Alí Calderón entrevista a Ernesto Cardenal

Alí Calderón entrevista al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (Nicaragua, 1925). Según Fernández Retamar, Cardenal hace “respecto a la gran poesía anglosajona reciente, lo que Darío hizo con respecto a la gran poesía francesa de su momento, es decir, la aclimata en nuestra poesía, en nuestra lengua”. Cardenal mereció el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2012.

 

 

 

 

 

Alí Calderón: Estamos con el maestro Ernesto Cardenal, uno de los poetas más importantes en la lengua española de hoy. Es un poeta que ha vivido su tiempo intensamente, comprometido también no sólo con el pueblo y la lucha de liberación nacional en distintos países sino con la poesía, con la literatura. Un hombre de acción y un hombre de letras. Maestro, estamos muy contentos de que nos acompañe en este Primer Encuentro Iberoamericano de Poesía Ciudad de México 2006.

Ernesto Cardenal: Gracias, muchas gracias, Alí.

AC: Desde su experiencia, conociendo la literatura, viajando por todo el continente ¿piensa que hay rasgos comunes en la literatura latinoamericana de hoy, en la poesía contemporánea? ¿Puede hablarse de una latinoamericanidad de la poesía?

EC: Creo que cada vez hay un destino más latinoamericano. Realmente estamos cumpliendo ya el ideal de Bolívar de hacer una sola nación. Los latinoamericanos somos latinoamericanos realmente. Cuando yo era joven no era así, teníamos más nacionalidades, más barreras, más fronteras. Y éstas se van borrando. Los escritores y los poetas han ayudado muchísimo a eso, somos muy institucionales, muy latinoamericanos.

AC: ¿Usted cree que ahora la lengua unifica más que la nacionalidad?

EC: Más la lengua, principalmente. La lengua es la cultura, las tradiciones, la historia, todo eso nos une, la lengua madre.

AC: Y desde su experiencia, conociendo la literatura de Latinoamérica ¿considera que hay algo novedoso en la poesía actual?

EC: Esa pregunta es más bien difícil para mí. Hay algo novedoso y algo que no es novedoso, hay algo también que es como repetición en la poesía latinoamericana. Creo que debemos ser también autocríticos, no hacer autoelogio. Yo creo que debemos aprender de otras lenguas, de otras literaturas; en poesía, principalmente, de la de Estados Unidos que me parece la mejor del mundo.

AC: ¿Cuál sería la respuesta de la poesía latinoamericana ante la época que vivimos, la globalización? O puesto de otra manera ¿cuál será la función de la poesía en la sociedad?

EC: La que ha sido siempre. La poesía es la lengua. El hombre comenzó hablando con la poesía. La poesía es el lenguaje, digamos, más elaborado o el lenguaje más concentrado, más sintetizado. Lo que se dice en muchas palabras en la conversación ordinaria o en la prosa ordinaria, en la poesía en muy pocas palabras comunica. Unas pocas líneas de Safo dicen todo un mundo.

AC: En este inicio de siglo ¿usted cree que hay algo nuevo en la sensibilidad del hombre? Usted como artista, como antena de la sociedad ¿cree que hay algo nuevo en la sensibilidad?

EC: Yo creo que sí, cada vez hay más interés por nuestro planeta, por nuestro futuro planetario. Las nuevas generaciones cada vez están apareciendo con esa preocupación, mucho más que antes, mucho más, por ejemplo, que en el tiempo de mi juventud. Entonces no había problemas ecológicos, tampoco entonces preocupación por la crisis ecológica del planeta. Cada vez hay más conciencia. Cada vez hay más crisis, pero también más conciencia de la crisis y cada vez más gente conciente que está apareciendo. Creo que son leyes de la evolución.

AC: Y entrando un poco al tema del estilo de su obra ¿cómo aprecia que ha evolucionado la poesía de Ernesto Cardenal desde Epigramas, de principios de los años sesenta, hasta Cántico Cósmico, por ejemplo?

EC: Creo que es la misma, no ha evolucionado. Únicamente he cambiado de tiempo, no de estilo. Mi estilo, más o menos, ha sido siempre el mismo. Un estilo sencillo, directo, sensible y con diferentes temas. En mi juventud poemas de amor, a las muchachas, después amor a Dios cuando yo tuve una conversión religiosa y Dios se me reveló como la belleza de las muchachas y del mundo.

AC: ¿La muchacha de las muchachas?

EC: La muchacha de las muchachas como dice un místico laico colombiano y, después, eso me llevó también al amor al pueblo y a la revolución. Han sido distintas etapas de mi vida pero, más bien, distintos temas.

AC: Y un poco en esta combinación de religiosidad y de poesía ¿qué le parece fundamental de la época de aprendizaje con Thomas Merton, por ejemplo?

EC: Él fue quien me dio la formación religiosa porque la que yo tenía era la del católico tradicional: devoto y al mismo tiempo infiel a lo que se me enseñaba como preceptos religiosos. Y después, con Merton, yo tuve, digamos, un nuevo cristianismo y aprendí también a ser contemplativo. Enseñándome, él, al ser contemplativo, no tenía por qué separarse del mundo ni aislarse ni despreocuparse de los problemas de su tiempo y de su pueblo. El ser contemplativo era simplemente ser uno más, llevando una vida ordinaria, y eso había que vivirlo de una forma natural.

AC: ¿Qué hay en la poesía de Dios? O ¿de qué manera puede relacionarse Dios con la poesía?

EC: Puede relacionarse y puede no relacionarse porque yo creo que lo mismo es creer en Dios que no creer en Dios. Creo que lo contrario a la fe en Dios no es el ateísmo sino el idolatrismo. En nuestro tiempo, no como la antigüedad, la idolatría es el vicio y la corrupción real y la capacidad del dinero y yo creo esto no vino a fundar una religión. Y si se funda una religión se debe construir la religión del amor al prójimo y yo creo que el cristianismo consiste en amar al prójimo, creyendo o no creyendo en Dios, siendo ateo o no ateo.

 

 

 

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