Foja de poesía No. 194: José Luis Quesada

José Luis QuesadaEn el marco de este acercamiento a la tradición lírica hondureña, presentamos poemas de José Luis Quezada (Olanchito, Yoro, Honduras. 1948). En 1981 se hizo acreedor al Segundo Premio de Poesía  del Certamen Latinoamericano EDUCA. En 1985ganó el Premio Centroamericano de Poesía Juan Ramón Molina del Ministerio de Cultura y Turismo de Honduras.

 

 

Homenaje a Paul Eluard

 

Paul Eluard cómo te recuerdo

dejado de la mano de tu mujer

en un México aterrador para ti

las tormentas los tormentos Paul Eluard

y tú avanzando con la espalda arqueada

en la forma infinita

que tienen los poetas cuando están tristes

bonjuour tristesse decía bonjuour tristesse

porque todas las mañanas la tristeza estaba junto al lavabo

París se adivinaba tras los vidrios oscuros

como las gafas de la policía

pero había que levantarse y afrontar el espejo

la torpeza del pie ante lo inmediato

los cobardes y las ratas huían despavoridos

para salvarse para salvarse

ah las heridas Paul Eluard

Las grandes heridas que dan los besos recordados

Y el insomnio el demonio

la traición enseñándose en lo mejor de nuestra fe

y el asco y el amor que se sienten por el amor

y el sufrimiento que nos  hace compasivos y ardientes

el poeta conserva la esperanza

cuando otros la abandonan o trafican con ella

es irreal mi soledad decías

pero el milagro es cierto Paul Eluard.

 

 

 

 

La memoria posible

 

Esto acaba de un golpe:

te llevarán a un cuarto húmedo

sin retrete

te obligarán a dormir sobre tus excrementos

entonces oirás mi voz

oirás que te llamo

se harán presentes todos tus recuerdos

pero no escuches los lamentos

de los endebles asesinados

que aún ahora no tienen lugar fijo

y extrae del espanto de esos días

toda la cólera posible:

no olvides que desafiaste a la policía

porque no quieres ser guardián del orden público

de eso se trata y ya estuviste preso

en esta y en otras prisiones del país

y en las cuarterías donde se pudrió tu niñez

tu vida ha sido una prisión sin límites

has caminado muchas noches

y no llegaste nunca de una pared a otra

sabes lo que vendrá

la fórmula es sencilla:

te matarán esta misma noche

o te pondrán en libertad tiempo después

conociendo las cosas

hablemos de la broma mortal

que les gastarás al salir

lo otro no necesita comentario.

 

 

 

 

Preguntas a causa de la poesía

 

Siento pesar por los que no aman la poesía.

De verdad, ¿no la necesitan?

Si se sientan y ven la noche

y una estrella robusta,

¿no quisieran grita cosas prohibidas,

penadas por la ley como un estupro?

Y si entran ganas de gritar a todos

Si echan de menos algo aquí se queda,

de verdad, ¿no querrían

un lápiz y papel para hacer garabatos?

Yo no sé adónde van los que no la conocen.

Cómo comen su pan cuando está duro,

cómo limpian sus manos y su frente.

En este tiempo duro, este tiempo de guerra,

¿no quieren esta flor, esta hermosa culata de fusil?

 

 

 

 

Buenos días a todos

 

La sala es grande, oscura. Mi hermano y yo estamos

Sentados en unas sillitas repintadas de oro.

Los mayores salen a la calle aún bajo relámpagos;

pueden meter el pie en los charcos, aunque lo eviten

con cuidado. Nosotros no: los tigres acechan a los

pequeños para desmenuzar sus huesos de colores; el

viento puede hacer girar el cuerpo de un niño y

arrojarlo sobre los pinchos de una verja de acero.

Quietos, como se hace a nuestra edad, imaginamos a

La lluvia perrear por las callejuelas. Pero aquí hay una

voz apenas distinta de los rumores matinales : es

mamé que navega.

La oscuridad está llena de insectos y hierbas

Susurrantes. Pero ella –que no repara en los objetos

más visibles- avanza con dificultad, como si bajo su

hombro cediera al fin el brazo transcurrido.

 

 

 

 

El jardín de las furias

 

En los patios vecinos los braceros de acacias

incendiaban las horas. Era sólo el principio:

el brote de tus lágrimas mellaba las espadas;

creíamos que el viento de esta tierra,

que había sepultado a otros amantes

nos libraría como la horda a su reino natal.

Nuestros ríos desgarran el pecho al nadador.

¿Quiénes sobrepasaron estos cerros,

Las quemas que preceden el infierno, en abril?

El cielo se acostó como un tronco en la tierra,

se tendió sobre el polvo. Y cuando ya no hay cielo,

cuando no queda hoja sobre hoja,

¿qué excusas puedes darle a una pobre mujer

que se ha quedado ciega aferrada a tus brazos?

 

 

 

 

El fauno

                                   A Rigoberto Paredes

 

Deja que las muchachas atruene el campo

con sus casquitos;

deja en paz esos pechos

donde el sol dora sus cuchillos.

Los generales victoriosos entran en la ciudad

y todos, menos ellas, están en los portones:

¿qué les importan esos hombres

cargados de medallas

y raspones vulgares ganados en la guerra?

A ti tampoco te venció la gloria,

ni la sed de riqueza, ni el cálculo político,

sino que enloqueciste por un rostro prefecto.

Persiguiendo a las niñas te derrengaste en las laderas.

Has dejado la piel de tu frente en las zarzas

Y ahora desfalleces bajo el sol

sin otra ambición que poseer las otra vez.

 

 

 

 

XVII

 

Amanece otra vez. Las hojas de los plátanos cantan

la inmensidad. EL fin del sol es vencer, dirigiendo a

los hombres como un maestro de obras. Estamos

todos aquí, juntos o separados, cada uno en lo suyo o

con los otros . Cada quien tiene su poca de tristeza,

cada vez más cansada, porque no siempre cegará

el prestigio de la melancolía. El amor debe ser cada

vez más limpio, digno de ser vivido en pobreza o

salud. El mundo suena su caracol y nos llama al

combate, al convivio. Tal vez no habrá ninguna victoria,

tal vez el camino será siempre el camino, teñido

de celadas y monstruos encantados y desencantados.

No importa. Haremos una señal a nuestros camaradas

por encima del hombro de los muertos. Venimos

a vivirnos, eso es todo.

 

 

 

Datos vitales

José Luis Quesada. Olanchito, Yoro, Honduras. 1948. En 1981 se hizo acreedor al Segundo Premio de Poesía  del Certamen Latinoamericano EDUCA. En 1985ganó el Premio Centroamericano de Poesía Juan Ramón Molina del Ministerio de Cultura y Turismo de Honduras.

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