Foja de poesía No. 316: Roxana Méndez

roxana-méndez[1]

Presentamos la poesía de Roxana Méndez (El Salvador, 1979 ). Es poeta e ilustradora. Ha obtenido tres premios nacionales en la rama de poesía por lo que en 2003 la Secretaría de Cultura le dio el título de Gran Maestre.  Ha sido incluída en la antología de poesía centroamericana publicadas  por la  UNAM.

 

 

 

 

Condenación

 

El alba que he visto por la mañana

ha sido la última, lo sé.

 

Las estrellas no saben

lo que esta noche alumbran.

 

Cuando niño podía distinguir

un astro más brillante que los otros

en la total negrura

y lo creía mío,

esta noche no puedo distinguir

la constelación de Orión

y todas las estrellas me parecen iguales.

 

Mientras leones hambrientos

me aguardan tras una puerta,

me conducen por un pasadizo amplio

y escucho el canto íngrimo de un grillo

¿será el mismo que alguna vez encerré

en una caja de madera

en mi primera habitación?

¿No han pasado ya demasiados inviernos?

 

La noche avanza y a mi alrededor

el mundo se derrumba.

Llega la hora.

 

Ya casi me veo frente a mí.

 

Acércate, ahora que te llamo,

no dejes  pasar

este minuto largo en que te nombro,

y que la furia venga

destruyendo el honor que creía tener.

Y las olas tocarán mi cuerpo

y la espuma alcanzará mi lengua

hasta que aparezca

de nuevo el alba.

 

 

 

  

Primera imagen de Sudáfrica   

 

Frente al hotel, un lago,

alrededor, cipreses griegos,

altos, delgados,

de un verde muy profundo.

Hay pájaros que jamás había visto,

como venidos de otro tiempo, y su bullicio

es el de una multitud de hace un siglo

o diez siglos. Su plumaje

es como el sedimento

que deja un atardecer sobre otro atardecer.

Lo que veo cuando les veo

tiene la consistencia

que poseen los sueños.

 

Me asomo a la ventana

y sé que este viento

proviene de la boca del león

y lo que escucho,

aunque no lo parezca, es un rugido.

Sobre el cuerno del elefante crece el alba.

En el lomo del Antílope

huye también el día.

 

Cuando llega la noche

el lago es el ojo frío

del asesino que espera su presa sin moverse.

Al caminar por su orilla

encontré una rana

que parecía haber muerto hacía mucho,

desde que el limo comenzó

a crecer sobre la superficie

 

de este lago más lejano

que todo lo que antes conocí.

 

Aunque no he visto demasiado,

comprendo que África no es Europa,

hacia dónde quiera que mire,

a toda hora, todo parece más real,

incluso el mundo…

 

 

 

  

Petición           

 

Los años transcurrieron,

la naturaleza cayó a través

de la nieve y las hojas

y nada pudo detenerla.

 

Mi voz se ha vuelto suave

como el viento que una vez

era una tempestad

y se tornado brisa.

 

Lo has visto,

las hojas y la nieve han caído

y nada pudo detenerlas

y yo busqué tu voz

y pedía que vinieras hasta mí

para darme consejo

porque habían muchas otras voces

y mi vida cambiaba

y ese cambio era el desierto

en su inmensidad

y mi espíritu

se conmovía ante tal desolación.

 

Líbrame de los recuerdos otra vez.

 

Ya me has librado cada noche

pero hay algunos que aún vienen

y golpean como la lluvia

que mina la piedra

y no me deja conciliar los sueños.

 

Solo espero tu bendición

hasta ver de nuevo en mi rostro

tu propio rostro.

 

 

 

A su extraña manera

 

Todo ha sucedido a su extraña manera

y no como lo tenía previsto:

ni siquiera me he separado

de esa casa que no me pertenece,

de las paredes que no son mías,

del viento que entra y respiro sin preguntar.

 

No soy el mar, soy la orilla del mar.

 

Y sé que los años tan solo pasan una vez,

cada uno como un desfile de gaviotas

que se alejan de la playa: no las puedo contar,

son demasiadas, no me alcanzan los dedos ni los ojos,

cuando empiezo me canso

y aunque no quiera tengo que parar.

 

La muchacha que era, sé que no la soy más.

 

Nada ha pasado en vano:

bajo mis pies no hay huellas sino piedras,

pero unas piedras demasiado lisas

donde todo resbala, nada permanece,

nada se puede levantar.

 

He tratado de asirme ingenuamente

a la ola que llega hasta mi cuerpo:

no puede detenerse. No la puedo tomar.

Mis manos son la arena:

me diluyo en aquello

que quiero sujetar.

 

 

En la cama y aún sin levantarme

me parece escuchar

el susurro del viento:

entra por la ventana, es abril… pasará.

 

¿Por qué también tendría que pasar?

 

 

 

Datos vitales

Roxana Méndez (El Salvador, 1979).  Poeta e ilustradora. Ha obtenido tres premios nacionales en la rama de poesía por lo que en 2003 la Secretaría de Cultura le dio el título de Gran Maestre. Ha publicado los libros: Memoria, 2004, colección Verso Creciente de la Universidad Tecnológica de El Salvador; Mnemosine, en 2008 colección Nueva Palabra, DPI El Salvador y en 2011 Editorial Bombadil de Suecia. Ha sido incluída, entre otras, en dos antologías centroamericanas publicadas en México, una de ellas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en 2008; y otra por el Fondo de Cultura Económica, 2011. Actualmente, además de escribir trabaja como ilustradora de cuentos infantiles.

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