Panorama de la poesía de Daniel Téllez (Ciudad de México, 1972) que obtuviera en el 2001 el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino”.
8.
Fuera de tus vísceras deja la amputación del escrito
que las manos cargantes reproduzcan el peso del reptil cuerpo
lleguen dos congojas a mi oído cuando el olor membrillo de la tarde sea
y vuelen en parejas hasta ti mis dulces cuervos
casamata de polvo en dos mejillas asfixiadas.
Alza los ojos cuando te veas caer en la recámara
un niño con fiebre repetirá tu nombre de memoria
velará la aladrada frente de tu mujer de selva
celará la nada de tu polen de arcilla.
11.
Cómo siembra la lectura de luto. Cómo herrero de casa nueva
cómo todo, cómo océano de desnudas lomas
cómo limitas abrupto espinazo mis antojos
cómo hombre de taller de vidrio campeas en Seminario
cómo culminas anhelos viriles
cómo la brava poesía tejida en cuerpo fuerte
es el azar del perro y el león de carne.
Baste cazador de pumas de 1947.
En tus trampas no cae ninguno, ni una zorra de fuego.
El ruedo familiar se nutre de tus cuentos.
Lautaro Yankas te reescribe traspuesta la Frontera.
28.
saben a manzana los alveolos de mi padre/ emerjo
gusano de sus pétalos caídos/ nada difiere la luz
de lo profano/ nada transmuta el desvelo de su
aire/
32.
envainada su mano mi padre creaba espantos/ mano
mojada como adormidera para los niños/ cartílago
para el escepticismo/ fardo ligero en la fornicación
sobre la niebla/
44.
ahí el
donde padre
la sangre celacanto
vierte veneno
tequila en las aortas de una isla de ciegos
45.
antes el
que padre
nonato albatro
mira el arcano cuadro
muere en la alcoba de calina negra
VIII
Sabe que por encima del cuerpo nada. Qué han de saber los animales
que alaban cerca de nosotros
que beben. Mira el reloj gaviero de los verdores.
Después se liberan las hormigas
la mirada de Zeus y Naomi –me dice-
el sillón es un campo de béisbol
los viajeros tornan.
Alguien habla de la hiedra, la última del año.
Algo sigue acariciando la arena entre las piernas.
Enloquecen los periquitos australianos cuando rubrican el timbre de la puerta.
XI
En la arista de los labios floreo.
Danza el florecimiento por los ensayos en la trampa
por los párpados tatuados antes que diciembre expulse el azoro
antes que la risa violente las mejillas cárdenas
que el carbón –dices- turbe el cortejo la fiebre del escorpión
que los demiurgos conduzcan legiones de batracios a tu cama
que la golondrina acierte a entrar a la jaula que habita en medio de nosotros.
XXIII
No necesitar la palabra amor
-nunca hemos de decirlo- como la Otilia húmeda de la pantalla
no ser la limpia sed ni todos los bemoles
la bitácora que abre el reino de los cielos
la ganzúa que abre el diccionario (justamente)
así se piensa
en la página donde se halla la palabra buscada
palíndromo de Roma
el miedo de caerse al suelo y se rompa
la usura de las definiciones.
XXV
Para no desaparecer asido
de las escaramuzas colectivas
indecisos pues de la manzana
dices –dejáramos- la raíz secreta
alcanzada en la navaja de las batallas:
era caer, digo caer por no decir desierto
digo luz por las campanadas de la pérdida (el tiempo,
las huellas de sus ojos, por supuesto)
yo era el aire por aquello de la sima física
yo era un yo por aquello de la continuidad
y las aguas y los asideros
y las ruecas.
v
no me exijas la hurracarrana
no solicites
porque en ello hay absoluto amor
la posición no es para dos, tan diferentes
si arrancamos la médula espinal
que sea por amor
en cualquier filo de la casa
adentro
no en trapecio ajeno
viii
no asistas al otro en su lucha,
de veras
déjale en su sangre,
no prolongues su savia, no
apremies al azar la sanación de sus llagas
nunca le asistas
al húmero rudo que tiene ánimo
y un par de albas mañas
para matar dos cucos:
el amor y la ceguera
Ix
y al punto la lucha de clases
: los cubiertos de arcilla
: los de sombra oxidada
andar calando bajo
se traduce –el ejército de salvación circense
equilibrando toda caída posible
con su conmutativa propiedad
arriba en las caídas
compromete una zancada como estampa
un rosario que tiembla con el peso
confiar a dios
la heráldica de la geografía natural
y del relámpago
(quedarse en cuadro)
Francamente no hubo consanguíneos. Jamás inauguramos la matatena. No latimos en la costilla
del ajeno. Ninguno se encubrió en el parque. Nada fue piedra papel o tijera. En ningún tiempo
un pie aislado para hocicar el suelo. En la vida. Sólo una aorta ingenua el área galáctica de un
monouniverso. Una charada frena la alteración del destino, dictaban los crecidos: no hay
hambre de quitar el hipo los fraternos son tan infecciosos. El libreto cerebral así lo quiso,
escaló su tiempo. Siempre hay penuria. Se palpa fondo.
Ahora hay bosque. No pulsamos en la histeria de los barbados hermanos. En permuta nos
hallamos magnos chanceros, longevos a la risita profunda que curte la celosa barda de los
giros.
Manía del albedrío
Cardinal hiere el hit en la conciencia postrera. El albedrío es la razón primera,
la de ser legatario. Párpado del zarco. Sobre la sinfonía doméstica hay un decir
dormido. Mudo suplementario en el crispado edén añil.
Descansa la música: el gorrión del tiempo en esta línea.
Receptores en la previa, en esta savia la obstinación persistirá.
Corregir el bateo
Corregir el bateo hacia el azar. Corregir el bateo que teme a los perros, tardos hijos de
dios que usurpan las niñas de los ojos. Aguas para los turnos donde se alzaban casas
llenas.
Aguas para la recordación de antiguos reinos.
Donde silba una almendra. Donde silba una oración, la sal, la serpiente.
(El fruto colorido a los pies del círculo de espera). El zumbido de abejas –campestre-
echa raíces.
El zumbido de abejas, de búfalos, será la fuerza para el arrojo.
Saltar los edredones, de preferencia, distraídos.
Datos vitales
Daniel Téllez (Ciudad de México, 1972). Escribe poesía, ensayo y crítica literaria en diversas revistas académicas y literarias del país. Muestras de su trabajo poético aparecen en diversas antologías, entre las que destacan El manantial latente. Muestra de poesía mexicana desde el ahora: 1986-2002 (CONACULTA,2002) y La luz que va dando nombre. Veinte años de la poesía última en México (Secretaría de Cultura de Puebla, 2007) y Del silencio hacia la luz: Mapa Poético de México 1960-1989 (CD, Ediciones Zur, 2008), entre otras. Ha publicado los poemarios El aire oscuro (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2001 y 2ª. ed. 2004), Asidero (Instituto Mexiquense de Cultura, 2003), Contrallaveo (Pliego de Poesía, UAEM, 2006), Cielo del perezoso (Bonobos-Fonca-Conaculta, 2009) y Esas distancias de algo (IPN, 2009), muestra poética de 8 poetas mexicanos recientes.