95 Años. Nicanor Parra y la lucidez de lo cotidiano: la pornocultura y el basurarte

Nicanor ParraFrancisco Véjar nos presenta una interesante visión de Niocanor Parra, a propósito de la publicación de sus Obras Completas que se editarán bajo el sello hispano de Galaxia Gutenberg.

 

 

Nicanor Parra decidió establecerse definitivamente en el balneario de Las Cruces, en el litoral central.

            Atrás quedó su vida urbana y las interminables charlas en su casa de Santiago, ubicada en la comuna de La Reina. Allí se le solía encontrar con un cuaderno de croquis y un lápiz en la mano; ingenioso y perspicaz. Si bien ahora es un visitante de paso por la que fuera su morada santiaguina durante décadas, aún mantiene allí su biblioteca, arpilleras de su hermana Violeta, muebles de estilo, artefactos, un piano de cola y algunas puertas donde todavía se pueden ver ecuaciones hechas por él mismo con tiza blanca.

            En la actualidad su vida oscila entre San Antonio y Mirasol. Generalmente va a tiendas de anticuarios o a visitar su casa de Isla Negra, donde hace recuerdos de Ana María Molinare, la musa inspiradora de “El hombre imaginario”. En ese poema dice:

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario
(…)
Y en las noches de
luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre
imaginario.

            Desde luego, está lejos de desvincularse del mundo. Su respuesta a los problemas que afectan a la sociedad actual es tajante: “Todo está encaminado al sexo: pederastia, escándalos diversos… Lo que no entiendo es quiénes están detrás de todo esto”. Y continúa: “La farándula se sustenta en la siguiente frase: ‘a bailar, a bailar, que el mundo se va a acabar’. Esto opera en el inconsciente colectivo. Después del colapso ecológico y la amenaza nuclear, quieren farrearse lo que les resta por devastar. No les importan las generaciones venideras. Más tarde vendrá la pornocultura y el basurarte”.

 

Poesía y desecho

Esta última reflexión, en sus artefactos, ha tomado la forma de objetos que los demás botan a la basura, pero que él les vuelve a dar vida. “Pasan de ser objetos desechables a otros deseables”, explica. Por ejemplo, un día caminando por la playa encontró la base de un quitasol abandonado por los veraneantes. La llevó a su casa y le puso un paraguas desvencijado y más abajo una plataforma metálica, con las siguientes palabras: “El Parraguas de Calder”. Lo instaló en el balcón y empezó a flamear con el viento. De esa manera, el escultor estadounidense e inventor de los móviles en los años 60, Alexander Calder, volvió al presente.

            El paisaje que lo rodea a diario es apacible y marítimo. Hay casonas de los años 40 o 50 que aún guardan su señorío en el sector. El océano Pacífico se observa desde todos los ángulos. Al franquear la verja de su residencia e ingresar al jardín, se aprecia una enorme palmera, las azucenas de marzo y un juego de terraza. En el interior de la casa tiene una permanente exposición rotativa de artefactos, fotografías, libros y máquinas de escribir Woonderwood.

            Sobre una mesa de centro, en el living, reposan obras de William Shakespeare, Diego Portales y Joaquín Edwards Bello, entre muchos otros. Además de cartas, cuadernos, diarios y revistas de circulación nacional. De una de las paredes pende una fotografía suya del año ’32, en el INBA. Entre los retratados se cuenta a Jorge Millas y Carlos Pedraza. “Casi todos están muertos”, agrega Nicanor.

            Más allá, sobre el sofá, descansa un papel que contiene el dibujo de un corazón con patas; allí se lee: “Muchos los problemas / una la solución: / Economía Mapuche de Subsistencia”. “Desde muy niño estuve cerca de los mapuches. Vivían sin mercado, tenían su huerto, iban al pueblo de tarde en tarde a comprar los vicios”, apostilla. Esto tiene relación con el esmog asfixiante que se respira en Santiago. No privilegia ningún mensaje específico, más bien apunta al escepticismo cuando dice: “Hagas lo que hagas / te arrepentirás”.

 

Obras completas

En la actualidad afina los últimos detalles de sus Obras Completas que aparecerán en Galaxia Gutenberg, Madrid, España. El prólogo y la selección estarán a cargo del crítico español Ignacio Echevarría. A éste lo atrajo el proyecto, porque ve a Nicanor Parra como “un autor que choca con las primicias de la solemnidad. El interés radica en hacer operativa y resonante la operación de la antipoesía en España. No es casual que Roberto Bolaño lo considerara el mejor poeta del siglo XX, en lengua castellana”. Por otra parte, la editorial New Directions (Nueva York, Estados Unidos) acaba de publicar una antología de su obra, traducida y seleccionada por Liz Wermer. A esto se suma la aparición, el año pasado, de su adaptación de la obra de Shakespeare, que ha dado en llamar Lear, rey & mendigo (Ediciones de la Universidad Diego Portales). Sobre esa labor explica: “Necesariamente tuve que abordar temas como el Renacimiento, la Reforma, las consecuencias del descubrimiento del Nuevo Mundo e incluso retroceder hasta Séneca y pasar por La Divina Comedia. Hice peregrinaciones espaciales y temporales para formarme una idea más completa del mundo en que Shakespeare escribió su Rey Lear”. A poco andar, el volumen tuvo gran éxito de ventas y ya cuenta con una segunda edición.

 

Los olvidados

Quién lo diría, pero el antipoeta ha vuelto a escarbar en las antologías de la poesía chilena del siglo XX. Su poeta preferida es María Monvel (1899-1936), seudónimo de Tilda Brito Letelier. La descubrió al leer su poema “Mi hija juega en el jardín”. Al enmendar algunos versos de dicha composición, transformó su influencia en un texto dedicado a su nieta de 6 años, quien un día decidió adoptar el apelativo de Lina Paya (Cristalina Parra en la realidad). El poeta recita:

Mi nieta juega en el jardín
Mi nieta juega en el jardín
y sin embargo yo estoy triste
triste de tanta dicha, triste
porque la dicha tiene fin.
Viene corriendo y se va luego
y me da un beso y una flor;
su voz musita a su vez un ruego,
a su vez un mimo encantador.

Es la más linda de las flores.
Como ella no hay otra flor.
¿Qué han sido todos mis amores
comparados con este amor?
No creo en destinos amargos,
aunque las cosas tengan fin;
pero quisiera largos, largos
estos momentos del jardín.

            “Uno tiene derecho a estar triste de nuevo -puntualiza Parra, tras un silencio-, aunque la tristeza esté erradicada de la poesía contemporánea”.

 

Poetas y Shakespeare

Otros poetas que recuerda son: Juan Guzmán Cruchaga (1895-1979), Francisco Santana (1910-1978) y Julio Vicuña Cifuentes (1861-1936). De este último recupera el soneto “¡Aún es tiempo que venga!”, cuyo final lo conmueve:

La que evoqué en mis horas
de soledad y hastío,
¡aún es tiempo que venga, aún
es tiempo que venga!

            Sin duda, estos textos responden a estados anímicos de Nicanor Parra. Pero William Shakespeare continúa siendo su lectura predilecta.

            En una oportunidad hablamos sobre las teorías del big bang y el big crunch. Y le preguntamos: “¿Usted cree que vamos a desaparecer sin dejar huella?” A lo que respondió: “Es algo que no me deja tranquilo y me vuelco a la poesía. Cuando pongo la cabeza cerca de la ventana y miro hacia el mar, vuelvo a escuchar los diálogos de Hamlet. Están ahí, no ha pasado el tiempo. Hamlet es la culminación de todo”.

 

Pequeña reseña antipoética

Nicanor Parra nace en San Fabián de Alico, en 1914. Su infancia transcurre entre Lautaro y Chillán. Creció junto a sus hermanos Hilda, Violeta, Eduardo, Roberto, Elba, Lautaro y René. Terminó sus humanidades en el Internado Nacional Barros Arana, del cual llegó a ser inspector y profesor. Estudió pedagogía en matemáticas y física, en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. En 1937 publicó su Cancionero sin nombre. Y seis años después viaja a los Estados Unidos becado por el International Institute of Education. Allá estudia mecánica avanzada, en la Brown University, de Rhode Island. En 1949 se traslada a Inglaterra, donde cursa mecánica racional en la Universidad de Oxford. Es allí donde concluye sus Poemas y antipoemas, que publica en 1954. Luego le suceden los siguientes libros: La cueca larga (1958), Versos de salón (1962), Discursos, con Pablo Neruda (1962), Manifiesto (1963), Canciones rusas ((1967), Obra gruesa (1969, año en que obtuvo el Premio Nacional de Literatura), Los profesores (1971), Poesía rusa contemporánea (1972), Artefactos (1972), Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1976), Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1979), Poemas y antipoemas a Eduardo Frei (1982), Chistes para desorientar a la poesía (1983), Hojas de Parra (1985), Poemas para combatir la calvicie (1993) y Lear, rey & mendigo (2004).

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