en coincidencia con la entropía, existimos personas que creemos que en el corazón del caos habita el orden.

Como ya hemos explicado anteriormente, en el lenguaje simbólico, otro de los lenguajes con los que está escrita esta obra literaria, el mundo, los objetos pequeños se remiten al plano macro. Una piedra puede ser símbolo de obstáculo, una abertura puede ser símbolo de separación, un piso plano podría ser símbolo de vida tranquila, sin problemas, y un piso con irregularidades y depresiones puede representar vida difícil con algunas crisis.

Es necesario comentar que las acciones humanas pueden además quedar plasmadas para ser leídas, antes o después de que sucedan, en el entorno del hombre o la novela del mundo a través de imágenes que se observan en superficies refractantes como agua, espejos, pisos de mármol o de loseta, etc. Estas imágenes, junto con cualquier dibujo, fotografía o ilustración de libros o revistas constituyen el lenguaje pictórico o pictográfico. Quizá estas imágenes, repetición de lo vivido, aparezcan debido a la llamada resonancia mórfica descrita en los apartados anteriores. Tal vez la lectura de los signos del entorno puedan leerse debido a ese fenómeno, que no niega ni se contrapone al orden implicado. Rupert Sheldrake lo explica del siguiente modo: “lo que sugiero es que puede existir una especie de memoria de la naturaleza y que la memoria que tienen los acontecimientos naturales en desarrollarse tiene que ver con el modo en que sucedieron esos acontecimientos en el pasado”[34].

David Peat opina sobre la misma teoría:

Sheldrake ha propuesto que tales campos de información existen e influyen en las estructuras de no sólo los organismos vivos, sino también en las de la materia inanimada. Según su explicación, toda materia está relacionada con un campo de memoria, que desempeña un papel activo en guiar la información de estructuras y procesos. Si su idea se tomase en serio, ampliaría la naturaleza de la materia introduciendo un nuevo nivel: el de la información activa.

Lo más asombroso de esta proposición es que estos campos mórficos, tal como se llaman, no actúan solamente en los embriones de desarrollo y otros sistemas biológicos sino que lo hacen en toda la materia[35].

Si nos referimos al futuro, el espacio que se encuentra delante de la persona a quien se lee el entorno, diremos que también observamos imágenes de personajes que aparecerán posteriormente. En este caso resulta necesario aclarar que únicamente se observan los rostros que no conocemos y que aparecerán, lo rostros ya conocidos no aparecen nunca.

Desde otro punto de vista, al leer los signos del entorno, es posible también concluir que en cada sitio donde se ubique una persona se encuentra la información de su pasado, de su presente y de su futuro, es decir, que se advierte coincidencia con la teoría de “el orden implicado” de David Bohm, ya que este físico inglés afirma que en cualquier fragmento de materia se encuentra la información de todo el universo. Dice:

Hemos propuesto que aquí está en juego una nueva noción de orden, que llamamos el orden implicado (del latín implicare que significa “doblar” o “plegar hacia adentro”). Según el orden implicado, se podría decir que todo está plegado dentro de todo. Esto contrasta con el orden explicado que predomina actualmente en la física, en el cual las cosas están desplegadas en el sentido de que cada cosa sólo está en su región particular del espacio (y del tiempo), y fuera de las regiones que pertenecen a las otras cosas[36].

Añade más adelante:

Este plegamiento y despliegue no sólo tiene lugar en el movimiento del campo electromagnético, sino también en otros campos como el electrónico, el protónico, las ondas de sonido, etc. Ya conocemos toda una multitud de tales campos, y sabemos que existen bastantes más adicionales, desconocidos hasta ahora, que se van a descubrir más tarde[37].

Interpretando la teoría de David Bohm, con referencia a la lectura de los signos del entorno, pienso que el orden explicado es el mundo de las cosas, el de los sucesos que corresponden al consciente o al lenguaje denotativo con el que se encuentra escrita la novela del mundo; el orden implicado, en cambio, es el del plano donde los sucesos y las cosas están envueltos en completa totalidad y unidad que, por decirlo de alguna manera, constituye la base del orden explicado del mundo que experimentamos a través de los sentidos y que, pienso, corresponde al inconsciente y que se proyecta y puede leerse por medio de símbolos e imágenes, los símbolos del lenguaje simbólico y las imágenes del lenguaje pictórico.

En la realidad, que es polisémica, existen pues los tres tipos de lenguaje de los que hemos hablado: el denotativo o de los hechos reales, el simbólico y el pictórico. Estos dos últimos corresponden al inconsciente y tal vez a la realidad plegada. En este contexto la sincronicidad es una manifestación del inconsciente o la expresión del lenguaje simbólico simultánea a la expresión de los hechos reales o del lenguaje denotativo. La sincronicidad en la novela del mundo es una frase metafórica, una frase poética. Muchos acontecimientos de la historia han sido anunciados previamente por la aparición de algún fenómeno, tal es el caso de un cometa que, previo a la conquista de México, parecía como un dedo señalando a la ciudad de Tenochtitlan. En realidad, cuando se leen e interpretan los signos del entorno, lo que se realiza es la lectura de una sincronicidad constante que es la cara inconsciente de la realidad que rodea a las personas y que posee una relación directa, demostrada, con el medio social de la persona a quien se lee el entorno.

En la lectura de los hechos de la novela del mundo es interesante descubrir como en la historia  recientes de México, con respecto al volcán Popocatépetl sucedió lo siguiente:

 

 

 

POPOCATEPETL

 

El Popocatépetl es boca de la nación mexicana

se halla con nieve cuando hay progreso

y se torna, volcán, arrojando vapor,

piedra incandescente o ceniza

cuando sufren desequilibrio

las fuerzas  sociales.

El día veinte se vio el error de diciembre del noventa y cuatro,

hubo devaluación monetaria,

el peso flotó en el mercado  cambiario,

y el día veintiuno el Popocatépetl se observó despierto:

¡setenta y cinco mil personas fueron desalojadas de su territorio!

El trece de diciembre de dos mil uno

se  declaró  Presidente a George Walker Bush;

Fox lo felicitó por su triunfo el catorce…

y debido a la gran actividad sísmica

se desalojó a más de treinta y dos mil personas de la zona

donde el Popocatépetl hizo erupción el día dieciocho.

¿Las dos manifestaciones fueron coincidencias?

Admitamos que el Popocatépetl

es montaña, cono de nieve del Anáhuac

o boca cuando es volcán esta tierra. [38]

 

La sincronicidad es pues algo así como la coincidencia significativa entre las dos realidades: la del consciente y la del inconsciente, es una frase o un momento metafórico en la novela del mundo. En la historia de México se ha observado en otros momentos: en el grito de Dolores, donde el pueblo mexicano gime y se exaspera por los dolores de su miseria precisamente el 15 de septiembre de 1810, el día de la virgen de los Dolores, según el calendario de Galván.

Se sucede otra metáfora o sincronicidad en el hecho de que al iniciar la independencia, los insurgentes asaltaran primero la Alhóndiga de Granaditas debido a que ésta era la casa de la semilla, sólo de esa manera germinó una nueva vida. Se da otra sincronicidad o frase metafórica cuando Félix María Fernández, cuyo nombre y apellidos significan “feliz rebelde luchador triunfante” decide adoptar el nombre de Guadalupe Victoria “Victoria del Río de Lobos”, la palabra “lobos” es representación de los insurgentes vencedores.

Se observa otra imagen literaria o sincronicidad en el temblor de 1985 cuando por su situación económica, el centro del país tembló, tanto en el inconsciente como en el consciente, pues temblaba de miseria por la crisis, esa crisis que se reflejó en un temblor de tierra principalmente en la ciudad de México.

A nivel mundial, un momento metafórico o sincronicidad en la historia relativamente reciente es lo que sucedió cuando en 1991, año capicúa, se pudo correr lo mismo de izquierda a derecha que de derecha a izquierda, es decir, de oriente a occidente y de occidente a oriente al desintegrarse la Unión Soviética.

La existencia de los cuatro lenguajes(añado aquí el de proyección personal que juega una especie de rol como de comodín inesperado, quizá un recurso de último momento del novelista desdoblado en  el interpretador que es el verdadero sujeto de este acto hermenéutico) con los que se encuentra escrita la novela del mundo y con los que es posible interpretar el entorno y el medio social, ya que ambos términos se corresponden, parecen tener una explicación definitiva y lógica en el pensamiento de Werner Heisenberg, el creador de la teoría cuántica, quien afirma que:

La realidad definitiva no se encuentra en los electrones, mesones y protones, sino en algo que está más allá de ellos. En las simetrías abstractas que se manifiestan en el mundo material y que se podrían considerar como los descendientes científicos de las formas ideales de Platón. Mientras que en concepto de una realidad definitiva plantea muchas preguntas, es posible aceptar estas simetrías abstractas o, mejor dicho, los principios que hay detrás de ellas. Por lo tanto, además de ser constitutivas y descriptivas, éstas desempeñan un papel inmanente y formativo que es responsable de las formas exteriores de la naturaleza[39].

David Peat añade finalmente sobre este punto que:

En resumen la naturaleza contiene determinados patrones y simetrías arquetípicas que no existen en ningún sentido material explícito, sino que están plegados en los varios movimientos dinámicos del mundo material. Según esta visión, la materia no representa una realidad fundamental sino que es una manifestación de algo que está más allá del terreno material[40].

Con afán de claridad, explicaré sintetizando que, como se ha comentado a lo largo de este trabajo, el proceso en el cual se desarrolla la lectura de signos del entorno, que a su vez refleja la estructura visible de la realidad, puede identificarse en una serie de pasos que a continuación se describen:

1) A la persona a la que se  pretende leer su entorno, llamado por simplicidad, el sujeto de observación, elige un lugar de su preferencia para situarse, de pie o sentado, e inmediatamente, la persona que llevará a cabo la lectura e interpretación de entorno, el observador, se dedica a revisar todos los elementos que se encuentran en línea recta detrás del sujeto para determinar su pasado.  Nos referimos a elementos como cualquier objeto que se encuentre en el piso o paredes,  pueden ser manchas, grietas, dibujos, deformaciones, etc. Cualquier detalle que se considere relevante es observado cuidadosamente y después interpretado a la luz de los pensamientos e ideas del observador. Aquí, como se ha comentado a lo largo del trabajo, una grieta podría significar una separación o la ruptura con alguna persona amada, (este es el lenguaje simbólico que puede existir porque en la estructura de la realidad coincide el entorno de un individuo con su medio social o general, coincide el micro con el macro medio), una mancha sería un problema moral, pero en todo caso, la idea que venga a la mente del observador será válida. Una vez observado e interpretado un evento del pasado, se procede a determinar la fecha en la que el evento sucedió, midiendo la distancia a la que se encuentra el objeto o elemento, utilizando una escala en la que el espacio que ocupa la persona será considerado como la distancia de un año o un ciclo ya que el espacio es lo plástico del tiempo. De este modo, si el espacio que ocupa un adulto sentado desde la punta de sus pies hasta la espalda es de 80 cm., un objeto colocado a 80 cm. de su espalda, podría considerarse como un evento ocurrido hace un año, y así sucesivamente.

Una vez que el observador ha llevado a cabo el proceso de recolección de información y de interpretación es importante, en una primera etapa de demostración y aprendizaje, que esto se le manifieste al sujeto para verificar la validez de sus interpretaciones a la luz de la realidad, ajustar cualquier discrepancia, y continuar este proceso hasta agotar todos los elementos a leer e interpretar. Por otra parte, no debe olvidarse que el lector es el sujeto de este acto hermenéutico y que él bien puede quedarse con la información sólo para su comprensión social.

2) Después de que el observador se haya asegurado de que un vínculo firme entre el sujeto, entorno y él se ha establecido, lo cual está en acuerdo con la sincronicidad referida previamente, con gran seguridad puede proceder a observar el entorno frente a la persona y siguiendo una línea recta hacia adelante. Aquí, cualquier detalle que perciba, podrá interpretarlo como sucesos o eventos que ocurrirán en el futuro (todo lo que se haya atrás de una persona corresponde a su pasado y lo que aparece delante pertenece a su futuro, lo inmediato es su presente). Una vez más, la distancia entre el objeto que observa y la persona, será medida en años o fracciones de éste con la misma escala que para los sucesos pasados. Esta lectura puede realizarse hasta donde el entorno lo permita, sin embargo en el caso de que existan paredes, es posible continuar su lectura siguiendo a lo alto de esta, e incluso continuarla en el techo para finalmente regresar al punto donde se encuentra el sujeto, con lo cual se cumple un ciclo, y en el que el proceso se repite indefinidamente, cosa que nos lleva a plantear que los sucesos se repetirán indefinidamente durante esos ciclos.

3) También, es posible observar e interpretar los sucesos, personas o cosas que son de mayor importancia para el sujeto, observando los objetos y detalles que se encuentran en línea recta a su derecha, y los menos importantes a la izquierda. La distancia en este caso también puede medirse en años siempre con el concepto de importancia.

En este punto, uno seguramente se plantea la pregunta: ¿Cómo es posible explicar este fenómeno a la luz de las teorías previamente mencionadas?

Como Bohm y Sheldrake han propuesto en sus teorías, todo lo que existe en la naturaleza, incluyendo la mente, poseen un campo cuántico o mórfico que los rodea, el cual contiene toda la información de su entorno, y así, el campo cuántico que existe en la mente del sujeto al que se hace la lectura, y el cual contiene sus recuerdos, anhelos, proyectos, temores, actúa sobre el campo cuántico del entorno y lo modifica al producirse un conjunto de interferencias constructivas (plegamientos) que se manifiestan como partículas materiales u objetos en el entorno (grietas, manchas, formas, colores, estructuras, etc.), que son percibidos por el observador, las cuales a su vez, y por medio de sus campos cuánticos provocan interferencias con los campos cuánticos de los pensamientos e ideas del observador, y lo llevan a percibir, después, en base a sus propias experiencias, conceptos y paradigmas para interpretar ese entorno, y por tanto a descifrar los sucesos pasados del sujeto. De este modo es posible decir, que entre la mente del sujeto, en donde se guardan sus recuerdos, emociones, tristezas, frustraciones, y el observador, se establece una comunicación, en la que el entorno interviene como canal de comunicación o mediador, y esto le permite, digámoslo así, leer sus recuerdos y vivencias, incluso  aquellos que se encuentran sólo en el inconsciente, y que en ocasiones ni siquiera el mismo sujeto recordaba, pero al decírselo, los hace conscientes.

Para el caso de la lectura e interpretación de lo que es más importante, o menos importante para el sujeto, y que se encuentra a sus lados, es lógico pensar que los pensamientos sobre lo que es más importante se proyecten en su lado derecho, debido a una convención general que como sociedad hemos establecido (que la mano derecha, o lo que se encuentra a la derecha es lo más importante, mientras que lo de la izquierda es secundario). Aquí una vez más, la influencia del campo cuántico producido por la mente del sujeto inmerso en una sociedad y sus paradigmas, se proyecta hacia su entorno a la derecha e izquierda afectando el campo cuántico de éste, y a su vez sobre los pensamientos del observador que procede a su lectura e interpretación.

Finalmente para la lectura de sucesos futuros, la explicación no es tan sencilla debido a que se trata de eventos que todavía no han ocurrido, y por tanto es poco probable que puedan estar registrados en la memoria del sujeto, como en el caso de los sucesos pasados, sin embargo, es posible plantear dos hipótesis basadas en las teorías mencionadas y que podrían servir para su futura explicación.

La  primera posibilidad sería que se considere que realmente no se estén leyendo sucesos del futuro, sino que se leen los anhelos o metas del sujeto, el probable futuro por el cual luchará y llevará a cabo toda clase de acciones con el propósito de convertirlo en realidad, por lo que la explicación se reduciría a la misma que hemos planteado sobre los sucesos del pasado, los cuales están registrados en su mente. Así, el observador estaría en posibilidad de leer e interpretar un futuro probable.

La segunda posibilidad, mucho más compleja, pero sumamente atractiva y desafiante tiene su soporte en la teoría de la totalidad y la memoria colectiva, en la cual,  puesto que todo en el universo está interconectado, ningún suceso presente o futuro es fortuito, sino que es planeado, y  conocido por toda la naturaleza. Así, los campos cuánticos del entorno contienen toda la información sobre los fenómenos y sucesos que se están llevando o se llevarán a cabo en cada rincón del universo, y para el caso del entorno del sujeto, sobre su futuro. Esto, por supuesto implicaría que todo ya está predeterminado, como el guión de una novela, que no hay nada nuevo bajo el sol, además de que todos no seriamos otra cosa que simples actores apegados a un guión de una obra ya escrita que es el universo, con su tiempo y espacio, la cual ha sido una hipótesis planteada a lo largo del tiempo y en distintas partes de este trabajo.

En ambos casos, consideramos necesario continuar estudiando el fenómeno, en distintas condiciones, aislando variables para determinar su validez universal, además de profundizar más en las teorías mencionadas, o buscar nuevas para dar mayor luz a la explicación. Así, en los capítulos posteriores se presentará un conjunto de experimentos realizados con la intención de mostrar la existencia del fenómeno que nos interesa, y su validez de método para interpretarlo; experiencias realizadas con el aval de personas e instituciones que aportan seriedad a este trabajo.

 

             Fractales de tiempo

 

En 1977, Paul Davies, investigador en temas de astronomía y catedrático de física teórica en la universidad de Newcastle, afirmó que: “nunca se ha realizado un experimento físico para detectar el paso del tiempo”[41].

Y advirtió: “en el nuevo cuadro de la humanidad en el universo, el futuro, si es que existe, seguramente traerá consigo descubrimientos acerca del espacio y del tiempo que abrirán nuevas perspectivas entre humanidad, la mente y el universo”[42].

Y escribió en otro libro: “en nuestro siglo, el desarrollo matemático de la física ha ido mucho más lejos y ha incorporado muchas ramas abstractas de las matemáticas como la geometría no euclidiana”[43].

Pues bien, La interpretación de los símbolos del entorno individual considerando el mundo como novela constituye, en su fase empírica, un experimento científico sobre el tiempo. En esta fase de la investigación, se evidencia que el tiempo, además de mostrarse lineal, se presenta, de manera paralela, como simultáneo y global ya que un descifrador, en un mismo instante presente de tiempo lineal, puede observar un evento del pasado. Esto significa que el tiempo tampoco se sujeta estrictamente a la geometría euclidiana.

De acuerdo a lo anteriormente expuesto por Mandelbrot sobre la Teoría de los objetos fractales, considero que existen también los fractales de tiempo. Su presencia puede evidenciarse con la lectura y el desciframiento de los símbolos del entorno de un individuo, pues cuando en un momento de un tiempo presente el intérprete observa a una persona que trae en los manos, por ejemplo, una servilleta de papel con la cual las limpia, es seguro que en su medio social esté manejando también un documento que justifica su actuar. Esto significa que hay y se percibe un tiempo general presente paralelo a la fracción del instante de la lectura, los dos sucesos ocurren en fracciones ramificadas o paralelas de un tiempo que es infinito, pero que en ese punto de observación se mostró en dos aspectos.

Otra evidencia se vislumbra cuando al realizar la lectura, en un momento de tiempo lineal, aparecen o se repiten detalles de sucesos acaecidos en una fracción del tiempo pasado como ramificación o repetición de un tiempo general. Es el caso, de cuando se realiza la lectura a un estudiante en un salón de clase: si a tres pupitres tras él, se halla una muchacha que es abrazada en ese momento por otro estudiante, significa que hace tres años, la muchacha, al mismo tiempo que era novia del sujeto a quien se realiza la lectura, le era infiel y en la misma época tenía también otro novio(esta observación corresponde a la estructura evidente de la realidad a la que, al leerla, he denominado lenguaje denotativo). En este caso, aparece la evidencia de un suceso en sólo un fragmento de tiempo pasado que parece irregular, paralelo, ramificado o simultáneo al presente, el instante de la lectura.

 

                        El Fenómeno de la Repetición de hechos y personajes

 

Carlos Marx comienza El 18 brumario de Luis Bonaparte diciendo: “Hegel dice, en alguna parte, que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se repiten, para decirlo de alguna manera, dos veces. Pero se olvidó de agregar: la primera, como tragedia, y la segunda, como farsa. Caussiedere por Danton, Luis Blanc por Robespierre”[44].

En el orden de los sucesos, en México, la guerra de independencia 1810 se repitió en la Revolución de 1910.

Podríamos añadir que el último rey azteca, Cuauhtémoc, fue vencido por Carlos I de España a través del conquistador Hernán Cortés catorce años después del último Fuego Nuevo de 1507 y que en el siglo XX, Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del partido que a la postre sería identificado como del sol azteca, el PRD, fue vencedor en los comicios de 1988. Le fue arrebatado el triunfo trece años después del último Fuego Nuevo de 1975 por otro Carlos, Carlos Salinas de Gortari. A través de este gobernante, México quedó atado al capital de los Estados Unidos a través del Tratado de Libre Comercio.

En cuanto a los personajes, el espíritu libertario de Don Guillén de Lampart se repitió en Hidalgo, Madero y quizá Vicente Fox. Las similitudes son las siguientes: Don Guillén de Lampart fue un irlandés que intentó independizar a México en 1642.

Hidalgo era hijo de Don Cristóbal Hidalgo, apodado el “zorro”. Inició, en 1810, la guerra de independencia contra el dominio español con duración de trescientos años. Fue fusilado sin conseguir su objetivo en 1811. Encomendó el mando a un michoacano, a José María Morelos y Pavón.

Vicente Fox terminó con una “dictablanda” de setenta y cinco años del PRI. Tenía gran admiración por Francisco I. Madero y vivía en el rancho de San Cristóbal. Se apellida Fox, zorro, y es hijo de un irlandés. Dejó el poder a Felipe Calderón, un político de Michoacán que mostró, a su vez, gran admiración por Morelos.

¿A qué se debe la repetición? La respuesta parece ser la siguiente:

Como ya lo informamos el físico inglés David Bohm, en su teoría de “La totalidad y el orden implicado”, argumenta que existen dos órdenes en el mundo: el implicado y el explicado. Expone, como parte de su teoría, que cada fragmento de materia contiene toda la información de un objeto y, en general,  de todo el universo. En estas condiciones, al desplegarse el orden implicado, esto es, al evolucionar, la materia se despliega sobre sí misma, ya que la partícula de un todo es similar al todo. Parece entonces que cada elemento es semejante al todo y, al desglosarse, desplegarse, desenvolverse o evolucionar sigue el proceso de desdoblarse en sí mismo y ese desdoblamiento de la identidad, desplegamiento del orden implicado, provoca la repetición.

Por otra parte, la mente humana repite buscando la seguridad; el mundo, ser vivo, fuente de vida, en aras de la seguridad y eficiencia no puede prescindir de la repetición. La repetición es también esencia del arte que es metáfora de la vida, sobre todo de la música y la poesía.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

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Bowler, Peter J. e Rhys Morus, Iwan, Panorama general de ciencia moderna, Crítica, Barcelona, 2007.

 

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Davies, P. C. W., El espacio y el tiempo en el universo contemporáneo, FCE, México, 1996.

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Platón, Diálogos, Porrúa, México, 1993

Sheldrake, Rupert, La presencia del pasado, Kairós, Barcelona, 1990.

Reconocimientos de la efectividad del método para la lectura e interpretación del entorno individual expresadas en fragmentos de reseñas sobre el libro Destino y otras ficciones

 

 

José Gordon “El libro del destino” por Vicente Francisco Torres

El más reciente libro de José Gordon es resultado de una inquietud intelectual que tiene ya varios años y de la cual me he mantenido un tanto cerca. Allá por 1993, aproximadamente, llegué a su oficina mientras él trabajaba en su computadora con los horóscopos hindúes. Me preguntó algunos datos sobre mi nacimiento y, con ellos, aventuró algunos datos sobre mi futuro. Para mi sorpresa, lo que él decía era coincidente con lo que un amigo, el poeta Mario Calderón, me había dicho unos días antes con la lectura del la circunstancia en donde me encontraba (un salón del sistema de bachillerato). Mientras Mario Calderón lee los nombres y la circunstancia de las personas –objetos, figuras en las vetas de la madera o en los rayones sobre las mesas escolares- e incluso ha hecho una lectura colectiva con los psicólogos de la Universidad de Puebla quienes le otorgaron una constancia de sus aciertos, José Gordon plasmó en un libro de ficción algo que lo une a Mario Calderón: la inquietud por la manera en que se cumple el destino de las personas y el papel que desempeña el libre albedrío (…) Si en el libro de Gordon se anota que “Nuestras fallas no están en las estrellas sino en nosotros mismos” y que sólo el conocimiento anticipado impide que se cumpla el destino, Pepe y Mario Calderón parecen coincidir en que todo está escrito; Pepe menciona que nuestra energía anticipada puede evitar algunas catástrofes y Mario, cuando es interrogado abiertamente, inclina la cabeza y dice que no hay vuelta de hoja. Qué terrible intuir que somos como pájaros ciegos queriendo escapar de una campana de cristal”.

La Cultura en México de “Siempre! Octubre 24 de 1998.

 

 

Mario Calderón: la otra realidad por Ignacio Trejo Fuentes

Destino y otras ficciones, de Mario Calderón, es uno de los libros más singulares, por no calificarlo de original, de cuantos he leído de autores mexicanos en los últimos años.

Aunque eso no suele hacerse en las reseñas, debo decir que Mario es profesor de literatura en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que estudió en la UNAM y que ha desarrollado un procedimiento científico filosófico, como él lo llama, de adivinación. Siguiendo a Freud y a Jung, propone que existen dos tipos de realidad, una externa y otra interna, y que la vida puede leerse como se lee un texto literario, pues ahí, a la vista de quien posee la sensibilidad y conocimientos, están todas las cosas del pasado, del presente y del futuro. Y él mismo es capaz –me consta- de aplicar tales principios: puede decir a cualquier persona, conocida o no, qué le ha sucedido antes, qué le está ocurriendo y qué le pasará con sólo mirar alrededor del analizado Para no conceder que padece demencia, ha comprobado la validez de su sistema ante científicos quienes delante de las evidencias no han tenido más remedio que certificar la exactitud de sus ejercicios de adivinación.

Pues bien, su libro de relatos, que tiene un evidente sentido autobiográfico, está lleno de esos acontecimientos. Mario cuenta historias en las que su proceso de adivinación (no encuentro otra palabra) se ha manifestado. No se piense, por ello, que se trata sólo de planteamientos retóricos para sostener sus ideas al respecto, sino de auténticos ejercicios narrativos que se sostendrían con igual fuerza, o quizás mejor, si se ignoraran los datos personales a los que he hecho referencia. Además, los textos asedian una y otra vez asuntos como el de los fantasmas, los espíritus, la telepatía, etcétera, pero de nuevo no se trata de charlatanerías, sino de hechos que se sostienen en la certeza científica que el escritor enarbola. Así más que de ficciones de naturaleza extranatural, se trata de materiales que conjugan la magia con la ciencia.

En varios de los relatos aparece una constante: quien narra (alter ego de Calderón), analiza las etimologías de varios nombres y encuentra que siempre éstos corresponden a la personalidad de quien los lleva puestos (el Destino que da título al volumen). Y la verdad que sus ejemplos convencen. Y otra vez, debo decir que ésta es una práctica real y cotidiana de Mario, quien prepara un libro de ese tenor.

Es natural que a quienes no les agradan asuntos como la adivinación, pondrán reparos a las tesis que el autor disemina a lo largo de sus narraciones, y por eso he insistido en la concordancia entre éstas y la vida de aquél: hay siempre un trasfondo científico.

Por lo demás, si se pidieran dejar de lado los planteamientos teóricos de Mario Calderón, sus relatos tienen el vigor necesario para poder leerse con frescura e interés permanente, porque sabe contar y lo hace con un dominio notable del lenguaje: no en balde sabe tantas etimologías y es asimismo poeta. Dije ya que destino… es uno de los libros menos convencionales que he leído, y espero que otros lectores estén de acuerdo: es seguro que eso le sucederá a José Gordon, encargado en estas páginas de la ciencia (por cierto, Mario Calderón dedica una de sus ficciones a Pepe)”.

La cultura en México de “Siempre!, Diciembre 24 de 1998.

 

Mario Calderón: El retorno de los brujos por Marco Tulio Aguilera Garramuño

Hace algunos días se presentó en el Museo de Antropología el libro El relato español contemporáneo, selección, prólogo y notas del inefable y productivo Raúl Hernández Viveros. Entre los presentadores se encontraba un extraño personaje a quien le tocó sentarse al lado mío en el presidium.(…) fue Mario Calderón. Me estuvo llamando mucho la atención su aspecto de santón hindú, sus ojeras densas y una especie de ausencia del mundo. Leyó un texto extraño, lleno de números. Esa misma noche podría hablar con él en el restaurante Covadonga. Me descubrió su auténtica profesión: estudioso en las estructuras de la realidad. Así como suena. El hombre te mira, mira lo que está a tu alrededor, y comienza a decirte detalles sobre tu vida, sobre tu futuro. En mi caso acertó en todo, sin conocerme. ¿Cómo lo hizo? Mirando qué objetos había a mis espaldas en el restaurante, contando no sé qué espacios. Dice que él ha descubierto que la realidad tiene una estructura y que esa estructura está relacionada con lo que te rodea en cada momento de tu vida. De modo que leyendo lo que había tras de mí en el restaurante, supo más de mi que la mayoría de mis vecinos Además, me regaló un par de breves libritos. Uno de ellos lo definió como cuentos campesinos, título ¿Dónde el águila paró? Textos bellísimos, poéticos, escuetos, sin ningún adorno, pero con una profundidad que me hizo pensar que efectivamente, Mario Calderón sabe leer la realidad y además sabe cifrarla poéticamente.

Crónica de Jalapa, agosto 1 de 2003.

Destino Manifiesto, comencé a jugar el experimento con mis alumnos: Mario Calderón

Mario Calderón, coordinador del posgrado en Literatura Mexicana de la Universidad Autónoma de Puebla y aspirante a doctor en letras por la Universidad de la Ciudad de México, a parte de haber publicado varios libros de cuentos y poesía se ha involucrado en el descubrimiento de un proceso de sensibilización u observación de la realidad circundante que puede reconocer la verdad de nuestro pasado, presente y futuro. La lectura de las evidencias que nos rodean es una analogía de la lectura de nuestros destinos y lo importante es que él lo ha convertido en un método que puede enseñarse.

El comienzo

Yo realicé mi tesis de maestría en literatura iberoamericana en la UNAM, afirma, la presenté en 1996 era un análisis del libro de cuentos indígenas El Diosero de Rojas González, el trabajo lo realicé bajo análisis psicoanalítico, es decir, buscando dos realidades: una con la que todo el mundo se queda y otra que es la que subyace, que corresponde al inconsciente. A esta realidad se puede llegar a través del desciframiento de los símbolos, es decir, entrar a la obra literaria como si fuera un sueño y así se accede a la historia que está abajo.

Y llegó el momento

Después de graduarme en la UNAM de la maestría, comencé a jugar con el experimento con mis alumnos, pensé que así como esto sucedía en un libro podría suceder en la vida diaria, es decir supondríamos que estamos viviendo en una obra literaria, una novela o un cuento. En la vida diaria la gente que lo rodea a uno tiene también dos historias –así interpreta Mario la realidad- la que todos conocemos y otra escondida en el inconsciente, y a esta segunda historia se puede acceder por medio de símbolos, sería como descifrar su sueño.

No faltó quien pensara que más allá de un juego esto era charlatanería y entonces fue que solicité un experimento en la facultad de psicología de la UAP, cuando estaba de director el Doctor Rodolfo Espinoza. Me presenté ante un grupo de estudiantes que yo no conocía, estando presente su maestra y el director de la facultad, en ese momento yo hice 20 aseveraciones del pasado de cada uno de los alumnos (una por cada uno de ellos), dentro de la materia de medición de escalas de conducta, en este ejercicio acerté en el 100 por ciento, aunque yo advertí que podría existir un margen de error del 20 por ciento; en esta ocasión no me atrevía a decir nada de lo que no estuviera absolutamente seguro, acerté, se sorprendieron y me extendieron una constancia de hechos, asegura.

El descubrimiento

Yo considero que esto que he logrado desarrollar con el tiempo es un descubrimiento, porque ahora yo puedo alejarme, asegura Calderón, totalmente de la teoría freudiana y de Jung, y que puedo reinterpretarlo sin esos antecedentes, simplemente considerando que la realidad tiene una estructura. Hay personas que me han dicho que esto puede ser una capacidad mía, pero no es así ya que este método se puede enseñar a cualquiera, es totalmente científico y basado en la observación, en la experimentación y además es repetible.

La tarde anterior Mario y yo nos habíamos encontrado en Reforma y 4 Norte, Amelia y Armando me comentaron de la experiencia y cuando ellos se fueron, yo me quedé interrogando al escritor, mi romanticismo escéptico me condujo a un sin fin de preguntas sobre el experimento que además está consignado en un libro de su autoría y que ha agotado ya tres ediciones y está en circulación la cuarta (según las diferentes portadas que observé, en 1988 apareció la primera edición del libro). “El libro ha servido como un texto teórico, como por ejemplo en la facultad de ciencias políticas de la UNAM y de la Universidad Pedagógica Nacional donde me han llamado para llevarles la práctica”.

Hasta el momento tiene seis libros de poemas publicados desde 1976 a la fecha. Este libro fue producto de la beca estatal del Puebla del Fonca.

Era el comienzo de una tarde cuando la temperatura de la luz comienza a cambiar y volverse naranja cálido, iba rumbo al periódico después de regresar del Carolo, quedé de pie en el costado derecho del exterior de la iglesia de la Compañía. Las sombras eran incipientes pero intensas sobre las lajas, sus primeras conjeturas llamaron mi atención; ya Amelia me comentó que a ella nunca le había dicho nada cierto, sin embargo, mientras Mario daba una vuelta a su eje. Armando, este último, tenía un rictus de sorpresa totalmente convincente.

Como fue

Su observación primero fue directa a los alrededores, arriba y abajo, casi nunca sobre de mí, caminaba varios pasos en todas direcciones y ni qué decir de las miradas atónitas de todos los que pasaban por el lugar. Hace tantos años pasó esto y esto y cuando el ciclo se cumplió, sucedió de nuevo, me soltó de pronto, y ya has tenido tiempo suficiente de vida para observarlo y constatarlo. Hace tantos años esto y esto más marcó el cambio en tu destino y tú decidiste llevarlo a cabo, dejaste que tu destino te guiara –finalizó-, no puedo negar que me sorprendió el grado de exactitud  con las fechas no así con los personajes que fueron más ambiguos y aunque sí atinó siempre al género de ellos y sus influencias.

            Esto no se iba a quedar así, lo cité para el medio día siguiente en un lugar cerrado para entrevistarlo y observar a mi vez su método.

La entrevista

¿En qué momento y cómo te das cuenta de que esto es posible y que puedes hacerlo?

-En la primera ocasión, frente a mi casa sucedió un evento que por analogías y suposiciones yo predije allá por 1982. Desde entonces yo he venido desarrollando este experimento incluso con un fin educativo con implicaciones filosóficas, históricas y en el ser humano y su cultura.

Esto fue un hallazgo, yo creo que lo que encontré fue la estructura de la realidad, porque todo lo que está a espaldas de uno representa el pasado y lo que está a la derecha es lo de mayor importancia, a diferencia de Freud, quien decía que lo de la diestra es la moral.  Entre los diversos tipos de lenguajes se encuentran el directo y los otros que son simbólicos.

Cuando te interrumpí me estabas explicando que esto podría ser un método científico, de ser así ¿cuál sería su metodología?

-Simplemente las claves para la lectura, el mundo es como la página de un cuento o una novela, entonces hay que considerar sus claves. Yo considero que el espacio es lo plástico del tiempo; para medir la época simplemente se cuentan espacios y se puede llegar hasta mucho tiempo atrás.

Joaquín Ríos, Diario Síntesis de Puebla, septiembre 29 de 2003.

 

Destino y otras ficciones por Patricia Gilhuys

Mario Calderón recorre, con este segundo libro de cuentos, las más profundas cárcavas de la yoidad. De formación psicoanalítica y literaria, se vale de ambas herramientas para, en un ejercicio lúdico, contar historias sencillas y arribar a verdades capitales. El efecto de tapiz fondo-forma entreteje cuidadosos nudos donde anidan imágenes soterradas en el inconsciente que desnudan las palabras.

            Expone sin pretensiones intelectualizantes su método para leer el inconsciente de las personas, sin acudir al manido cuestionario y diván del psicoanálisis. Establece la correlación existente entre la semántica del nombre y el individuo que lo ostenta, con pasmosa precisión: “… el presidente Luis Echeverría había gobernado en congruencia con el significado de su nombre combate por la casa nueva, había comenzado la crisis; empezó el dialoguismo y la apertura política; nació la conciencia de pertenecer a la pobreza del recién llamado Tercer Mundo” Y las páginas adelante, encontramos: “…gobernada José López Portillo, cuyo significado de nombre equivale a agente acrecentador del hueco: por su política de burgués irresponsable le pareció fácil el dispendio de recursos y, como consecuencia, la administración se desestabilizó y pareció crearse un enorme portillo por el que huyeron los capitales de México”.

Inquietante obra que nos abre múltiples interrogantes y el deseo de explorar los territorios de la física cuántica, de las ciencias de la conducta, de la astronomía y nos reafirma la percepción del breve trayecto que como seres vivientes describimos en el universo.

Diario. Punto, México, junio 19 de 2000.

 

Existen dos realidades, dos historias: Mario Calderón

Destino y otras ficciones es un libro que ha sido editado en tres ocasiones, donde el profesor Mario Calderón, poeta, ante todo, ensayista y narrador, a través de sus relatos (sobre todo el primero) revela un método de lectura del inconsciente –el cual, personalmente comprobamos-, del cual accedió amablemente a comentar a este medio.

“Hice mi tesis de maestría en Literatura Iberoamericana sobre El Diosero y otros relatos de Rojas González. Ese libro de cuentos lo analicé con el método sicoanalítico, el cual goza de mucho prestigio en la UNAM, durante el curso de Literatura y Sicoanálisis…Un día se me ocurrió aplicar el mismo método sicoanalítico de la obra literaria a la vida real, considerando que el mundo es una novela.”

Calderón propone que existen dos realidades, dos historias, la del consciente o común y otra que subyace, que correspondería al inconsciente. Para acceder a esta última es necesario descifrar los símbolos del inconsciente, de los cuales habla Freud en el libro La interpretación de los sueños, en este libro Freud establece equivalencias entre los objetos y su valor simbólico, de acuerdo a los sueños de sus pacientes. Para formular estas equivalencias Freud se basó en el principio de la analogía de Aristóteles, es decir, las cosas se vuelven símbolo por analogía”.

Los primeros experimentos Calderón los realizó con sus alumnos de la preparatoria Lázaro Cárdenas, quienes accedieron a que el profesor los presentara al inicio del curso sin tener conocimientos previos sobre sus vidas. Los resultados fueron muy acertados y la experiencia resultó muy agradable para los estudiantes. Mario Calderón llamó a su método “Lectura del inconsciente”.

Con este método, que cualquiera puede aprender, asegura su creador, se pueden conocer los detalles generales del presente, pasado y futuro de otra persona, aunque advierte que con el futuro existen más reservas pues tiene otras implicaciones filosóficas, más difíciles de comprobar.

Actualmente, la teoría de la “Lectura del inconsciente”(…)  se encuentra vinculada con otras teorías científicas como la David Bhom, físico atómico reconocido mundialmente, que ha planteado una teoría del orden implícito y explícito donde el universo aparece como una totalidad en movimiento. Sus implicaciones no se quedan allí sino que tocan a la persona y al mundo en el que se mueve.

La teoría de este físico coincide con la de “Lectura del inconsciente” pues Bhom piensa que en cada sitio está la información de todo el universo. Calderón a su vez observa que el espacio físico y los elementos que lo componen están muy relacionados con tu historia. Ninguno de los dos han trabajado juntos, no obstante se relacionan algunos de sus postulados.

“Toda realidad tiene una estructura que desconocíamos, ese, considero, es mi principal hallazgo”, afirma el maestro Mario Calderón, quien además sostiene que la vida es una obra literaria que todos podemos leer a través de claves, pero cuáles son éstas.

Él nos explica que todo lo que se encuentre atrás del individuo analizado, responde al pasado, lo que está a la derecha es lo más importante (aquí hay una discrepancia con Freud, pues él postula que el lado derecho corresponde a lo moral y el profesor Calderón sólo lo relaciona con lo más importante para la persona); lo que se ubica en la izquierda adquiere menos relevancia en la vida del sujeto; lo inmediato es el presente y lo que está adelante representa el futuro.

Para leer el inconsciente es necesario apoyarse en tres tipos de lenguaje: el denotativo, el simbólico y el pictórico o pictográfico.

De esta manera, advierte el maestro Calderón, el lenguaje simbólico, es donde los objetos adquieren una importancia relevante, por ejemplo, si en el lugar donde se está analizando a la persona observas una grieta en la pared o en el piso, podría significar separación. Si por el contrario se ubica una piedra esto puede ser símbolo de obstáculo, es decir, los objetos por analogía se convierten en símbolos.

Por su parte, el lenguaje pictórico tiene que ver con los dibujos o imágenes cercanos a la persona que se analiza. Un ejemplo de esto, menciona Mario Calderón, es cuando observamos y formamos imágenes o figuras en las nubes o el piso, las cuales están relacionadas con nuestra vida, además de que tienen un sentido si prestamos atención.

También los colores que vestimos tienen un significado, generalmente relacionado con el tradicional, de ahí que el rojo pueda vincularse con la pasión aunque no necesariamente sexual, en realidad lo que se hace es una lectura de significado, una lectura semiótica.

Cabe destacar que el valor que Calderón le asigna a los símbolos parte del principio de las analogías de Aristóteles, también utilizado por Freud. La utilidad de la “lectura del inconsciente” puede ser variada, afirma su creador, ya que funcionaría muy bien en la orientación vocacional, al emprender un negocio o para conocer si las personas son confiables o simplemente para contar con un poco de prevención.

Mario Calderón fue muy preciso al declarar que su método puede tener un rango de error y que no hay precisión absoluta sobre los detalles, más bien se pueden conocer aspectos generales de la persona que se analiza. No obstante, su método parece sustentarse en algunas bases científicas, de ahí que su experimento de leer el inconsciente a un grupo de alumnos de la facultad de psicología de la BUAP, a los cuales no conocía, fue acreditado por esta institución como un método válido, al haber acertado en un 100% en todas sus aseveraciones.

Asimismo, afirma que él no posee ninguna capacidad extrasensorial para aplicar este método, más bien se basa en la curiosidad y en la observación, de ahí que se pueda enseñar para que cualquier persona lo pueda aplicar.

“Bhom dice: cada fragmento de la materia contiene la información de todo; Borges decía que había un Aleph, que es un sitio donde converge todo el universo, yo digo que todo es un Aleph, cualquier sitio es un Aleph, donde se encuentra la información de todo el universo y de todo tu pasado, sólo se necesita descifrarlo, además de que es muy fácil, sólo por analogía…”

El maestro Calderón se ha dedicado muchos años a la docencia en literatura, egresado de la licenciatura en lengua y literatura hispánica de la UNAM, cursó su maestría en literatura iberoamericana en la UNAM y realizó estudios de doctorado sobre pensamiento y cultura en América Latina.

Dalia Patiño, Diario Síntesis de Puebla, enero 9 de 2004

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[1]  David Bohm, La totalidad y el orden implicado, Kairós, Barcelona, 2002, p. 22.

[2]  Ibid., p. 15.

[3]  David Peat, Sincronicidad, Kairós, Barcelona, 2001, p. 34-36.

[4]  Ibid., pp. 36-37.

[5] Ibid., p. 39-

[6] Esta afirmación deja abierta la posibilidad de que los planos macro y micro se correspondan.

[7] Ibid., p. 194.

[8] Ibid.

[9] Ibid, pp. 195-196.

[10] Ibid., pp. 196-197.

[11] Ibid.

[12] Ibid, p. 195.

[13] Ibid, p. 199.

[14] Ibid, p. 200.

[15] Ibid.

[16] Ibid, p. 204.

[17] Ibid, p. 205.

[18] Ibid., p. 206.

[19] Ibid.

[20] Ibid., p. 201.

[21] Ibid., p. 184.

[22] Ibid., pp. 184-187.

[23] Ibid., p. 188.

[24] Ibid., p. 189

[25] Ibid., p. 192.

[26]  Benoit Mandelbrot, La geometría fractal de la naturaleza, TusQuets, México, 2003, p. 20.

[27]  Rupert Sheldrake, La presencia del pasado, Kairós, Barcelona, 1990, p. 52.

[28] Mario Calderón, “Poesía y algunos lenguajes literarios en la generación de los cincuenta” en Poesía mexicana reciente: aproximaciones críticas, Samuel Gordon (compilador y editor), University of Texas at El Paso-Eón, México, 2005.

[29]  David Bohm, La totalidad y el orden implicado, Kairós, Barcelona, 2002, p. 166.

[30]  Mario Calderón, “Y se vio…” en Alforja, revista de poesía”, No. 41, Verano 2007. P. 100.

[31]  Rupert Sheldrake, op. cit., p. 31.

[32] David Bohm, op. cit., pp. 241-242.

[33] Stephen Hawking, Historia del tiempo, Crítica, México, 1988, p. 164.

[34]  Rupert Sheldrake, op. cit., p. 499.

[35]  F. David Peat, op. cit., p. 187.

[36] David Bohm, op. cit., p. 247.

[37]  Ibid, pp. 47-48.

[38] Mario Calderón, Revista de literatura Mexicana contemporánea No. 28, University of Texas at El Paso, Enero-Marzo, 2006, p.123.

[39] David Peat, op. cit., pp. 112-113.

[40] Ibid, p. 115.

[41]  Paul Davies, El espacio y el tiempo en el universo contemporáneo, op. cit., p. 394.

[42]  Ibid., 395.

[43]  Paul Davies, La superfueza, op. cit., p. 51.

[44] Marx, Karl, El 18 brumario de Luis Bonaparte, Longseller, Argentina, 2005, p. 17

 

 

 

Datos vitales

Mario Calderón (Timbinal, Gto., 1951) Es Maestro en Literatura Iberoamericana y tiene estudios de doctorado en Pensamiento y Cultura en América Latina. Actualmente es profesor del posgrado en la UAP. Es poeta, narrador y ensayista. Fue becario del INBA-FONAPAS 1982-1983 y del FONCA por los estados de Guanajuato 1999-2000 y Puebla 2002. Obtuvo mención en el Premio Internacional de Cuento de la Revista Plural de Excélsior, 1982. Parte de su obra ha sido traducida al Inglés y al Húngaro. Aparece en todos los diccionarios Bio-bibliográficos y de escritores que existen en México. Se encuentra incluido en antologías como La región menos transparente de Héctor Carreto 2003; Quinientos Años de Poesía en el Valle de México de Aurora Marya Saavedra, 1986; Poesía Erótica Mexicana de Enrique Jaramillo Levi, 1982; Asamblea de Poetas Jóvenes de México de Gabriel Zaid, 1980; La Vida que él me da (Narrativa Guanajuatense de la migración y la violencia) de Herminio Martínez, Universidad de Guanajuato 2004, entre otras. Poemas suyos aparecieron en Antología de Poesía Latinoamericana en idioma Húngaro. Ha publicado seis libros de poemas (Después del sueño, Universidad Veracruzana, 1976; Viaje a la otra parte del mundo, Liberta-Sumaria, 1980; Lascas y poemas, Oasis, 1984; Trueno del temporal, UNAM, 1996; Hálito del origen, Daga, 2001; Naturaleza Viva, BUAP, 2002), tres de relato (Si te llamaras Federico, La máquina de escribir, 1979; Destino y otras ficciones, Daga, 1998; Donde el águila paró, Universidad Autónoma de Chapingo, 2002) y un estudio y antología sobre la adivinanza en coautoría con Rosa María Farfán. Es creador de un método para la lectura del inconsciente (adivinar sucesos del presente y el pasado) que ha sido sujeto a experimentación con éxito en la Universidad Autónoma de Puebla. De este hallazgo dan fe artículos de Ignacio Trejo Fuentes, Marco Tulio Aguilera Garramuño, Vicente Francisco Torres, además de la constancia de la BUAP.

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