Poesía argentina No. 10: Roberta Iannamico

RobertaEn el marco de la serie “Poesía argentina” preparada por Nicolás Pinkus, presentamos la poesía de Roberta Iannamico (Bahía Blanca en 1972). Vive en Villa Ventana. Ha publicado varios libros, entre los que se destacan Mamushkas; El collar de fideos; El zorro gris, el zorro blanco, el zorro colorado; Tendal y Celeste perfecto .

 

 

Dantesco

 

            “No con palabras, con mejor acero,

            si el juicio en el camino no tropieza.”

 

 

Era el mejor día de primavera

después de haber tomado refugio

en la casa de Patricia

descansado comido y bebido

emprendí el regreso

Patricia me acompañaría

hasta mitad de camino

ella me guiaba

era un campo abierto y brillante

en plena tarde

cuando nos despedimos

frente al tanque de agua

al final

de la hilera de árboles

ella dijo

-qué hermoso

el camino que nos separa-

le pedí que me indicara

una dirección

(valiente bramachari

con una remera de cielo

y un bolso cruzado)

-debe ser por allá-

y señaló una tranquera

imposible no verla

una tranquera blanca

abierta

justo en la línea del horizonte

un horizonte alto

y curvo

que hacía notar

la redondez de la tierra

la abracé dos veces

y la ví desaparecer

ni bien pegó la vuelta

empecé a caminar

liviana

presa de un profundo bienestar

cuando llegué a la tranquera

la luz me pareció extraña

y tan fabulosa

que creía estar mareada

árboles sin hojas

a los costados de la entrada

hermosos árboles

eran los guardianes

y yo quedé en ese instante

por completo enamorada

decía ahhhh, ahhhh

no podía dejar de exclamar

de suspirar

frente a esos árboles

(la luz ponía de un leve amarillo

los troncos gris blanquecino)

frente a la puerta dudé

¿es cruzando esta puerta

el lugar?

porque el que acababa de pasar

no podía ser más lindo

la inclinación de los árboles

me dio a entender 

que del otro lado

era todavía mejor

crucé

fui entrando de a poco

a ese campo sembrado

verde brillante el pasto

completamente parejo

el cielo celeste y el sol

no podría explicar con palabras

lo que yo sentía

en ese lugar

caminaba

olvidada de mi cuerpo

como si estuviera

hecha de espacio

y a la vez conciente

de la gran belleza

y de que había algo

que no era normal

se me ocurrió mirar al sol

(éramos el pasto, el cielo

el sol y yo)

y vi nada menos

que el sol

que no es con puntas

como se lo dibuja

es absolutamente redondo

y todo luz

podía diferenciar

el sol de sus rayos

rayos de luz

que se expandían

por todo el aire

cuando llegué al alambrado

comprendí

que comenzaba el descenso

crucé el alambre

y todo era naturaleza

piedras tierra

yuyos de distinto tipo

era bello pero ya no celestial

cierta semilla de temor

aparecía en mí

mientras bajaba

con el sol

un águila mora

fue el primer ser que vi

planeaba en círculos

por encima mío

me asustaba un poco

su cercanía

su vuelo rasante y su canto

y me di cuenta

que no se puede decir con letras

el canto de un pájaro

si quisiera escribirlo acá

no podría

tomé el ritmo de ese canto

para caminar

una liebre salió corriendo

cuando pasé por al lado

una liebre de ese dorado oscuro

del que suelen ser las liebres

(no sabía que eran tan grandes

las liebres)

mientras bajaba

cierto temor me acompañaba

crucé un campo

de plantas secas

caídas

sobre la tierra

caminaba esquivándolas

como a cadáveres

que eran

sabía

que no tenía

nada que temer

pero estaba tensa

exageradamente alerta

y comprendí

que el camino estaba marcado

sólo debía seguirlo

con gran comodidad

aparecieron los chimangos

más abajo las palomas

y ya casi se oía

el ladrido de los perros

de mi pueblo

siguiendo ese camino

que extrañamente aparecía ante mí

llegué al arroyo

crucé el arroyo

por un camino de piedras

allí dispuesto

una piedra muy grande

por la que tenía que pasar

era como una cabeza calva

con pasto como pelos

en forma de corona

me pareció la cabeza del Dante

o de mi abuelo Pascual

que sin duda se le parecería

Pascual Ian amico

el amigo de juan

(sin duda Boccaccio)

me reencontré con el arroyo

como con un hermano

era en la orilla

una plataforma de piedras

me imaginé un lugar

para oficiar ceremonias

ahí hice pis

di media vuelta y crucé otro alambrado

el sol justo se ponía

y yo entraba en mi aldea.

 

 

 

Datos vitales

Roberta Iannamico nació en Bahía Blanca en 1972. Vive en Villa Ventana. Ha publicado varios libros, entre los que se destacan Mamushkas; El collar de fideos; El zorro gris, el zorro blanco, el zorro colorado; Tendal y Celeste perfecto .

Librería

También puedes leer