Adriana Tafoya (D.F., 1974) es poeta y editora. Obtuvo el segundo lugar en el Concurso Nacional de Poesía El Laberinto (2004), el primer lugar en el I Slam de poesía organizado por la Alianza Francesa (2007). creadora del Torneo de Poesía Adversario en el cuadriláterO (07/08/09/10). Es editora de la revista y editorial VersodestierrO.
Del poemario Animales seniles (Editorial Andrógino, Verso Destierro, 2005).
Animales seniles
Al cuerpo de Andrea
V
Envuelta en el cristal
del vítreo y quebradizo ataúd
húmeda te encuentras
para que nadie te empañe
de sus gruesas pupilas
de lascivos ancianos
de pómulos resecos
rodeas tu cuerpo
con ramilletes de encarnadas gardenias
que aroman con el perfume
de un animal negro y yerto
carne de cera
tu mano
que curvada y elástica
te arropa
el lánguido pudor de la cara
la ceniza
pelusa en tus pestañas
indicios de la tierra
donde tus ojos fueron sepultados
pausa el tiempo
te germinan ángeles antiguos
también velludos gatos enroscados
que retorciéndose levemente
se estremecen
bajo las satinadas mantas
En este matraz ornamental
no te quebranta el dolor de las caricias
ni el desgaste por el tacto
La mordedura de la boca
carna otros labios
que develan de la muerte
su nítido e invisible significado
El derrame
de tu cabello
embadurna
de sombra
el descenso
hacia los pies
minúsculos pequeños
y atrofiados
Nacer bajo las gasas del luto
ondularse inmune
al daño
al tedio
al espanto
y laxa al fin
no florecer más
en los jardines
agria
seda
desvaneciéndote
VI
Traspasamos el portal con los labios impregnados de violetas
para mamar las ponzoñosas carnes del mito
membranas que enlazan en hirvientes rosas profanas
árboles flotantes de frutos geométricos
amargos y palpitantes de carroña
son sangre frutal
que se altera
se extingue y enflora
donde explotan granadas
caliente granizo rojo
en las ramas del cielo
¿para qué buscar el paraíso?
si tenemos este polvo que hormiguea de tan vivo
con sus múltiples niños apoyados en sus diminutas manos
para nacer torcidos de la ennegrecida tierra
se esparcen
se destrenzan
y son muñecas
órganos no de la entraña sino de las formas viscerales
no y sí del mirto que aprieta
un reloj en sus grecas
que enraíza
a la vez que se desprende
de este terreno terminal y breve
en el que duermen siniestros cisnes y canosas libélulas
donde los chupamirtos son flores
y se desgarran en lujuriosas y azules naranjas
que al comerse desnudas
en el pliegue de la entraña
son agujas que se ensartan y trenzan
entredevorándose dentro de los cuerpos
he aquí el infierno
VIII
Con este viento tembloroso
con el frenesí de estas arenas
recoge en tus manos la húmeda canícula
amado y violento hermano
Hoy que sopla la claridad del sonido
hoy que flota el no dulce color de las toronjas
que reposan sobre la negra tierra
recoge tus manos y toma
mis ofrendas
si nadie piensa como tú
estás solo
te conviertes en boceto puntilloso
de trazos y señales
sombreado por la soledad de las ideas
Ahora que las aguas huelen a ese pez desconocido
que aprietan las mujeres con sus piernas
después de pasar las noches
dulces de leche entre los labios;
acércate a la orilla
y bebe mis frondas
contempla
míralas brotar en una barca
sus tres blancas casi grises y largas cabelleras
chorrear como espuma en equilibrio sobre las olas
seniles y desnudas con los cueros frotados de caricias
agridulces y delgadas
con la virginidad que la vejez otorga
los senos insípidos y el vientre estrangulado
y con las duras y despostilladas rodillas de las plañideras
Mujeres sin fin
Las he tomado por la boca
Las he anudado una a una
Con esas cuerdas de los filos más cortantes
Para abrirles los pétalos
Para comer el sabor a libro viejo
que se desprende del aliento de sus sexos
Tómalas hermano
y con la sangre de cien toros
inúndalas
la lujuria no tiene cuerpos
ahora que la muerte se abre
y no queda más
que la ceniza de mi sombra.
Barro tibio
XII
Cuánta belleza carga Susana
es difícil decidir de sus reflejos el más bello
Un hueco, la cavidad de la voz
el arco del pie
la luna del dedo
Su piel es espuma de nata
su vello, una sombra al carboncillo
Regreso para besarla
Camina con la canasta seca de las frutas
que sostiene el teclado de sus dedos
y un teñido vestido
con la fresca tinta de las frambuesas
vaporoso la envuelve
Bella es Susana
le lagrimean los cabellos
Pero se traga el viento las hojas
y caen muy delgadas las aguas
El fruto es la unidad de lo finito
y los pájaros de tan maduros revientan
Se guarda Susana
y tiene miedo
presiente rostros oscuros y añejados
como aceitunas negras
se abriga de soledad
en el recipiente de su casa
escucha resuellos, murmuraciones
el sonido es el golpe de la violencia de las cosas
Grita, insulta
pero la palabra sólo rasguña
Siente que un mar sucio, espeso
la rodea, la aprieta
lame las lunas de sus uñas
le pasa el dedo por la planta del pie
la manosea
con numerosas manos la unta
con la tintura de un sexo
que se vuelve una bestia
de ojos cuajados
Un racimo de testículos
la aporrea, le rellena la boca
Ella, se calla (enmudece)
(No hay nada más frío que las claras yemas de una novia)
Susana es un arroyuelo de cabello
Los ancianos le miran
y son verrugas hinchadas de malicia
Para besarla ya no regreso
Susana se deshace
y desaparece
Tres cabezas sobre la charola
(Fragmento)
Paso las manos por los cientos de hoyos
de aquel muro tejido
que guarda viudas arañas
que tranquilas reposan masculinas
en sus blancos nidos
nudos de cabello
gruesos y lustrosos
negros como tinta
carnados como piernas
que ansiosas se levantan para rozar mis dedos desnudos,
humectas salamandras
del color del azafrán.
Recuerdo lo rancio
el escalofrío
mis nerviosos nudillos
queriendo despedazar el contagio ideológico
la luz enferma que salpica mis sienes
que hace que la inteligencia le siente estúpida
a la vida de animal desgreñado y deforme
que impotente se sacude
y se esconde
mordisqueándose la estopa, los cuchillos,
la desesperación
Pasé las manos,
por cientos de hoyos
en aquel muro tejido
Demasiados dedos para rascar
en el libro de mis costillas
en las agrietadas jardineras
y desenterrar los diminutos cráneos
de los pájaros fetichillos
que me recuerdan
a la rata,
a la perra,
a la gata vieja,
que me sangraban
los talones de los tobillos
Poseo el recuerdo
de que la tierra es de sangre seca
de que son lastimeros y sobrenaturales
los gruñidos
en lo negro
los mordiscos
el llanto de los niños
recién nacidos que corretean
y saltan cenizos por las azoteas
Se levantan y rozan la desnudez de mis dedos
arañas desgreñadas y deformes, las tres cabezas
que hacen que me duela
que no haya un solo tiempo
Del poemario Enroque de flanco indistinto (Mezcalero Brother’s, 2006).
Enroque de flanco indistinto
El tablado
fragmento del frenesí
hirviente porción de mentalidades
semidotadas de un raciocinio diestro
que juega a jalonear
su limitada realidad
en el universo atemporal de un tablero
tablón de cuerpo a cuadros
con el alma hecha frustración
Un ajedrez es el zurdo imperativo
que degustado con detenimiento
se transforma en un fenómeno ubicuo
él es
el prudente peón apoyando la defensa
la gota de sudor y la mano humecta
palma en la que tiemblan los dedos
por el doloroso dulzor del estrés
es la tabla donde se conmueve al mundo
y predispone con cada movimiento
al sismo del acto masivo a las tropas de combate
para enviarlas con impunidad y sin escrúpulos
al más caprichoso o velado objetivo
escudriña posicionales y variantes posibles
encarna los dos enemigos
y el quebranto emocional de sus reciprocas olas
si él se mutila se suicida la dama
y ante este caos
esta conciencia
esta cuenca invertida
el rey más sabio se confronta
se procura un pródigo mate
en el absurdo de las partidas
descubre el juego y la fantasía de la batalla
la real contienda acontece en sí
es una lucha abierta contra el vicio y el miedo
comprende que incluso con firmeza la posibilidad más acertada
se anula
si su traidor oculto
fermentado en el mutismo decide el movimiento
cuánto desasosiego nos embalsama
cuánta congoja se padece al encarar un elemento destructivo
con lamentable embeleso
nos podemos encorsetar las espaldas
¿por qué abstenerse?
el poema blanco y el poema negro
son el mismo verso:
universo que captura entre sus líneas
toda la poesía
Sobre el juego
El juego es una mirada en desmesura
transparencia mórbida de una actividad que se despliega
es fruta que estalla en la boca
después del trauma de la mordida
borboteo de adrenalina límpida
por el barranco de las posibilidades
Puede ser
pero no
El juego es la mentira más cercana a la verdad
tras otro intento del acierto
es la fiesta de las víctimas de un sueño
indeleble y concéntrico
En el circo de dios el juego es un loco que posee la tabla de los muertos
El tableteo de la sátira
I
Suelto cabriolas desgreñadas
sobre las alfombras del paisaje
arqueo mi cuerpo
rodeado de ciruelas, crisantemos
un morado de flores resecas
y el mordaz sabor de los arándanos
busco camorra
salto
arranco cerezas
desangro ramos
en el vello de la tierra
crecen dedos suculentos
los corto de un tajo
caen los dedos
y aún en el suelo
se agitan
con el ahogo del llanto
troncho los fetos recién florecen
mato los pájaros
II
Jadea el viento
se inflaman las mareas
el mar mortecino
se moldea en azulado abismo
suelo comerme las sirenas
sirenas rojas enroscadas en las costa
de escamas sombrías como las ojeras
las arrastro lejos de la cueva de los sátiros
al vapor negro de las sombras
donde el musgo es
de mojado tabaco
se desangrarán docenas de ellas
quedarán secas
disecadas por el viento
condenadas a quebrarse
al quebranto sobre la sucia tierra
III
Yo la pequeña y dulce cara de niño
soy la dama de espesas crines
una cabeza en la ventana
de carne y pelos
la miel de la piedra soy
el sátiro
y la vellosidad hiriente
de todos ellos
el vaivén de los perros sobre las caderas
los lengüetazos
perros y sus testículos golpeando
entre las patas
aún no hay música para mi canto
aún no hay flores para mi boca
ni laúd ni ocarina ni arpa
soy un violín de gruñidos oxidados
creo en el silencio
vivir bajo el tablero
en espera de la nueva guerra
IV
Se descarna la mañana
y de pronto me encuentro sin memoria
sólo oro quemado
ante las arrugas del cielo
se me rompen los pasos
como las tostadas hojas
de los árboles muertos
nada sabrán sobre mí
no sabrá nadie sobre mi sexo
aunque todos lo conocieron
en esta tierra manchada con el excremento
de las moscas
todo lo borra el tiempo
ni el dolor se salva
todo lo que olvidamos
nos hace existir menos
todo lo que se olvida
nos hace existir menos
menos soy
cuando menos recuerdo
soy menos
cuando menos recuerdos tengo
no recuerdo soy menos
no recuerdo
Todo lo que fui se esconde bajo las hojas
Del poemario Sangrías (Ediciones El Aduanero, 2008).
El matamoscas de Lesbia
Regreso agitada y burbujeante
presionando con los dedos
el cuello
del cristal que envuelve al vino
Regreso redonda y satisfecha
frondosa y perfumada
con las carnes tambaleantes
y envinados mis sabrosos frutos
él dijo:
me molesta tu perfil
de gesto seguro y suficiente
sólo eres una mosca gorda
mosca negra peluchuda
e inflamada
de siniestros pelos
Ruedo por la inmensa cama
Me desprendo de una tela
entallada y descosida
le confirmo
que soy negra y sucia
negra de carne dulce
carbón de azúcar
mosca exótica con vientre acústico
forrado de terciopelo
una cajita pequeña de resonancias
Confirmo que soy negra
y deliciosamente gorda
y que en alguna parte olvidé las pantaletas
él dijo:
me enoja cuando bebes
arrogante elevas el meñique de tu mano
eres perra añeja
que provoca
carnívoros deseos
dan ganas de hacerte tierra
y cocer un jarrón de tu barro
Sonrío
me acomodo y le reitero
que soy negra y mala
negra de labios gruesos,
que la forma de la hembra madura
se impone
y concentra la elegancia
de lo abundante,
le da poder al cuerpo
que tengo los pezones zarzamora
que estoy desnuda
y se me dibujan grietas
que adornan mis nalgas
con la textura del satín
él dijo:
me haces falta
Adormilada
abro las piernas
que atesoran mi sexo oscuro
inflamados sus pequeños olanes magenta
en esta flor clava su lengua
no me molesto con él
sé que tiene hambre
El tierno algodón del cielo
Mira llagarse el negro azul del cielo
su sentimiento se trasmina
Ve cómo el agua pesa
mira
ven pequeña
siéntate en mis piernas
te voy a contar un cuento
sobre el metal negro en las muñecas
de cómo mi padre rompió una paloma
de la humedad en las lágrimas
y la belleza del sufrimiento
de cómo recojo tus manos
con bochorno y sofoco del aliento
y se te mojan los frágiles poros
dilatados por la incertidumbre
Mírame lentamente pequeña
porque es nervioso el remordimiento
y lamer orina de tus labios
es perder la visión
en un parpadeo pardo
e inquietante
en el cual me encrespo
exudo
te aprieto
porque el placer se enreda en mi
penetro embisto invado
exploto serpiente
y no me contengo
para entregarte ese sufrimiento
que nosotros llamamos amor
ven pequeña
vamos a casa
cierra las piernas
y levántalas
que el cielo se estremece
y ya se ve caer el delgado trazo del agua
mira cómo se derrama en todo la sombra
sin embargo creo que aunque no se ve
el blanco algodón del cielo
está manchado de sangre
Quebradiza
Apago la luz
mis ojos se mueren
con el zumbido de un pájaro
que me traga
que me esparce
y no deja guarecerme
de la lluvia y de mi cara
de los cantos del dolor
que el sonido marca
en las paredes
con los rasguños
trozados en mi espalda
cuando me fui con los hombres
para no buscarte
y con algunas parejas
para no envidiarlas
¿por qué me dejaste?
La carne grita de mi cuerpo
El abandono de mí es desposeerme
desgarrarme el vientre y odiarte
para querer morderte la lengua cuando me beses
y dejo caer mi cabello
caer los labios menguados
mis ojos se mueren
en el silencio del sonido me alejo
de los colores del misterio
para arrinconarme
cerca de ti
con los pies amoratados
Encarnadura
Mi madre es un ojo en la tina
abro la llave
para hidratar el filo de sus párpados
y empapar mis extremos
desmembrándolos
con el mirar oxidado
espejo roto
del aguaje
sangro espeso
desbordo vísceras
tengo el vientre retacado
y el pecho lleno de intestinos
la piel que se desprende
es una niña muerta
de carne blanca y transparente
bulbo
de numerosas pieles de cebolla
que parpadea
y le trasminan las venas
pequeñas y magentas
flotantes en sanguaza
Recién nacida soy un huevo
menguante
y agrietado
por los límites del agua
salgo de la tina
Jalea de pájaros
(Extractos)
¡No juegues con las profundidades del otro!
L.Wittgenstein
I
Exprimir pájaros amargos
picaflores dulces
para extraerles el canto
y su néctar
zumo muerto
que mancha del negro color
de las ojeras
II
Se esparce el humo aroma del canto
perfume de pájaros exprimidos
calladamente amortajados
con pirul
dentro de la olla
III
Déjenme morir sin dios
No claven pájaros en mi cabeza
Quiero caer llorar
gruñendo gritar al verme
sin piernas ni manos
Que el dolor y el pánico me enciendan la mente
que mis pájaros sangren al estrellarse
contra el hocico del miedo
y sólo quede tizne
tiznón del perverso canto
que miente y dice caerá el sol sobre la tierra
y aún moribundo arrasará los campos
Sufrir, quiero retorcerme y sufrir
en el concreto del cráneo
que me trisque la nada
en la amargura de la niebla
que venga la muerte a humedecerme
con la mordida del dolor
Sólo déjenme morir solo
tranquilo en la sombra
sin la estúpida intromisión de dios
IV
Jamás podremos herir al cielo
pero sí a sus pájaros
derribarlos uno a uno
con los truenos
de un rojo y pequeño revólver
de gatillo brillante:
vértebra del trueno
relámpago
Y no será sangre lo que salpique a las manos
sino un azul terrible inmenso
porque la mar no se repliega
nunca mar fue manso
pensar en su hechura da miedo
porque el mar es la muerte
porque la muerte
todo el tiempo fue agua
y el agua
todo tiempo
ha sido cielo
Del poemario Los rituales de la tristeza (Inédito).
La belleza de empollar huevos azules
para desteñir de nuevo el cielo y entinte de mar el sol
Últimas palabras a Mariana
antes de ser destruida por el serrucho de la muerte
Separa el torrente de la cabellera
Mariana querida
y deja te penetre la belleza
(la verdadera)
La que desgarra por cuchillo de mil uñas
rebana músculos y se eleva hasta la mente
La que destroza mitos, la que aplasta deidades
La que destruye historias y falsos versos
en la hermosura de un trueno a la una de la tarde
y más aún, su voluntad el viento
azotando árboles, arrancándole
pájaros a los nidos
entregándolos a su fragilidad, a su inútil muerte:
tronido estrellándose música contra el cielo.
La longeva belleza Mariana
Cómo reconocerla cuando ella alumbra
O apaga los caminos de tu yo
que se destroza hecho trizas como el tiempo
embarrado al que pudo ser tu yo
Caracol dejando residuos de lo que pudiste ser:
el negro florecimiento de un cuervo para la inteligencia.
Aún sin saberlo
ella está ahí, desnuda sobre cenizas:
(la belleza) lechón negro en charola de plata
en el sudor frío de la piedra
en un sueño encharcado
en bocacalles y casuchas mojadas
en el chapoteo de los viejos y grandes barcos
destejiéndose rojizo mar
—limo descuajado en agridulces siniestras natas—
Ella estará ahí hecha mar
y en el mar sobre la arena (espuma)
guadaña que regresa
otra una y otra vez
para segar las piernas
de los que en paz caminan
descalzos, humedeciendo deseos
sin querer nada.
Vamos, separa los dedos
abre la mano y digamos
que si la belleza es manzana
y nace para morderse
muérdela, para de ella nutrirte, Mariana
y tener algo más que espíritu
algo más profundo que no el ánima
más interno [donde se realiza el Acto
que te da la esencia]
y no sea simplemente el alma.
Guardemos todos pájaros bajo la falda
Alejémonos de la absoluta blancura
de pechos minimalistas y lunas griegas
Césares castrati y ángeles perversos.
De sus volantes y sus frunces, alejémonos
dejemos de flotar en la espuma de esas mentas
—que somos polvo maliciento—
mantengamos los dedos activos
aunque sean silencio las notas del piano
y estén vibrosas, toqueteantes por aquí y por allá,
las teclas de este enorme amante negro.
Guardemos hombres y mujeres bajo las faldas
pajarillos de todos colores,
tibiemos la piel de madre-humedad
para que no aleteen pequeñas sus pestañas por el frío
y suden consuelo en el aislamiento.
Seamos oscuros
y huyamos de la absolutista elocuencia del cielo,
apretemos con las piernas tantos pájaros como se pueda madurar
hasta que revienten de blancas y puras plumas
como hacen las más tercas, temibles y amorosas muchachillas
con su manchón de vellos.
Entonces volarán los gorriones de la garganta
y posible es —que sólo así— listos estemos
para pertenecer al elegante mármol del cementerio y ser
un puñado
de flores agresivas.
De la tristeza del poeta al bajar la marea
en la mesa de lectura
Siempre hay malos poetas
(afortunadamente
nos vienen a leer —en verso sus incontinencias)
Algunos tienen notables premios, otros
—como yo— no los tenemos, pero
eso no evita que como las olas
cada cierto instante
regresemos a estrellarnos contra ustedes
para esculpirlos en escuchas
de la poesía
(por accidente)
al igual que los peñascos
son acariciados por los rumores del mar.
Innegable es también
que si no escribiéramos
nosotros, los poetas malos (espuma de los mares),
los grandes poetas no existirían
no podrían formarse porque necesitan
a toda costa
de nuestras olas pequeñas
No tendrían mar para crear sus tempestades
ni las burbujas de las perlas para explotar
contra todos (ustedes)
arrastrándolos agua adentro
en sus turbios aguajes
hasta inundarlo todo
hasta desaparecerlos
a ustedes y sus gritos
con el alarido de sus aguas
transformarlos en mar mismo, desvanecerlos
en el terrible perverso silencio
de la paz de la tierra
y asimilarlos así, irremediablemente
convertidos en poesía.
El derrumbe de las Ofelias
Desconfía
que tan importante es el silencio
que necesario es no callar
Del chapoteo de los lagos
desconfía, del murmullo de los ríos
del reflejo débil de los charcos
Porque mujeres extrañas
se sumergen en los mares
y en cada estanque la silueta
de alguna Ella
se encharcó
No son hierbas negras
los cabellos desmadejándose
entre nenúfares enmarañados
Son cabelleras destejiéndose en encaje
como viejas telas en el agua
Extrañas mujeres se ahogan en los estanques
y bajo narcisos, reposan
Sus cabellos en el agua se derriten
Se sumergen, tal vez
cuando el mundo
se hace incomprensible
y buscan respuestas tragando agua
Luego
sucede lo contrario
y con sus cuerpos nutren de sabiduría
al pájaro, dan color a sus plumas
al siervo que lame estas aguas, al hombre
que en ellas se refleja
Desconfía, porque ellas endulzan el agua
Se nutren las flores
enrojecen sus pétalos
ennegreciendo los capullos
se endurecen
ensombran el aguaje
huele
a hembras
Algunos creen, incluso, que se vencen
y flotan sobre el agua
sólo para verse hermosas
Sus pechos en el agua, qué delicia
verlas de dios esconderse
entregadas al sueño del agua
abren las piernas
y dios (desconfía)
no las protege
no las olvida
Porque dios no fue creado para las mujeres
Y eso es tan natural como hundirse en el mar
para ver desde el fondo
piezas de ajedrez revueltas
en el puñetazo de una ola
Cadáver con ciruelas sobre un lienzo azul
Al que sabe caminar en el frío.
Vibrante
—vibrante humo hierve
índigo azula en las calderas
balcones con herrajes
entre pasillos paredes desteñidas
mojados pasadizos
por escalerillas y desvanes
vibrante azul
en las grasas crenchas
de esta ciudad.
No piensa
es sólo humo vibrante
hidratando los hermosos harapos de la pobreza
sobre los delicados cuerpos del hambre
azulaba
azulaba
entre el polvillo de los libros
las espadas
metal y sangre, todo Eterno se hace polvo
no hay camino oculto
tenemos hambre
en nuestras bocas
son plegarias los insultos,
los silencios son piedad.
Azuloso vibrátil
el humor que cristaliza
dentro de las casas rotas
donde se amortajan
feroces, los amantes de lo feo
tremendistas los malditos, las amargas.
Con los efectos de la mugre, somos otros
un desgarre de lienzos polvorientos.
Será que sólo vemos hacia abajo, como los muertos
sólo nos es permitido mirar hacia atrás.
Azula
—todo azula en plena descomposición
la miseria, en los labios sabe a centavo
a cobre azul
a pan azul y fría anestesia
medio rostro dormido
para reconocer que somos otros
con los rasgos de la anemia, somos otros
pero hermosos, frágiles (como las naranjas
que azulan sus óxidos) para la inquietante belleza del hambre,
soles muertos del invierno, pulpa de cadáveres
moliéndose
—sobre estos ferrosos techados—
nieve de azulada sal
nieva azulada sal.
(Ciudad de México, invierno de 2008.)
Datos vitales
Adriana Tafoya. Poeta y Editora. México.1974. Libros publicados: Animales Seniles (2005), Enroque de flanco indistinto -poemario sobre ajedrez- (2006), Sangrías (2008), El matamoscas de Lesbia y otros poemas maliciosos (Ediciones Pasto Verde, 2009 / segunda edición Bitácora 2010) y Diálogos con la maldad de un hombre bueno (Editorial Ultramarina Cartonera, España, 2010). Obtuvo el segundo lugar en el Concurso Nacional de Poesía El Laberinto (2004), el primer lugar en el I Slam de poesía organizado por la Alianza Francesa (2007) y el tercer lugar en el Certamen Relámpago Internacional de Poesía Bernardo Ruiz (2008). Fue conferencista en el Festival Internacional de Ajedrez 2006, organizadora de los Miércoles Itinerantes de Poesía (desde 2007) y creadora del Torneo de Poesía Adversario en el cuadriláterO (07/08/09/10). Ha sido incluida en diversas antologías poéticas, entre ellas el Anuario de poesía 2007 (FCE, 2008) y Paisajes Interiores, anuario de poesía 2010 del XVIII Encuentro Internacional de mujeres poetas en el País de las Nubes. Es compiladora de 40 Barcos de Guerra, Antología de Poesía (Coedición de 42 Editoriales Independientes, 2009). También ha colaborado en suplementos y revistas de México, Argentina, Nicaragua y España. Es editora de la revista y editorial VersodestierrO, y consejo editorial de Metáfora, hoja de poesía.