En el marco de Arenas movedizas. Poesía Iberoamericana y principio de siglo presentamos el trabajo del poeta más representativo de Bolivia, Eduardo Mitre (Oruro, 1943). Sus últimos poemarios son El paraguas de Manhattan (2004) Vitrales de la memoria (2007), Al paso del instante (2009). Trabaja en Saint John’s University de Nueva York.
POÉTICA
Se sostiene a menudo que cada obra supone una poética; creo que la mía no contempla ninguna de manera explícita, programática, aunque en poemas como “Trébol de cuatro hojas”, “Las amorosas”, “Escritura”, “Las rocas”, pertenecientes a distintos libros, se pueden encontrar elementos que acaso diseñen una poética. En todo caso, esas y otras piezas entrañan una reflexión sobre el poema, una relación crítica entre el lenguaje y la realidad, entre la poesía y la historia
TRÉBOL DE CUATRO HOJAS
1
Ella ríe en la dicha de ser
de estar
por primera vez
en el día.
Ella ríe
claramente agradecida
de tener ojos y manos
y una sombra tan sencilla.
Las cosas que no existen
se mueren de envidia.
2
Carrozas de luz
la pasean por el día.
Porque ella mira y toca
y goza y sólo nombra:
Árbol
Brisa
Piedra
y no adjetiva
los pájaros profundos
la critican.
Los pájaros profundos:
No las golondrinas.
3
Su silencio es un acto claro:
La dice entera
como el vuelo dice al pájaro.
4
A decirle al árbol: Árbol
A la sombra: Ánimo
A leer la lluvia
A palpar los verdaderos milagros
A comulgar su propio cuerpo
consagrado en el verano
A comulgarnos
A saber el llanto
A combatir el espejo
al topo entronizado
A pescar en el silencio
el nombre rápido del río
A fecundar el olvido
A darle a la muerte un pasado.
CUERPOS
Hay un cuerpo que nos despierta
al milagro del cuerpo.
Hay un cuerpo que nos despierta
a la soledad del deseo.
Hay un cuerpo que nos despierta
al paraíso del cuerpo.
Hay un cuerpo que nos despierta
al infierno del cuerpo.
Hay un cuerpo que nos despierta
a los poderes del tiempo (en mi padre
lo siento. Fraternalmente lo siento.)
Hay un cuerpo que nos despierta
a la impotencia del grito
porque el grito ya no lo despierta
(Carlos Mitre, hace ya noches,
fue para mí ese cuerpo.)
Hay un cuerpo que nos despierta
a la increíble ausencia.
Hay un cuerpo que nos despierta
al exangüe recuerdo.
Hay un cuerpo que nos despierta
al incesante olvido.
Hay un cuerpo que ya no nos despierta.
LA SILLA
No echa raíces como el armario
la silla que sólo se posa como los pájaros.
La silla era un ave de ala portátil
y vuelo escaso (sobre los hombros en fiesta
pasaba la silla como una cigüeña).
Con viento y papeles es ya palomar.
En los velorios nadie alivia más que la silla.
Encapuchada con una camisa
amanece la silla.
Tarántula erguida en la penumbra la silla.
La silla espirita junto a la mesa.
Como el poema, la silla es un atado de líneas.
La silla sostiene al que escribe estas líneas.
LAS AMOROSAS
Con nosotros se acuestan,
con nosotros se levantan.
Todo el día nos sirven,
de noche nos acompañan.
Si hablamos, dicen;
si no, se callan.
No hay amantes más fieles
ni más maltratadas.
Con nosotros se acuestan,
con nosotros se levantan
las amorosas palabras.
Sólo el silencio las ama.
MORAL DE VAN GOGH
El blanco que sube como el humo
y baja a saltos de conejo,
y ese azul tan sólo tuyo
más abismo que de cielo.
Y al centro:
Brasa que nube,
zarza que mora en la llama:
tu moral de fuego.
Mirarlo
no es sólo verlo: es oír
un crepitar de miradas
hasta tiznarse la cara
de silencio.
Apóstol del sol
fundido en tu cerebro,
peregrino de la pasión,
herrero del amarillo, dime:
Cómo plantar en la página
como tú en el lienzo
el árbol de la palabra,
su follaje de sonidos
podado ya de fantasmas
pleno de nombres vivos
entre la luz y el viento
palpables como un erizo.
EL ÁRBOL
Hoy derribaron al árbol
que nos acompañó tantos años.
Sin más venda que una nube
la herida azul del espacio.
Palabra a palabra,
hoja por hoja,
vuelvo a plantarlo
en el huerto de la memoria.
Pero en vano.
No pasa el viento por su follaje
o pasa sin tocarlo.
No dora la luz sus hojas
ni en sus ramas
se posan los pájaros.
Ya pura imagen el árbol
sin fruto ni canto.
Como la realidad rugosa
hambre de sueños
sed de su sombra
padece mi cuerpo.
Alzo los ojos y sólo veo
un incendio de alas.
Y al fondo:
el sol sediento
errando sin raíz en su desierto.
EN SIERRA ESCONDIDA
a Octavio Paz
Aquí donde se juntan
las aguas frías del Ayutla
y las calientes del Concá.
Aquí donde las nubes
pastan en el monte
y el asno blanco
con su hato de leña
entra al trote en el poema
y deja a su paso estas líneas.
Aquí
cuando los gallos
con las pitas del canto
jalan a la noche
y se encienden los astros
y se apagan las piedras
el cielo baja y sube la tierra
en el hondo y alto
silencio de la ceiba.
POR LA AVENIDA DE LAS AMÉRICAS
Morenas, caribes por el acento,
entre los veintiséis y los treinta,
a ojo de buen cubero.
Regias piernas la de la diestra,
senos firmes la del centro,
cejas traviesas la tercera.
Pero qué se venían diciendo,
qué diría una de ellas
que las tres de golpe perdieron
el paso, el peinado, la línea,
y pasaron, trastabillando,
desgajándose de sí mismas,
derramándose como chispas,
con los ojos hechos añicos.
Desfallecientes, doblaron la esquina
y siguieron, a trechos, en trance,
sin poder apearse
del carruaje sin cochero de la risa.
VITRAL DE LA PELOTA DE TRAPO
Al cruzar por el parque
una pelota de cuero ha rodado
del césped al asfalto.
Apenas la alcé
se volvió en mis manos
una pelota de trapo.
La reconozco al instante:
hecha por dentro
de calcetines usados
y la superficie tersa
de medias de nylon.
Tal vez por eso
nuestros pies la retienen tanto.
Ahora nos hemos puesto a jugar
sin árbitro, en medio de la calle
sin asfaltar y llena de barro:
los dos hijos del zapatero,
los sobrinos del sastre,
los ayudantes del carpintero
y todos mis hermanos.
En el auge del juego,
a la luz ya débil de la tarde,
irrumpen los gritos de las madres
llamándonos a cenar.
Y obedecemos con desgano.
Me llevo la pelota bajo el brazo
cuando oigo voces de protesta:
miro a mi diestra y veo
a rubios muchachos parados
en el césped del parque
esperando que la devuelva.
De un puntapié la lanzo
y la pelota en el aire
vuelve a transformarse
en la pelota de cuero.
Y lleno de rabia y nostalgia
me alejo por la calle de asfalto.
COLEGIALA POR UNION SQUARE
La perenne garúa de las pecas
en su rostro adolescente,
el pelo corto, y en la fina oreja
el audífono como un arete .
Venía diciendo algo,
y, de pronto, cesaron las palabras
y bruscas lágrimas
eclipsaron sus ojos.
La seguí con la mirada
hasta que se perdió en el gentío
con los hombros sacudidos
aún por el sollozo.
Apenado, llegué a casa
pensando que tanta aflicción
no podía tener otra causa
que una razón de amor.
Y temiendo por ella
tan solita en el tráfico,
sorda a las bocinas, ajena
a las luces del semáforo,
me apuré a trazar estas líneas
con suma cautela,
como si cada palabra fuera
uno de sus pasos
y yo caminara a su lado
hasta llegar a su casa
y ella entrara, sana y salva,
por fin, como yo, a este cuarto.
Datos Vitales
Eduardo Mitre nació en Oruro, Bolivia, en 1943. Estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba y, posteriormente, realizó estudios de literatura francesa en Francia y literatura latinoamericana en Estados Unidos donde se doctoró por la Universidad de Pittsburgh con una tesis sobre la poesía de Vicente Huidobro. Entre sus libros de poesía figuran: Morada, (1975), Ferviente humo (1976) , Mirabilia (1979), Desde tu cuerpo (1984), La luz del regreso (1990), Líneas de Otoño (1993),traducido al italiano por Antonella Ciabatti (Venecia: Sinopia, 2005), El peregrino y la ausencia: Antología poética (1988), Camino de cualquier parte publicado por Visor de Madrid en 1998, El paraguas de Manhattan (2004) Vitrales de la memoria (2007), Al paso del instante (2009), estos tres últimos publicados por la editorial Pre-Textos de Valencia. Poemas suyos han sido incluidos en varias antologías de poesía hispanoamericana y varios de ellos traducidos al inglés, francés, italiano, alemán y portugués. En su obra crítica se encuentran: Huidobro: hambre de espacio y sed de cielo (1981), El árbol y la piedra (1988y El aliento en las hojas (1998) ), y De cuatro constelaciones (2da. edición,2005).Acaba de publicar Pasos y voces. 9 poetas contemporáneos de Bolivia. Ha elaborado y traducido del francés una antología de poetas de Bélgica: Urnas y nupcias (1998). Ha enseñado en Columbia University de Nueva York, en Dartmouth College, (Hanover, New Hampshire), en La Universidad Católica de Cochabamba y actualmente enseña en Saint John’s University de Nueva York. Desde l999 es Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua correspondiente de la Real Española. Ha sido colaborador de la revista mexicanas Vuelta y lo es de Letras Libres.