A continuación, un acercamiento a la poesía de Catalina González Restrepo (Medellín, 1976), una de las voces más trascendentes de la nueva poesía colombiana.
Pirómanos
Personajes que se van quemando con los días,
goteras que caen a la fogata,
está nevando con chispas de fuego.
No me pidas sed
no hagas camino con las llamas
no juegues con las cenizas de la que soy
no codicies mis huesos
no me dejes el fantasma de la espera
lejana no me ames.
Bébete el granizo de la que seré
derrumba las fortalezas de la muerte
hazme tragar el sol del miedo
ahógate con el agua evaporada de mis dedos
que estoy bailando en el erebo
y tengo los ojos rojos.
Seis cancioncillas (de agua salada)
I
Esta tendencia mía
de reír como los muertos,
apretar los dientes,
mirarme de reojo en el espejo,
pedirte hasta el alba,
llegar hasta la sangre.
II
El manantial era rojo.
Los ríos, culebras escarlatas,
lágrimas de fuego,
llamas del cielo.
III
Cae la persistente gota,
agujerea mi palma
y se resbala.
El papel corta,
descascaro mis labios,
me voy devorando.
IV
Protégeme de mí, amor mío,
de mis cansadas manos,
mis ojos ausentes,
las palabras que desgarran.
V
Duermo en tu sueño,
me pierdo,
anochezco en tu espalda,
como extraños en el desierto.
VI
¿Quieres beber del inagotable oasis?
Jardín
Entre cortinas espesas y camas altas
habitamos el palacio del encierro.
No abandonaré este recinto,
nunca saldré desnuda a los campos
ni te besaré frente a los comensales.
Sólo en la soledad de nuestros cuerpos
te amaré,
con gotas en los labios.
Exprímeme
déjame el vaso vacío a mí
bebe de mi sed
¿y si la muerte llega de pronto
e ilumina un cuarto oscuro?
Silencio en la mesa
Mientras masticamos la carne del abandono
alguien ha corrido una silla
para sentarse y beber con nosotros.
Vivimos en sonidos que no podemos decir,
improvisamos un concierto que jamás vendrá:
el piano suena muy alto y mis voces callan.
Morir es mejor que oír,
los músicos son niños con hambre.
Esplendor
Hace siete años, a esta hora,
llegaba tarde a mi boda.
Como una lluvia repentina en la ciudad
temo que mi amante muera entre mis brazos.
El amor no tiene futuro,
mañana endureceremos la inocencia,
aprenderemos la dulce ironía.
Serviremos al rey y al bufón.
El poeta de la bailarina anónima
Una bailarina ronda tus páginas,
mis pies ni siquiera aparecen.
Ella se ha ido,
pero se detiene en tu retina.
Podría ponerme zapatillas,
danzar,
y sólo la verías a ella.
Seguirás disfrutando banquetes en soledad
que quemarán los paladares,
ella será alimentada por tu memoria
mientras muero de hambre.
Viaje
Hemos sometido nuestros cuerpos
a los rigores del instante
y este mundo se ha agotado
para nosotros.
El frío nos ha llevado al hastío,
el verano amenaza con devorarnos.
Sería mejor cambiar todo el equipaje
pero la memoria es caprichosa,
en las aduanas hemos perdido
algo irremediable.
Desierto
De la infancia
el sonido del mataculín,
el miedo a resbalar
y la afición por el vértigo.
—Los deseos como piedras que caen—.
¿Cuántos mundos he perdido?
En el sueño de encontrar en el espejismo
un cactus sin espinas,
de querer sin herirse,
hallo un espejo en la habitación del frente
pero está vacío.
Alimento
Revisamos nuestros buzones
esperando siempre la última carta,
vivimos para recibir.
Somos como pájaros que guardan las alas
mientras sus corazones laten
en pechos calientes.
—Yo cargo tus palabras en la cartera
como una limosna extra—.
No podemos dormir,
soñamos con anillos en cada dedo,
que mides mi torso con tus manos
y descubres la piel
antes de que se marchen los invitados.
Promesa
La señora, vestida de negro, exhibe su viudez
mientras nosotros compartimos el postre.
Nos habla de esa llama
que se enciende y apaga,
nos mira a los ojos,
dice que se la jugó toda y no perdió,
la muerte nos hace vulnerables a la verdad.
Desordena su pasado
y se alegra de tu mano sobre la mía.
Quizás adivina que hace rato sueño con llegar a casa
y que lentamente dejas caer mi falda,
la misma de esa vez,
cuando cenamos con tus amigos
y aún no éramos nada.
La última batalla
Llegas luminoso con el día,
tú, que te creías derrotado,
y prometes borrarlo todo
y haces que soñemos con carrozas
cuando nos debatimos con leones.
Somos dueños de casa,
huéspedes del asombro,
nos vestimos de rojo
y dormimos sobre manchas de fresa y leche.
Nunca faltará el vino en nuestra mesa,
siempre la azucarera estará llena.
Viajeros
Aquellos oscuros días
de la primera juventud,
en la que mitificamos
nuestras vidas:
tú, pasajero sin vocación
yo, tejedora infiel.
Sin guerras ni heroísmos,
quemamos nuestros oídos
nublamos los ojos.
Sin ningún tesoro
ni recompensa alguna,
tal vez el dolor.
(Y aún no hemos llorado lo suficiente).
Un sacrificio sin manos doradas
de hermosas diosas,
ni apuestos y valientes caballeros
que salvaran a la princesa,
tan sólo falsas sirenas
y brujas despiadadas,
mortales codiciosos
y terribles monstruos.
Pesadillas que nos llevaron
por mares inciertos
que recorrimos solos.
Sin camino,
sin regreso.
Naufragamos,
tuvimos que irnos
sin otro encuentro.
Cristal
La imagen se repite
como una pesadilla infantil.
El cuerpo de la juventud
reflejado en habitaciones
donde los espejos cubren las paredes
y el miedo se confunde con la inocencia.
Aprendimos el juego del deseo
hasta la vergüenza,
hasta quedarnos sin cuerpo
ni espejo.
Aniversario
El funcionario de aduanas,
el barman de la cofradía,
el joven poeta de Sevilla,
el que ha bebido en cada puerto,
todos ellos,
pero nadie ha disputado tu amor.
Mendrugo
Y ese día sentí que ya no sería más joven,
que la muerte, como hace cuatro años,
estaba a mi costado.
Nadie la había llamado,
tampoco venía por mí,
sólo quería un trozo de mi vida,
ella, la mendiga,
pero yo no se lo di.
Datos vitales
Catalina González Restrepo (Medellín, 1976) es Licenciada en Español y Literatura de la Universidad de Antioquia. Actualmente reside en Bogotá, donde se desempeña como editora. Ha publicado Afán de fuga (Editorial Universidad de Antioquia, 2002), Seis cancioncillas (de agua salada) y otros poemas (Colección Viernes de Poesía, Universidad Nacional de Colombia, 2005) y Deseos para los caminantes (con Juan Felipe Robledo, Golpe de Dados, marzo-abril de 2007). Sus poemas han aparecido en revistas y antologías nacionales y extranjeras y han sido traducidos al francés y portugués.