La levedad del vértigo. sobre Pleamar en vuelo de Rubén Márquez

La levedad del vértigo

sobre Pleamar en vuelo de Rubén Márquez

 

Desde su título, el primer libro de Rubén Márquez anuncia la naturaleza aérea y marítima, la levedad y el lirismo en que se finca Pleamar en vuelo. Es inevitable no convocar el nombre de Vicente Huidobro porque Rubén Márquez ha imantado sus lecturas del poeta chileno con un erotismo ligero y transparente. La sucesión de imágenes transcurre para celebrar el cuerpo de la mujer y la comunión de los amantes.

            La estructura tripartita del volumen encuentra su equivalente en los tres movimientos de una sonata: “Viaje”, “Postales” y “Poemas de mar y viento”. La primera sección es un largo canto que se urde al conjugar el cuerpo, la naturaleza y el cosmos. Hay una suave modulación sensorial y sensitiva. El sentido de la vista es estimulado por la espacialización del poema. Más que lugar para el silencio, los blancos que separan a un verso de otro intentan alojar ráfagas de aire: “y de la altura desciendo para ir más alto/ para planear más alto y seguir volando/ icarizados/ nebulantes/ siendo árbol sin raíces/ siendo raíces sí/ pero de nubes.” En este fragmento destacan, además, un par de figuras: el oxímoron y el neologismo. El diseño retórico de Pleamar en vuelo hará de estos procedimientos verbales, más la aliteración y la sinestesia, el vehículo para transfigurar el lenguaje en poesía. Icarizados se declaran el sujeto lírico y la amada. Es decir, se elevan demasiado que más cabe esperar el despeñamiento al acercarse al sol, entendido como una metáfora de las pasiones. A pesar de que el coito es esencialmente horizontal, los poemas de esta sección forjan imágenes de contornos verticales. La verticalidad de un árbol, por ejemplo, se representa al desintegrar el vocablo “raíces“ en las letras que lo componen, disponiendo cada grafía debajo de la otra imitando una escalera.

            A la expansión de “Viaje” se le opone el retraimiento y la brevedad de “Postales”. Igual que en los haikus, la mirada pule lo contemplado hasta reducirlo a sus elementos mínimos: “Tu sexo/ en medio del espacio/ una libélula dormida/ delirando.

La pleamar señala el punto en que el oleaje clausura su creciente. Es también el tiempo que ésta dura. Así, el libro de Rubén Márquez es una ascensión hacia el erotismo, hacia la consagración de los cuerpos y también es el transcurrir de su delectación. A esto se aboca “Poemas de mar y viento”. Se desciende al mar pero la emoción eleva la intensidad. El poeta circunda un tema que lo obsesiona. Fija sus `posibilidades plásticas: “Llegaré y te besaré/ donde se eleva el mar enhiesto/ mordiendo las cimas de la noche”.

Rubén Márquez nació en la ciudad de Puebla en 1981. Es licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica y maestro en Literatura Mexicana. Desarrolla una importante labor de difusión cultural en la revista electrónica Círculo de Poesía y desde la coordinación de la Cátedra Alfonso Reyes en el Campus Puebla del Tecnológico de Monterrey.  Aquí y allá van emergiendo las voces de los poetas nacidos en la década del ochenta. Aún falta tiempo para que conozcamos su antología, es decir, los poetas que recogerá el canon. Saludo con entusiasmo el primer libro de Rubén Márquez y confío en que lo leeremos en los próximos años como una voz obligada de su generación. Enhorabuena.

 

Jorge Mendoza Romero

También puedes leer