En el marco del dossier “Otra muestra de poesía argentina”, preparado por Carlos Aldazábal, presentamos la poesía de Jorge Spíndola (Comodoro Rivadavia, 1961). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía del XVI Encuentro de Escritores Patagónicos 1994. Su último poemario es Jerez volcado (2009).
Para leer la introducción que vertebra esta muestra sigue el enlace
i love you luisa
la luisa que yo conozco
no es ni por asomo
la luisa que ella dice
que fue bella que bailaba
la luisa lisa y llanamente
este montón de huesos que apenas anda/
la loca esa que anda enaguas
vendiendo lotería en la puerta del mercado
la luisa que ella dice
que ella nombra con babas en el labio
es la pura memoria que le baila en la cabeza
sólo su memoria detenida
en los tiempos de frondizi
y aquel auge del petróleo
la memo luisa mareada de manos
la más hembra del maracaibo
bailando can can en los piringundines
con dólares en el corpiño
cuando la saipen oil y el plan con.in.tes
la más cara enredada de giles
bañada de whisky en cada orgasmo
– i love you luisa / arañando en un bolero/
la sola memoria del sexo fermentado en cocaína
– i love luisa and patagonian
– i love baby aun cuando las huelgas
nada queda de aquel auge de esos días
sino la memoria fornicada
que puso a estos huesos de patitas en la calle
donde el tiempo pasa y nada queda de la saipen
de la standard oil que arrojó
las máquinas al mar por no dejarlas/
nada queda sólo la luisa
con las enaguas al viento
los labios rojos silbando frank sinatra
– che vos / comprame lotería
por san cayetano pibe / comprame lotería
ítaca
Ten siempre a Ítaca en tu memoria
llegar a ella es tu destino…
Constantino Kavafis
cuando vuelves a ítaca no vuelves a ítaca exactamente porque ella no es la misma ni tú eres el de entonces. cuando en sueños entras en la casa de la infancia y tu madre es esa mujer muy alta de espaldas en la luz, no vuelves a ningún sitio de esta tierra, sólo son reflejos, lumbres de una isla que navega y te busca a la deriva; ítaca entrando en sueños pregunta por tu nombre.
hay noches en que esa isla recala en otros sueños. entra en bares o en oscuras estaciones donde se emborracha de murmullos, de otras voces, pero jamás deja de soñarte. a veces ítaca encalla en mares aún ignorados por nosotros y entonces tienes sueños equívocos y errantes.
a veces ves en sueños el rostro de tu hijo y lo confundes con esa foto de tu abuelo: niño en blanco y negro que sonríe un mediodía de luz allá en las islas abandonadas por el hambre. es sólo la imagen de tu abuelo o de tu hijo un día desconocido y olvidado para el mundo, menos para ti, que sabes que aunque olvidado en un cajón, hay otro instante de tu existencia más remota y luminosa.
te despiertas sobresaltado algunas veces. te sientas en la cama y ves o hueles el perfume de esa mujer que duerme a tu lado con una respiración tan suave como el tacto. sientes que tal vez ella es como esa isla: sus sueños no te pertenecen. un oscuro bosque de silencio se alza tras los párpados cerrados.
te levantas, vas al día. hay voces de gentes que se agitan, trabajas la tierra de otros, no tu tierra. pides que no te pisen caminas por la cuerda, caras de clown en los semáforos. bailas entras al almacén sin brújula navegas en un cyber. mandas mensajes a telémaco, le dices que arde troya todavía y que anoche, justamente, te soñaste con una tripulación encantada cayendo en la garganta de caribdis.
al final del día aún buscas algo en estas calles?
el atardecer mancha todo el horizonte y en cierta nube crees adivinar alguna de sus formas.
por un instante estás a punto de recordarlo todo para siempre pero las costas de esa isla ya son otras. sustancia desvanecida en la memoria.
algunas noches sientes, sin embargo, que algo vuelve
y navega en tu cabeza
la imagen morada del ciruelo florecido tras la escarcha.
siempre regresas al patio de la infancia a calmar los ladridos de ese perro.
jerez volcado
te digo que soy viejo
yo era pez
un pez espada de perfil
siempre yéndose
yo era un pez espada
navegando adentro de una roca
mi mar es una piedra oscura.
cuando era pez
vivía en el cielo negro
de una piedra gaseosa
y había un túnel en el fondo
había un barco siempre lejos.
después me puse chico
niño de hombre
me puse a deshacer a pelotazos
el portón de la casa de mi abuela
le pegué tantas patadas
que le hice un agujero
y nos fuimos con mi perro
y hacía frío
afuera del agujero del portón
de la casa de la madre
que criaba pájaros y los soplaba
hacia el favor del viento (ayayay)
resbalaba
yo resbalaba sobre calles escarchadas
con agujeros en los zapatos
mi perro caimán
lamía mi alma agujereada
se comía la tierra de mis uñas.
soy un hombre viejo
el viento ahora ronca
una vez quebró un poste de luz
delante de mis ojos
y cayeron los cables con pájaros
electrocutados
no había luz
eso fue cuando era niño de hombre
porque otra vez yo andaba en el agua
y era una manzana salada
una manzana verde de mar
hecha polvo en el oleaje
espuma de manzana
lamiendo las orillas de la tierra.
te digo que soy un hombre viejo
cómo será ser nada
cómo será esa nada
que rodea nuestra vidas
soy viejo
ya lamí el himen fosforescente
ya soplé con tus pezones margaritas
ya deshojé la punta de tu leche
y he vuelto a dormir adentro de un ombligo
ya sé que para volar
hay que arrancarle la piel a una doncella.
dame un trago de jerez
y un beso
tus pies son tan delicados/
me los bebería de un solo trago.
y ahora la lluvia,
te digo que soy viejo,
la lluvia lava las mentiras
cae sobre los cementerios
y deja como nuevas las tumbas
y las cruces
la lluvia es buena para el pelo
la lluvia moja el mar en este instante
hacen el amor la lluvia con el mar?
nacen hijos de ese amor?
hombres de agua que calmarán la sed
que hay en este mundo?
ahora mismo soy un niño viejo
adentro de una piedra
mirando llover y llover
sobre el lomo de los siglos
no sé
tomemos otro trago de jerez.
la leyenda del remero tuerto
érase una vez a orillas de un río
la dicha y la desdicha
de un tal remero tuerto
cuyo sustento era cruzar
personas de un lado a otro
con su chalupa verde musgo
sobre las aguas de tal río.
a veces por agujero
de su ojo se escapaba
todo ese cansancio de la tarde,
otras veces un silencio
se le caía como piedra
sobre el agua
destruyendo el espejo de su cara.
pero en su otro, el ojo bueno,
había luz y en él la vida
se posaba seriamente/
el ojo atento preveía
las crecientes la lluvia
la gran noche sobre el cielo.
que este remero cierto día
tuvo un solo pasajero
que para males era ciego
– quiero dir del otro lado
señor remero tuerto
– son veinte pesos
si no trae mucho peso,
señor pasajero ciego.
y así tuerto y ciego
emprendieron su viaje sin demora
– que está bueno el día
– que voy a casa de un mío hermano
que siembra porotos y discordias
que estando en la mitad de ese río
se le zafa el remo a tal remero
con tanta mala suerte
que le pega tan justito
en su otro, el ojo bueno,
arrancándolo de cuajo como yuyo
que cortan los machetes
y en pegando un grito de dolor dice
– hasta aquí llegamos compañero
– muy bien- dice el ciego
bajándose del bote
en el medio de ese río
vaciando su ceguera en la corriente.
en tanto que el remero
boya sin sentido
preso de esas aguas
sin nada de ojo bueno para
adivinar la luz o la penumbra
solo
como un ojo de agua
girando a la deriva.
la mata de los mardones
(bar el refugio)
iba volando esa mata
a los tumbos
enredada de sí misma
andaba la loca
iba y venía por la calle
de una punta
a la otra de los ojos
y en repente tropieza con
el poste y ahí quedó
en la puerta del bar paró la loca
a contraluz se le notaban
las variaciones subidas de amarillo
desprendida de adónde vendría
tan inconsciente ahí adentro de su ruedo
vino otro soplo de aire un remolino
qué le digo
y entró al bar nomás mi mata loca
en delante del mostrador quedó como sedienta
era una bella mata usted la viera
un matorral de overas crenchas
las clinas brillantes como una rubia despeinada
déle un vino a esa mata / le dije al gordo
déle un trago
que siga chupando alguna cosa
seca de todo salida de adónde vendrá la pobre
tendrá frío la mata ajuera de su campo?
los borrachos de este bar la miramos extrañados
qué será de su cuerpo tan blando en lo cemento
de adónde vendría la señora
tan bailarina por el campo no le digo?
qué lo tiró de las patas don mardones
qué manera de tomar a cuenta
de esa mata
lisboa
nunca estuve en lisboa
siempre acá,
metido en este cuerpo,
atado al páramo o abrazado
al mar y sus acantilados
siempre los mismos ojos
con cuchillos naranjas en la tarde,
siempre acá
nunca caminé por las calles de lisboa
siempre pampa seca
y autos abandonados al borde de la ruta
ahora mismo me invade la imagen de un colectivo
detenido para siempre
oxidándose con yuyos en su cuerpo,
un bedford verde agua
con teros lejanos en su lomo
nunca puedo abrir esa cortina
que envuelve la existencia
esa cortina agitada por el viento
que anda como gasa
cayéndose sobre mi cuerpo
siempre acá,
entregado como un perro a este paisaje
oliendo matas, salpicado de escarcha
para siempre
lisboa crece por mi boca en esta noche
mientras orino abrazado al álamo de casa
mientras pasan autos en la ruta
mientras llueve y crece el perfume de la tierra
mientras nada se parece a lisboa
y sólo un gato
camina en los paredones de la calle
lisboa qué lugar extraño
navegando en mis entrañas
lisboa tantas cosas
tantas noches navegando
al sur de toda mi existencia
los dos zapatos en el aire
una mía amiga dice
que es difícil ser poeta
que es un peligro andar
mostrando las costillas por la calle
o en un libro
yo le digo que no que no es difícil
más jodido es ser acróbata
o albañil en las alturas
no es difícil escribir
lo difícil es no caerse para arriba
o para abajo
que eso fue lo que le pasó al finado justo cárdenas
por ejemplo el llegar en pedo a la obra
y se ponía a revocar con un pie afuera del andamio
hacía equilibrio
y un día se ve que se olvidó
y apoyo los dos zapatos en el aire
el resto ya se sabe
justo esta enterrado a dos metros bajo tierra
y sus hijas dicen que justo esta en el cielo
no es difícil ser poeta
(yo escribo palabras al borde del andamio)
memoria y balance
viajé trece veces en avión
infinitas veces en tren
vagones incendiados recorren la noche
a gran velocidad
anduve descalzo y con zapatos
fui vendedor y limpiavidrios
encaramado como un mono
sobre ventanales de edificios
en una ciudad de cuyo nombre
fui por la avenida filosofando con taxistas
con rabia y sed de remolinos
en el subte apretando una estampita:
nuestra señora del camino ayúdanos a recorrer el mundo
sorteando los peligros
estuve aquí y allá
y de nuevo aquí sudando
y donde sea perdí fechas
palabras rostros documentos
perdí una vez el cuerpo desbaratado por la lluvia
perdí la memoria de un día
en que el mar olía a sexo a mujer en celo
a cierto olor como una mano
estrujando los sentidos
y ahora último
una ráfaga de viento
se arrancó cuatro chapas
y el espantapájaros del fondo de la casa
qué le va a hacer
el viento arrastra con todas las cosas
las baraja las confunde
las marea en su altamar
hasta el cansancio
el viento es una licuadora del olvido
la memoria, a veces, se parece al viento
perro lamiendo luna
la luna desplegada en los pliegues de esos charcos
la luna ondulada en las ondulaciones de mi calle
luna blanca de los pobres
alumbrando el tacho de mi agua
luna tumbada temblando
en el tambor de agua de doscientos
vos saltabas en los charcos plateados salpicabas
espejos en la cara de la noche
en la canilla pública andaba un perro lamiendo luna
ya lo sé
yo ya sé
lo que es el amor.
yo aprendí a beber vino
cuando trabajaba
en la pampa de salamanca
al borde de la ruta 3.
aprendí a beber callado
mirando las martinetas
que se iban siguiendo la alambrada.
de vez en cuando un camión
como un incendio perforaba la tarde
y pasaba
dejando un suspiro en las retinas
de los perros.
a lo lejos había
un molino negro
el viento agitaba sus pedazos
molino deshecho
sin aspas para el vuelo
chaperío sin alas
llorando en pozo de la noche.
yo bebí borracho en las alturas
a mi no me digan nada.
perdí una camisa
buscando ovejas en la nieve
perdí los sentidos
mareado en una torre
que se alzaba como un sueño
en la chatura de la estepa/
un mirador creo que era.
y ya sé lo que es el amor
(por las noches yo dormía
en un catre adentro de una casilla)
después de apagar el alumbrado
(un lister a todo culo)
desaté los perros
y me quedé bebiendo
con los ojos mezclados con la noche
con la piel hecha un silencio
como un solo cuerpo enmudecido por la pampa.
en la pieza brillaban
por la luna
las latas de aceite supermóvil multigrado/
el viento ladraba a la ventana.
el viento es un perro desgraciado
aullando en las orejas del insomnio.
los vehículos pasaban en la ruta
con ráfagas de luz en esa pieza.
y por eso
yo ya sé lo que es el amor
yo recé borracho el padrenuestro
para que
un auto con dardos veloces pasara iluminando
el cuerpo de thelma tixou
que brillaba en el almanaque
de aquella noche de aquel invierno
de esos años.
thelma estaba espléndida en esas soledades
tenía un vestido rojo
que ardía ante mi boca
cuando las luces
la encendían como llama en pleno vuelo.
yo ya sé lo que es la sangre
cuando arde como aceite en la penumbra.
el cuerpo de ella era un planeta
girando en el abismo
y yo su único habitante/
me ataca como una sed cada vez que me acuerdo de esa diosa.
el amor es como apretar una foto de thelma tixou
en la garganta de la noche/
o el amor es otra cosa
animal que se espanta
que vuela lejos
y uno
no ha tenido el gusto.
Datos vitales
Jorge Spíndola (Comodoro Rivadavia, 1961). Ha vivido en distintos lugares de Argentina y del sur del continente. Reside en Chubut, su provincia natal. Publicó los poemarios Matame si no te sirvo (1995), Calles laterales (2002) y Jerez volcado (2009). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía del XVI Encuentro de Escritores Patagónicos 1994, Fondo Nacional de las Artes. Su libro Calles laterales fue finalista del Premio Internacional de Poesía del Festival de Medellín, 2007. Integra diversas antologías, como Abrazo Austral, poesía del sur de Argentina y Chile (Buenos Aires, 1999) o Poesía de la Patagonia (Málaga, 2006). Su obra es ampliamente conocida por su vínculo con la oralidad, en recitales, grabaciones, espacios teatrales y performances con artistas plásticos. Integra el Colectivo de Trabajo Artístico “Bajo Los Huesos”.