Una novela de Federico Vite

Federico ViteFederico Vite (Acapulco, 1975) nos ofrece un inédito. Se trata del primer capítulo de su novela “Animales”, escrita con el apoyo de la Comisión de Planeación del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Guerreo 2010. Es autor de Fisuras en el continente literario (Tierra Adentro, 2006, que próximamente será editada en francés).

 

 

Cash *

 

Soni que Acapulco es violento, corrupto y permisivo, especialmente permisivo. Regresa al puerto conduciendo un Jetta; bajo el asiento oculta un arma y su cartera es sumamente más ilícita que la de antaño. Vuelve para encender la maquinaria del odio, aceitada desde hace años junto al Pacífico.

Sale del maxitunel y da vuelta a la derecha. Observa por el retrovisor varios taxis en competencia por encontrar pasaje. Acelera. Welcome to your life/ There’s no turning back/ Even while we sleep/ We will find you se oye por la bocina del auto estéreo. Desde la avenida Farallón observa la bahía. Baja el cristal de la ventanilla para sentir la brisa. Canta: Acting on your best behavoir. Recibe una llamada telefónica en su celular. Responde con monosílabos, cobijado por los versos de Tears For fears. Y al final de la charla remata, con la frivolidad que le permite llevar entre las manos un fajo de dólares y una Smith & Wesson:

—Seguro mi rey. Me reporto en cuanto lo tenga.

            Besa su tatuaje, una cruz que le cubre la parte frontal de la mano derecha. Toma la palanca de velocidades y cambia a tercera.  El tráfico vehicular es ligero. Nota que la mayoría de los taxis avanzan despacio, tocan el claxon a cuanto transeúnte se acerca. Desde el huracán Paulina, Soni no vuelve al puerto. 

Detiene el auto frente al semáforo en rojo de la Diana. Golpetea el volante al ritmo impuesto por Everybody wants the rules the world. Busca el rostro de algún conocido. Aprecia la ropa ligera y traslúcida de algunas turistas que acompañan su caminata con cerveza en mano. Baja el volumen del estéreo. Nota que varios hoteles han cambiado de nombre. Reanuda la marcha. Descubre con sorpresa que ya no existe el paso a desnivel. Años atrás, ese sitio estuvo durante tres días inundado; varias personas murieron ahogadas cuando el nivel del agua cubrió por completo esa zona. Soni sólo pensaba en el lodo, en los autos dentro y los cadáveres que poco a poco fueron desenterrados con máquinas retroexcavadoras. Se sorprende al notar que en cada esquina hay una tienda Oxxo.              

             —Chale —dice rascándose la barbilla con fuerza; algunos granos, nacidos entre la barba rala, le producen escozor.

             Reconoce muy pocos de los restaurantes; la gran mayoría ha cambiado de giro comercial. El pescado y los mariscos han sido sustituidos por comidas corridas y cenas en las que se sirve arrachera y tacos al pastor. En la radio no escucha la voz de Madonna ni la voracidad de Barry White despertando la sensualidad del mar oculto tras el cuerpo de la noche.  El Keops, ese table dance dedicado a la promoción del talento costeño, también ha perdido brillo. Anuncian cerveza barata y cortesías para caballeros que deseen festejar su cumpleaños en ese establecimiento.                

Una caravana de motociclistas lo rebasa. Sonríe pensando que uno de sus sueños era tener una moto. Decide comprar cervezas en un Oxxo. Consulta su reloj de pulsera; sabe que tiempo para relajarse. El Jetta se detiene. Al bajar del auto respira hondo. Observa la playa de Las Hamacas: el olor a pescado y mariguana llena sus pulmones. Este lugar, más que abandonado, parece siniestro. La imagen que tenía de este sitio tampoco es parecida al presente del puerto. Estira los brazos; gira el cuello. Camina. No se siente cómodo con el pantalón, aunque por el momento, no tiene muchas opciones para cambiar de atuendo. 

El aire acondicionado del súper le sienta bien. Toma las cervezas del refrigerador. Escoge Tecates. Paga. Regresa al auto cantando Everybody wants to rule the world. Se acomoda: pone las latas sobre el asiento del copiloto. Enciende de nueva cuenta el radio. Bebe.       

  —Sabes igual de culera que siempre —confiesa sonriendo. 

Esta vez, encuentra una baladita de Roxette: “Listen to you heart”.  Cambia la estación. Oye una melodía familiar. Rapture ambienta la noche. Enciende el auto; antes de poner en marcha la ola de recuerdos y el motor de la Jetta, el timbre del celular lo detiene. Recibe una notificación no prevista. Sabe que no es usual este tipo de cambios; pero afirma que en dos horas estará en La Mira. Pone el teléfono sobre el tablero y apaga el motor. Sube el volumen del estéreo. Busca la pistola cuando ve por el espejo lateral una patrulla; coloca el arma junto a la palanca de velocidades. Deja una cerveza entre sus piernas. Escucha la sirena junto a él. Por el altavoz le anuncian que no se puede estacionar en este sitio. Le piden, con esa voz metálica de los policías de Tránsito, que avance. Soni obedece las indicaciones. “Rock and roll all night” es la canción que acompaña esta parte del viaje. Aprieta la cacha de su Smith & Wesson. El frío del arma le hace pensar en la palabra bienvenido.

 

 

*Capítulo uno de la novela Animales, escrita con el apoyo de la Comisión de Planeación del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Guerreo 2010.

 

 

Datos vitales

Ha publicado los libros De oscuro latir, (Cuentos/Universidad de Guanajuato en mayo del 2008), Fisuras en el continente literario (Novela/ Fondo Editorial Tierra Adentro, 2006 y reeditado en 2008; próximamente será editada en francés) y Entonces las bestias (Cuentos/ Instituto Cultural de Aguascalientes, 2003). Recibió las becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) 2010-2011; Fondo de Estímulos a la Creación Artística de Guerrero (2009-2010), el Centro de las Artes San Agustín  de Oaxaca (2007)  y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2005-2004 y 2004-2003).  

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