A continuación presentamos la poesía de Karen Valladares (Honduras, 1984). Es Poeta, escritora, gestora cultural y abogada.Miembro fundador del movimiento literario poetasdelgradocero. Ex miembro del grupo taller literario Máscara suelta. Miembro de la asociación nacional de escritoras de Honduras, (ANDEH) ex miembro de MUA (mujeres en las artes).
NINGUNA TARDE AZUL
No existe ninguna tarde azul de verano. Aquí todo es opaco, o hay mucho sol, en todo caso nuestras tardes son amarillentas. Hoy en la madrugada a las 2 con 30 para ser exacta, frente a la casa se escucharon 8 balazos. Jorge dice que fue de una 38, quizá en la entrada del bloque, pero yo los escuché más cerca, casi en mis oídos. Estaba adormitada y tuve que despertarme a ver qué sucedía, me asomé a la ventana, pero el callejón estaba completamente vacío y sin ruido; excepto por el eco de las balas reventándose a mitad de la madrugada. Después no pude dormir. Lyure se levantó llorando, asustada, alzando los brazos, como pidiendo que la cargara. Toda la noche había sido rara, sin más movimiento que el que nosotros mismos dábamos. Parecía lúgubre, como si la noche toda quisiera desaparecer por completo. O volverse una estrella distante para todos.
EN LAS HORAS MÁS ATERRADORAS DE LA NOCHE
Yo no voy siempre
solo al fondo de mi mismo
Sino que a veces
llevo a otros seres conmigo.
Jules Supervielle
A: Sonofelet.
Yo me hundo siempre dentro de mí, en la hora más aterradora de la noche. Donde todos duermen y sólo yo alzo la voz al cielo, ahí es donde nadie quizá me observa.
Yo me hundo siempre dentro de mí, buscando quien sabe qué cosa, el amor, el odio, la resurrección, la peste, la espera, el peor poema que he escrito muchas veces hasta el día de hoy. Quizá busque la mirada como fuego y que en lo más hondo la cursilería sirva de burla para cualquier buen verso, hoy le ha dado por llover, por inundarse calles y avenidas, por encerrarnos en las casas o quizá salir a salpicar charcos de lodo y embarrarnos los zapatos hasta el tobillo. Yo me hundo siempre dentro de mí, hasta la más profunda gota de mí, para encontrarme desvalida, entera, partida en dos en tres o en cuatro. Me encuentro para alguien que descifra los alfabetos de mi cintura.
PATIO
Tierra es lo que hay en mi patio.
No rosas, cartuchos
árboles frutales, niños.
Siembro amaneceres
atornillados en versos.
Siembro incertidumbre,
casas cerradas
donde nadie habitó jamás.
Muertos es lo que siembro,
muertos vivos
porque nunca los maté
ni los mataron,
ni duermen, quizás.
Mi patio no es como los demás.
Mi patio habla
y cuenta cada historia de sus raíces.
Siembro calles que la gente ha olvidado.
Siembro cielos,
otra vez cielos
y es que me abruma su secreto,
sus habitantes.
Y no precisamente pájaros
o nubes
o aviones.
o poemas.
Siembro un patio
en mi patio;
un patio cargado de ciudades,
de multitudes,
de sueños.
de mierda, inclusive.
Lo siembro
porque mi patio no tiene el valor
de callar sus propias cosas.
Entonces grita
y no grita patio,
grita palabras, nombres de hombres que mal vistieron de sexo.
Nombres de mujeres que me odiaron por celos.
Nombres de patrias a las que prometí visitar.
Nombres de tantas cosas incumplidas.
Donde yo vivía
habían patios pintados de silencios
para no contar sus vergüenzas y verdades
como el mío.
SOBRA EL TIEMPO
A fuera nadie es nada, sólo adentro.
Jaguares.
A los Poetas del Grado Cero.
Sobra el tiempo,
las palabras palpitan en mi mano
la luz,
una línea transparente que nos roza.
Sobra el tiempo
hasta en los relojes
y nos vuelve al ocio de no hacer nada
o hacer mucho.
De escabullirle al sueño
manteniendo los ojos abiertos
y la mirada firme “como sol”.
sobra el tiempo,
para enamorarse,
para leer un libro
para sentarnos en el techo de la casa
y mirar el cableado de la ciudad y no el cielo.
sobra el tiempo para todo y en todo.
Hasta en los relojes.
MIS OJOS
Mis ojos no son ya aquellas calles solitarias y muertas,
la piedra que golpea la tibia mirada que no observa.
No son los trenes que avanzan cargados de gente,
sin nombre,
sin cuerpo,
sin sombra,
sin sueño y sin amorío.
Mis ojos ya no cruzan la soledad,
aquella flor vacía que cae lenta en cualquier agujero.
Ya no son lunas y cielos deshojados.
Ya no son
lágrimas, ni dolor.
Ni agua que se pudre en otras aguas.
Mis ojos
ya tienen un color y no precisamente el de la noche.
Cielo
si te imaginas que al final
el cielo sólo fuera un anuncio de papel.
Agustín Fernández Mallo
Me faltan siglos
para dejar de ser.
La palabra
me sobra a veces.
Los movimientos de la tarde
se desprenden hasta caer en la curvatura de mis ojos.
El sol es un conjunto de monedas lanzadas al aire.
Un trazo de papel
Rayado por un niño es el cielo.
Movimiento
Hay cosas demasiado puras
para ser dichas
Pere Quart
la luz,
el tiempo,
la oscuridad,
la sombra,
la lluvia.
Movimiento
el cuerpo andando,
los caminos en silencio,
la palabra alzada.
Un beso,
el abrazo.
Movimiento,
el aire,
una mano deteniéndose en el bolsillo,
la mirada sosteniéndose en otra mirada.
Movimiento,
la luz,
el calor
un cuerpo sosteniéndose en otro cuerpo.
Movimiento todo.
La traición
los amigos,
el amor,
la ciudad,
los transeúntes,
las casas.
Movimiento,
nada.
Los ojos,
la sangre
en constante movimiento,
sin detenerse.
Como la mirada,
o el pensamiento.
Quién
Quién puede decirme cómo vivir
sin pensar en las cosas próximas que deban ocurrirme.
Lanzarle un zapatazo a alguien y morirme de la risa,
como si no fuese pecado.
Pero que alguien me diga cómo vivir,
cómo llevar los días de mi existencia, al límite.
Y pensar que cada instante muere frente a este cuerpo flaco y sin forma.
He de morir algún día, o quizá nunca muera porque algunas veces pienso
que soy inmortal.
Me han de llevar los gusanos y las sombras oscuras, el mismo Satán.
Me he de encontrar con lo más terrible en el camino y jamás tendré miedo,
porque soy tan cobarde que nunca me atreví a sentirlo.
Le temo a todo. Pero nadie sabe que le temo a todo.
He de andar por las calles,
sola o con algún desconocido tratando de hacerme plática,
para no aburrir el camino.
No me importa la vida de los demás.
Quién puede decirme cómo vivir,
cómo llevar los días de mi existencia,
fingir que todo está vergonísimo.
que a nadie le importa realmente lo que pasa.
Alguien puede decirme, ¿cómo desaparecer
sin que yo misma, me dé cuenta?
Datos vitales
Karen Valladares (Hondureña, 1984) es Poeta, escritora, gestora cultural y abogada.Miembro fundador del movimiento literario poetasdelgradocero. Ex miembro del grupo taller literario Máscara suelta. Miembro de la asociación nacional de escritoras de Honduras, (ANDEH) ex miembro de MUA (mujeres en las artes) “Leticia de Oyuela”. Su obra ha sido antologada en: Sociedad Anónima (Antología realizada en memoria al concurso del poeta inédito en Honduras por el colectivo Paispoesible). Trabajos antologados en 2007 Nueva poesía contemporánea de América Latina, en Argentina. Poemas publicados en diferentes diarios y revistas de Honduras, Perú, Chile, México, El Salvador, Nicaragua, Bolivia. Obra por publicar; Ciudad inversa y ninguna tarde azul. Conferencista de talleres educativos sobre sexualidad a nivel nacional, talleres diversos de literatura, derechos humanos en el país. Coeditora junto a su esposo, Jorge Martínez, de la revista de literatura METAFORA.