Un 8 de septiembre de 1645 murió Quevedo. Para recordarlo presentamos un curioso ovillejo, “A un poeta”, que retrata de manera fiel este oficio, a la vez ridículo y maldito.
A un poeta
-En esta piedra yace un mal cristiano
-Sin duda fué escrivano.
-No, que fué desdichado en gran manera.
-Algún hidalgo era.
-No, que tuvo riquezas y algún brío.
-Sin duda fue judío.
-No, porque fue ladrón y lujurioso.
-Ser ginovés o viudo era forzoso.
-No, que fué menos cuerdo y más parlero
-Ese que dices era caballero.
-No fué sino poeta el que preguntas,
y en él se hallaron estas partes juntas.