La cocina del alma: poetcast de Rudy Wiedmaier

Rudy Wiedmaier

Para continuar con un toque musical la semana chilena, presentamos un material exclusivo y desconocido en México, perteneciente a los álbumes “Hotel Teillier” y “Los Trenes de la noche”, del cantautor santiaguino Rudy Wiedmaier, quien ha musicalizado de manera magistral la poesía del entrañable poeta de Lautaro, Chile, Jorge Teillier.

 

 

 

Jorge Teillier y la música: isla viva y permanente

 

La nostalgia del reino de pureza, del paisaje primordial en donde el ser encuentra su verdadera casa, materializado en el paisaje del pueblo natal, en la naturaleza, en la casa de madera del bautismo, en el mudo corazón del bosque, en los trenes que atraviesan a la mitad ese pueblo de la infancia, en la lluvia y la tristeza, en los sabores amados: el pan sobre la mesa, la sidra natural de manzana (“shisha”), el vino terrible y noble, son los elementos que conforman el magma esencial de Jorge Teillier, poeta chileno nacido en Lautaro (1935), poblado situado cerca de Temuco, en el sur profundo de Chile, ese sur que no es una simple geografía, sino una melancolía y el espacio fundacional del alma chilena.

            Por ello es que este poeta se ha convertido en una presencia primordial, invisible pero presente, en el ánimo de Chile y de los poetas. Contra toda voluntad de rechazo, sobre todo de los poetas chilenos más jóvenes, más preocupados en acomodarse al canon imperante que a encontrar una voz propia, a favor de una supuesta “vanguardia”, “ruptura”, y otras máscaras estéticas con que se oculta la necesidad de imponer un canon único, pareciera mentira que en un país que nos ha legado las más importantes, honestas y genitoras voces de la vanguardia poética latinoamericana (Huidobro, Neruda, Parra, Rojas…), existe, con una fuerza subterránea, pero poderosa, esta voz que ha privilegiado una poesía de la transparencia, de la desnudez en el lenguaje, afincada en el poderío simbólico y arquetípico cuyo referente, como se menciona al principio, es este sur de la infancia, entendido como un paisaje donde la orfandad desaparece.

Cartel

            Jorge Teillier es una voz que habla desde esta nostalgia, y desde la imposibilidad de restaurar, en la realidad, en la vida del Chile de la dictadura, este íntimo espacio de libertad y plenitud. Alcohólico irredento, triste, héroe de su hybris, su vida misma y su obra se afincan en el desarraigo, en la imposibilidad de la permanencia en la tierra y del amor, ya sea fraterno, paterno o a sus compañeras de vida, y extraordinariamente, a costa de su vida misma (muere en Viña del Mar, en 1996, en Viña del Mar, desangrado por una hemorragia producto de una cirrosis terminal), en un diálogo misterioso, visto desde la perspectiva del tiempo,  con la muerte. En sus poemas más extraños, como “La última isla”, por ejemplo, que no han sido estudiados desde este punto de vista, pareciera como, si desde la existencia física, cuando los escribió, hablara desde la muerte, como si ya su espíritu estuviese quizá, en el espacio cerrado de su tumba en La ligua (“pues quizá ha llegado el término del mundo”), tumba hermosa y siempre viva, limpia, con flores y un estanque de peces, que su viuda, la escultora Cristina Wenke, cuida amorosamente.

            Rudy Wiedmaier, cantautor, tecladista, guitarrista y productor chileno de ascendencia alemana, percibe esta esencia Teilleriana, y da ritmo a los poemas del autor que más nos dan una idea de su poética. El jazz, el blues, pero sobre todo, el rock, no demeritan el magma poético de Teillier, sino al contrario, entablan un diálogo con él, y le dan la fuerza del canto y la música.

            Wiedmaier aparece como figura en la canción popular de Chile a comienzos de los años ochenta dentro del movimiento del canto nuevo. Su carrera discográfica comprende trabajos como: Impresiones Personales, Amigo Imaginario, Amor Grisú, Presentes, Los Ghettos Matan, Imperio Anterior, Emporio. Con Hotel Teillier (2005) y Los Trenes de la noche (2006), discos en los que musicaliza la obra de Jorge Teillier, su trayectoria se afianza y encuentra una voz del espíritu, “un pariente imaginario”, que lo acompaña..

            Hotel Teillier incluye los tracks, que son los títulos de los poemas de Teillier, “La última isla”, “En la secreta casa de la noche”, “Cuando todos se vayan”, “Los conjuros”, “Después de la fiesta”, “Tarjeta postal”, “Nadia”, “Cuento sobre una rama de mirto”, “Botella al mar”, “Ahora vuelvo a encontrar esa luz olvidada”. El disco Los trenes de la noche incluye “Días de ocio en la ciudad que fue”, “Si pudiera regresar”, “Casablanca”, “Andenes”, “Carta a Mariana”, “Antes del desorden”, “Paseos con Carolina”, “La llave”,  “Pequeña confesión”, “Los trenes de la noche” y “Juegos”.

            Actualmente Wiedmaier prepara sus álbumes “Diario de un robot” y “27”.

            Presentamos, además de una entrevista con Wiedmaier, para dejarlo hablar también,  esta pequeña antología musical de Jorge Teillier, en la que, al escucharla, nos damos cuenta de que esa “última isla” que es la muerte, es una isla viva y presente, pues es dicha desde una voz que, aun en vida, nos habló desde la eternidad de la muerte y de ese espacio primordial y puro de la infancia, y es acompañada por la vitalidad y fuerza de las extraordinarias composiciones de Rudy Wiedmaier.

 

Hotel Teillier

     

Poetcast Pista 33. Rudy Wiedmaier: La última isla (Hotel Teillier)
Descripción:

Poetcast Pista 32. Rudy Wiedmaier: En la secreta casa de la noche (Hotel Teillier)
Descripción:

Poetcast Pista 31. Rudy Wiedmaier: Cuando todos se vayan (Hotel Teillier)
Descripción:

 

 

Los trenes de la noche 

 

Poetcast Pista 30. Rudy Wiedmaier: Carta a Mariana (Los trenes de la noche)
Descripción:

Poetcast Pista 29. Rudy Wiedmaier: Paseos con Carolina (Los trenes de la noche)
Descripción:

Poetcast Pista 28. Rudy Wiedmaier: La llave (Los trenes de la noche)
Descripción:

ENTREVISTA CON Rudy Wiedmaier*

Por David Ponce

Subrayado, marcado, descompaginado, carreteado. La antología de Jorge Teillier que tiene Rudy Wiedmaier ostenta las huellas de haber sido su libro de cabecera en el último tiempo, y no se trata sólo de lectura. De ahí salió la octava y más reciente placa de Wiedmaier, un músico que empezó a grabar en 1982 y que este año acaba de publicar dos álbumes seguidos con la poesía como materia prima: “Mirar de afuera”, con versos de Ricardo Nanjarí Román, y “Hotel Teillier”, sobre el poeta de Lautaro.

 

UN TÉ CON EL POETA

 —Es un suceso artístico bien único en mi experiencia creativa —dice. Fue bastante rápido, escribí las canciones no pensando en hacer un disco. Fueron apareciendo por las ganas de tocar que te provoca la lectura de un buen poema, no sólo en lo musical, sino que en tus momentos de vida. Qué rico sentarse a tomar una taza de té con la guitarra, con un buen texto, a hacer música, y más potente que termine resultando una canción.

 ¿Qué tan rápido fue?

La primera canción, que no está en este disco, la escribí hace 10 años. Y ahora salieron 16 temas en un mes y medio. Quizás hay una misteriosa preparación que uno ignora para llegar a lograr algo, un entrenamiento espiritual, por decirlo de alguna manera. A lo mejor, tenía que llegar ahora, cuando yo estoy más escéptico frente a algunas cosas de lo que llaman la industria. Estoy más viejo, más tranquilo frente a ciertos acontecimientos y más urgido frente a otros.

 ¿Estudiaste a Teillier o fue un trabajo más intuitivo?

Todo esto lo he hecho por pasión. Es porque la poesía de Teillier me emociona. Punto. Si no, mi música no podría emocionar a otros. Yo descubro a Teillier el año 91. Él fue un par de veces a ver a una amiga a la casa donde yo vivía, en Pedro de Valdivia, y le dejó un libro de regalo, que es ‘‘Cartas para reinas de otra primaveras’’. Y ahí yo quedé plop. Hay un dato bien fundamental, y es que yo soy un hombre del campo, finalmente. Yo nací y viví toda mi infancia en Tiltil, y eso a uno lo marca a fuego.

 

 

 

CASA DE CAMPO

 Nieto de un inmigrante alemán establecido en San Fernando, Wiedmaier vivió hasta los 12 años en Tiltil. “Teillier es un poeta conectado con la epifanía de la infancia, como un tiempo de arraigo, de la edad de oro. Y yo tuve una infancia muy feliz, llena de paisajes que ya no están tan a la mano, son menos visibles. A partir de ese libro me empiezo a zambullir en la obra de Teillier. Además él es un desterrado en la ciudad, nunca le dieron el Premio Nacional de Literatura, por ejemplo. Tiene toda una temática rockera y tiene una forma de plantearse frente al oficio que yo comparto’’.

 ¿Es difícil el ejercicio de poner música a un poema?

En un primer momento pensé que era una pega muy difícil. Esta experiencia me regaló un don adicional de hacerlo con cierta facilidad. Pero antes de entrar en ello tengo que sentir que me hace un clic, no sólo en términos de una emoción ni una conexión profunda, sino también en la forma, que me tiene que sugerir un ritmo, una cadencia, un juego de palabras, una sincronía, y eso he logrado verlo con echar una mirada al texto.

 ¿Así elegiste los del disco?

Yo lo plantearía al revés. Más bien me pregunté si estoy capacitado para enfrentar ese poema. Qué le voy a estar diciendo yo a Teillier si se presta o no para que venga Rudy Wiedmaier. Porque, además, la obra de Teillier es monumental, por la cantidad de poemas que tiene y los que se extraviaron, porque él escribía mucho en los bares y eso se iba en las servilletas. Tipos que están como poseídos.

 ¿No tuviste un criterio literario, de hacer una antología cronológica?

No, tomé un criterio bastante pragmático. Yo, finalmente, soy un escritor de canciones. Ése es mi tema. Ahora, los más pesados dirán: ‘‘Y este huevón no tiene ninguna canción sonando por ahí’’. Claro: no están en la radio. Pero yo sé que tengo 100 canciones buenas, 100 canciones dignas. Entonces, al escribir las canciones no tuve ninguna pretensión de entrar en la radio: no es que no quiera entrar, pero no a cualquier precio. Decidí que la poesía de don Jorge, mi propio trabajo y el de los músicos en este disco tiene que ver con una cuestión más bien musical. Yo soy un autor de canciones que se mueven en distintos estilos y traté de que fuera variado en esa dirección. Es lo que hago en todos los discos.

 ¿Uno se siente más familiar después?

Sí, yo creo que es una buena definición. Es como un pariente que uno ha querido mucho.

      

*Entrevista publicada en el periódico chileno  La Nación, el domingo 20 de noviembre de 2005.

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