Poesía boliviana actual No. 5: Juan Cristóbal Mac Lean

juan

En el marco del dossier “Poesía boliviana actual”, preparado por Gabriel Chávez, presentamos el trabajo del poeta, ensayista y pintor Juan Cristóbal Mac Lean (1958). Ha publicado los poemarios Paran los Clamores (1996) y Por el Ojo de una Espina (2005).  Transectos (2000).

 

 

 

 

Viva buda

 

en vez de tener una sola camisa

tengo cientos de corbatas

cajones atestados y roperos

varios guatos de zapato enormes

espejos

me visto muy bien

me visto muy bien lo repiten

las tiernas lavanderas

que en turnos diurnos y nocturnos

lavan mi ropa

antes de dormirme apago melancólicos

cigarrillos

en mis sábanas trajinadas

y al verme las jóvenes costureras

que en turnos diurnos y nocturnos en

vano

las remiendan lloran emocionadas

preguntándome cómo he dormido

en vez de tener una sola camisa

tengo cientos

cientos de camisas que varios diáconos

exactamente en los turnos arriba

mencionados

bendicen en aguas consagradas y

demás inciensos

sobre todo me gusta ver y he de decirlo

aunque desdeñe toda confidencia

me gusta ver mi ropa secándose al sol

qué hermoso espectáculo

hasta donde se pierda la vista

tantos techos balcones antenas de t.v.

y hasta estaciones ferroviarias canchas

de fútbol

que he tenido que alquilar por los

barrios

de las lavanderas tan tiernas

de las costureras tan jóvenes

que me visten emocionadas

¿que si soy feliz?

— me preguntan sabios venidos de

todas partes

pues claro que lo soy

y precisamente, sépanlo de una vez: la

camisa del

hombre feliz esa famosa camisa yo se la

presté

y a veces buda en persona

viene a mirar conmigo

el paisaje

el paisaje

de mi única

camisa

secando al sol

— vaya,

me dice buda

lacónicamente

: qué bonitas camisas

maestro tómame tómame la que quieras

aquella, me dice esa de allá

 

 

 

 

 

Hay que coser estas nubes 

 

Hay que coser estas nubes

a la cordillera en deriva

y parchar los visillos deshechos de la mirada

al hambre pelada de los paisajes

a sus iris transparentes,

a su vieja piedad por nuestro nombre.

 

Hay que coser un hálito a la voz,

una sed a la saliva

y un punto ciego tras los párpados.

 

Hay que coserle al viento

un canto de botánicas amotinadas

y al cuello un suspenso

de diarias serpentinas.

 

Tal vez así las cosas

sepan irse solas

o por lo menos encontrarnos

en su deriva.

 

 

 

 

Tal vez no todo

 

Tal vez no todo

esté roto

sino sólo enormemente averiado,

agazapado en una herida

ya franqueada,

reacia a toda cicatriz.

 

Y entonces aún hay quizá

un tiempo

en el que no morir antes

de la muerte

ni ser a trizas anticipado por la vida,

un lugar en el que abrigar lo astillado

y dejarse perdonar por el barro,

ser apenas su propio límite,

su caída intacta.

 

[de Paran los clamores]

 

 

 

 

 

Mapa

 

Todo yo limito con el aire.

El aire me dibuja, como si yo no fuera más que

un hueco, un vacío dibujable, un tropiezo del

viento o, porqué no, nada más que una

responsabilidad del aire.
A este paso

mi piel no es más que la fugaz ilustración de un recorrido

entre la geografía del Diluvio.

 

Y vuelve Alejandría.

 

 

Lullaby

 

las prendas las costuras

de los muertos

los trapos de los vivos

me dedico a lavar:
soy la empleada

 

hundo mis manos

en el agua helada

para que puedan ir limpios

y besados

y apedreados:

 

mis niños amados, mis fantasmas regalados

 

que nunca volveré a ver

 

 

 

 

A una comensal 

 

                   a A une passante

 

Ensordecedores, alrededor mío, gritaban parroquianos.

Alta, delgada, de negro ceñida, recatado paso,

una mujer llegó, de sandalia muy desnuda.

Elevando, equilibrando el talón, la pantorrilla;

 

Dubitativa y común, con su pierna de estatua.

Yo almorzaba, extravagante como ante un arroz.

En su mirada, cielo tímido en que afloraba el divorcio,

la dulzura que se agota, el placer que desespera.

 

Un camarero… ¡luego el menú! Fugitiva vecina

cuya mirada pronto me declaró otro apetito,

¿volveré a verte en otra parte?

 

¡En mi cuarto, tan cerca de aquí! Mañana, tal vez,

¡aunque ignoro lo que comes, tú no sabes lo que bebo!

Oh tú que podría devorar, oh tú que acaricias el mantel!

 

 

 

 

Vals del Nuevo Año por el río Hernani

 

ha llovido toda la noche

hasta la alacena vacía

hasta entrarse a mi casa la cloaca rota riada

llegué de madrugada

salvé a mis cuatro hijos

el perro murió ahogado

¿habrá cielo para los perros ahogados?

salvé hasta la sal y el pan mojados

unas latas,

mi carnet

ahora la muerte me parece un vals.

 

[de Por el ojo de una espina]

 

 

 

 

Atravesando a pie el domingo

 

Atravesando a pie el domingo, tropezando entre sus ruinas

ya no encuentro la ciudad en que no estoy

ni la quebrada a cuya orilla olvidé mi frente.

 

Entre yo y el que mira esos senderos,

el que cierra la puerta de una casa al irse

y luego vuelve a estudiar en plazas muy vacías,

como si fuera otro domingo,

se interpone el  humo de las quemas abusivas, llega

la sombra de unas llamas que pidieron

menos aún que el pan.

 

Y vuelve, dulce y espantosa

a rozarte una mano no vista,

al girar la esquina

en la que no estás y solo repites

la mejilla pura, su invisible cicatriz.

 

 Será el domingo.

 

Será ese banco de parque, esa cáscara de mandarina

puesta a aguardar el resto de los días.

O aquel heladero que no atraviesa el domingo

-se ha quedado tropezando entre sus ruinas-

y solo deja sonar su bocina,

mientras las cosas generales

vuelven a quemarse en la justa realidad.

 

 

 

 

Amanece  de rodillas 

 

amanece  de rodillas hundes

las manos en el barro

en la tierra escarbas

meditando un hoyo

en el que aparecen hormigas rojas

hojas muertas y lombrices,

raíces vivas

despertadas

por la desenterrada aurora

 

amanece hunden los pájaros

sus alas en el cielo

escarban el fondo azul

aparecen nubes blancas

recobra la luz

puntual

su amada sombra

 

amanece hunde aquel caballo

aterido por el bosque

por la noche

sus cascos en la tierra

buscando el doble fondo

de estar vivo y relinchar

ser pelaje puro brillo

bajo los primeros rayos

que van tenues invadiendo el aire todo:

 

 

amanece abre el amor su boca sucia

hunde sus manos en la sangre

confunde alas y praderas,

las manos

por lo enterrado

por las manos

 

y va saliendo el sol

se extravían libres

falanges y gusanos, fervores embarrados

y las nubes los primeros trinos

los relinchos:

 

se va cavando el día

 

 

 

 

Tres cosas en noviembre

 

 

La mesa

 

La mesa toda

depende apenas

de la justicia de su mástil:

este florero

que desordena la línea recta

de la que la luz huye

al sumergirse entre las flores

puestas en la madera de la mesa.

 

Y abajo el maderamen de naufragio

su herida ley bordada en el tapete

la carpintería de las barcas hechas tablas

 

el posible pan

que hunde la madera.

 

 

La luz

 

Atraviesa el cristal viniendo

de no se sabe dónde

y se derrama en polvaredas que ilumina,

cae sobre el doméstico pacto

de vivir, hace entrar en duda

al florero

transparente.

 

 

Las flores

 

Simplemente están ahí, entre otras cosas

que hay en la mesa, por mucho que esté lloviendo

tan desordenadamente

que un rayo de sol cruza la lluvia cruza

la ventana, el cristal de la ventana

y el pétalo amarillo, descubierto por la luz

se queda quieto más allá

sin respirar

cuidando del florero

del mundo

y quizá de algo

de la luz.

 

 

 

 

Quién habrá escrito tu primer cuaderno

 

Quién habrá escrito tu primer cuaderno.

No puedes haber sido tú.

 

¿O te aplicaste una vez

a los variados destinos de la letra Palmer

y redactaste la suerte

de los gatos y la ge

de tu mamá y la eme,

creyendo que ibas a la escuela?

 

O es posible, tal vez seguro,

que hayas sido tú:

existen una pequeñas fotos viejas

en las que estás sentada en un pupitre escolar.

 

Ya amabas al fotógrafo,

ya amabas la madera.

 

 

 

Datos vitales

Juan Cristóbal Mac Lean (1958) Poeta, ensayista y pintor boliviano. En poesía ha publicado Paran los Clamores (1996) y Por el Ojo de una Espina (2005).  Transectos (2000) y Fe de errancias (2009) reúnen textos suyos en prosa. Su poesía está recogida en diversas antologías. Colabora con periódicos y revistas de Bolivia.

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