Foja de poesía No. 287: Edgar Valencia

Edgar-Valencia1[1]Presentamos la poesía de Edgar Valencia (Torreón, Coahuila, 1975). Entre sus libros están Vestigios del Origen (Icocult, 2000), Oficios (Juan Pablos, 2002) y Descripción de la esfera (Diputación de Cáceres, 2004). Actualmente es profesor en una Universidad Veracruzana.

  

 

Epistolario

 

Escribir una carta como un símbolo de  lejanía es siempre engañar a la distancia; es convencerse de que hay una luz de ausencia resplandeciendo en el papel.

 

Cada carta escrita es un testimonio de un placer antiguo: un fantasma esbelto con la cara marcada por los lápices. Tachaduras. La hoja sangra un poco y la voz del escribano es un rumor de queja.

 

Una carta de amor es un cupido agazapado entre la selva de los signos. Cada carta de amor leída implica el peligro de que una ele sea una flecha lanzada a nuestro paso. El que lea una carta de amor ajena llorará profundamente por la noche.

 

La carta siempre deberá finalizar con una firma incomprensible, que encierre entre sus bordes el misterio original de la intención de quien la escriba.

 

Las sentencias de muerte tienen siempre un designio oscuro para el mensajero, quien entregue alguna morirá al poco tiempo.

 

Cada carta escrita funda un nuevo lenguaje.

 

Una carta no leída comienza a borrar sus letras en un llanto discreto. Puede verificar esto olvidando accidentalmente alguna en el rincón último de la escribanía, debajo de todos los cartapacios.

 

Las cartas leídas más de una vez envejecen bajo un matiz amarillento, arrugan sus grafías que entenderán paleógrafos dedicados.

 

Desde un país extranjero una carta siempre encierra un aroma de humo ajeno y de un sol adelantado que hace sombra oblicua a los caracteres y extiende así su lectura. Proviniendo de ultramar la carta tendrá un sabor a sal, si se la prueba.

 

Desde una playa se escribirá siempre una postal.

 

 

 

ESCENA DE FUNERAL 

 

Flores amarillas en el fondo del teatro y una luz cenital cae sobre la caja. Un corro de hombres de negro la rodea.

Habrá un murmullo de voces femeninas. Cierto llanto, rostros compungidos, dorsos que se contraen como en la risa.

Flores amarillas en el fondo del teatro.

El papel del muerto lo hará un actor poco experimentado.

 

 

 

 

ESCENA DE ENSAYO 

 

El director apurará a la primera actriz que siempre llega tarde. Ella, entre disculpas, bajará de sus brazos un perro.

            El director estará en un rincón para observar el ensayo.

El perro llegará a un rincón y esperará a que la actriz termine sus diálogos.

El director agitará las hojas del guión como un abanico.

El perro agitará la cola, como una hoja.

Uno de ellos dos meará esta tarde los barrocos muros del recinto.

 

 

 

 

 

ESCENA DE INCENDIO 

 

Las flores naranjas de la lumbre en los pasillos, las raíces aéreas del humo en las habitaciones. Un grito ahogado por la palma, que se cruza entre la boca y la raíz de la tiniebla.

            –(en tono preocupado) ¡Qué hice yo! ¡Aquí, ayúdenme!

Lumbre en la puerta, burbujas de pintura, como aquel jabón de niño (el limpiapipas, las esferas, la alegría, el sabor del detergente).

Lumbre en el rostro, como una flor viviente: naranja, azul, tornasol, negro.

 

 

 

EXPULSADOS DEL TEMPLO 

 

–Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.

Mateo, 19: 14

 

No quería ir esa tarde –pereza–

recordé después del grito;

no supe a que jugaba

o que comía –gula–

quiero pensar que el aire se detuvo

y el cura me mostró cierta mirada –ira–,

vio a mi madre –lujuria–

cuando mi mano

retuvo la moneda –avaricia–

en el sonante ritual de las ofrendas.

Un dedo encendido

nos corrió del templo –soberbia–,

solo sé que la gente nos miraba –envidia–

seguro alguien más quería

disfrutas a solas

aquel domingo.

 

 

 

 

ESCALERA 

 

al

bajar

la escalera

primero un pie

después el otro, así

lo aprendo, veo cómo uno,

un pie,  responde a cierto impulso

de caída siempre a tiempo y espacio

adecuado a la medida del zapato ­–ahora dicen

que el tamaño ya no importa–, justo en el instante

en que mi pie no cabe en el peldaño maya del Castillo,                   y tropiezo.

 

 

 

 

 

ACOLMAN 

 

uelauit aranea fanum

et mala desertos occupat herba deos.

Propercio, Elegía II.

 

La telaraña del convento

aparecía en los hábitos

más viejos de los monjes.

 

Mancha de tela

en el vestido,

párpado del ojo de la cerradura,

sello de tiempo,

persistencia

 

la araña fabrica un claustro

en el patio abalaustrado:

 

en el centro

circular

hay una mosca.

 

 

 

 

AGUA 

 

Decir agua

y la palabra,

agua que viene

de qué parte

oculta entre la frente

y la boca,

emerge.

 

Hablar,

decir tu nombre

poco a poco

hasta mojarme.

 

 

 

 

UN POEMA LARGO 

 

El poema largo

debe decir lo mismo

que uno corto.

 

 

 

 

ORIGAMI PARA UN DÍA SOLEADO 

 

Primero una espina

sobre una espina

y luego un cuerpo

tímido

acorazado

luego una línea

donde estará la sombra

así dibujo:

sol:

una espina

sobre una espina

¿rayos?

líneas

educadas en el ritmo

de la mano

así la tarde:

una espina

sobre otra espina

(un verso sobre un verso)

roca sobre roca

rozan los dedos el contorno

del sol

y brota

una espina

sobre

un verso

sobre

una roca

sobre

la tarde. 

 

 

 

 

POETA EN EL RAVE 

 

La luz es un sonido que me toca

un resplandor violeta que al rostro agrede

y encuentro esa nostalgia de andar

por el pasillo oscuro del cinema

 

la luz es un capitel de antorchas a lo lejos

donde el azar y la pericia se demuestran como un ídolo

hay jóvenes que distingo cuando abro los ojos

rostros que me ven sin observarme

 

la luz aquí es un sepulcro

y los dientes se muestran como el trofeo del júbilo

hay algo de humo y hachís en las esquinas

como en un ritual sumerio

donde tienen todos algo de máscara de oro y jaspe

y un sudor de cuerpos en batalla

 

veo unas parejas que se hablan al oído:

es tan larga la soledad que ya me arrastra por los brazos

ella dice que está bien y una serpiente

surge de su boca

alimentando el fuego en las campanas

 

el ritmo se acelera

la noche comienza a subir por los peldaños.

 

 

 

 

 

MUCHACHA INGLESA 

 

He leído a Cyril Conolly

describir a una muchacha inglesa

de los años treinta:

frente alta

nariz en punta

labios llenos

grandes ojos

pelo oscuro

expresión adusta y malhumorada

personificaba a la vez

la inteligencia en zozobra

y la belleza

 

yo no recuerdo haber visto

a Cyril Conolly

en aquel rave.

 

 

 

 

EL LLANTO DEL TIGRE 

 

No sé cuanto tiempo llevo

tu imagen adherida a mi silencio

y mis manos que se tienden a la sombra

crujen con la noche como apagado grito.

Pues tu cuerpo, en su humedad portuaria

en su noche precisa del verano

me es ajeno, y no hay nada más triste

que el fuego apagado porque sí

aunque siempre me aleje entre temblores

y sienta la sangre como el agua

que ya se agota entre el vapor del té que ahora preparo.

Y es grato verte, en días obsequiados por azares

que no merezco y necesito, para despertar

entre la calle y tu cuerpo que camina

en un misterio de sorpresa y llanto.

Pero algún día la noche será notable por tu risa

y tu pecho dispuesto a las ventanas

cuando te mire en todos los cristales;

no sólo el fortuito abrazo del amigo

que agazapa el deseo como un tigre domado

(aunque adentro la voz es tan intensa…)

pero alguna vez la noche será el día

en que vengas a mi cuarto y me llenes

los labios de un licor tibio. Ya veo tu cuerpo:

un oro fulgiendo entre el eclipse

de los brazos y el rubor breve

que acompaña a los delirios.

 

 

 

 

ALBADA 

Despiértate. La cama está más fría

y las sábanas sucias en el suelo.

Jaime Gil de Biedma

 

Sería imprudente saltar por la ventana

pues vives en el sexto cielo, solo

cierro la puerta, el ascensor espera,

enciendo las luces del pasillo

(en la calle pasa un cierzo intemperado

para este mayo

y una señora, seguramente hacia el trabajo)

sería imprudente olvidar algo

en tu pieza, pues no sabré cuando

regresar y pedírtelo

(en la calle pesa una oscuridad que no despierta

ningún comercio ha abierto aún sus párpados)

sería imprudente incluso

preguntar tu nombre y si algún sentimiento

me reservas, y pienso entonces, un poco tarde

la ventana… el salto

el vacío se encuentra allí, tan atrayente.

 

 

 

 

 

FOCAS Y CERVEZAS 

 

Es imposible caer cuando ya se está en el piso.

 

En Canadá la bandera es roja y blanca

en Canadá la nieve es roja y blanca

y una foca ebria de palos

se arrastra.

 

En el acuario, una foca aplaude y entra al agua

alguien saca una cartera, piel de foca, e invita unas cervezas

en la esquina, alguien aplaude y agradece

alguien ebrio cae y se levanta

y nada importa.

 

Una foca herida se detiene

ya no cae, ya está en el suelo

y nada importa.

 

 

 

 

NOVELA

 

Jaime dice a Pedro algo al oído.

Se les ve caminar por una playa algo soleada.

Pedro dice algo a Jaime

acerca de Luis y de Marcela:

y  él, Pedro,

mueve la cabeza.

¿A dónde?

¿En qué sitio detiene su mirada?

 

Allá la casa se levanta

y pasan cosas

y la puerta se mueve,

por decir cualquier cosa,

y rechina.

 

Sentir algo por Jaime, por Marcela, por Pedro.

Ver el rostro por el pie de la letra y distinguirlo.

Ver la letra y distinguir la casa,

a Pedro, a Jaime, a Luis y a Marcela.

Caminar por la playa,

ustedes dos, nosotros cinco, todos.

 

 

 

 

 

IMITACIÓN DE BASHO Y WATANABE 

 

En aquel tiempo pensé en una vida compartida y en educar mi cuerpo a su presencia. Eran años sencillos, en que ella salía de casa con sólo arrojar pequeños guijarros contra la ventana. Desde el terrado. Sin pretexto.

Un día escapamos a las miradas bajo este sol que todavía me obliga a cerrar los ojos cuando lo miro. Escalamos un cerro donde depositamos nuestra confianza apenas concedida. Comencé por mirarla fijamente. Aunque ella sabía que era mentira insistí en decirle que estas rocas eran un jardín dibujado solamente para nosotros. Era un tiempo de vida solitaria, y había que educar el cuerpo a su presencia.

Regresamos dos veces más al descampado, hasta que el padre tuvo un mejor trabajo y cambiaron domicilio.

Quisiera decir que hubo un reencuentro, pero sólo quedan imágenes luminosas de un día de sol en el desierto.

He querido volver en ocasiones a aquel cerro y dejar inscrita en una roca estos versos:

 

Sobre la piedra

los pájaros hacen su nido.

Todo es temporal.

 

 

 

 

DEÍTICO 

 

Escribí esto ayer y lejos

de este instante en que se lee.

 

Escribir esto, tarde siempre

de lo que busco decir,

de lo que espera leerse con cuidado.

Escribir esto aquí y ahora,

pero escribirlo irremediablemente

después del momento debido.

 

Porque, supongamos, que uno piensa lo que dice,

aunque sea un lapso breve

antes de anunciarlo,

y sólo el llanto y la risa no se piensan

o el grito cuando algún objeto,

por ejemplo, nos impacta sobre el pie.

Es difícil meditar lo que se duele.

 

Supongamos que uno escribe una carta, 

lo que se piensa estará antes de la pluma

y la pluma estará aquí y ahora

poniendo un punto final, donde se pueda,

por no acabar de pensar

lo que te he dicho

ayer y antes de la carta,

aquí y allá donde te encuentres,

dos puntos

¿Dónde te encuentras?

 

Aquí. Dirás seguramente

haciendo una señal;

y mi mano deja la pluma

para levantar en este instante

la vista del papel

y descubrirte.

 

 

 

 

 

DIFÍCIL

 

Es difícil tener total oscuridad.

A veces me lo pregunto y no respondo pues una tenue luz contesta lo que pienso.

 

Es difícil tener total silencio aunque todo parezca tan callado.

Una voz, que me habla desde adentro, me lo dice.

 

Ha oscurecido mientras leo,

Y sé que ya es de noche.

No por los grillos que aumentan afuera sus vocales

ni por la ciudad que abre los cerrojos a todo lo posible tras las puertas,

por los vestigios calcificados que deja la fuga en los grifos,

por los círculos irregulares de la mugre sobre los azulejos,

por la transubstanciación de los alimentos en el desperdicio,

por la moneda que negué al mendigo de rostro afectado por excoriaciones.

por las desagradables marcas de los calcetines sobre mis piel cuando me despojo de la ropa.

 

 

Cuando enumero las evidencias del día

 

sé que es de noche

aquí

y el silencio grita.

 

 

 

 

PARQUE

     I

 

Mirar el árbol y sentir la sombra

mirar el árbol y entender

por qué las ramas

se corolan con el viento

y con el ave

que habita un nido en lo profundo

mirar la altura hasta el follaje

sentir el árbol y ver la sombra

verlo todo pues no alcanza

la voz para tocarlo.

 

Chitón el árbol

que no canta

pero pide.

 

Chitón la copa

en la aspadura

que levanta el dedo

como queriendo decir.

 

Mirar la altura hasta el follaje

sentir el árbol y ver la sombra

verlo todo pues no alcanza

la voz para tocarlo.

 

Aquí donde observo

los nombres que digo

se deshojan.

 

 

 

Datos vitales

Édgar Valencia (Torreón, Coahuila, 1975). Entre sus libros están Vestigios del Origen (Icocult, 2000), Oficios (Juan Pablos, 2002) y Descripción de la esfera (Diputación de Cáceres, 2004), en Quito la editorial Gescultura le publicará este 2011 el poemario Acotaciones. Es ciclista de montaña, editor y profesor de la Universidad Veracruzana, en Xalapa.

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