¿Es posible conocer el género de la sensibilidad en poesía?

AndróginoEl poeta y ensayista Mario Calderón (1951) reflexiona en torno al concepto de “género” en el marco de la poesía mexicana reciente. En este ensayo observa ciertas regularidades en poemas de sensibilidad masculina, femenina y homosexual. Emprende, asimismo, una especie de “Poética” a partir de la idea de sensibilidad.

 

¿Es posible conocer el género de la sensibilidad en poesía?

 

De la misma manera que Greimas expresa en su primer modelo actancial, que una narración, novela o cuento, equivale a una oración o enunciado bimembre completo, un poema corresponde a una palabra, es una macropalabra. Esta macropalabra es adoptada por un grupo social para comunicarse y recrearse.

            Un poema, macropalabra o macrosigno lingüístico consta de un significado, el tema o la idea eje contenida en el texto, y un significante o estructura que contiene acentos, oscuridad o luz y consistencia de lenguaje, finura y delgadez como en las palabras hiere, leve, álgido o, por lo contrario, densidad y grosor como en  lechón, musa y sopa.

            Un poema corresponde a una palabra, porque el poeta, al crearlo, desea encerrar en el texto un tema: amor, soledad, muerte, etc. para que el pueblo lo memorice y cada vez que una persona quiera referirse al amor, a la soledad o a la muerte, recurra a un poema como a una fórmula o como a una palabra única, colectiva y universal. En México, por ejemplo, cuando el pueblo conmemora alguna fiesta nacional y requiere hablar de la patria recurre al poema “Suave patria” de Ramón López Velarde; el día de la madre se declama “El brindis del bohemio” de Guillermo Aguirre y Fierro y cuando se hace una declaración amorosa aparentemente imposible se recuerda el poema “Nocturno a Rosario” de Manuel Acuña.

            Existen en nuestra cultura mexicana poemas o macropalabras que ha adoptado la sociedad como el poema  de Sor Juana que comienza con las palabras ”Hombres necios”y que se llama ”Arguye de inconsecuencia el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que acusan” para reivindicar a las mujeres y, en contraposición, desde la perspectiva masculina conservadora, existe también el poema “A Gloria” de Salvador Díaz Mirón para pedirle a la mujer que se conforme  porque ella ha nacido como ave para el nido y el hombre como león para el combate.

            Un poema corresponde a una palabra para un macronivel o una realidad magna. Por esta razón, el hombre se dirige a su Dios a través de fórmulas, macropalabras llamadas oraciones que, en realidad, son poemas. Existe el “Padre Nuestro” como fórmula de petición; “el Credo” como fórmula para ratificar la Fe.

            Otro aspecto importante en un poema que puede ser analizado es el tipo de sensibilidad, de acuerdo al género, de quien escribe la obra.

            Al hablar del género del autor de cualquier texto, la mayor parte de los lectores opina que el tópico carece de relevancia. Sin embargo, me parece que sí es importante  por dos motivos: en un primer momento, por considerar que un crítico o un investigador es interpretador de la obra poética y enlace entre el creador y los posibles lectores y, en un segundo momento, de más fina teoría literaria, porque, de acuerdo al pensamiento de Borges, el trabajo del crítico radicaría ”en la invención de razones para que la poesía fuera admirable”(Borges,1976:155).De acuerdo a este pensamiento, literatura es todo lo que pueda decirse de una obra literaria.

            Pienso entonces que una arista insoslayable de la obra de creación es la sensibilidad del creador. Entiendo por sensibilidad “La facultad de los seres animados de percibir o experimentar, por medio de los sentidos, sensaciones, impresiones, manifestaciones del medio físico externo o interno”.  Esta sensibilidad, según sus rasgos de determinación, puede ser básicamente de tres tipos: masculina, femenina y gay ya que un hombre, una mujer o un hombre gay perciben de muy diversa manera el mundo y, por tanto, focalizan su descripción de modo diferente. Pienso que, de manera muy general,  es posible determinar los rasgos estilísticos correspondientes a cada tipo de sensibilidad, ése es el objetivo de este trabajo.

            Poco se ha hablado de la sensibilidad en literatura. Se ha dicho que ésta cambia en cada corriente artística y, tal vez, en cada época. Durante el siglo XVIII, en el Neoclasicismo, por ejemplo, en la sociedad francesa descrita en” Las Preciosas ridículas” de Moliere se llamaba ridículas a dos muchachas que, a pesar de ser pretendidas por caballeros de alto nivel social y económico, desean únicamente casarse enamoradas.

            Más tarde, entrado ya el siglo XIX, en el mismo país, un joven de alta posición económica y social desprecia su mundo por seguir a una prostituta, la Dama de las camelias. Está seguro de que la felicidad únicamente puede encontrarse viviendo de acuerdo a los sentimientos y que el amor puede transformar a las personas.

Parece que la sensibilidad varía de una época a otra, de una clase social a otra y quizá de un lugar a otro. Probablemente constituya la arista sensible del llamado imaginario, entendiendo por este concepto “La Concepción popular y colectiva que se tiene de la realidad cultural, social y política  de una comunidad”. Tal vez se podría considerar la sensibilidad como la atmósfera emotiva del imaginario.

            A  mediados del siglo XX en México, la sensibilidad   imperante en la sociedad, en cuanto al género, era la masculina. Esto se advertía en las canciones rancheras de Jorge Negrete y José Alfredo Jiménez y en las películas protagonizadas por Emilio “El indio” Fernández, Pedro Armendáriz y otros actores. En este medio, la sensibilidad gay era reprimida.  A finales del siglo XX y principios del XXI, quizá por  los efectos de la globalización, la sociedad tiene la tendencia a  lo híbrido, por tanto, ha avanzado mucho terreno la sensibilidad gay con íconos como la pintora Frida Khalo, el cantante Juan Gabriel y los escritores  Salvador Novo, Carlos Pellicer, José Joaquín Blanco, José Rafael Calva y Luis Zapata entre otros. Sin embargo, la sociedad conservadora teme llamar  las cosas por su nombre creando así los conceptos tabú y por ese motivo, recurre a los eufemismos. En algunos casos, toma palabras del inglés para pronunciar lo que evita mencionar en español. Son los casos de las palabras boobies para decir “tetas” o gay para nombrar al homosexual. Este último eufemismo encierra una intención inteligente por parte de quienes desean ser nombrados con esa palabra pues en ese término lingüístico se encierra la idea de que ser homosexual es ser “alegre”. Y también, con gran ingenio, escogieron como su símbolo el arcoíris que, según la biblia, representó un pacto de Yahvé con el hombre, esto fue un acuerdo  entre hombres. Ahora, cada día más, desaparece la discriminación y avanza la sensibilidad híbrida. Inclusive este tipo de sensibilidad ha desempeñado una función importante en la aparición, ya no del medieval “Amor cortés” sino de la aparición y el auge del fenómeno “Sexo cortés” o “sexo de amabilidad” que comenzó en la segunda mitad del siglo XX y se impone a principios del siglo XXI. Consiste en que las personas, recién conocidas, tienen relaciones sexuales casuales, de cortesía o de amabilidad.

            Hoy, respecto al problema de nombrar la sensibilidad gay, John Boswell desarrolla en su libro Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad que se denomina “homosexual” a quien, por decisión personal, mantiene relaciones sexuales con personas de su mismo sexo y que se considera “gay” sólo a quienes tienen esa inclinación, de manera natural. En este trabajo, por supuesto, al hablar de sensibilidad gay, me referiré únicamente a la sensibilidad de poetas que hablan abiertamente de relaciones homosexuales, pero se tratará de aquéllos  que, según lo escriben, no establecen esas relaciones de manera ocasional, sino que, por lo contrario, son conocidos en la cultura mexicana como “personas gay.”

Sensibilidad masculina

Veamos el siguiente poema:

El drama y la comedia

Gracias te doy, Santa Águeda,

Por mantener vivos sus pechos

Y aceitarlos de noche

Y bañarlos de día.

Compañera Santa Águeda:

Sin que ella lo sepa tú alimentas

En su pecho derecho el drama

Y en su pecho izquierdo la comedia.

Que el tiempo no pase por su piel

Y que bajo cada pezón suyo

Aceche siempre la vida. (Lavín Cerda, 1977: 287)

Si analizamos este texto  “El drama y la comedia” de Hernán Lavín Cerda, poeta chileno radicado en México desde los años setenta, deduciremos los siguientes aspectos en el plano del contenido:

a) Un sujeto lírico masculino se congratula con admiración por la hermosura de los pechos de una mujer.

b) El poema se construye con base en una reflexión, la idea de que hay hermosura en unos pechos que ojalá se conserven.

c) El texto es fruto de una mente materialista que con ironía se refiere al idealismo católico.

            En el plano de la expresión se aprecia que:

a)      El poema en su significante es denso construido con signos lingüísticos donde hay sonidos palatales, alveolares y nasales como ch, y, m, s, z que producen la sensación del efecto de grosor y pesadez:

Y que bajo cada pezón suyo

Aceche siempre la vida.

b) Se percibe un tono solemne y un ritmo lento.

c) Se ve cierta oscuridad derivada de la abundancia de los sonidos g, c suave, s, ch, z, y. De las vocales e (31 veces), o (19 veces) que según el triángulo de Ullman en el aparato fonador son intermedias así como la i (13 veces) es cerrada (en total 63 sonidos de vocales oscuras e intermedias); en cambio, el fonema “a” que es abierto, aparece únicamente 26 veces.

            Veamos este otro poema:

En la parada del Metro observé largamente

a la Señorita Sonrisa y a la Señora Tentación.

Les hice sendos niños mentales

con el tierno falo de la mirada.” (Ramos, 1980: 56)

En el poema anterior, perteneciente al libro escorpión de invierno de Raymundo Ramos, se advierte, en cuanto al contenido:

a) El poema tiene su base en la reflexión.

b) Un sujeto lírico masculino habla de su deseo y ensoñación al mirar a dos mujeres en una estación del Metro.

c) El texto se fundamenta en el realismo y el materialismo.

En el plano de la expresión, existen las siguientes particularidades:

a) Hay un significante denso.

b) Se siente un ritmo lento.

c) Se percibe también cierta oscuridad ya que hay vocales consideradas intermedias: 18 e,   11 o, además de que aparece 7 veces la i que es cerrada; en total 36; en cambio existen únicamente 19 sonidos  abiertos, la a, de claridad.

Observemos ahora otro poema :

Receta para enamorar a una mujer

Se cuecen a fuego lento dos poemas de Bécquer,

y la ceniza que quede de ellos

se unta suavemente en el pecho de la sujeto.

Se consigue un disco con música de Chopin,

llora uno copiosamente con ella,

se mezclan las lágrimas con una o dos claras de huevo,

se baten poco a poco

y se preparan unos merengues nostálgicos

que se le obsequian a la mujer con un gesto desdeñoso.

Frota uno tres veces consecutivas

el codo izquierdo de la susodicha

tomando la precaución

de que se haga tal cosa un viernes o un martes.

Se humedece la punta de la lengua

y cuando menos lo espere la mujer

se le introduce de golpe en su oreja derecha.

Si no hay resistencia,

se hace tal cosa cuatro veces

y al terminar, se la ve directamente a los ojos,

como diciéndole: fue sólo un avance,

un sábado preñado de domingo.

Se leen a la interfecta

las historias de

Adán y Eva, Romeo y Julieta, Pablo y Virginia,

todos los hombres y Marilyn Monroe.

Se le tocan los senos pero como quien no quiere la cosa:

no como quien exprime una naranja

sino como quien prueba una ciruela que está madura.

Cuando logra uno desnudar su vientre

se llora, en fin, una lágrima

que dé exactamente en el ombligo. (González Rojo, 1979: 106)

El texto anterior “Receta para enamorar a una mujer” de Enrique González Rojo, en el plano del contenido tiene las siguientes particularidades:

a) Se focaliza en estrategias para enamorar a una mujer.

b) Se construye el texto con fundamento en una idea o una reflexión.

c) Se refiere al deseo y a los recursos estratégicos para conquistar a una mujer.

d) Existe ironía y buen humor al tratar el tema, esto implica literariedad.

En el plano de la expresión, se aprecian  las siguientes características:

a) Ritmo lento en la descripción del plan para enamorar a una mujer.

b) Hay lenguaje natural y denso sin exquisitez ni finura:

“Se le tocan los senos pero como quien no quiere la cosa:

no como quien exprime una naranja

sino como quien prueba una ciruela que está madura.”

c) En el texto no hay claridad ni luz sino naturalidad.

            Y veamos ahora este poema sin título de Carlos Illescas, poeta guatemalteco que radicó muchos años en México:

Escuchabas mi antigua profesión de enamorado: -“Yo te amo”.

pero llegaban los borrachos

y bailabas con ellos.

Al volver me pedías que dijera

Los nombres que pondremos a los niños. (Illescas, 1992:58)

            En cuanto al significado de este poema, el centro es una mujer de quien se habla con ironía sobre una situación sexual. Se observa además que está construido con base en la reflexión y que se encuentra fundamentado en una visión realista materialista de la realidad.

            En lo que se refiere al significante, el texto se siente también denso. Tal vez este efecto se haya conseguido empleando los sonidos palatales ll (3), ch (2), g (2); las nasales m (5), n (8), ñ (1) combinados estos sonidos sobre todo con vocales abiertas e intermedias a (15), e (13), o (19) y en menor cantidad las cerradas u (2) y la cerrada y delgada i (6).

            Las palabras que parecen dar esa sensación de densidad son escuchabas, antigua, profesión, enamorado, yo, amo, llegaban, borrachos, bailabas, ellos, volver, nombres, pondremos, niños. Se percibe además el ritmo lento que posiblemente colabore a plasmar la densidad del texto.

            En resumen, lo masculino, en cuanto al contenido, parece tener su focalización en la percepción de un mundo que se aborda de manera reflexiva siendo muy importante el cuerpo de la mujer y el enamoramiento. El estilo tiene relación con la constitución física y la personalidad masculina, ya que ésta es generalmente oscura,  lenta, densa y reflexiva.

Sensibilidad gay masculina

 

Leamos ahora el siguiente poema, “Primera ceremonia” de Abigael Bohórquez:

Primaverizo yaces,

deleital y ternúrico

y nadie es como tú, cervatillo matutinal,

silvestrecido y leve.

Aparentas dormir

y una sonrisa esplende tus pupilas;

quedo sin mí.

Tú vanideces

cuando mis manos desdoblan su pobreza

y tocan tus cabellos dóciles, como el agua

y me tiendo a tu lado.

Desnudo te descubres; desnudo estoy allí;

suspenso, trémulo,

desamparado como la noche del misérrimo;

ayuno y mórbido:

qué puedo hacer, enceguecido y mudo,

atado de estupor,

¿maravillado?

mantienes tu mirada fresca y feroz,

sedienta de antemano;

resplandeciendo en la devoradora oscuridad: tu sexo,

húmedo, cálidamente eléctrico, madero victorioso,

con el recuerdo herido todavía

de la primera masturbación y el receloso orgasmo,

y tus labios suntuosos

temblando un hálito que ya no necesita

el niño aquel que eras,

y tu cuello miro que pulsa las cuerdas

del corazón, no sé si del tuyo, el mío,

y ninguna palabra pronunciamos,

ninguna a mi favor;

no hay gracia para mí.

Deja que diga no tu pecho núbil,

duro lugar de la salud,

marejada que nadie detendrá,

retén su amor, su odio;

tu modo de ser tú casi me lame,

calor de perro, ojos de ganso, hermano de caballos;

me viene encima tu sazón,

la rotación  novicia de tu ombligo,

tu almíbar de estar hecho

veloz, inmóvil, lento, prensil, inapresable;

tiendo una mano: existes;

tus muslos, golpe a golpe, se separan,

se encuentran, se encajan, se unifican,

se hace una brecha ardiente en el revuelo

de la sábana;

no hay piedad para mí.

Tus dientes caen, degüellan,

rindo el sentido.

Tómame,

deshónrate, sométeme, contrístate, obedéceme,

enloquece, avergüénzate, desúnete, arrodíllate,

violéntame, vuelve otra vez, apártate, regresa,

miserable, amor mío, lagarto, imbécil, maravilla,

precipítate, aúlla.

De pronto, tú, el relámpago,

abierto, florecido, restallante,

arriba, abajo, encima, ¿dónde?

hiendes la oscuridad,

y adentro:

llueves. (Mendiola, Víctor Manuel, 2001: 107-109)

En cuanto al contenido, el poema se centra en la descripción de un hombre y de una relación homosexual que el sujeto lírico realiza.

              En cuanto al significante del poema, se aprecia en primer lugar, agilidad y flexibilidad mental expresada en enunciados de sentido disímbolo que se deslizan con facilidad en invocación:

me viene encima tu sazón,

la rotación  novicia de tu ombligo,

tu almíbar de estar hecho

veloz, inmóvil, lento, prensil, inapresable;

tiendo una mano: existes;

tus muslos, golpe a golpe, se separan,

se encuentran, se encajan, se unifican,

se hace una brecha ardiente en el revuelo

de la sábana;

no hay piedad para mí.

Tus dientes caen, degüellan,

rindo el sentido.

Se aprecia simultánea también la finura y delgadez del lenguaje quizá por la ausencia de sonidos palatales y la carencia de tranquilidad y ritmo apacible así como por la abundancia de los sonidos vibrantes “r” y “l” que parecen sólo rozar la realidad:

Primaverizo yaces,

deleital y ternúrico

y nadie es como tú, cervatillo matutinal,

silvestrecido y leve.

Y comentemos el poema III de “Viaje con Ahmed” de Manuel Ulacia (1954-2001):

Boca arriba, el rectángulo del patio

es una piscina llena de cielo.

Dan ganas de lanzarse

en ella para nadar con la luna.

La luna que aparece como un barco

entre las palmas de la datilera,

iluminando los muros azules

de tan blancos, la ropa

olvidada al azar en una silla, los higos de la cesta,

y los cuerpos tendidos en la alfombra.

En el calor intenso de la noche

suda la piel estrellas. (2001:169-170)

En el significante de este poema se percibe también sonoridad plena conseguida en este caso a través de la selección, de manera rigurosa y natural, de consonantes de tipo sonoro y abundancia de vocales que por su naturaleza “son fonemas sonoros”(Gili Gaya Samuel,1988:105): “en ella para nadar con la luna” o “iluminando los muros azules” se siente además un ritmo superficial ligero y ágil.

              Los versos se aprecian plásticos, límpidos, delgados, finos, con buen gusto y exquisitez. Tal vez esos efectos se hayan obtenido mediante el empleo del sonido “l” de manera repetida y el agradable sonido nasal de la “n” en tres ocasiones.

En lo que al significado se refiere, se desarrolla una relación erótica entre dos personas del mismo sexo, esto se denota sobre todo por el título del poema “Viaje con Ahmed”. Se describe un mundo aristócrata donde se concede importancia a la hermosura de la naturaleza; el sujeto lírico posee sensibilidad refinada que le permite percibir la delicadeza del mundo.

Y veamos el siguiente texto de Arturo Ramírez Juárez (1949-1988):

Cautiverio

Soy por dentro

una princesa encantada

por fuera

un furioso guerrero que la guarda (:139)

En el nivel del contenido se desarrolla el problema común propio de la persona gay: una mujer delicada, presa en el cuerpo de un hombre rudo.

              En el nivel de la expresión hay un ritmo rápido y desconcertante que justifica el desconcierto del que se habla en el contenido.

              Y veamos el poema “Caín y Abel” de Juan Carlos Bautista (1964)

Trepado en mí

            casi no hacía ruidos

pero desaforadamente

            su bestia comía de mi culo.

Un hombre silencioso en tiempos de guerra.

Este hambriento -dije- es mi hermano.

Y me abrí delicadamente

            como un jacinto a la pisada del buey.

Le di agua de mi boca,

manos que fueron pañuelos para su frente,

mi espalda como un pan

y ojos que supieron cerrarse a tiempo

Trepado en mí,

dije este hombre es mi hermano

y lo quiero

porque somos igual de pobres

y estamos igual de hambrientos. (2001: 227)

              Este texto, en el significado refiere una relación sexual entre personas del mismo género. En cuanto al significante,  dominan las palabras delgadas especialmente los siguientes versos:

Trepado en mí

            casi no hacía ruidos”

O en el momento culminante del significado:

“Y me abrí delicadamente

            como un jacinto a la pisada del buey.

              En estos versos parecen dominar las vocales i (10), e (7), a (12), o (5). Las palabras delgadas de esos versos son casi, hacía, ruidos, abrí, delicadamente, jacinto, buey.

              El ritmo se percibe rápido y ligero tal vez por la brevedad de los versos y el cambio veloz de unidad de significado en cada uno:

Trepado en mí,

dije este hombre es mi hermano

y lo quiero

porque somos igual de pobres

y estamos igual de hambrientos.

              En resumen, generalizando y habiendo seleccionado los textos, de manera intencional, pueden observarse como características comunes de la sensibilidad poética gay la sonoridad, el significante leve, delicado y el ritmo ágil frecuentemente flexible y entrecortado en lo que corresponde al nivel de la expresión; en cuanto al contenido se enfocan en el hombre dentro de un mundo elegante, pero incomprensivo.

Sensibilidad femenina

 

Veamos el siguiente poema de Rosario Castellanos:

Jornada de soltera

Da vergüenza estar sola. El día entero

arde un rubor terrible en su mejilla.

(Pero la otra mejilla está eclipsada).

La soltera se afana en quehacer de ceniza,

en labores sin mérito y sin fruto;

y a la hora en que los deudos se congregan

alrededor del fuego, del relato,

se escucha el alarido

de una mujer que grita en un páramo inmenso

en el que cada peña, cada tronco

carcomido de incendios, cada rama

retorcida, es un juez

o es un testigo sin misericordia.

De noche la soltera

se tiende sobre el lecho de agonía.

Brota un sudor de angustia a humedecer las sábanas

y el vacío que se puebla

de diálogos y hombres inventados.

Y la soltera aguarda, aguarda, aguarda.

Y no puede nacer en su hijo, en sus entrañas,

y no puede morir

en su cuerpo remoto, inexplorado,

planeta que el astrónomo calcula,

que existe aunque no ha visto.

Asomada a un cristal opaco la soltera

-astro extinguido- pinta con un lápiz

en sus labios la sangre que no tiene.

Y sonríe ante un amanecer sin nadie. (Castellanos, Rosario, 2006: 181)

En los poemas escritos por mujeres, como en éste, la sensibilidad femenina es  evidente y se percibe que las poetas se refieren a su condición de mujeres en un mundo donde importan mucho los detalles.  En algunas ocasiones, suelen ocuparse también de hablar de los hombres. En el caso del poema “Jornada de la soltera” de Rosario Castellanos, se percibe la problemática de ser mujer, una existencia vivida entre angustias propias del género femenino como el hecho de que afirma que da vergüenza estar sola y que siempre se siente juzgada por el mundo y su incómoda y angustiante soledad en el lecho:

              A veces, los poemas femeninos, en cuanto al significado, se enfocan en la descripción de hombres y, en cuanto al significante, se construye el discurso poético limpio y fino como el observado también en el siguiente poema de Elena Milán:

Tu caricia

Me miras

y tu caricia

viste mi desnudez

de musgos, hojas, plumas

Tu caricia verde

explora, identifica

y penetra

en la epidermis

despertando

a cada uno de mis poros. (Jaramillo Levi, 1982: 29-30)

La exquisita sensibilidad femenina en este caso parece construirse mediante la preponderancia de vocales  intermedias “e, o” y cerradas “i, u” como en los versos “viste mi desnudez” y “en la epidermis”, así como a través del empleo del sonido vibrante “r” combinado con la vocal cerrada “i”:

Y analicemos el siguiente poema escrito en prosa, “El durmiente” de Mónica Braun (Ciudad de México 1965):

A veces dormías y yo estaba como nunca sola. Odiando tu respiración, el roce de tu mano sobre mis piernas, el espacio en que se había dormido tu deseo. Ya no te importaba mi carne ni esa soledad ni ese reclamo. Abandonabas el peso de tu cuerpo sobre las sábanas, dejabas que cayera todo, yo caía también. Estaba dentro de un sueño ajeno, ya no era mía mi respiración ni mi sangre era mi sangre. Yo era el miedo.

Nadie me escuchó llorar. Nadie se dio cuenta del frío. No hubo manera de evitar esa caída. Nadie pudo despertarte.

En este texto, en cuanto al nivel de contenido, la poesía se halla en la objetivación del sustantivo abstracto carencia expresado, sobre todo, en las siguientes expresiones: “a veces dormías y yo estaba como nunca sola” y en  “el espacio en que se había dormido tu deseo” o en ésta  “Abandonabas el peso de tu cuerpo sobre las sábanas, dejabas que cayera todo, yo caía también.” Y la objetivación completa se aprecia cuando ella se declara sustantivo abstracto también “Yo era el miedo.” Y agrega: “No hubo manera de evitar esa caída. Nadie pudo despertarte.” La poesía se encuentra también en la melancolía contenida en el copretérito de los verbos. Alude a la situación de una mujer que sólo en apariencia se encuentra acompañada. El texto gira pues en torno a un hombre, complemento de la mujer, acompañando en apariencia, pero ausente siempre.

            En cuanto al nivel de la expresión o del significante, el efecto de la sensibilidad femenina y la exquisitez se erige a través de la clara sonoridad brotada de la preponderancia de vocales y del empleo de los sonidos sonoros: “el roce de tu mano sobre mis piernas” o en “ya no era mía mi respiración ni mi sangre era mi sangre.” (Calderón, Alí, 2007: 28)

Y leamos el poema “Sin título” de Ofelia Pérez Sepúlveda (1979):

En el Reforma es tu voz un arpón.

No está la rosa en el incendio.

No te respiro en el filtro que encierra el delfín que no

                                                                seremos.

Yo te miraba conjugar los verbos

con la mirada del mamífero que teme

y me acercaba a donde has dicho

se guarda el corazón de madrugada.

Existo,

y del pequeño continente del cristal una esquirla salta,

                                                           llega, te nombra

y me alejo sin nadie detrás de la que vino, de la que es

                                                                    ausente.

Te me vas inmóvil en el rincón de la cantina

y me voy sin saber en dónde está la Ofelia que conjuras,

sin que abras tu casa a este vampiro.

Guárdame soberbia, hermética, traidora; apenas piedra

                                                   que insistes en cargar.

Y si jamás la Ofelia se desnuda

no preguntes quién hiere a quién entre bufones. (2007: 45)

            Por el significado del texto, se percibe un sujeto lírico con angustia por su existencia de ser femenino al relacionarse con un hombre. En el significante, se construye el lenguaje poético a través de símbolos y su consistencia, sobre todo en el final, se ve limpia y delgada como en la siguiente estrofa:

Te me vas inmóvil en el rincón de la cantina

y me voy sin saber en dónde está la Ofelia que conjuras,

sin que abras tu casa a este vampiro.

 

Conclusión

Un estilo corresponde a una personalidad, esa es la explicación de que generalmente la sensibilidad masculina en poesía  se manifieste a través de poemas escritos con un significante oscuro, denso, ritmo lento y, en cuanto al significado, que aparezca la mujer como centro de una concepción del mundo realista que se describe de manera reflexiva .

La sensibilidad gay manifiesta interés por el hombre como centro de su mundo en el significado, disociación entre el ser y el parecer e incomprensión por parte de su sociedad; en lo que corresponde al significante, en cambio, se observa finura, elegancia, agilidad y entrecortamiento o flexibilidad de ritmo. Estas características del significante del poema de sensibilidad gay parecen coincidir con la personalidad clásica gay: elegancia, exquisitez y ritmo ágil que parece corresponder a una frecuencia de desplazamiento propia y distinta de la feminidad y la masculinidad.

La sensibilidad femenina en lo que se refiere al significado de los poemas, se percibe, por lo general, en la inquietud de las mujeres por su ser femenino, en el reclamo de reconocimiento e igualdad con el hombre y, en cuanto al significante, se siente en algunos textos la descripción de un mundo con demasiada atención en los detalles y en la exquisitez y finura del lenguaje poético.

Deseo enfatizar finalmente que un poeta con experiencia en su oficio es un artista capaz de reproducir intencionalmente cualquier estilo, por tanto, las observaciones anteriores sólo serían válidas considerando el estilo verdaderamente natural y propio.

 

 

Bibliografía

 

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