Otra muestra de poesía argentina No. 17: Elena Anníbali

Anníbali[1]

En el marco del dossier “Otra muestra de poesía argentina”, preparado por Carlos Aldazábal,  presentamos la poesía de Elena Anníbali (Oncativo, Córdoba, 1978). Estudió Licenciatura en Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Tiene publicados los libros de poesía Las madres remotas (2007) y tabaco mariposa (2009).

Para leer la introducción que vertebra esta muestra sigue el enlace

Madre

Mi madre, la Esquiva, la Lejana,
la perra blanca con sus tetas de leche,
con sus dulces venas azules agigantándose en la noche de la fiebre,
trepando las paredes para chupar mis sombras,
con su hermoso pico rosa, con todos sus brazos.
Mi madre tiene saudade de las ciudades que ha dejado atrás,
de donde le viene el cabello negro, suoi occhi de guerra.
Viene levantándose desde el poniente,
una Galatea de las esferas, que rueda sobre el mundo,
que lo impregna brevemente de sus perfumes,
y desde entonces, nada existe, sino su raza mezcla de bestia e inglés,
nada, sino sus cacerolas trashumantes, sus estropajos,
las vendas con nuestras sangres que guarda como sudarios.
¿Será ella, ese violento olor a almizcle que anuncia la mañana?
¿Dónde se anuncia su heredad en mi cuerpo?
Y a partir de la pregunta, aparecen las cicatrices, las alas,
la sal bajo la lengua, ese como a olor a humo y a calandria,
y todo el resto, todo, como una triste Barataria de sueños.

(de  Las madres remotas)

tabaco mariposa

aprendí a fumar con rubén
enrrollando tabaco mariposa en papel
de seda

lo hacíamos de noche
sentados en un escalón de la casilla
mientras a nuestros pies
sus lánguidos perros soñaban
con la sangre dulce de las liebres
en el monte cercano

a veces todo era oscuridad, salvo
su cara
iluminada brevemente por el fuego
como un animal
por los relámpagos

el día que se fue del pueblo
me dejó su radio
y los jabones partidos
que yo usaba pasándomelos
despacio
por el cuerpo

con la última espuma disuelta en el agua
se fue, también, la memoria
y el deseo de él
una cosa fragante
y sutil
como los eucaliptos
cuando los moja la niebla

(de tabaco mariposa)

la creciente

 

esa noche llegó la creciente y trajo

muebles viejos, mugre

de los canales vecinos

botellas

víboras

se va a llevar todo, dijo

mi madre

y me imaginé los huesitos de enzo

flotando en la corriente, al lado

de los canteros de verdura

me imaginé su ropa última

roída por las polillas y la fiebre

sus uñas crecidas

las hebritas de pelo rubio

entre los alambres del portón

entonces me apuré a encender el sol

de noche en la cocina

a tapar la puerta con las bolsas de arena

esperando que la muerte no pasara

que siguiera el curso del agua

hacia el naciente

donde las tierras son bajas

y crece el aleppo

y la enredadera azul

(de tabaco mariposa)

 

 

lo mismo digo agua que palabra

frente a la casa, antes que construyeran

los edificios ostentosos

las oficinas asépticas de la calle Belgrano

los negocios de chucherías

hubo un baldío

y en el centro

un malacate

íbamos con mauro lesjtch

algunas siestas, a jugar

que éramos caballos ciegos

y dábamos vueltas alrededor

del pozo seco

mauro es un hombre ahora

ha hecho dinero, hijos,

sólo persisten en él

los ojos oscuros

con pestañas de muñeca

yo sigo atada

al hábito de esas tardes

caminando el círculo del pozo

jugando al animal ciego

ahora

la sed es real

(de tabaco mariposa)

 

 

en el pavimento

 

en el pavimento queda

por la tarde

la sangre seca

de las perras en celo

algunos

las agarran del cuello y las hacen morir:

no soportan la libido gloriosa

que alborota los machos

los mechones de pelo en las puertas de alambre

el olor rijoso del orín

en los carteles de las tiendas

las perras son dóciles al entrar

en las bolsas de nylon

obedecen y se pliegan al tamaño

enarcan los huesos

se acomodan a la muerte

al silencio

conozco esa mansedumbre de haberla ejercido

basta tocar la marca roja en el cuello

para evocar soga y dueño

pero yo mordí la mano

y ahora tengo esta libertad

grande

en que me asfixio

(de tabaco mariposa)

 

razones de gravedad

 

cuando el viento es de agosto y pega

como ahora

en la cara

y se levantan remolinos de hojas

de papeles manchados con grasa

pienso en vos

no hay nada romántico en eso

es más simple:

tengo la cabeza sucia

con tus ojos, tengo

los oídos llenos

del coltrane viejo que usamos

esa tarde, ¿o fue

un mingus?

por eso voy por la ruta y escucho

cuando el chofer le dice a otro

que le gusta el viento porque levanta

la pollerita de las pendejas

y veo, en el río,

el caballo flaco arrastrando

un carro de arena

y todo

me lleva a vos

pero no pienses en el amor

lo mismo corre el agua sucia

hacia la cloaca

y es sólo un efecto

de la gravedad

(de tabaco mariposa)

 

 

1-

Es la siesta. Tengo, sobre mi corazón,
el libro de Ishiguro Never let me go.
En la penumbra de la pieza, flota la mariposa gris que de noche
roe la ropa y hace el mismo ruido que los muertos hacen
cuando escarban los muros.
La veo golpearse contra el vidrio; su cuerpo es un solo ojo
hacia donde ella cree está la salvación. Y entonces digo
Señor, no me des la esperanza, la fe.
Señor, no permitas que me queme en la luz aparente
de los faroles a gas. He aprendido a caminar en la sombra,
a encontrar mi ropa, allí, el vaso de agua. He aprendido
a no tropezar con los muebles.
No me hagas pensar ahora, Señor, en el fuego.

 

(del libro Quince- Antología de Poetas Mujeres de Córdoba)

2-

 

el aire, de noche, es una lástima,
no alcanza para todos

alguien debe postergar su sueño, alguien
debe levantarse y, en el medio de la noche,
tocar la dorada serpiente del corazón

ella va a despertar
entornará los soles de sus ojos
dará su pan, su veneno

la flor del cuerpo abrirá, entonces,
como una mañana
pero no será la mañana:
será su turbia claridad
el simulacro

(de Quince…)

 3-

acá creciste, me dijeron, y pienso
en cómo algo que no fuera solidario con la muerte y su eficacia
pudo crecer aquí

sin embargo, en este centro hubo una mesa
donde derramamos los jugos del hambre

al costado, la pieza de la costura y el juego

al fondo, el baño
con una alberca donde, en invierno,
la piel enrojecía por el frío

hubo, una vez, un gran viento,
me explican

vendrá por mí, también,
vendrá y yo guardaré mi corazón en un puño:

hasta ahí llegará su voracidad
y más allá, aún

(de Quince…)

4-

que fue un empujón del diablo
dijeron

que fue la roca
y el mar, de un azul abundoso

que una virgen castísima me confió
un secreto y una duda

con una brasa en cada mano
yo caí, fue
por mis razones

(de Quince…)

Datos vitales

Elena Anníbali (Oncativo, Córdoba, 1978). Estudió Licenciatura en Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Tiene publicados los libros de poesía Las madres remotas (2007) y tabaco mariposa (2009). Integró varias antologías de poesía y narrativa, entre ellas: Cucrito-Antología de poetas argentinos (México, 2010); Quince-Antología de poetas mujeres de Córdoba (2010).

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