A continuación presentamos diez poemas de jorge Boccanera, pertenecientes a Palma real, libro que mereció el VIII Premio Casa de América de Poesía Americana con un jurado compuesto por Julia escobar, Luis García Montero, Jesús García Sánchez, Benjamín Prado e Inma Turbau, presidido por Juan Gelman.
Quien quiera saber las transformaciones de la lluvia en marcha por la tierra que venga a vivir sobre mi techo, entre los signos y los presagios.
SAINT-JOHN PERSE
El pez de los pantanos gusta del agua cantarina
KAO CHE
Por un balcón, en zigzag de inmóvil relámpago, un árbol colosal se tira de cabeza al cielo… los veleros navegan en la selva… como alhajas en llamas vuelan los quetzales.
LUIS CARDOZA Y ARAGÓN
I
La selva está hecha a lápiz, punta fina
sobre papeles rotos, garabatos que se alzan en el
aire y cajitas de música y el oso perezoso.
Una lágrima verde rueda sobre la lengua del jaguar.
Tierra tatuada, selva
con la palma en el centro que en un aire de reina
despliega su penacho, su cabellera de hilos,
su serena ebriedad.
Abajo, el viento junta restos del universo.
II
Junco con el turbante desmañado y fruta
en el penacho.
La Palmera,
faro del bamboleo,
bengala de cabeza reflejada en el río.
Su cabeza de pólvora ¿en qué piensa?
Arde viajando en su quietud.
Cuenta un naufragio en catedrales de hojas.
Calla una historia entre un temblor y un sueño.
Hay un niño que piensa construirla,
amarrando una estrella al extremo de un palo.
III
Desde las grietas/ se arrastra/ el verde
EDWARD KAMAU BRATHWAITE
No habrá trago más fuerte que el corazón disuelto
de la selva. Hecho polvo lo guardo en los pulmones.
Va dormido, molido y en cenizas,
Hay un ángel expulsado del cielo: es el bosque,
Rueda con sus antorchas de silencio, sus pastizales altos,
sus martillos que trozan las verdes telarañas.
No hay más lugar que sus lugares.
Es un dios que no es nadie. Y es un dios.
IV
La rosa es una máscara,
oculta el rostro de la selva,
barro verde.
Furia que no envejece.
Como la respiración contenida de un dios.
Lo que no es selva es ruina.
V
Yo respiro la selva, no lo ves pero yo la respiro
y voy sujeto al humo de su cuerpo.
El vapor de sus nombres sube por las cañerías de
esta ciudad vieja.
Y respiro su sangre.
Aspiro la arboleda y es de un trago, con borbotones,
pelos de animal y cáscaras de fruta descompuesta.
Cosas que fueron otras se deshacen en el plateado de la
noche.
Son estrellas podridas que acunan con aullidos, con un
filo vidrioso y una piedra que duele a cualquier tacto.
Vivo en esa caverna sin paredes.
Entre sus inscripciones lo enmarañado tiene rostro
y los perfumes gozan su fugacidad eterna.
También en la noche de cemento te respiro.
Agua insolente cruza debajo de mi almohada.
VI
El pájaro trogón, capucha negra, cola de
presidiario, deja en el aire este mensaje:
“Y tú no me conoces,
nos amamos,
y yo no te conozco”.
VII
Encopetada la palmera, envanecida sobre un
fango de espuma.
Balbuceo en el agua de estrellas moribundas,
sargazo desteñido,
jactancia pura en cielo amotinado es esta selva,
un Narciso temblando,
duplicado en el río lustrado por la luz.
Ecos de un sueño líquido.
VIII
En la corteza de los árboles, grabo estos
pensamientos:
Cuando sonríes
se suavizan las piedras
que me aprisionan.
IX
(COPÉRNICO)
…una nebulosa que comprende millones de mundos y la concha segregada por cualquier molusco marino, desafían la más mínima tentativa de comparación. A mis ojos, sin embargo, las dos están sometidas a la misma ley de desarrollo en espiral.
ROGER CAILLOIS
“La selva va bordada en la imaginación” dice el
sacerdote polaco que observa una caligrafía de
palmeras en el firmamento.
Sabe que en cada sueño hay hebras de coraje.
1543. Anota: “Revolución de las esferas”.
Todo gira alrededor del corazón de la selva, en su respiración, en la corteza de los árboles.
Nicolás palpa las estelas donde los mayas dejaron
saltos de animales y pelambre de escamas.
Tiene cuarenta y siete años el que ve tallas en
guijarros que viajan por el cielo y esqueletos de
fósforo y picos de garceta.
1543. Escribe: “Cada víscera abierta es un interrogante”.
Hay quienes escupen esas manos que describen volutas.
Hay antorchas que observan de reojo las espiras celestes y el tiempo allí, pudriéndose a sus anchas.
Teorías sospechadas, inquina contra el que sabe que la
imaginación come deseo.
Todo gira en las hojas que mastica la bestia
del anhelo sin fin.
X
La selva es lo inminente, eso que está por
desencadenarse.
Es lluvia detenida. Espuma a punto de plumaje.
Urgencia.
Estar y devenir en una misma boca.
Lo que se viene. Pronta. Y se va a desatar.
Telegramas que ruedan por el aire.
Mi oficio es recibir eso que vive de anunciarse.
Ser la rama de aquello que no se posa nunca.
Datos vitales
Jorge Boccanera (Argentina, 1952) publicó los siguientes libro de poesía: Los espantapájaros suicidas (1973); Noticias de una mujer cualquiera (1976); Contraseña (1976); Música de fagot y piernas de Victoria (1979); Poemas del tamaño de una naranja (1979); Los ojos del pájaro quemado (1980); Polvo para morder (1986); Sordomuda (1991); Bestias en un hotel de paso (2002) y Palma Real (2008). Sus poemas fueron reunidos en las antologías: Marimba (1986); Antología poética (1996); Zona de tolerancia (1998); Antología personal (2001); Poemas (2002) Servicios de insomnio (2005), Libro del errante (2008), Sombra de dos lugares (2008) y Tambor de jadeo (2008). Autor de los ensayos: Confiar en el misterio/ Viaje por la poesía de Juan Gelman (1994), Sólo venimos a soñar. La poesía de Luis Cardoza y Aragón (1999) y Voces tatuadas. Crónica de la poesía costarricense 1970-2004 (2004). Escribió además libros de historias de vida, crónicas y testimonios, entre ellos: Ángeles trotamundos (1993); Malas compañías (1997); Tierra que anda/ el exilio de los escritores (1999) y Redes de la memoria/ Escritoras ex detenidas de la dictadura (2000). En 2002 salió su libro de relatos La pasión de los poetas. Como periodista fue jefe de redacción de las revistas Plural (México), Crisis (Argentina) y Aportes (Costa Rica). Dirige en Argentina nómada, la revista de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín). Entre otros galardones, obtuvo el Premio Casa de las Américas (Cuba, 1976), Premio Nacional de Poesía Joven (México, 1977), Premio Internacional Camaiore (Italia, 2008) y el Premio Casa de América (España, 2008).