Ricardo Muñoz Munguía sobre Dodecaedro

Ricardo Muñoz Munguía reseña en la revista Siempre! el libro Dodecaedro: Doce miradas al cuento mexicano, compilado por Mario Calderón y publicado este año por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Doce miradas sobre doce caras, las del cuento en mejor medida. Es en lo que se centran los ensayistas y críticos en el volumen Dodecaedro. Doce miradas al cuento mexicano contemporáneo, un libro en el que los encargados de estudiar un cuento o una obra, van deshebrando no sólo el discurso narrativo apoyándose de una amplia historiografía, sino que, en ese camino a la profundidad de su quehacer ensayístico, la mayoría de ellos abren también la ventana a la semiótica e ideología que, en cierto modo, exponen en reflejo al autor con su quehacer creativo.

El libro agrupa sobre todo a profesores y estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ellos son Alí Calderón, quien se encarga del cuento “El matadito”, de Enrique Serna; Mario Calderón se ocupa del concepto de divinidad de los mazahuas y un caso de homosexualidad en La venganza de Carlos Mango, de Francisco Rojas González; María Teresa Colchero Garrido se centra en “El guardagujas”, de Juan José Arreola; José Francisco Conde Ortega abre el panorama de El llano en llamas, de Juan Rulfo; Carlos Roberto Conde da aspectos de la transtextualidad en “La fiesta brava”, de José Emilio Pacheco; Ana María del Gesso Cabrera se ocupa del discurso femenino de Ángeles Mastretta; Sara del Valle López puntualiza en la pluralidad de tiempos en el cuento “Qué hora es”, de Elena Garro; José Antonio Escobar Sevilla señala la semiosis discursiva del cuento “El fenómeno ominoso”, de Daniel Sada; Aída Nadi Gambetta Chuk alude a la metamorfosis y enigma en el relato “Mantis religiosa”, de Mauricio Molina; Raquel Gutiérrez Estupiñán hace observaciones sobre el universo diegético de los relatos de Donde el águila paró, de Mario Calderón; Rubén Márquez Máximo hurga entre el ser y el parecer de “Bastoncitos de caramelo”, de Luis Felipe Lomelí y, por último, Alicia V. Ramírez Olivares se ocupa de “La timidez de Armando”, de Guadalupe Dueñas, el que “encierra la esencia del mito cristiano, el relato que da fundamento al cristianismo: nacimiento de Jesucristo”.

La labor de análisis de una obra, así como la obra misma, llega a conseguir una figura distinta entre un lector y otro. Incluso, baste recordar lo dicho por más de un autor cuando se le pregunta sobre algún aspecto de su trabajo y termina por decir “no fue intencional dibujar tal aspecto en mi obra…” Así pues, al ir saliendo de cada uno de los análisis literarios que comprenden Dodecaedro, nos podemos ir dando cuenta que la lectura que tenemos de la obra tratada no esté apegada a la que tuvimos, lo que nos invita a releer la obra y discutirla, pero en gran parte a la opinión de quien presenta su estudio, que son la mayoría de los casos, es conocer más allá, con nuevas luces, la obra que se trata.

Dodecaedro. Doce miradas al cuento mexicano es un valioso volumen por lo ya mencionado pero también porque existe un franco detenimiento de cada autor para exponer un analisis con la seriedad que requiere cada obra.

Fuente: Revista Siempre!

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