José Homero (Minatitlán, Veracruz, México, 1965) se asume como un poeta “heredero del romanticismo”. En su poesía la emoción encuentra su forma a través del verso de largo aliento y una sintaxis del espacio. Un recorrido por su destacada obra.
La noche extrae el calor de los cuerpos
Los pájaros se guardan en el regazo de los mangos
Las persianas descienden
tajando ávidas el día
y en los bares
los solitarios se distribuyen en parejas
se encuentran en las sombras con su sombra.
Hay vampiros en la ciudad, hay muertos que andan
desolados, aquejados por la angustia
de no hallar su doble, de convertir el amor
en cónyuge del hambre, de no tener
sangre y estar fríos, alimentándose del deseo
y el rencor de las creaturas.
Es el tiempo la comunión de estos vigías
Su caminar es elíptico, su espacio la abertura
la encrucijada entre mañana y el pasado
la zona bosque que delínea
el aroma de la hembra
cuando
siguiendo su frondura
se internan por territorios marcados con saliva
en busca de esa savia
que une cuerpo árbol y tierra
Su ansiedad corroe los espejos
En sueños y recuerdos descubren pasadizos
y pendiendo bocabajo
sazonan la razón de las doncellas
o con pálidos efluvios mercuriales
cuerpos de infantes
amortajan.
Son ellos nuestros padres
Bajo la piel incuban moyocuiles
Su descendencia
atroz
multánime
el mundo muda
en yerta tierra
que cine televisión video fotografía
simulan encantada
Sonámbulos
atravesamos esas sombras que simulan estar vivas
sin poder huir o entrar en su
[círculo de ajo
y en el sitio donde sueño y vida se diluyen
lenguas de fuego en nuestra piel provectan
la argentina cinta de la vida
buscando orificios
encontrando las tetillas
dejándonos ansiosos
inermes
a las bocas del ardor y la impotencia
Cuando dormimos
nos visitan sombras
ofreciéndonos la vida
a cambio del diferimento de su muerte.
Nadie los descubre cuando entran
cuando luyen texturas que son fuente
de doblaje y donde no se encuentra un rostro
hasta que el corazón supura un líquido podrido
y la ciudad entera resplandece
embetunada por el Negro Sol de la Melancolía
y todos sus habitantes saben
que ya es verano, que un congreso de vampiros se celebra,
que en bares, discos y avenidas
deambulan
y sólo encuentran
voraces labios de inventados ojos
a su momento
dice
y desvía la vista
Elegirse elegido es vicio
Cada cosa en su momento
Cada gesto en su sentido
el abandono
el gozo
la túnica tonada que ciñe y cambia
amante en amado
y muda silente en sílaba salada
la sola sirena de la lengua que ama
lame y no llama
pero sí enciende
con distinto sentido el mundo
Lo que se dice no cubre
Lo que descubre no hace
Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
La mirada y su urdimbre de intenciones
las manos los labios insinuando
otro sonido
el borde dentado del sentido
cuando el aire la alcanza con sus lenguas
¿Es un espacio
un momento?
¿ese lugar
en movimiento
un sentido?
¿un universo donde te encuentras
invertida
no vestida
ahí donde te alcanzan las miradas
ondas
círculos tocándote?
no es en la noche lo inquietante
el techo arriba
constelado
es lo que mueve al navegante
si va buscando y no es
buscado
Los sentidos impelen
llevan al territorio
donde ella ríe
toca sus pómulos con los índices
tira de sus comisuras
y promete
de cada cosa hablar a su momento
El mundo existe como una red de signos
El computador muestra en su abdomen
el rumor del sentimiento
el despliegue de los guiños
el acomodo de los intestinos
agitación de sus humores
la convicción de lo probable
Hay una torpeza en movimiento
Decir las manos cuyas alas
rumbo tienden a su boca
O hablar de un futuro como quien la costa otea
de la mar de sus cabellos
oir los ecos
(el hueco rumor de las sirenas)
de las citas
Ese momento
en que se halla y no se rasga
la piel de los sentidos
propone
un sentido
pospone
una cita
Deja que a través de la mirada su cuerpo reconozca
mientras la lluvia con tordos mensajeros anuncia su llegada
y él se marcha
serio silente desolado
vencido por señales tan sombrías
que los chips no reconocerían
esa ocurrencia
que no tiene momento ni lugar
aunque suceda
Amo a tó
Una creatura del devenir
Eso quería, dijo
Las relaciones inconclusas
El onomástico cada cuatro años
Así tiene cinco
A mí me gustan
No sus senos
Sus pezones
No
Sus pezones no me gustan
Tampoco sus muslos
La cicatriz que no he visto e imagino
un huevo que se ha frito demasiado
No
Me gusta su sonrisa
o el gesto que acompaña su sonrisa
También su ceño
o sus párpados cuando los pliega recostada
me gusta no poseerla
acostarme poseído
Sentir que esa mirada escrutante me contempla y me imagina
como ya no es posible verme o siquiera imaginarme
No me gustan sus abrazos sino sentir lo que rodean
el aire o la fragancia de la crema humectante en su piel
Entre seguir aquí y salir a ella
Allá
Por Dios (Alá): Salgo bella
Pero mira…¡cómo se parecen!
Otra favorita: ¿y éstos… de dónde salieron?
No corro a su encuentro sino a desarticularla
Debo recomponerla y armarme
Pedir la espada, ofrendar la espalda
Amo a tó: Le pondremos amarilis
mirabilis adminínculo
Le pondré un rostro, No, un nombre
No
Le pondré
mi otra mejilla
Se llama como quieras
Se quiere como llama
La amo como al aura
(Como aura llamo:
matarili liri lon
∞
Toda la noche ha caído la lluvia
la noche entera ha sido la lluvia
la noche afuera se pierde en la lluvia
la lluvia toca con sus dedos tus labios
la lluvia con su terintín de niña
en el piano verde de la noche urbana
la lluvia caracola que ha perdido el oído
la lluvia la lluvia su
lavar de sílabas
abismal monólogo de niño perdido
extravío de luces amnesia de horas
lluvia en las láminas y entre los terrados
lluvia chaquiste compota libélula
lluvia con olor a espliego a sapo a piedra
lluvia de los pies alados mensajera ebria
cantilena siena solterona sepia
que vuela que gira que enreda
su cordel de mimbre en cabellos de ámbar
lluvia de la cintura quebrada cadera de espuma
ola que baila al pespuntear del peine
que trenza se piensa se tensa
se va de puntitas
se desploma exangüe
lluvia miríada mirada mirada reflejo del mundo
origen del día por el día sus venas
por la sangre el fuego por su tez la lava
se lavan las costras las costas
las cuestas laderas las eras del año
se cosechan brezos se levantan besos
que llevan a cuestas las horas del baile
e ilan sus cuentas en hebras de aire
La noche en minifalda ahoga a los transeúntes
A Ramón Rodríguez
en las calles de incierta geografía
dos piernas como torres paralelas
de aceite ungidas, por la luz roídas,
el cielo nublan, la
noche moldean,
altas, mórbidas, columnas marmóreas
que soportan cúpulas, entreabren grietas;
sinuosos caminos que la fronda oculta
de la luna y su succión de ónice.
Qué cauces, qué arabescos, qué formas de serpiente,
lenguas, ardientes cicatrices, plumas,
escamas y aun escaras toma el aire
cuando su látigo restalla contra
la oscura, brillante vestimenta
y al duro son de cláxones,
improperios, oraciones, llantos,
las nalgas van en ondas internándose
con mi sombra y mil sombras más prendidas
a sus frutos de flor
monstruosa, infame:
sus pies descienden al abismo,
mis pasos alimentan los oceános
La verdad de la poesía
I
La poesía carece de lectores. Saberlo
nos permite alejarnos de sus páginas
admitir la exigencia de los tontos
y convertir los versos en los balbuceos
de un borracho o un asmático.
Entre hipos, entre sollozos de niños
que no se resignan a tener sombra,
a ver en el espejo papadas
con cagarrutas y vientres redondos
como peroles de brujas alemanas,
contamos la miseria de los días,
ahítos de sueño, faltos de esperanza,
repitiendo las palabras de los otros,
de aquellos que nunca supieron de poesía
como tampoco algunos sabemos de boliche
o de barajas. Sí, la poesía no la lee nadie,
nadie la entiende, como no se entiende a Dios,
la emoción ante los mares, las tormenras, las mujeres,
ni siquiera por qué nos llamamos como nos llamamos.
La poesía no se entiende
A nadie le importa
No existen ángeles
Escribir sobre rosas es asunto de biólogos o de criminales
retirados —Scherer dixit. Nadie repara en la estulticia
de un argumento que pide monstruos incestos diálogos de idiotas
espejos tibios que al mundo ofrecen la vanidad de sus muñones,
sus llagas, no sus lepras, sus miembros tumefactos.
Como la poesía no se entiende
infestan los callejones de los versos
los que cuentan sus miserias los que narran
asaltando al desprevenido transeúnte
con sus escupitajos borracheras coitos y resentimientos
Hemos convertido al poema en un cerdo enorme
tienes manchas rojizas y un lunar en el rabo
parece el mapa de un planeta ignoto
Nadie se reconoce en ella pero todos quieren su tajada.
Como la poesía no interesa
no nos queda otro remedio
que escribir que a nadie le interesa la poesía
si investirnos queremos de poetas
gruñendo y hozando
muy
contentos
II
¡Qué bueno que a nadie le interese la poesía!
Libres al fin de las exigencias de la métrica
de la retórica de la ética del sentido
hagamos fiesta retocemos en los prados
de las líneas —yo sugeriría
incluso enfrentar los ojos demudados
del lector como niños jugando al cíclope y decirle
Trato o truco
luego
degollarlo
al cabo
de su cabeza podran hacerse
siempre tacos
y con los huesos
agujas para enhebrar mejor relatos.
La poesía debería dejar de aspirar al otro`
y convertirse en un acto religioso
tan íntimo y solitario
que nadie se atreviera a decir soy poeta
por miedo a qué oyeran otra cosa
preguntando cuánto pides
Libres de esa necesidad
por qué no imaginar que todos escribimos poemas
en la soledad de nuestras casas
cuando duerme la esposa el marido los hijos la sirvienta
ajenos a los crímenes perpetrados por
un mundo de poetas donde nadie sabe qué dice el otro
III
Que la poesía no se entienda
permitirá acabar con las envidias
con las lerdas tonterías de los cafés y las cantinas
A quién le importan tus desdichas con la sílaba
la imagen o el sentido
Tus sentidos sólo existen para el poema
y el poema sólo se escribe en un momento
por lo general insólito
inesperado
como la hora en que escribo este poema
sabiendo que debo pagar la renta
y no tengo ni un
pero así se va tras de las nalgas que nos prometen la sonrisa
La poesía es el arte del futuro
ha perdido su vínculo con la demanda
No debe cumplir con nada ni satisfacer
plebeyos paladares —es la envidia de los cccineros el poeta
pero no lo digan porque dismibuirían las ventas de McDonalds
Burguer King, Sanborns y Sabritas.
El poeta puede copular con quien desee
y si se viene precozmente a quién le importa.
Saciado en sí consigo mismo
el lenguaje de nuevo su aspecto recupere
e incluso de mañana mientras otros se angustian por la cruda y los osos que
[habrán hecho
podrá decir
que a nadie le importa un carajo la poesía
con un eructo ahíto ante su imagen.
IV
Soy un poeta sin lectores
aunque amo a la poesía
del mismo modo que amo a las adolescentes de largos cabellos
y senos breves sin decir nada.
También podría hablar de mi arrebato ante la perfección de la luz
o la caricia del viento algunas tardes
sentado en un sillón en el balcón de mi departamento
pero estaría escribiendo poemas
diciendo cosas que a nadie le interesan.
Mejor debería redactar folletos
para que uses ésta y no otra tarjeta de crédito
colocando juegos de palabras ingeniosos
que me inmortalizarán gracias a un profesor que aislara disemias, paronomasias y glosemias
antes de aplicarme la eutanasia presentándomela como una sensual Anastasia
o bien
folletos con vistas turísticas
la única forma socialmente aceptada de arrobo ante el paisaje
Lo que los poetas callan
es que el lenguaje nació
para que los diseñadores tuvieran
con qué llenar sus huecos
para que las fotografías no se vieran tan desoladas
como esas mujeres minuciosamente ataviadas que se van quedando cada vez más solas en las barras
de los bares de los grandes hoteles a medida que la noche avanza
Las palabras no distinguen a los hombres
tan sólo a los tipógrafos
He aquí la única
verdad de la poesía
Tarde
La trama de alambre estaba rota
por la parte que se fija al suelo
levantándola hasta mi cintura
me deslicé con el niño de seis años rumbo al lago.
Nos encuclillamos en el pasto
justo en el declive
él delante mío
yo asiendo sus manos
El día era azul y el viento abrasaba las hojas de los arces por los bordes
Dijo entonces
Y cuando tenga cien años y me muera, ¿los lagos seguirán viviendo?
Sí, Ezra, los lagos seguirán aquí
¿Y los árboles?
Los árboles también y las rocas y las estrellas
¿Y cuándo volveré a vivir?
No se vuelve
Y si me muero, ¿ya no caminaré nunca?
No
hijo
¿Y no puedo nacer otra vez?
No
El agua centelleaba como fragua
Estreché la tibia cabeza contra mis hombros
Bajo mis párpados ardía la tarde
Literatura rusa
Las coincidencias cesan de ser coincidencias
Los objetos encontrados dudan entre la correspondencia
o el indicio paranoico
No debió morir Joseph Brodsky
y no tenía tampoco por qué escribir sobre su obra
Supongo que al decidirlo convoqué tu aparición
No había reparado en el Elemento
Que no sólo está en Venecia y el recuerdo inmemorial del primer cordado
También en mis lecturas sobre creaturas marinas
no sé si recuerdas que en ese mesón de cantina en algún momento hablamos
del lenguado el rodaballo el extraviado
No advertí tu emblema
La especularidad que es también agua
esa inversión donde la cópula o los signos cristianos
Un dato más sería que es cuaresma
y sufro justamente cuando todo exige ser de agua
Un dato más sería que este año es bisiesto
Hubo un cometa
y una lluvia de estrellas esa madrugada del veintiséis de enero
un mes justo antes que nos encontráramos
En fin podríamos encontrar explicaciones tan raras que la cabeza nos dolería pues
comenzar a pensar sobre el origen implica perderse
tanto como pensar si todo ha ya acabado si podremos recomenzar si nos veremos en
cinco años y nos precipitaremos en brazos del otro
significaría no parar nunca
¿Por qué no pensar sobre el Ser de ya no ser nada?
Este fue un amor de casa de muñecas
bajo un corazón de rojo vidrio
en una habitación de estrellas simuladas
amarillas como si el mundo aún estuviese recién formado
y nosotros fuésemos
pequeñas creaturas arrebujándose en una cueva
en un camastro de edredón amarillo
Donde una niña aún yace
Muñeca rusa
cuyas sonrosadas mejillas temí herir con mis labios agrietados.
De algún modo surgió Ana Ajmátova
La extraña maga que confió su secreto a Brodsky
y es curioso que para hablar de ti evocara una imagen
del brujo confiando en su aprendiz
esa historia está en Blavatsky que también fue rusa
Ordenando periódicos descubrí unas cartas de amor de Tsvetaieva
Por supuesto nada tienen que ver con nosotros
O sí
Porque en otro periódico hubo un ensayo de Brodsky sobre ella
Porque Ajmátova pensando en ella dijo
Cada quien está un poco de visita en esta vida
Vivir es una costumbre
O también porque estas palabras
Si todo lo hace el destino
y no el azar
“No habrá ni tu voluntad ni la mía.
no habrá ni podrá haber un tú y un yo
Dicho de otro modo: todo esto no tiene ni valor ni sentido”
Aunque parecen inscritas en el frontispicio de nuestro relato
Y de este modo Tsvetaieva, Ajmátova, Brodsky, incluso el poema de Walcott sobre
Mandelstam que Rivas me leyó la otra mañana,
cónsones se encuentran con nosotros
Y porque te quería comentar estos detalles
He marcado tu número telefónico una y otra vez desde las dos de la tarde
Cada cinco minutos
Cada cinco minutos
Esa voz metálica dilatándose por la casa vacía podría ser mi voz
llamándote desde el sueño
pues el silbato no ha sonado
Si sientes una mirada detenida sobre tus cejas
Si cuando frunces el ceño recuerdas cómo me gustaba ese gesto
y una mañana eliges cierto brassier que ya todos conocen pues reverbera en el poema
Puede ser que esté soñando y te visite
llamando: hay alguien ahí hay alguien ahí
por favor contesten
sabiendo que por siempre he de girar en el vacío
como esos astronautas escandidos de su nave
satélites de sangre hueso deseo y carne
en busca de otro cuerpo de hueso carne deseo y sangre
cuyos reclamos inundan nuestros sueños
una y otra vez nuestros radios nuestros telégrafos
para recordarnos que hay cuerpos sin descanso
pasiones sin respuesta
que no cuenta el tiempo
que algunas cosas vuelven
¿Qué
acaso
tu teléfono no suena?
¿O una
extraña interferencia
quizá el nudo que siento en la garganta
lo ha descompuesto?
No importa
Sólo quería que supieras
Que aún alguien por ahí busca un teléfono de monedas
diciendo
“Operadora, ¿podría esperar un minuto en la línea?
No puedo leer el número que me ha dado,
algo en los ojos me molesta,
igual que cuando pienso en la mujer que creí me salvaría”
De pronto advierto que al fin y al cabo ha sido bueno no hallarte
pues escribí este poema
y estoy tan feliz
que marco tu número para celebrarlo
coloco mi mano sobre el teclado digital
y tarántula tentaleo como cuando uno se desliza por la tabla ouija
en espera que un fantasma conteste
Datos vitales
José Homero [Hernández Alvarado] nació en Minatitlán, Veracruz (1965). Licenciado en Letras Españolas por la Universidad Veracruzana (UV). Poeta, ensayista, crítico literario, editor, narrador, articulista y periodista cultural. Ha merecido en dos ocasiones sendas becas para escribir libros de poesía dentro del Programa de Jóvenes Creadores (1993-94 y 2000-2001) del FONCA, así como la Beca Efraín Huerta (1989); becas estatales en Veracruz (1992, 1994, 2000, 2003 —las dos últimas dentro del rubro Creadores con Trayectoria. Fundador y editor de varias revistas y publicaciones dedicadas a la literatura y la crítica del arte y la sociedad, la más conocida de ellas Graffiti (1989-2000). Ha publicado los siguientes volúmenes: La Construcción del Amor (ensayo; Tierra Adentro, FONCA, 1992; segunda edición, 2005); La x en la frente (antología; Literatura Menor, Graffiti, 1995), Sitio del verano (poesía; Margen de Poesía, UAM, 1998), Vista envés de un cuerpo (poesía; Ficción, UV, 2000), La verdad de la poesía (poesía; Durandarte, 2001), Luz de viento (Fondo de Cultura Económica, Letras Mexicanas, 2006), Verano en la ciudad (Aldus/CNCA, La Torre Inclinada, 2006).