Presentamos a dos poetas jóvenes de Sinaloa: Lusdemar Jacquez Rivera (Los Mochis, 1990) y Caín Edú Orejel (Los Mochis, 1987). Sinaloa se ha convertido en unos de los focos de la poesía mexicana contemporánea. La selección corre a cargo de René Higuera.
Lusdemar Jacquez Rivera
Rosa pétrea.
I
El hombre no es dueño del mundo
lo envuelve con palabras para poseerlo
errante, se piensa desnudo en el ímpetu de la representación
II
Comí de la rosa que amamantaba el rosal
la tierra irascible me hizo suya,
en ella me ahogaba el delirio
las raíces en decrescendo,
sentirme ella
hacerme de ella
abrirme un túnel para ser expulsada,
saberme un malparto victorioso,
fuera ya, delineé la espina que todo hiere
de donde emerjo…
por poco pierdo.
Mesh’ icats
¡Que todo regrese al ubérrimo origen de los orígenes!
Cuando raptar no era necesario
un reptil con cara larga
esperando
solo
el olvido de la vida
en la oscuridad
para siempre
quelassombrassedetengan.
*
La ola se rompe
la orilla triunfa
nos alejamos
fluimos
tal alma
sangres
doloridas
en insuficiencia amadas
esperando
sin costumbre
serenamente
sucedemos.
*
La libélula
que baja a verse
en una gota de agua
sobre la flor.
Háblame despacio.
Llévame lejos.
Girando, retorciendo momentos
de tiempo seco.
Háblame lento
hazte de espuma
en la arena que es mi cuerpo
en la cima de un cangrejo
ensimismados
como el mar.
*
Fui el invento del recuerdo.
Tejí con hilos
mi cabello
a sus pies.
Le di mi leche.
Mala.
El foco me quema la piel,
soy mi cabeza,
soy alta.
Soy estrella
Confusión
me río y el saxo me derrite en tres.
Vousmignon,
au
re
voir
Caín EdúOrejel
(Los Mochis, Sinaloa. 1987)
He invocado el rencor
Ahora que no queda nada: rezo
Ahora que se alejan los lagos y ríos
me abrazo a mi mismo
para después ir por el mar abriendo surcos
donde criaturas extrañas se postran a mis pies.
Vengo a la Atlántida por una mujer.
Quiero un ángel, no la merezco.
La arena tiembla en el fondo
Pero bastan dos manos tiernas para calmarme
Romper este papel
quemarlo.
Meditación Profunda
Navego.
Mar adentro
la vida es otra.
Alejado del sinuoso vacío social
cultivo como perla mi vida en una concha.
Consagro el alimento que a Dios evoca
la serpiente que sana mi obra.
Comulgo en el baño que me exfolia,
de las cenizas moribundas
El humo de la corrupción nació para morir
Dios, te pido entonces ayudarme a morir
en mí mismo.
Navego mar adentro,
pues hay en mí un mar, ¡oh infinito mar!
que humecta mi mente mi alma y mi cuerpo
pues ya no quiero
seguir siendo
esta persona.
Limpio, alguien degustará mi aroma
Y yo, del destino que me honra
Con esa mujer que emana gloria
Que vence las tinieblas propias.
Columpio
Nos columpiamos en el precipicio.
Calaveras se retuercen al compás del viento.
Un árbol deja caer su fruto.
Todo es polvo.
Nada hay que se pueda quemar.
Ni tus uñas, ni mis pies.
Solo deambulamos.
Atardecer
El sol marca surcos en el cielo.
El sol camina descalzo sobre la arena,
Serpiente emplumada.
Quetzalcóatl.
¿Es sólo el viento quien araen el mar?
Las gaviotas hilan en el azul del cielo.
Bordados los botones, en el manto estelar, protegen a quien vuela.