A veces llovía en Chicago, cuentos de Gerardo Cárdenas

Cárdenas[1]Presentamos el prólogo a los relatos de “A veces llovía en Chicago”, del narrador y periodista Gerardo Cárdenas (Ciudad de México, 1962). Cárdenas participa en el IX Festival de Literatura del Noroeste. En 2004, comenzó a colaborar con la revista Contratiempo, única revista cultural en español en Chicago.

 

 

A veces llovía en Chicago de Gerardo Cárdenas

 

Jorge F. Hernández

 

 

El monólogo de un taquero es al mismo tiempo la memoria viva de quien fuera boxeador; las palabras se crecen como enredadera: lo coloquial esconde cicatrices y dolores como grietas sobre un muro del alma… Pasamos luego a un diálogo, al filo de una barra de bar, con pocos hielos; una pareja intenta resolver un enigma que contagia a todo lector: ¿de dónde vienen los secretos?… En la resolución se encuentra no sólo el destino de los sueños individuales, sino la historia posible o imposible de un país; el lector de estos párrafos puede sentir que ha quedado inmerso más en novela que un cuento, pues los párrafos nos envuelven entre la bruma de una vigilia conciente y un páramo onírico que parecería despejado: se nos olvida que la historia de México se transpira entre fantasmas y el poder es eso que levita entre el ensueño y la realidad… De pronto, asistimos al relato donde confluyen todos los acentos del idioma español, todos los migrantes confunden sus nacionalidades –paisanos entre sí- pues no sólo han traspasado los límites del espacio territorial, ya habitantes de los fríos del Norte, sino los velos del tiempo: son viajeros de todo pretérito, jornaleros de siglos… Chicago de verano no es quizá la misma urbe bajo la nieve; quizá el sopor de los calores aliente las caprichosas manchas de la humedad y se fragua entonces la milagrosa aparición de una Virgen sobre los muros de un puente: plegarias, peregrinaciones, devociones encendidas como veladoras y ojos que no ven, corazón que no siente… De nuevo, se asoma novela entre los vericuetos del cuento, como íntimos rezos del silencio invisible entrelazados con las voces que construyen la narración hasta que vuelve a caer nieve sobre Chicago… El siguiente relato, como cámara asida a una grúa, fija el objetivo sobre una cancha de futbol en Chicago; lo intuíamos desde hace tiempo: los verdaderos mundiales se juegan en los llanos sin gradas, allí donde todas las nacionalidades definen sus equipos y sus enconos, allí donde los héroes son inasibles, llevan apodo y parecen villanos; allí donde se quiebran las fronteras. De pronto, el lector percibe que se acerca al final del libro; las páginas que esperan en su mano derecha insinúan que Ladysmith es título para un último cuento o viaje. Uno empieza a leer ese tramo y queda sin aviso varado en una esquina, por distracción hemos descendido de un autobús en una parada equivocada, somos el alma desamparada de la mujer narrada; todas las sombras se vuelven amenaza, en estas calles no hay taxis; en este barrio se respira crimen y todas las verdades contundentes que pigmentan la piel, los racismos y los miedos, los nervios erizados a mitad de la noche, en busca de arcángeles que casi nadie reconoce, pero que navegan como nubes, sobre cuatro ruedas a la sosegada velocidad de un jazz como hipnotismo… a cada esquina, metro a metro, nos alejan con sus alas de todos los peligros por rutas que no seguiría el autobús de todos los días, ése del que nos bajamos sin pensarlo… sin poder confiar en que el alivio se escucha a veces de lejos, en cada yema de los dedos de un pianista que no precisa partituras. Sucede entonces que el escritor –como todo buen cuentista—nos ha engañado: en realidad, el último relato será “Yo a usted no necesito matarlo” que narra el asesinato de Leonel Gutiérrez, la fila de las sospechas, los calibres de los sospechosos, las mentiras reveladas, las salidas posibles, el final inesperado…y uno se queda con el libro en las manos, gratitud por una lectura que pareció otoño al volar las hojas, párrafo a párrafo… y, efectivamente, a mí no necesita matarme quien ya me convenció de su literatura: ése que a lo largo del libro me ha llevado a escenarios palpables y diálogos que parecen escucharse con bocinas ocultas en el papel, el mismo que sabe entrelazar los nudos de la trama y resuelve sin cursilerías el desenlace de los enredos. El mismo que deambula hoy mismo por las calles de Chicago con la Ciudad de México impresa sobre la memoria y su piel, con la madrugada de Madrid en la imaginación de una página olvidada de Unamuno y los murmullos de los llanos por donde levita el fantasma de Juan Rulfo, encendido en las almas de cada uno de los millones de migrantes que han multiplicado muchos Méxicos en Estados Unidos. Hablo de Gerardo Cárdenas, escritor de veras.

 

 

 

Datos vitales

Gerardo Cárdenas (Ciudad de México, 1962) es un periodista, comunicador y escritor mexicano que reside en Chicago. Ha sido corresponsal para diversos medios mexicanos en Miami, Washington, D.C., Bruselas y Chicago entre 1989 y 2001. A partir de 2001 trabajó para medios locales en Chicago, y en 2003 fue uno de los fundadores del diario Hoy, único periódico de circulación diaria en español en esa ciudad. Entre 2004 y 2007 fue secretario de prensa del ex gobernador de Illinois, Rod Blagojevich. Desde 2008 es gerente de comunicación de la oficina estatal de AARP en Illinois. En 2004, comenzó a colaborar con la revista contratiempo, única revista cultural en español en Chicago, y desde 2007 es director editorial de la misma. En 2011, publicó su primer libro de relatos: “A veces llovía en Chicago” (Libros Magenta/Vocesueltas). Es también autor del blog En la Ciudad de los Vientos. Sus artículos, columnas, y comentarios han sido publicados en diversos medios impresos de México, España, y los Estados Unidos. Tiene una licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, y una Maestría en Políticas Públicas por National-Louis University.

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