El próximo 6 de diciembre, a las 18:30, el Gimnasio Moderno de Bogotá realiza su recital poético de Navidad. En esta ocasión convoca a ocho poetas colombianos jóvenes, algunos de ellos del colectivo La raíz invertida. Los poetas que participarán son Carolina Dávila, Santiago Espinosa, Henry Alexander Gómez, Jenny Bernal, Jorge Valbuena, Hellman Pardo, Luis Arturo Restrepo y Robert Max Steenkist. La agenda cultural del Gimnasio Moderno es dirigida por Federico Díaz Granados.
Jorge Valbuena
ENCALLAR DEBIERA SER ASILO
A Hellman Pardo
Con doble ele de labranza.
A qué callar tanto río
tanto acertijo diluviado
hay llanto de tiniebla
entre los soliloquios agrestes.
Lleva ilesa la cerradura
el campanario que arde
en cada una de esas noches incendiadas
amanece un rastro de piel.
La ortiga de los pasos
que habitan las sábanas.
No hay hora que despunte.
Quien descubrió el fuego
descubrió la sombra,
y en los zaguanes donde la hiel acosa
un susurro de ceniza.
Ya no es un rapto de oleajes
esa danza que renacía en el papel,
el mar desemboca en el silencio
y las tempestades
beben de su mano.
A qué callar tantos hilos
en la sordidez de las auroras
esa humareda de llovizna
que te busca en la espesura.
Una boca en el silencio
ladra los nombres de la sed.
La mano busca en el incendio
una caricia antigua.
Jenny Bernal
DE LO INVISIBLE Y SU DESTINO
Es verdad, te desvaneces
nos desvanecemos
como borrosos puntos de grafitos
sobre hojas húmedas
Alejas tu nube
y yo, ante no saber de oscuridad
te entrego a la tiniebla.
Donde irán a despertar tus ojos
quizá
les hará falta la luz
Tendrán el viento para escapar
la lluvia para mojar el recuerdo y
darle de beber a tanto desierto preso.
Sabemos
lo sabíamos incluso antes de desaparecer:
el destino de lo invisible
es perder en sus baúles
los hallazgos.
Henry Alexander Gómez
LA NOCHE
ha llegado, por fin,
a su estado más sólido.
Intentamos descifrar
una palabra
y sin embargo,
todo lo ha ofrendado
la herrumbre
de las cosas.
La escritura pende
del hilo de sangre de la tierra:
sílaba de viento,
luz aniquilada.
Ahora,
ya nada puede condenarnos.