En el espacio de “Subversión”, Luis Martínez traduce un texto de Joseph Daher, investigador en la Universidad de Lausana y activista suizo, sobre la lucha que se tiene que librar en la izquierda contra la islamofobia y contra el orientalismo de vuelta. El texto es fundamental para entender el racismo cotidiando que se vive en Europa. Daher es fundador del sitio Syria Freedom for Ever (http://syriafreedomforever.wordpress.com/).
Luchar contra dos males de izquierda: la islamofobia y el orientalismo de vuelta[1]
por Joseph Daher
La lucha contra la islamofobia en Europa y por la transformación radical de las sociedades en Medio Oriente y en África del Norte precisa todavía de debates al seno de la extrema izquierda, ya que cierto número de camaradas no logran combinar los dos objetivos por diferentes razones, en ocasiones, contradictorias. En la primera parte de este artículo, trataremos de la necesidad de la lucha contra la islamofobia como objetivo central de la lucha por una sociedad más igualitaria y más justa, particularmente, en el periodo de crisis económica y del ascenso del racismo en Europa.
Islamofobia: desarrollo y dinámicas
La islamofobia es, desde un principio, el racismo contra la comunidad musulmana, contra los y las ciudadanas de confesión musulmán sea éste o ésta practicante, creyente o ateo pero que tiene un nombre musulmán. La islamofobia no se mide por la religiosidad de una persona, así como el antisemitismo de antaño, que era igual de peor en todos los niveles. En el siglo XIX, el antisemitismo fustigaba a la masa de judíos; irrespetuoso de su religiosidad, donde la gran mayoría vivía una exclusión política y una miseria social terrible en Europa central y oriental y, que a partir de 1882 sufrirá una nueva ola de antisemitismo y de pogromos.
La islamofobia conoció una explosión en Occidente después de los atentados de septiembre de 2001. Un nuevo enemigo fue encontrado y las leyes discriminatorias conocieron un boom y fueron al encuentro de comunidades musulmanas. La imagen de la religión islámica, a partir del 11 de septiembre de 2001, no ha parado de deteriorarse, y los medios de información han jugado notablemente un papel importante reproduciendo los estereotipos sobre esta religión y su comunidad, quienes la no haber entrado en la modernidad, no lograron realizar la separación fundamental entre lo temporal y lo espiritual que permite al individuo comprometerse en la vía de la razón y de la autonomía. Por otra parte, un reciente sondeo publicado en “El Figaro” mostró que la oposición a la construcción de mezquitas disminuyó durante los años noventa llegando a un 22 por ciento en 2001, antes de los atentados del 11 de septiembre hasta nuestros días. No hay ninguna duda que desde el 11 de septiembre, la prensa occidental en su gran mayoría ha reproducido en masa la teoría del choque de civilizaciones, de una guerra entre el Islam, caracterizado por su barbarie y el terrorismo, frente al Occidente cristiano civilizado y democrático.
En un Reporte publicado en 2012 y titulado “Choix et préjudice: les discriminations contre les musulmans en Europe”, Amnistía Internacional alerta sobre el clima de islamofobia que se vive en diferentes países europeos (Francia, Suiza, Austria, entre otros) y que son señalados por sus prácticas, mientras que los partidos políticos los animan en su búsqueda de votos. El redactor del Reporte describe por ejemplo el hecho que “Las mujeres musulmanas se ven rechazadas de trabajos y las jóvenes son impedidas de ir a la escuela simplemente porque ellas portan sus ropas tradicionales como el fular (…) los hombres pueden ser despedidos por traer las barbas asociadas al Islam”.
Suiza, caracterizada por sus duras leyes contra los migrantes y con la 10 revisión de endurecimiento de asilo desde 1981, no escapa a esta atmosfera islamofobica. Recientemente en Basilea, a una pareja se le rechazó poder arriendar un departamento porque la mujer portaba el fular. Recordamos el pasaje que el Tribunal Federal había prohibido en 1997 a todas las mujeres encubiertas de impartir clases.
La victoria de la ley sobre la prohibición de construcción de nuevos minaretes en 2009 es sin embargo el símbolo de esta islamofobia rampante desde hace algunos años y llevada a cabo por la Union Démocratique du Centre-UDC (Partido de extrema derecha de la comunidad helvética), precursor de esta iniciativa y donde unos de sus miembros, Alexandre Muller, escribió en su cuenta de twitter en abril la siguiente frase: “Quizá necesitamos nuevamente una noche de cristal, esta vez contra las mezquitas”, pero que implica a todos los partidos políticos. Muchos miembros del Partido Socialista Suizo –como Erika Shnyder– han hecho un llamado, en múltiples ocasiones, a la prohibición de “uso del fular” en la escuela bajo el alegato de la defensa de la mujer y de la laicidad.
En 2009, la ley sobre la prohibición de la construcción de nuevos minaretes en toda Europa era menos desinhibida que las reacciones de personas o de grupos con propósitos meramente racistas y discriminatorios. Los simpatizantes de la Liga del Norte en Italia se manifestaron contra las mezquitas izando una bandera suiza que posteriormente devino un modelo para las siguientes votaciones, además de recibir la aprobación de los partidos de la extrema derecha –como el Frente Nacional– la más sorprendente fue la de un parlamentario socialista francés Jean Glavany quien otrora había defendido la prohibición de los minaretes y había declarado: “Hemos entendido, estas últimas semanas, que la luz (lumière) viene de Suiza. Y las reacciones negativas expresadas en Francia sobre esta votación ciudadana nos muestran que la democracia francesa está muy enferma”.
Causa fundamental: lucha contra la Islamofobia
La izquierda radical no debe de ninguna manera soslayar este problema de la islamofobia y debe hacer una lucha esencial en la resistencia contra los intereses capitalistas que quieren imponer medidas de austeridad en Europa por medio de la herramienta principal de la “deuda” pero también por el racismo. La islamofobia, como el racismo o el comunitarismo, es un instrumento de la clase dirigente para separar a las clases populares y desviarlas de sus reales enemigos: la burguesía, como clase.
Por ejemplo, en Francia, un nuevo estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos (INSEE) ha opuesto nuevamente el dedo sobre la discriminación de los descendientes de inmigrantes, la mayoría de confesión musulmán, en el mercado del empleo pues se encuentran tres veces más en desempleo que los “Franceses de pura cepa” (Français de souche).
León Trotski afirmaba que si bien una democracia completa es ilusoria bajo el sistema capitalista, el movimiento revolucionario no debe de ninguna manera renunciar, incluso bajo el imperialismo, a la lucha por los derechos democráticos.
El combate contra la islamofobia, y el racismo en general, por el derecho al ejercicio de la libertad de consciencia es fundamental en el pensamiento marxista. En su Crítica al programa de Gotha del Partido Obrero Alemán (1875), Marx explicaba que la libertad privada, en materia de la creencia y del culto, debía ser definida únicamente como el rechazo a la injerencia del Estado. Allí, enunciaba este principio: “cada uno debe poder satisfacer sus necesidades religiosas corporales, sin que la policía meta sus narices”. El marxismo clásico, el de sus fundadores, no tenía la intención de inscribir el ateísmo en el programa de los movimientos sociales. La cuestión del fular concierne solamente a las mujeres, ellas deben decidir por ellas mismas y con autentica independencia. El velo impuesto o retirado por la fuerza es un acto reaccionario y que va contra la autodeterminación de la mujer.
Táctica y estrategias
En esta batalla contra la islamofobia, debemos encontrar compañeros y organizaciones que revidando su identidad musulmana y que combaten las discriminaciones a la que la comunidad les hace frente. Contra todos aquellos y aquellas de la izquierda que rechazan toda unidad con los grupos que reivindican sus fundamentos religiosos, haciendo uso de la famosa frase de Marx de que “la religión es el opio del pueblo”, sin hacer referencia a la parte siguiente del texto que explica el sentido de la idea. Pero un buen número de ejemplos históricos demuestra el error de este posicionamiento. La izquierda radical colaboró y luchó, mano a mano, con los adeptos de la Teología de la Liberación que desarrolló una crítica radical del capitalismo. El Partido Bolchevique no dudo en coordinar las luchas con la Bund, Unión general de trabajadores judíos de Polonia, Lituania y Rusia fundada en 1897, que a pesar de su orientación atea, anti-clerical y fundamentalmente socialista, estaba apoyada sobre un reagrupamiento comunitario. Finalmente, Malcom X, quien siendo fiel a sus convicciones religiosas, concretamente al final de su vida viró a la izquierda, no dudo en criticar a los dirigentes musulmanes durante una entrevista en 1965 a quienes acusó de mantener a los pueblos y a las mujeres en la ignorancia. Además, agregó que el nivel de desarrollo de una sociedad se mide por la situación de las mujeres y declaró que: “entre más las mujeres estén educadas e implicadas, más el pueblo es activo, agudo y progresista”.
La intervención de las fuerzas progresistas y revolucionarias permite la radicalización de los movimientos y debe también impedir toda deriva de confiscación “identitaria” dentro de los debates y dinámicas políticas, inscribiéndose en las luchas dentro de una perspectiva humanista, universal y revolucionaria.
En esta primera parte intentamos mostrar por qué y cómo la lucha contra la islamofobia es una cause mayor para la izquierda radical, desgraciadamente ha sido soslayada por algunos camaradas, en el combate por una sociedad igualitaria y emancipada del sistema capitalista. Ahora, en esta segunda parte, queremos demostrar que la lucha contra la islamofobia no debe en ningún caso dejar un lugar al “orientalismo de vuelta o invertido” que toca una parte de la izquierda radical cuando se analiza Medio Oriente y África del Norte.
El concepto de orientalismo de vuelta
El orientalismo de vuelta es un concepto desarrollado en 1980 por el marxista siriano Sadiq Jalal al Azm en contra de lo que él considera una línea revisionista del pensamiento político árabe que emergió bajo la influencia del proceso revolucionario iraní después de 1979. La tesis central de esta corriente, que se encuentra en el origen de algunos intelectuales de izquierda y de nacionalistas decepcionados, puede resumirse de esta manera: “La redención nacional procurada por los Árabes desde la ocupación napoleónica de Egipto no se encuentra ni en el nacionalismo laico (sea radical, conservador o liberal) ni en el comunitarismo revolucionario, el socialismo u otro, sino en un regreso a la autenticidad de eso que se ha llamado: el islam político popular”.
Esta corriente ha encontrado desgraciadamente adeptos en algunas corrientes de la izquierda en Europa, claro, minoritarias pero presentes. El islam político se convierte en esta tendencia en un agente de modernización y la religión islámica es la lengua y la cultura esencial de los pueblos musulmanes. En su visión, el islam se convierte en la fuerza motora de la historia en Oriente, y no como en Occidente, los intereses económicos, la lucha de clases y las fuerzas sociopolíticas.
El Islam político y los procesos revolucionarios
Esta visión considera al Islam político como “anti-imperialista” o “progresista”, y su comparación con los movimientos de la teología de la liberación han florecido. Nosotros rechazamos estos adjetivos en su totalidad. Se debe reconocer el elemento “anti-imperialista” de algunos movimientos que lucha contra Israel, dejando de lado a Hamas y a Hezbollah, es por lo general retorico, pero ello no es suficiente para caracterizarlo como anti-imperialista o progresista. En efecto, ellos no animan políticas que busquen la emancipación de la sociedad, pues mientras se oponen a los sindicatos, no se oponen a las políticas neoliberales. Mientras se mantenga las desigualdades sociales y no se ponga en cuestión al sistema que existe y que permite este género de males; la lucha contra la desigualdad social y la pobreza no puede en ningún caso ser combatida por medio de la caridad, elemento que caracteriza estos movimientos.
Los movimientos del Islam político tiene tendencia a promover la idea de que la liberación y el desarrollo de los países árabes depende, en primer término, de la afirmación de su identidad islámica, que sería “permanente” y “eterna” en su ilusión, y no en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo. Otras cuestiones pueden también ser discutidas como el derecho de las mujeres, la lucha contra el comunitarismo, qué Estado, etc.
Es cierto que nos debemos oponer a los discursos islamofobos desarrollados y promovidos por las elites de los medios de información en Occidente contra los movimientos del Islam político y oponerse a la represión de éstos, cuando se efectúa en algún país. Esta posición de principio, por el contrario, no debe impedirnos de apoyar y de luchar por un cambio radical en las sociedades de la región. Debemos desarrollar un análisis material y de clase de las dinámicas sociales y de estos partidos del Islam político, quienes como lo constatamos en Egipto y en Túnez se viene oponiendo, por medio de diferentes medios, a la continuación del movimiento revolucionario y al cambio radical.
Egipto y Túnez, donde los Hermanos Musulmanes (Frères musumans) se encuentran en el poder, buscan desde el inicio de su elección a reforzar y a mantener las líneas diplomáticas, económicas y políticas de sus Estados con las potencias occidentales imperialistas. De esta manera, el gobierno Egipto recibió en septiembre a una delegación de hombres de negocios de los Estados Unidos para promover las inversiones, mientras que la contestación socioeconómica fue dejada de lado.
La represión contra las huelgas no ha dejado de aumentar con la llegada al poder del Presidente Morsi, candidato del Fondo Monetario Internacional. Múltiples leyes e iniciativas que prohibían las huelgas y las manifestaciones de los trabajadores y trabajadoras fueron promulgadas. El nuevo régimen intenta romper la voluntad de los trabajadores y trabajadoras en la huelga, mientras que el ministro del Trabajo busca el debilitamiento y la tentativa de controlar el movimiento sindical independiente. Por ejemplo, una pena de 3 años fue pronunciada contra 5 sindicalistas, el 23 de septiembre, y que representa una de las medidas más duras desde hace tres décadas.
Desde inicios de Agosto, el nuevo gobierno dirigido por los Hermanos Musulmanes, las fuerzas de seguridad dispersaron con fuerza un buen número de manifestaciones. Las Fuerzas del orden atacaron a los desempleados que se manifestaban frente a una central eléctrica en la ciudad de Alejandría, matando a un hombre. Además, agredieron a los trabajadores de las plantaciones de árboles -que no han sido remunerados– delante del Ministerio de Agricultura, detuvieron a los choferes de autobuses en huelga en todo El Cairo, agredieron y dispersaron un sit-in de maestros, le pegaron a vendedores de las calles del Cairo y confiscaron sus mercancías, agredieron a personas con discapacidades y en desempleo que buscaban un trabajo y que se manifestaban frente al Palacio Presidencial, agredieron a los conductores de microbuses en huelga y detuvieron a cuatro de ellos, atacaron a los trabajadores de Petróleos en huelga en la ciudad de mar Rojo, Ras Ghareb.
También en Túnez, las luchas políticas y socioeconómicas no han cesado, mientras que la represión contra los sindicalistas y otros activistas aumenta de manera progresiva. Desde febrero de 2012, ha habido un aumento de las luchas en todos los niveles. La política del gobierno en turno después de las elecciones de octubre 2011 es, de hecho, la continuidad de las medidas tomadas por Ben Ali. Estos últimos meses, olas de huelas y de manifestaciones contra la política del Partido Islámico Ennahdha han tenido lugar. En la región de Kaserina, por ejemplo, hubo huelgas generales en Majel Bel Abbès, en Thala, Sbiba, Hassi Frid y en Laayoune. Casi durante todas las semanas hubo manifestaciones en Kaserina y en diferentes zonas locales.
Las huelgas son coordinadas por los dirigentes de la Federación sindical UGTT (Unión General Tunecina del Trabajo). En la provincia de Kaserina, la UGTT cuenta con 19 000 miembros de diferentes sectores económicos, y cada cuatro años, eligen una representación compuesta por 9 miembros regionales quienes, a su vez, eligen un secretario general. La casi-totalidad de los 4 000 profesores repartidos en las 65 escuelas (preparatorias y de educación media) son miembros de la UGTT.
Este gran número de movilizaciones han tenido lugar por la lucha por el derecho al agua, el derecho a la electricidad, como por la defensa de los derechos de las mujeres. En la calle, pero también en las empresas, como en el Hospital de Sfax, donde cuatro sindicalistas fueron detenidos en Agosto. Otros sindicalistas también fueron detuvimos en múltiples ocasiones por oponerse a las políticas gubernamentales y los activistas sindicales como Abdesslem Hidouri, sindicalista y uno de los coordinadores del sit-in de Casabah, y mientras de la Liga de la Izquierda Obrera detenido en su ciudad El Omrane, de Menzel Bouzayeine, posterior a una manifestación que reivindicaba los derechos de los trabajadores a un empleo digno y a un desarrollo justo en la región. La noche del 27 de septiembre, las fuerzas del orden los atacaron con la misma brutalidad que en la época de Ben Ali, y detuvieron a más de 25 personas, dentro de las que se encuentran Abdesslem Hidouri.
En octubre, una importante reunión de abogados de las militantes feministas de la ATFD (Asociación Tunecina de mujeres demócratas), sindicalistas, representantes de diferentes organizaciones de la izquierda combativa, de periodistas progresistas, de artistas, entre otros, tuvo lugar delante del tribunal el día que también se llevo a cabo el asunto de la mujer ultrajada por policías y acusada de “faltas a la moral”. Los movimientos populares pudieron así cuestionar al juez bajo la presión para que este abandonara los cargos contra la víctima.
Los sindicatos y los periodistas también se movilizaron para denunciar al gobierno, dominado por los islamistas de Ennahda, por haber nombrado, sin consulta a la redacción y a las organizaciones profesionales a la cabeza de direcciones de televisión, radio y periódicos públicos. Las autoridades son también acusadas de buscar el control de las líneas editoriales y ce los medios de información.
Los sindicalistas desempeñan un papel muy importante en estas movilizaciones, existe una verdadera dinámica se da entre el sindicalismo y el resto del movimiento social. El papel de la UGTT es decisivo para que esta articulación se logre.
Conclusión
Las corrientes orientalistas y el orientalismo de vuelta, que perciben por razones diferentes y opuestas a la religión como motor de la historia en esta región puede ver su copia, puesto que las consignas de estas revoluciones no fueron “El Islam es la Solución” sino “La revolución sin pausa es la Solución” o “Pan, Libertad e Independencia”. Los procesos revolucionarios en Medio Oriente y en África del Norte han abierto una nueva página en las luchas de emancipación, no solo en el nivel regional sino también en el nivel internacional.
Datos Vitales
Joseph Daher es estudiante de doctorado en SOAS en Londres y asistente en la Universidad de Lausana. Investigador y activista. Algunos de sus artículos y análisis han sido publicados en diferentes revistas y periódicos, destacando Counterfire (Reino Unido), Solidarités, Alencontre y Le Courrier (Suiza), Al Akhbar, Al Manshour et Thawra Daima (Libano), al Khat al Amami (Siria), New Socialist (Canada). Co-autor del libro The People Demand, a short history of the Arab revolutions. Asimismo es co-fundador del sitio Café Thawra (http://cafethawra.blogspot.com/) y fundador del sitio Syria Freedom for Ever (http://syriafreedomforever.wordpress.com/). Miembro de la Izquierda revolucionaria de Siria y del Partido Solidarités en Suiza.
[1] « Lutter contre deux maux à gauche : l’islamophobie et l’orientalisme en retour ». Una versión preliminar y más corta fue publicada en el periódico suizo del Partido Solidarités. Traducción de Luis Martínez Andrade.