En esta entrega de Arte Poética, Mario Meléndez nos ofrece la poesía de la nicaragüense Gioconda Belli (1948). Algunos de sus libros de poesía son Sobre la grama, Línea de fuego, Truenos y arcoíris, Amores insurrectos y De la costilla de Eva
Sobre la Grama
(1970 – 1974)
ABANDONADOS
Tocamos la noche con las manos,
escurriéndonos la oscuridad entre los dedos,
sobándola como la piel de una oveja negra.
Nos hemos abandonado al desamor,
al desgano de vivir colectando horas en el vacío,
en los días que se dejan pasar y se vuelven a repetir,
intrascendentes,
sin huellas, ni sol, ni explosiones radiantes de claridad.
Nos hemos abandonado dolorosamente a la soledad,
sintiendo la necesidad del amor por debajo de las uñas,
el hueco de un sacabocados en el pecho,
el recuerdo y el ruido como dentro de un caracol
que ha vivido ya demasiado en una pecera de ciudad
y apenas si lleva el eco del mar en su laberinto de concha.
¿Cómo volver a recapturar el tiempo?
Interponerle el cuerpo fuerte del deseo y la angustia,
hacerlo retroceder acobardado
por nuestra inquebrantable decisión.
Pero… quién sabe si podremos recapturar el momento que perdimos.
Nadie puede predecir el pasado
cuando ya quizás no somos los mismos,
cuando ya quizás hemos olvidado
el nombre de la calle
donde
alguna vez
pudimos
encontrarnos.
CASTILLOS DE ARENA
¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo
ese castillo de arena?
Hubiera sido tan hermoso
poder entrar por su pequeña puerta,
recorrer sus salados corredores,
esperarte en los cuadros de conchas,
hablándote desde el balcón
con la boca llena de espuma blanca y transparente
como mis palabras,
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen más que el peso
del aire entre mis dientes.
Es tan hermoso contemplar el mar.
Hubiera sido tan hermoso el mar
desde nuestro castillo de arena,
relamiendo el tiempo
con la ternura
honda y profunda del agua,
divagando sobre las historias que nos contaban
cuando niños, éramos un sólo poro
abierto a la naturaleza.
Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.
Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad esta lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa…
COTIDIANO
Toda mi casa está regada por mis poemas.
Me aparecen en la cocina, en el estudio,
en el dormitorio. Están extendidos a lo
largo de mi desorden, esparciendo su dulzura
por las horas tediosas de la barrida y de
la arreglada de los cuartos, dándome ese
mensaje de que si hay algo vivo en mí,
de que mi vitalidad esta impregnada en
esos papeles donde he dejado el recuerdo
de estos momentos intensos en que yo
dejo de ser yo y me convierto en un poema.
DE LA MUJER AL HOMBRE
Dios te hizo hombre para mí.
Te admiro desde lo más profundo
de mi subconsciente,
con una admiración extraña y desbordada
que tiene un dobladillo de ternura.
Tus problemas, tus cosas
me intrigan, me interesan
y te observo
mientras discurres y discutes
hablando del mundo
y dándole una nueva geografía de palabras.
Mi mente está covada para recibirte,
para pensar tus ideas
y darte a pensar las mías;
te siento, mi compañero, hermoso,
juntos somos completos
y nos miramos con orgullo
conociendo nuestras diferencias,
sabiéndonos mujer y hombre
y apreciando la disimilitud
de nuestros cuerpos.
DIME
Dime que no me conformarás nunca,
ni me darás la felicidad de la resignación,
sino la felicidad que duele de los elegidos,
los que pueden abarcar el mar y el cielo con sus ojos
y llevar el Universo dentro de sus cuerpos.
Y yo te vestiré con lodo y te daré a comer tierra
para que conozcas el sabor de vientre del mundo.
Escribiré sobre tu cuerpo la letra de mis poemas
para que sientas en ti el dolor del alumbramiento.
Te vendrás conmigo: haremos un rito del amor
y una explosión de cada uno de nuestros actos.
No habrán paredes que nos acorralen,
ni techo sobre nuestras cabezas.
Olvidaremos la palabra
y tendremos nuestra propia manera de entendernos;
ni los días, ni las horas podrán atraparnos
porque estaremos escondidos del tiempo en la niebla.
Crecerán las ciudades,
se extenderá la humanidad invadiéndolo todo;
nosotros dos seremos eternos,
porque siempre habrá un lugar del mundo que nos cubra
y un pedazo de tierra que nos alimente.
LLENA DE GRUMOS
Llena de grumos.
Áspera de vida.
Estoy tensa como un arco
esperando tu flecha,
para atravesar de gozo
los campos llenos de amapolas explotando.
Me he acoplado a tu nave
vámonos juntos
seré tierra para tu semilla.
UNO NO ESCOGE
Uno no escoge el país donde nace;
pero ama el país donde ha nacido.
Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.
Nadie puede evadir su responsabilidad.
Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.
Todos tenemos un deber de amor que cumplir,
una historia que hacer,
una meta que alcanzar.
No escogimos el momento para venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
en que nacerá y crecerá
la semilla que trajimos con nosotros.
Y DIOS ME HIZO MUJER
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
Línea de Fuego
(1974 – 1978)
EL TIEMPO QUE NO HE TENIDO EL CIELO AZUL
quien no sabe que a esta altura
el dolor es también un ilustre apellido
Mario Benedetti
El tiempo que no he tenido el cielo azul
y sus nubes gordas de algodón en rama,
sabe que el dolor del exilio
ha hecho florecer cipreses en mi carne.
Es dolor el recuerdo de la tierra mojada,
la lectura diaria del periódico
que dice que suceden
cada vez más atrocidades,
que mueren y caen presos los amigos
que desaparecen los campesinos
como tragados por la montaña.
Es dolor este moverme en calles
con nombres de otros días, otras batallas,
de otros personajes que no son de mi historia.
Es dolor caminar entre caras desconocidas
con quienes no puedo compartir un poema,
hablar de cosas de la familia
o simplemente despotricar contra el gobierno.
Es dolor llegar hasta el borde,
ver de lejos el lago,
los rótulos en la carretera: Frontera de Nicaragua
y saber que aún no se puede llegar más allá,
que lo más que se puede es empinarse
y tratar de sentir el olor de las flores y campos y quemas.
Es dolor,
pero se crece en canto
porque el dolor es fértil como la alegría
riega, se riega por dentro,
enseña cosas insospechadas,
enseña rabias
y viene floreciendo en tantas caras
que a punta de dolor
es seguro que pariremos
un amanecer
para esta noche larga.
ES LARGA LA TARDE
Es larga la tarde
como el camino curvo hasta tu casa
por donde regreso arrastrando los pies
hasta mi cama sola
a dormir con tu olor engarzado en mi piel,
a dormir con tu sombra.
Es larga la tarde
y el amor redondo como el gatillo de una pistola
me rodea de frente, de lado, de perfil.
El sueño pesa sobre mis hombros
y me acerca de nuevo a vos
al huequito de tu brazo,
a tu respiración,
a una continuación infinita de la batalla
de sábanas y almohadas que empezamos
y que pone risa
y energía
a nuestro cansancio.
MI AMOR ES ASÍ
Mi amor es así,
como este aguacero,
rebotando contra el pavimento,
pintando de verde el campo,
tapa-cielos,
tenaz,
mójalo todo,
Se me riega por dentro
y lo siento latir en la yema de los dedos
cuando quiero tocarte
y no te tengo cerca.
Como este aguacero, amor,
me vuelvo un montón de agua entre tus brazos
ando desbocada por tu cauce
me hago arroyuelo en el pelo de tu pecho.
Así como esta lluvia,
me desbordo en palabras
para contarte todos mis quehaceres,
para meterte en todos los rincones de mi día,
en todos los aleros de mis horas.
Salto desde tus brazos,
como la lluvia que se derrama de los techos
y me duele la carne de querer prolongarte
de querer florecer la semilla en mi vientre
y darte un hijo hermoso y vital
como este invierno.
PARTIRÁS OTRA VEZ
Partirás otra vez
porque la tierra llama
con la fuerza de una mujer desamparada.
Partirás otra vez, mi amor,
porque es allá
donde la vida de tantos se resuelve.
Allá te espera la esperanza,
la lucha sin cuartel.
Allá son los desvelos
y el reto de un tiempo sin medida
tratando de saltar al paso de la historia.
Anda, mi amor,
anda con esos brazos que me abrazan,
con esa boca que me besa,
a chorrear fuego, amor,
a llevar esa fuerza
a la tierra desde donde salimos
a la tierra que amamos.
Anda, mi amor,
yo voy también aunque me quede lejos
y estaré allí con vos
en el viento y la lluvia,
en el calor del medio día,
en las tapitas de dulce,
en las chicharras y en los grillos,
en el peligro,
allí por donde andes,
andaré yo,
entre la tierra y tu sombra
habrá una mujer
acariciándote.
RECORRIÉNDOTE
Quiero morder tu carne,
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso
y quedemos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sábanas
YO, LA QUE TE QUIERE
Yo soy tu indómita gacela,
el trueno que rompe la luz sobre tu pecho.
Yo soy el viento desatado en la montaña
y el fulgor concentrado del fuego del ocote.
Yo caliento tus noches
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.
Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.
Yo, la que te quiere.
Truenos y Arcoiris
(1979 – 1982)
EN LA DOLIENTE SOLEDAD DEL DOMINGO
Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sábanas solitarias
de esta cama donde te deseo.
Veo mi cuerpo,
liso y rosado en el espejo,
mi cuerpo
que fue ávido territorio de tus besos,
este cuerpo lleno de recuerdos
de tu desbordada pasión
sobre el que peleaste sudorosas batallas
en largas noches de quejidos y risas
y ruidos de mis cuevas interiores.
Veo mis pechos
que acomodabas sonriendo
en la palma de tu mano,
que apretabas como pájaros pequeños
en tus jaulas de cinco barrotes,
mientras una flor se me encendía
y paraba su dura corola
contra tu carne dulce.
Veo mis piernas,
largas y lentas conocedoras de tus caricias,
que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
para abrirte el sendero de la perdición
hacia mi mismo centro
y la suave vegetación del monte
donde urdiste sordos combates
coronados de gozo,
anunciados por descargas de fusilerías
y truenos primitivos.
Me veo y no me estoy viendo,
es un espejo de vos el que se extiende doliente
sobre esta soledad de domingo,
un espejo rosado,
un molde hueco buscando su otro hemisferio.
Llueve copiosamente
sobre mi cara
y sólo pienso en tu lejano amor
mientras cobijo
con todas mis fuerzas,
la esperanza.
ES LARGA LA TARDE
Es larga la tarde
como el camino curvo hasta tu casa
por donde regreso arrastrando los pies
hasta mi cama sola
a dormir con tu olor engarzado en mi piel,
a dormir con tu sombra.
Es larga la tarde
y el amor redondo como el gatillo de una pistola
me rodea de frente, de lado, de perfil.
El sueño pesa sobre mis hombros
y me acerca de nuevo a vos
al huequito de tu brazo,
a tu respiración,
a una continuación infinita de la batalla
de sábanas y almohadas que empezamos
y que pone risa
y energía
a nuestro cansancio.
EVA ADVIERTE SOBRE LAS MANZANAS
“Allí te quedo en el pecho,
por muchos años me goces”
C.M.R.
Con poderes de Dios
-centauro omnipotente-
me sacaste de la costilla curva de mi mundo
lanzándome a buscar tu prometida tierra,
la primera estación del paraíso.
Todo dejé atrás.
No oí lamentos, ni recomendaciones
porque en todo el Universo de mi ceguera
solo vos brillabas
recortado sol en la obscuridad.
Y así,
Eva de nuevo,
comí la manzana;
quise construir casa y que la habitáramos,
tener hijos para multiplicar nuestro estrenado territorio.
Pero, después,
sólo estuvieron en vos
las cacerías, los leones,
el elogio a la soledad
y el hosco despertar.
Para mí solamente los regresos de prisa,
tu goce de mi cuerpo,
el descargue repentino de ternura
y luego,
una y otra vez, la huida
tijereteando mi sueño,
llenando de lágrimas la copa de miel
tenazmente ofrecida.
Me desgaste como piedra de río.
Tantas veces pasaste por encima de mis murmullos,
de mis gritos,
abandonándome en la selva de tus confusiones
sin lámpara, ni piedras para hacer fuego y calentarme,
o adivinar el rumbo de tu sombra.
Por eso un día,
vi por última vez
tu figura recostada en el rojo fondo de la habitación
donde conocí más furia que ternura
y te dije adiós
desde el caliente fondo de mis entrañas,
desde el río de lava de mi corazón.
No me llevé nada
porque nada de lo tuyo me pertenecía
-nunca me hiciste dueña de tus cosas-
y saliste de mí
como salen -de pronto-
desparramados, tristes,
los árboles convertidos en trozas,
muertos ya,
pulpa para el recuerdo,
material para entretejer versos.
Fuiste mi Dios
y como Adán, también
me preñaste de frutas y malinches,
de poemas y cogollos,
racimos de inexplicables desconciertos.
Para nunca jamás
esta Eva verá espejismos de paraíso
o morderá manzanas dulces y peligrosas,
orgullosas,
soberbias,
inadecuadas
para el amor.
HERMOSURA DE LA DIALÉCTICA
a Cosme, mi profesor de filosofía
Estoy viva
como fruta madura
dueña ya de inviernos y veranos,
abuela de pájaros,
tejedora del viento navegante.
No se ha educado aun mi corazón
y, niña, tiemblo en los atardeceres,
me deslumbra el verde, las marimbas
y el ruido de la lluvia
hermanándose con mi húmedo vientre,
cuando todo es más suave y luminoso.
Crezco y no aprendo a crecer,
no me desilusiono,
ni me vuelvo mujer envuelta en velos,
descreída de todo, lamentando su suerte.
No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,
de la tierra parida,
el canto de los pueblos,
los brazos del obrero construyendo,
la mujer vendedora con su ramo de hijos,
los chavales alegres marchando hacia el colegio.
Sí.
Es verdad que a ratos estoy triste
y salgo a los caminos,
suelta como mi pelo,
y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
y atesoro recuerdos
brotando entre mis huesos
y soy una infinita espiral que se retuerce
entre lunas y soles,
avanzando en los días,
desenrollando el tiempo
con miedo o desparpajo, encenderán
desenvainando estrellas
para subir más alto, más arriba,
dándole caza al aire,
gozándome en el ser que me sustenta,
en la eterna marea de flujos y reflujos
que mueve el universo
y que impulsa los giros redondos de la tierra.
Soy la mujer que piensa.
Algún día
mis ojos
encenderán luciérnagas.
SANGRE DE OTROS
Leo los poemas de los muertos
yo que estoy viva
yo que viví para reírme y llorar
y gritar Patria Libre o Morir
sobre un camión
el día que llegamos a Managua.
Leo los poemas de los muertos,
veo las hormigas sobre la grama,
mis pies descalzos,
tu pelo lacio,
espalda encorvada sobre la reunión.
Leo los poemas de los muertos
y siento que esta sangre con que nos amamos,
no nos pertenece.
MAYO
No se marchitan los besos
como los malinches,
ni me crecen vainas en los brazos;
siempre florezco
con esta lluvia interna,
como los patios verdes de Mayo
y río porque amo el viento y las nubes
y el paso de los pájaros cantores,
aunque ande enredada en recuerdos,
cubierta de hiedra como las viejas paredes,
sigo creyendo en los susurros guardados,
la fuerza de los caballos salvajes
el alado mensaje de las gaviotas.
Creo en las raíces innumerables de mi canto.
OBLIGACIONES DEL POETA
Que nunca te dé por sentirte
intelectual privilegiado cabeza de libro serrucho de conversaciones
mustio pensador adolorido.
Vos naciste para desgranar estrellas
y descubrir la risa de la muchedumbre entre los árboles,
naciste blandiendo el futuro
mirando por ojos, manos, pies, pecho, boca,
adivino del porvenir
agorero de días de los que el sol
aún ignora su paternidad,
fuiste engendrado en noches de luna
cuando aullaban lobos y corrían enloquecidas las luciérnagas,
tenían los ojos abiertos desde que asomaste al mundo la cabeza
y tu piel era más tierna y delgada
que la de las gentes nacidas a ojos cerrados,
fuiste privilegiado para el dolor y la alegría,
hijo del mar y la tormenta,
hecho para buscar tesoros en pantanos y desiertos.
Tu legado fue el desmedido amor,
la confianza, la ingenuidad,
la sombra de los chilamates,
el trino de los zenzontles negros.
Ahora el fondo de la tierra
emana electricidad para cargar tu canto
se desparraman los poemas en las caras sudorosas,
en las ávidas manos sosteniendo cartillas y lápices;
ahora no tienen más que cantar lo que te rodea,
al suave diapasón
de las ardientes voces
de la multitud.
SOÑANDO CON LA LÁMPARA DE ALADINO
Siento que me voy a morir
de pensarte y quererte,
genio maravilloso:
¿donde estará mi lámpara de aceite,
donde el poder para frotarla y hacerte surgir
en medio de mí
armado de truenos y arcoiris?
¿donde la mágica evocación,
el ciclón que borre mis palabras malditas,
el tiempo interpuso entre nuestras sombras?
Froto mi corazón
para traerte entero hacia mí,
así tal como sos,
como te amo,
con todas tus queridas palabras
tus rabias, tus silencios inquietantes,
la dulzura que descubrí
como inagotable panal de miel
para empalagarme y llorar de alegría
contra tu sombra dormida
en la almohada de la noche.
Amor redondo y definitivo como la curva del mundo,
no abandones mi playa de veleros y naufragios,
ni las caracolas sonoras gritando esta pasión,
esta ternura como lengua larga sobre la arena,
brinca el erizo que quiso estorbar
la construcción de nuestra casa de algas marinas;
vos, amor, que has conocido de pantanos
y selvas y muertes,
no devolvás tus pasos
a la hosca soledad inalcanzable a mis gritos.
Yo instalaré mullidas alfombras
para que camines sin tropiezos
y esperaré por años y siglos enteros
en cualquier casa sobre los arboles, a
que descifres los mapas,
borres la huella
y cantes otra vez, la tormenta
con la que me arrullabas en las noches.
De la costilla de Eva
(1986)
COMO GATA BOCA ARRIBA
Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lágrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)
Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.
No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.
Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.
DEFINICIONES
Podríamos tener una discusión sobre el amor.
Yo te diría que amo la curiosa manera
en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,
exploradores que renuevan
el más antiguo acto del conocimiento.
Diría que amo tu piel y que mi piel te ama,
que amo la escondida torre
que de repente se alza desafiante
y tiembla dentro de mí
buscando la mujer que anida
en lo más profundo de mi interior de hembra.
Diría también que amo tus ojos
que son limpios y también me penetran
con un vaho de ternura o de preguntas.
Diría que amo tu voz
sobre todo cuando decís poemas,
pero también cuando sonás serio,
tan preocupado por entender
este mundo tan ancho y tan ajeno.
Diría que amo encontrarte
y sentir dentro de mí
una mariposa presa
aleteándome en el estómago
y muchas ganas de reírme
de la pura alegría de que exista y estés,
de saber que te gustan las nubes
y el aire frío de los bosques de Matagalpa.
Podríamos discutir si es serio todo esto que te digo.
Si es una quemadura leve, de segundo, tercer o primer grado.
Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.
Yo sólo una simple frase afirmo.
Te amo.
ESQUINAS DEL MIEDO
No debería estar triste
No debería hoy
noche de la primera lluvia del invierno
entristecerme
Al menos
debería entender donde está la cuerda rota
el pájaro dormido
cuál de los diques se hizo poroso a las lágrimas
Es verdad que duermo sola
Es verdad que odio las noches solitarias
el abrazo de recuerdos vacío entre las sábanas
pero vos no te has ido para siempre
Por el contrario
tu voz desde lejos ya no teme pronunciar el amor
deletrearlo en todos sus sonidos
Ya aceptamos vivir juntos las tempestades
en la pequeña arca del diluvio
vos con tus animales
yo con los míos
y esta ausencia es solo travesía
necesidades del pasaje
y no la total escasez del desierto
ni la helada sensación de la soledad
Quizá por esto la añoranza tiene algo más:
Un aire de desperdicio
Y sin embargo el tiempo es fruto
maduro en mis manos
Y los días se me ocupan en tejidos de todos
los colores
Y vivo un espacio lleno de mí
que también tiene algo de vos
Quizá las hormonas conspiran
las fases de la luna
el cambio de las estaciones
la añoranza de la piel es más fuerte que los razonamientos
o quizás no me concedo el permiso la licencia de la felicidad
ahora cuando la mesa está servida
y la espera de vos no es más que un asunto de relojes
que pasen cedan su espesura las horas
hasta el punto de confluencia del abrazo
Por eso
más que decirte que te extraño
aunque te extraño
formo palabras como diminutos gatos quejosos
aullándole a la noche
al lado oscuro de mi sangre que no entiendo
al regazo de mi madre que quizá vengo extrañando
desde siempre
y pienso que mañana soplaré las brumas
puliré el sol
No tendré miedo
No temeré los trayectos solitarios
o despertar sin techo
Espantaré las nubes de fantasmas
las aproximaciones de la muerte
Aceptaré que soy feliz
Muy feliz
Le perderé este miedo profundo
a la felicidad
PARA JUAN GELMAN
Pienso Juan,
que somos
exactamente lo que somos,
un hombre y una mujer
andando de corrido por el mundo,
con una suave interrogación
detrás de los ojos
y las manos abiertas
buscando pájaros azules,
victorias,
calmantes para el dolor,
sombras para guarecernos de las lágrimas,
espejos donde mirar
para encontrar quien ve,
sí dulcemente, con la misma dulzura,
sí tiernamente, ternura desde adentro;
quién nos desaloja de la soledad,
nos deja sin más sol que el sol,
calientitos;
quién nos pasa
todo el calor de vida que llevamos,
las cosas lindas que también juntamos,
las revoluciones que ganamos,
la esperanza que nos levanta al viento,
de ojo a ojo,
de sangre a sangre.
Quién nos junta como amaneceres
de un mismo país
para mezclar alegría con tristeza
y sacarnos andando bajo los árboles
como tercos animalitos
husmeando el amor.
Pienso Juan,
que hay un espejo
donde nos reflejamos
al mismo tiempo.
REGLAS DEL JUEGO PARA HOMBRES QUE QUIERAN AMAR A MUJERES
I
El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer lo que anida en mí,
la golondrina transparente de la ternura.
II
El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
con que yo estaré al lado suyo.
III
El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.
IV
El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo,
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.
V
El hombre que me ame
podrá encontrar en mí
la hamaca donde descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones,
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.
VI
El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.
VII
Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si es necesario.
VIII
El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera,
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.
IX
El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento
en una plaza llena de multitudes.
Podrá gritar -te quiero-
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.
X
El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas,
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado,
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados
como seres de distinta estatura.
XI
El amor de mi hombre
no querrá rotularme y etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.
SIN PALABRAS
Yo inventé un árbol grande,
más grande que un hombre,
más grande que una casa,
más grande que una última esperanza.
Me quede con el años y años
bajo su sombra
esperando que me hablara.
Le cantaba canciones,
lo abrazaba,
le rascaba su rugosa corteza
entretejida de helechos,
mi risa reventaba flores en sus ramas,
y a cada gesto mío le crecían hojas,
le brotaban frutas…
Era mío como nunca nada ha sido mío,
pero no me hablaba.
Yo vivía pendiente de sus ruidos,
oyendo su suave aleteo de mariposa,
su crujido de animal de la selva
y soñaba su voz como un hermoso canto,
pero no me hablaba.
Noches enteras lloré a sus pies,
apretujada entre sus raíces,
sintiendo sus brazos sobre mí,
viéndolo erguido sobre mí,
sabiendo que me estaba pensando,
pero no me hablaba…
Aprendí a cantar como pájaro
a encenderme como luciérnaga,
a relinchar como caballo.
A veces me enfurecía y hacía que se le cayeran
todas las hojas,
lo dejaba desnudo y avergonzado
ante los guanacastes,
esperando que -tal vez- entendería por mal,
como algunos hombres,
pero nada.
Aprendí tantas cosas para poder hablarle,
me desnudé de tantas otras necesidades
que olvidé hasta cómo me llamaba,
olvidé de dónde venía,
olvidé a qué especie de animal pertenecía
y quedé muda y siempreverde
-esperanzada-
entre sus ramas.
VIGILIA
Uno tras otro se amontonan los días de la vida.
Pasan. Se suceden.
Soy yo la que construye esperanza sobre la hierba.
La que se ve desnuda aun rosa y piel cálida.
Allá están las colinas de mi retozar.
Los arroyos y los valles de las correrías bajo la lluvia.
Veo pasar los rostros que alguna vez alzados como
lámparas
iluminaron el mío y me poblaron de símbolos y
palabras nuevas.
Los poemas vuelan como bandadas de palomas
sobre la cabeza.
Todo esto lo observo desde mi celda virgen donde
nadie penetra.
Al final del encuentro con el mundo de los sueños
desperté con la anunciación del júbilo
pero no hubo quien abrazara mi cuerpo y soplara
caricias en mi oído.
Sin embargo soy feliz.
Veo los vientres hinchados de vida que vendrá.
Los campos arados.
Es la hora de la meditación y tejo un sueño
porque aprendí que los sueños son posibles.
Escribo manuscritos viejos y reescribo una nueva historia del mundo.
Esta es la tierra prometida de la cual nos habían arrojado.
Ejércitos de querubines, coros de ángeles
cuidan a los moradores del paraíso
para que soporten las privaciones
y no coman la manzana de la perdición.
Me han dejado la lámpara de las vírgenes prudentes
pero también las visiones de los bosques
donde habitan los unicornios.
El amado no llega.
A veces pareciera que diviso su sombra acercándose
y que su voz como las trompetas de Jericó parece pronta a alzarse
para derrumbar los muros que contienen el amor.
Me dicen que la perseverancia es virtud de los triunfadores.
La paciencia seguro escudo contra los espejismos que producen falsos sueños.
Entonces doy vuelta al reloj de arena
y dibujo en largos pergaminos la sustancia de mi felicidad.
Esa que sólo espero habrá de levantarse
de la niebla y el vapor
hacerse hombre y venir a habitarme
aparecida en medio de todos
puerto final de mis tempestades
por los siglos de los siglos
Amén.
Datos vitales
Gioconda Belli (Nicaragua, 1948). Poeta y novelista. Su poesía confluye entre el erotismo y lo social. Entre los libros de poesía más reconocidos destacan: Sobre la grama, Línea de fuego, Truenos y arcoíris, Amores insurrectos y De la costilla de Eva. En 1988 publicó su primera novela La mujer habitada. Su obra ha sido merecedora de importantes reconocimientos y traducida a diversos idiomas. Ha participado en diversos festivales y encuentros literarios.