En el marco del dossier “Poesía boliviana actual”, preparado por Gabriel Chávez, presentamos el trabajo de Oscar Gutiérrez Peña (1971). Ha merecido el Premio Nacional de Poesía de Santa Cruz. y el año pasado el Premio de Poesía de la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz. Está próximo a aparecer su poemario Ciudades interiores.
Turismo de vos
Quizá comience visitando la plazuela de tu boca
sus mutuas calles
sus ocho esquinas
su doble callejón rosado.
Ascenderé luego
sin prisas
hasta el arenal de tus ojos
y me demoraré inventariando
una a una tus pestañas.
Descenderé entonces
por la doble vía de tu cuello
hasta trepar a las altas torres de tu pecho
visitaré sus mínimas catedrales
y las sentiré erguirse
como un par de promesas
como un par de duendes
como un par de tempestades
como un par.
En mi inexorable viaje hacia el sur
me demoraré
silente y minucioso
en cada una de las siete calles que conducen a tu ombligo
esa mínima rotonda
ese círculo de fuego
ese trémulo mandala
eso sol en miniatura.
A estas alturas
supongo
habrán ferias en tu plaza principal
festividades del arroz con leche
lluvias con sol
mares de chilchi
enjuagues de tímido vegetal.
Deberé entonces averiguarlo
por mí mismo
es decir
por mi boca.
Deslizaré mi lengua
lúbrica y descafeinada
por entre los pliegues de tu centro
desatando
hábil serpiente
desconocidas lluvias privadas.
Degustaré el jugo de tu cántaro
ese maracuyá angélico
el cantar de los cantares
ese tujuré bendito.
Luego mi lengua
ya ávida
ya sabia
ya cansada
levantará testimonio de tus piernas
de tus pies
de tus dedos.
Finalmente (tengo la certeza)
terminaré tropezando
cara a cara con tu alma
mientras recorro
los suburbios de tu cuerpo.
Al César lo que es del César
Lo primero que quiero agradecerte
son tus pestañas
con las que sembraste manzanas
en el centro del Paraíso
y tus labios
que supieron deletrear
el hermético abecedario de mi cuerpo
y tu ombligo
capital de ese país
que me dio cobijo
tiempo, humor y miel
y el apretado recinto de tu centro
donde enterré
impúdico y alado
todas las urgencias de estos tres inviernos
y tu alma
laberinto insomne
trampa de arena
cadalso sumergido
y
claro
(nadie es perfecto)
tu fe
tu albahaca
tu gesto
tu grito
tu odio
tu adiós.
Inevitable
Podríamos hablar de política
o de arte
o del esquivo amor
pero
a lo sumo
ésas solo serían bellas palabras vacías.
Podríamos citar a Borges
o a Sábato
o a Saramago
pero esos antídotos contra la estupidez
tampoco servirían de nada.
Podríamos disimular
entonces
bebiendo cerveza Huari (bien fría)
o adormecernos frente a la pantalla
o escribiendo poemas como éste
y eso tampoco cambiaría las cosas.
Afuera está la muerte
mi muerte
acercándose a la casa
lenta
decidida
inexorable.
Y se va a entrar.
Infancias
En algún rincón de mi alma sigue llorando
inconsolable
el niño que fui.
Ése al que le mintieron
que en su tercer cumpleaños
su madre volvería.
Juro que hay noches
en las que aún escucho su llanto.
La noche del alma
Ojeroso
temblando
tieso de saudade
él cierra los ojos
vanamente invoca el nombre secreto
del Padre de todos los dioses que en el mundo han sido.
Y en eso también nos parecemos
porque atronador le responde
el devastador eco
del silencio de Dios.
Adentro
Adentro mío hay un país al que viajo constantemente.
Cuando el mundo extiende sus alas
y éstas son de repentino murciélago
rápido emprendo la ruta
hacia la ciudad sin nombre
de mi silencio interior.
Allí está la cordillera del deseo
la planicie del olvido
la bruma del encuentro
el altar de mi fuego.
Allí hay hondonadas y cicatrices
selvas, soles y tundras
y como 365 razones para volver
una
y otra
y otra vez.
Teología doméstica
Si Dios es ese viejito barbado y neurótico
que desperdicia su eternidad
contabilizando mis faltas y pecados
entonces no
no gracias
no creo en él.
Y si su hijo es ese cadáver
eternamente sangriento
eternamente roto
eternamente derrotado
entonces
disculpen
tampoco creo en él.
Pero como yo intuyo
o —a lo mejor—, sé
que entre ambos son culpables
de la existencia de las mariposas
y el arco iris
de la simplicidad de una galaxia
o del esplendor de una uña
de la imposible fiesta que es un pavo real
un atardecer en el trópico
o los ojos de Danáe
entonces
no me queda otra
y me inclino
reverente y agradecido
ante el más grande
soberbio
y loco
par de artistas.
Al futuro cadáver
Alguno me dice
“pariente
su poesía es muy feliz.
Vos sos un optimista
lo que escribes no es real”.
Yo miro entonces al futuro cadáver
huelo su descomposición inevitable
escucho los inútiles rezos
las fatuas novenas
y sonrío
(en estos
y en tantos otros casos
lo inteligente es callar)
De todos modos,
¿qué podría decirle?
¿Qué ya lo sé?
¿Qué no lo he notado?
¿Qué yo mismo reniego de mí?
Pero no
para qué.
Mi único mérito consiste
en saber que nos estamos muriendo
y en actuar
como si eso no importara.
Credo urbano
Creo en el color padre todopoderoso
y en la palabra que nos acerca.
Creo en la primavera y otros milagros.
Creo en los domingos
en la pedagogía secreta de un abrazo
sobre todo
creo en el Ser Humano.
Abandono las ciudades de la queja
las urbanizaciones del espanto
las catedrales de la melancolía.
Dejo atrás el traje de la tristeza
los zapatos del quebranto
el maquillaje del desánimo
las sonrisas de utilería.
Vestido de indulgencias
abandono el paraje de lo huraño
el oprobio
la angustia
y la ceniza de los años.
Ataviado de colores
ensombrerado de cariños
hoy
simplemente vivo.
y la tristeza (esa perra hambrienta)
y los famélicos roedores del invierno
y los pálidos suchas del insomnio
ésos
que esperen sentados.
Hoy no comerán de esta carne.
He resucitado.
Certeza póstuma
No morirá realmente
quien sea capaz de sonreír
en la solemne hora de su muerte.
El que no se arrodille.
El que no maldiga.
El que conserve la lucidez.
El que tenga el coraje suficiente
como para mantener los ojos abiertos
y compruebe así que
al otro lado del telón
a la izquierda de la muerte
ése a quien llamamos Dios
es apenas un impredecible niño azul
jugando a ser
—muy seriamente—
el Creador del Universo.
Datos vitales
Oscar Gutiérrez Peña (1971) Poeta boliviano. En el año 2007 su poemario Sobrevuelo en la ciudad de los anillos fue elegido ganador del Premio Nacional de Poesía de Santa Cruz. Ha publicado después Sobrevuelo 2.0 (2008) y poemas en antologías nacionales. En 2011 ganó el Premio de Poesía de la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz con Ciudades interiores, de próxima publicación.