Poesía venezolana: Lydda Franco Farías

Presentamos, en el marco del dossier Patria de adentro. Antología de poesía venezolana, preparado por Luis Perozo Cervantes, el trabajo de Lydda Franco Farías (San Luis. 1943 / Maracaibo. 2004). Monte Ávila publicó, en 2004, su Antología poética. Fue una poeta socialmente comprometida. Sus primeros poemarios fueron Poemas circunstanciales (1965) y Las armas blancas (1969).

 

 

 

 

 

 

mi primer hecho de sangre

aconteció a la edad de 13 años

el odio abrió sus abanicos

puso en acción su maquinaria

cancerberos me vigilaron los sueños

se dieron a la tarea infame de tapiar

las primicias de mi cuerpo

(cuerpo del delito

prueba contundente del pecado a expiar

ab ovo in aeternum

guachimanes con ojos de argos y armados hasta los dientes

se encargaron de la custodia

de resguardar el buen nombre

el honor de la familia

la infra y la supra

el andamiaje de la moralidad

la ley y el orden

la paz ciudadana

conmigo fue creciendo el expediente amañado

de mis presuntas lacras

el desprecio del condenado a muerte ante jueces y verdugos

me erigí abogado de mi propia causa

sacrílega escupí en los templos

en los lugares sagrados y consagrados

por la beatería oficial

convertí en añicos sus ídolos baratos de fabricación casera

tallados a mano por imbéciles y desequilibrados mentales

para uso de supersticiosos y aprovechados

hice caso omiso a prédicas de sacristía

me burlé de sus tribunales del santo oficio

me oriné de risa ante la pétrea majestad de la justicia

para devolver los golpes

me armé doncella contra todos los poderes y sus sabuesos

zona de desastre

calamidad pública

he de permanecer hasta llegada la hora

de rendir cuentas

 

 

 

 

 

 

a esta hora

serás la muchacha ejemplar y enamorada

a quien engañan y maltratan

todos los hijos de puta de la tierra

lo cual no tiene la menor importancia

ellos siempre regresan

compungidos

a tus faldas

solícitos

con la cara lavada

con la excusa de siempre

con la eterna cantata

yo te perdono

yo te prometo

yo te lo juro

mi ego te besa

al final de la escena

hasta el perro es feliz

 

 

 

 

 

 

 

Para ti soy tal vez una huera mujer con el cabello levemente despeinado

digna de un cuadro renacentista o de un ardiente cumplido

o de un piropo (dicho como el azar/con rebuscada elegancia)

de sobra sabes que me avergüenzo de ese otro ser que me esquilma

y me avasalla de repetir hasta borrarme el gesto heredado de pálidas enhiestas amas de casa remotísimas

pero ciertamente hay un rótulo en la sangre

una danza del vientre una marca rotunda

ten en cuenta muchacho de las cavernas

que he ido ganando el derecho a perder de igual a igual el paraíso

la paciencia a compartir la cama

el santo y seña

el mundo fifty fifty o no hay trato

vete acostumbrando hombre voraz

mujer no es sólo receptáculo flor que se arranca y herida va a doblarse en el florero

al fondo de la repisa entre santos y candelabros y trastos de cocina

una mujer es una mujer más sus uñas y sus dientes

lo siento caballero de la brillante armadura

aquella doncella rompió el molde: creció

 

 

 

 

 

 

 

 

las abuelitas no son como los lobos

ellas usan prótesis dental

son ventrudas y coléricas

dan grima sus orejas

sus aullidos abren surcos

regentan nuestra infancia

da miedo tener sueño

es un peligro dormirse

ellas las abuelas

avanzan en la noche

masticando un niño húmedo

una caperucita feroz

un tierno lobo rojo

 

 

 

 

 

 

 

 

Me encontrarán tendida a ras de luna

o flotando lluvia abajo

en la resaca del último cigarro

en el silencio que vibra emparamado

desde donde pronuncio mi postrer discurso

exhortando a los curiosos a que desvíen la atención

hacia otra parte

por ejemplo a ciertas virtudes

que no tuve tiempo de probar

quizás porque no logré lo que quise

un cómodo sofá

un mundo que no cambió

que apenas si empezaba a pestañar

ahora que purgo mi orfandad

que los párpados pesan asidos al desamparo

ya voy tierra

ya voy cenizas

ya voy olvido

circulen buenas gentes

aquí no ha pasado nada

regresen a sus oficios

a la sobrecogedora normalidad

 

 

 

 

 

 

 

 

Desconfía hija de esos muchachos

que te leen poemas de dudosa factura

tú que diferencias la verdadera poesía

diferénciales y conócelos a ellos

son falsos prestidigitadores

sopla sobre los castillos de arena de sus discursos

tú que crees que el sexo es regocijo

y que como el espíritu necesita ventilarse

desconfía de esos muchachos

que intercambian novias

para ellos las novias consisten

en esa economía de mercado basada

en el trueque de objetos para el uso y el abuso

ni siquiera son n e o l i b e r a l e s esos muchachos

son neolíticos y cerrados como las bóvedas de un banco

desconfía de esos muchachos

quebradizos comoláminas de anime

que odian al prójimo

(especialmente si el prójimo es una muchacha)

no te enamores más nunca hija

de esos errátiles

y radicales

muchachos enmascarados.

 

 

 

 

 

 

 

 

Mientras dormía me crecieron alas

al principio ni yo misma lo creí

hice cálculos sobra las ventajas y desventajas

de este suceso inesperado decidí ensayar un vuelo corto

tropecé contra los vidrios de las ventanas no me di por vencida

llegue a libélula

fui uno que otro pájaro

ave de rapiña

mi ambición no tuvo fronteras

fui escavando jerarquías hasta agotarlas todas

ahora soy un ángel

y me aburro

 

 

 

 

 

Datos vitales

Lydda Franco Farías (San Luis. 1943 / Maracaibo. 2004). Ha publicado: Poemas circunstanciales (1965), Las armas blancas (1969), Edad de los grandes ataúdes (1977), Sumarius (1985), Recordar a los dormidos (1994), Descalabros en obertura / Mientras ejercito mi coartada (1994), Bolero a media luz. A/leve. Estantes y Aracné  (1994), Una (1998), Aracné (1998), Estantes (1999), Antología poética (2002, 2005).

 

 

 

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