Discurso de recepción de Carlos Ramírez Vuelvas en el Premio de Ensayo Caja Madrid

Carlos Ramírez VuelvasEl poeta y ensayista Carlos Ramírez Vuelvas (Colima 1981) recibió el pasado 26 de mayo el Premio Caja Madrid de Ensayo por el volumen de ensayos Mexican drugs. Variables latinoamericanas sobre el sistema del narcotráfico, que fue editado por Lengua de Trapo. Su discurso vuelve sobre el estado de violencia que se vive en México.

 

Carta abierta

(Imitación de Guillermo Gómez-Peña)

 

 

Señor de los aires (y de las tierras y de las carreteras),

 

Sinceramente, nosotros no queremos la violencia. Nuestras necesidades son otras. Que las calles sin luz durante las noches, tengan un farolito. Que en las escuelas se impartan clases, y se ofrezca un poco de eso que llaman educación. Que las personas salgan a los caminos los fines de semana, a jugar futbol a los jardines. Que los abuelos abrasen a sus nietos. Y quien quiera bailar, que baile; y quien quiera tomar, que tome; y quien no quiera hacer nada, que no haga nada. Nosotros queremos trabajar. Ir a la oficina, ir a la tienda, ir a la carnicería, ir a la obra. Nosotros queremos vivir. Ver otra vez a los niños. Ver los parques. Mirar el paso de las estaciones, mientras escuchamos buena música en la radio. Cruzar sin miedo la carretera a Michoacán, a Sinaloa, a Nayarit, a Colima. Comer en la playa, bañarnos en el mar.   

            Usted haga lo que quiera. Nosotros no pretendemos interrumpir sus negocios. Tampoco queríamos que la corrupción se instalara, grande como es, en las oficinas de gobierno. Pero ya ve cómo son las cosas. Nada ganaremos con repetir las gastadas palabras de siempre. Pero no hay necesidad de que violente nuestra vida cotidiana. Haga lo suyo. A veces uno no es lo que quiere, si no lo que puede ser. Déjennos con nuestros pequeños prejuicios, nuestras resacas de domingo con aguardiente barato y la mezclilla que nos uniforma desde hace mucho tiempo. Si alguno puede comprar un auto, si alguien sigue en el camión, adelante. Usted compre sus camionetas, sus policías, sus armas. Pero no las use contra nosotros, que nuestros intereses, ya ve, son otros.

            A lo mejor todos tenemos lo que nos merecemos. Me refiero al gobierno que merecemos, a la sociedad que merecemos. Al final de cuentas nadie puede crecer más allá de su estatura. Pero ahora esa disquisición no es importante. Lo que no queremos son los secuestros, ¿qué nos va  pedir si ya casi no nos queda ni la dignidad? No exagero, las instituciones se quedan sin dinero y hasta usted sabe cómo se suman las facturas pegadas al refrigerador: el teléfono, la luz eléctrica, el agua, el predial, las placas. El banco no es nada compasivo con los intereses. ¿De dónde vamos a sacar más dinero nosotros? ¿Qué ganará usted secuestrando a la que llamamos sociedad civil? ¿Qué guerra gana con nuestras muertes?

Tampoco queremos robos, ni atracos, ni nada de eso. Ya no podemos con nada de eso. ¿Qué ganará usted instaurando, como dicen los que saben, la política del miedo? Ya sabemos que más de alguno de los servidores públicos es su servidor, y que no hay manera de revertir el círculo vicioso. A nosotros déjennos con nuestros miércoles de cine, con nuestra torpeza para elegir nuestros objetos preciados, con nuestra pereza para despertar los lunes, con nuestros delirios de consumidores de primer mundo.  Usted siga con sus negocios. Ninguno de nosotros está aquí para interrumpirlo, porque, de verdad, de verdad, no nos interesa.  

            Nosotros no queríamos una guerra contra las drogas. Nadie nos preguntó por ello. No queremos participar en ello. La mayoría de nosotros ni siquiera entendemos de qué se trata una guerra. Nunca hemos tenido un arma en las manos y, en serio, poco nos incumbe conocerlas. Si los que dicen gobernar pretenden que la sociedad civil siga sumando muertos en esta guerra, nosotros también les decimos a los que pretenden gobernar, que no; que no queremos esta guerra. Que no queremos muertos inocentes. Cada quien a lo suyo.

            Nadie nos preguntó qué queríamos cuando usted llegó. Ahora usted está en todas partes. Pero nosotros no queremos todas partes. Sólo algunos sitios. Déjennos con eso. Si usted y el gobierno, que a lo mejor son el mismo (no se preocupe, nadie anda ese camino), quieren continuar con la guerra, háganlo. Parece que el gobierno también tiene violencia que compartir con usted. Pero nosotros no. Nosotros con pocas cosas nos conformamos. Lo que se puede decir es lo que no queremos más.

            Desde la sociedad civil, sobre todo la sociedad civil, no queremos robos, ni secuestros, ni atracos, ni asaltos, ni ejecutados, ni balas perdidas, ni choques de automóviles, ni golpes a inocentes, ni torturas, ni errores fatales, ni familias desmembradas. Nosotros no queremos la violencia. Nosotros no queremos violencia. Nosotros no queremos violencia. Nosotros no queremos violencia. Nosotros no queremos. Nosotros no. Nosotros. No.

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