Presentamos la poesía de Edgar Valencia (Torreón, Coahuila, 1975). Entre sus libros están Vestigios del Origen (Icocult, 2000), Oficios (Juan Pablos, 2002) y Descripción de la esfera (Diputación de Cáceres, 2004). Actualmente es profesor en una Universidad Veracruzana.
Epistolario
Escribir una carta como un símbolo de lejanía es siempre engañar a la distancia; es convencerse de que hay una luz de ausencia resplandeciendo en el papel.
Cada carta escrita es un testimonio de un placer antiguo: un fantasma esbelto con la cara marcada por los lápices. Tachaduras. La hoja sangra un poco y la voz del escribano es un rumor de queja.
Una carta de amor es un cupido agazapado entre la selva de los signos. Cada carta de amor leída implica el peligro de que una ele sea una flecha lanzada a nuestro paso. El que lea una carta de amor ajena llorará profundamente por la noche.
La carta siempre deberá finalizar con una firma incomprensible, que encierre entre sus bordes el misterio original de la intención de quien la escriba.
Las sentencias de muerte tienen siempre un designio oscuro para el mensajero, quien entregue alguna morirá al poco tiempo.
Cada carta escrita funda un nuevo lenguaje.
Una carta no leída comienza a borrar sus letras en un llanto discreto. Puede verificar esto olvidando accidentalmente alguna en el rincón último de la escribanía, debajo de todos los cartapacios.
Las cartas leídas más de una vez envejecen bajo un matiz amarillento, arrugan sus grafías que entenderán paleógrafos dedicados.
Desde un país extranjero una carta siempre encierra un aroma de humo ajeno y de un sol adelantado que hace sombra oblicua a los caracteres y extiende así su lectura. Proviniendo de ultramar la carta tendrá un sabor a sal, si se la prueba.
Desde una playa se escribirá siempre una postal.
ESCENA DE FUNERAL
Flores amarillas en el fondo del teatro y una luz cenital cae sobre la caja. Un corro de hombres de negro la rodea.
Habrá un murmullo de voces femeninas. Cierto llanto, rostros compungidos, dorsos que se contraen como en la risa.
Flores amarillas en el fondo del teatro.
El papel del muerto lo hará un actor poco experimentado.
ESCENA DE ENSAYO
El director apurará a la primera actriz que siempre llega tarde. Ella, entre disculpas, bajará de sus brazos un perro.
El director estará en un rincón para observar el ensayo.
El perro llegará a un rincón y esperará a que la actriz termine sus diálogos.
El director agitará las hojas del guión como un abanico.
El perro agitará la cola, como una hoja.
Uno de ellos dos meará esta tarde los barrocos muros del recinto.
ESCENA DE INCENDIO
Las flores naranjas de la lumbre en los pasillos, las raíces aéreas del humo en las habitaciones. Un grito ahogado por la palma, que se cruza entre la boca y la raíz de la tiniebla.
–(en tono preocupado) ¡Qué hice yo! ¡Aquí, ayúdenme!
Lumbre en la puerta, burbujas de pintura, como aquel jabón de niño (el limpiapipas, las esferas, la alegría, el sabor del detergente).
Lumbre en el rostro, como una flor viviente: naranja, azul, tornasol, negro.
EXPULSADOS DEL TEMPLO
–Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.
Mateo, 19: 14
No quería ir esa tarde –pereza–
recordé después del grito;
no supe a que jugaba
o que comía –gula–
quiero pensar que el aire se detuvo
y el cura me mostró cierta mirada –ira–,
vio a mi madre –lujuria–
cuando mi mano
retuvo la moneda –avaricia–
en el sonante ritual de las ofrendas.
Un dedo encendido
nos corrió del templo –soberbia–,
solo sé que la gente nos miraba –envidia–
seguro alguien más quería
disfrutas a solas
aquel domingo.
ESCALERA
al
bajar
la escalera
primero un pie
después el otro, así
lo aprendo, veo cómo uno,
un pie, responde a cierto impulso
de caída siempre a tiempo y espacio
adecuado a la medida del zapato –ahora dicen
que el tamaño ya no importa–, justo en el instante
en que mi pie no cabe en el peldaño maya del Castillo, y tropiezo.
ACOLMAN
uelauit aranea fanum
et mala desertos occupat herba deos.
Propercio, Elegía II.
La telaraña del convento
aparecía en los hábitos
más viejos de los monjes.
Mancha de tela
en el vestido,
párpado del ojo de la cerradura,
sello de tiempo,
persistencia
la araña fabrica un claustro
en el patio abalaustrado:
en el centro
circular
hay una mosca.
AGUA
Decir agua
y la palabra,
agua que viene
de qué parte
oculta entre la frente
y la boca,
emerge.
Hablar,
decir tu nombre
poco a poco
hasta mojarme.
UN POEMA LARGO
El poema largo
debe decir lo mismo
que uno corto.
ORIGAMI PARA UN DÍA SOLEADO
Primero una espina
sobre una espina
y luego un cuerpo
tímido
acorazado
luego una línea
donde estará la sombra
así dibujo:
sol:
una espina
sobre una espina
¿rayos?
líneas
educadas en el ritmo
de la mano
así la tarde:
una espina
sobre otra espina
(un verso sobre un verso)
roca sobre roca
rozan los dedos el contorno
del sol
y brota
una espina
sobre
un verso
sobre
una roca
sobre
la tarde.
POETA EN EL RAVE
La luz es un sonido que me toca
un resplandor violeta que al rostro agrede
y encuentro esa nostalgia de andar
por el pasillo oscuro del cinema
la luz es un capitel de antorchas a lo lejos
donde el azar y la pericia se demuestran como un ídolo
hay jóvenes que distingo cuando abro los ojos
rostros que me ven sin observarme
la luz aquí es un sepulcro
y los dientes se muestran como el trofeo del júbilo
hay algo de humo y hachís en las esquinas
como en un ritual sumerio
donde tienen todos algo de máscara de oro y jaspe
y un sudor de cuerpos en batalla
veo unas parejas que se hablan al oído:
es tan larga la soledad que ya me arrastra por los brazos
ella dice que está bien y una serpiente
surge de su boca
alimentando el fuego en las campanas
el ritmo se acelera
la noche comienza a subir por los peldaños.
MUCHACHA INGLESA
He leído a Cyril Conolly
describir a una muchacha inglesa
de los años treinta:
frente alta
nariz en punta
labios llenos
grandes ojos
pelo oscuro
expresión adusta y malhumorada
personificaba a la vez
la inteligencia en zozobra
y la belleza
yo no recuerdo haber visto
a Cyril Conolly
en aquel rave.
EL LLANTO DEL TIGRE
No sé cuanto tiempo llevo
tu imagen adherida a mi silencio
y mis manos que se tienden a la sombra
crujen con la noche como apagado grito.
Pues tu cuerpo, en su humedad portuaria
en su noche precisa del verano
me es ajeno, y no hay nada más triste
que el fuego apagado porque sí
aunque siempre me aleje entre temblores
y sienta la sangre como el agua
que ya se agota entre el vapor del té que ahora preparo.
Y es grato verte, en días obsequiados por azares
que no merezco y necesito, para despertar
entre la calle y tu cuerpo que camina
en un misterio de sorpresa y llanto.
Pero algún día la noche será notable por tu risa
y tu pecho dispuesto a las ventanas
cuando te mire en todos los cristales;
no sólo el fortuito abrazo del amigo
que agazapa el deseo como un tigre domado
(aunque adentro la voz es tan intensa…)
pero alguna vez la noche será el día
en que vengas a mi cuarto y me llenes
los labios de un licor tibio. Ya veo tu cuerpo:
un oro fulgiendo entre el eclipse
de los brazos y el rubor breve
que acompaña a los delirios.
ALBADA
Despiértate. La cama está más fría
y las sábanas sucias en el suelo.
Jaime Gil de Biedma
Sería imprudente saltar por la ventana
pues vives en el sexto cielo, solo
cierro la puerta, el ascensor espera,
enciendo las luces del pasillo
(en la calle pasa un cierzo intemperado
para este mayo
y una señora, seguramente hacia el trabajo)
sería imprudente olvidar algo
en tu pieza, pues no sabré cuando
regresar y pedírtelo
(en la calle pesa una oscuridad que no despierta
ningún comercio ha abierto aún sus párpados)
sería imprudente incluso
preguntar tu nombre y si algún sentimiento
me reservas, y pienso entonces, un poco tarde
la ventana… el salto
el vacío se encuentra allí, tan atrayente.
FOCAS Y CERVEZAS
Es imposible caer cuando ya se está en el piso.
En Canadá la bandera es roja y blanca
en Canadá la nieve es roja y blanca
y una foca ebria de palos
se arrastra.
En el acuario, una foca aplaude y entra al agua
alguien saca una cartera, piel de foca, e invita unas cervezas
en la esquina, alguien aplaude y agradece
alguien ebrio cae y se levanta
y nada importa.
Una foca herida se detiene
ya no cae, ya está en el suelo
y nada importa.
NOVELA
Jaime dice a Pedro algo al oído.
Se les ve caminar por una playa algo soleada.
Pedro dice algo a Jaime
acerca de Luis y de Marcela:
y él, Pedro,
mueve la cabeza.
¿A dónde?
¿En qué sitio detiene su mirada?
Allá la casa se levanta
y pasan cosas
y la puerta se mueve,
por decir cualquier cosa,
y rechina.
Sentir algo por Jaime, por Marcela, por Pedro.
Ver el rostro por el pie de la letra y distinguirlo.
Ver la letra y distinguir la casa,
a Pedro, a Jaime, a Luis y a Marcela.
Caminar por la playa,
ustedes dos, nosotros cinco, todos.
IMITACIÓN DE BASHO Y WATANABE
En aquel tiempo pensé en una vida compartida y en educar mi cuerpo a su presencia. Eran años sencillos, en que ella salía de casa con sólo arrojar pequeños guijarros contra la ventana. Desde el terrado. Sin pretexto.
Un día escapamos a las miradas bajo este sol que todavía me obliga a cerrar los ojos cuando lo miro. Escalamos un cerro donde depositamos nuestra confianza apenas concedida. Comencé por mirarla fijamente. Aunque ella sabía que era mentira insistí en decirle que estas rocas eran un jardín dibujado solamente para nosotros. Era un tiempo de vida solitaria, y había que educar el cuerpo a su presencia.
Regresamos dos veces más al descampado, hasta que el padre tuvo un mejor trabajo y cambiaron domicilio.
Quisiera decir que hubo un reencuentro, pero sólo quedan imágenes luminosas de un día de sol en el desierto.
He querido volver en ocasiones a aquel cerro y dejar inscrita en una roca estos versos:
Sobre la piedra
los pájaros hacen su nido.
Todo es temporal.
DEÍTICO
Escribí esto ayer y lejos
de este instante en que se lee.
Escribir esto, tarde siempre
de lo que busco decir,
de lo que espera leerse con cuidado.
Escribir esto aquí y ahora,
pero escribirlo irremediablemente
después del momento debido.
Porque, supongamos, que uno piensa lo que dice,
aunque sea un lapso breve
antes de anunciarlo,
y sólo el llanto y la risa no se piensan
o el grito cuando algún objeto,
por ejemplo, nos impacta sobre el pie.
Es difícil meditar lo que se duele.
Supongamos que uno escribe una carta,
lo que se piensa estará antes de la pluma
y la pluma estará aquí y ahora
poniendo un punto final, donde se pueda,
por no acabar de pensar
lo que te he dicho
ayer y antes de la carta,
aquí y allá donde te encuentres,
dos puntos
¿Dónde te encuentras?
Aquí. Dirás seguramente
haciendo una señal;
y mi mano deja la pluma
para levantar en este instante
la vista del papel
y descubrirte.
DIFÍCIL
Es difícil tener total oscuridad.
A veces me lo pregunto y no respondo pues una tenue luz contesta lo que pienso.
Es difícil tener total silencio aunque todo parezca tan callado.
Una voz, que me habla desde adentro, me lo dice.
Ha oscurecido mientras leo,
Y sé que ya es de noche.
No por los grillos que aumentan afuera sus vocales
ni por la ciudad que abre los cerrojos a todo lo posible tras las puertas,
por los vestigios calcificados que deja la fuga en los grifos,
por los círculos irregulares de la mugre sobre los azulejos,
por la transubstanciación de los alimentos en el desperdicio,
por la moneda que negué al mendigo de rostro afectado por excoriaciones.
por las desagradables marcas de los calcetines sobre mis piel cuando me despojo de la ropa.
Cuando enumero las evidencias del día
sé que es de noche
aquí
y el silencio grita.
PARQUE
I
Mirar el árbol y sentir la sombra
mirar el árbol y entender
por qué las ramas
se corolan con el viento
y con el ave
que habita un nido en lo profundo
mirar la altura hasta el follaje
sentir el árbol y ver la sombra
verlo todo pues no alcanza
la voz para tocarlo.
Chitón el árbol
que no canta
pero pide.
Chitón la copa
en la aspadura
que levanta el dedo
como queriendo decir.
Mirar la altura hasta el follaje
sentir el árbol y ver la sombra
verlo todo pues no alcanza
la voz para tocarlo.
Aquí donde observo
los nombres que digo
se deshojan.
Datos vitales
Édgar Valencia (Torreón, Coahuila, 1975). Entre sus libros están Vestigios del Origen (Icocult, 2000), Oficios (Juan Pablos, 2002) y Descripción de la esfera (Diputación de Cáceres, 2004), en Quito la editorial Gescultura le publicará este 2011 el poemario Acotaciones. Es ciclista de montaña, editor y profesor de la Universidad Veracruzana, en Xalapa.