Xavier Oquendo Troncoso nos presenta una muestra de poetas ecuatorianos nacidos entre 1970 y 1973, años que marcan el nacimiento de una vigorosa generación de autores entre los que destacan Pedro Gil, Marialuz Albuja, Ana Cecilia Blum, Julia Erazo Delgado, Carlos Garcón Novoa, Freddy Peñafiel Larrea, Franklin Ordóñez Luna y Carmen Inés Perdomo.
LA VOZ EQUINOCCIAL
OCHO POETAS ECUATORIANOS
(1971 – 1973)
Selección e introducción: Xavier Oquendo Troncoso
Ocho nuevos poetas ecuatorianos
Los ocho autores que conforman la presente muestra de nueva poesía ecuatoriana están amparados por la raigambre literaria de su patria, que sigue siendo desconocida y, a veces, inédita.
Esta muestra está conformada por voces cultivadas en estilos definidos y distintos. Una de mis grandes preocupaciones es el fenómeno de espejo que se da en la vinculación entre autores. Por aquí y por allá andan algunos poetas repitiéndose entre sí, hablando sobre temas similares, con los mismos argumentos, con las mismas convicciones y hasta con el mismo gesto y porte intelectual. Ahora los poetas no buscan un estilo, buscan notoriedad y la encuentran en la repetición. No concibo una antología construida con textos escritos bajo el mismo tono, la misma postura y las mismas motivaciones. Por eso alguna vez dije, después de leer a uno de esos poetas “exquisitos”, que ya con leerle a él los había leído a todos ellos.
A mí me gustan las voces distintas, las voces que se diferencian de otras para conseguir, no una orquesta con un director, sino varios sonidos, tonos, formas que, aunque hablen sobre lo mismo, lo expresen a su manera. Si así lloviera que no escampe.
Pedro Gil (Manta, 1971) ha sido considerado marginal por una crítica poco exhaustiva. Su obra, sin embargo, es el único discurso serio de la poesía social en esta generación. Construye su voz poética tomando el yo como referente y personaje. Expresa el prosaísmo desgarbado de la realidad a través de las más crudas y poderosas metáforas. Se trata de una voz inusual en la poesía actual del Ecuador.
Marialuz Albuja (Quito, 1972). Su poesía tiene un tono conversacional, intimista. Es imprecadora y apasionada. Trabaja una primera persona que se desborda hasta traducirse a través de consideraciones vanguardistas. Aborda los grandes temas, pero su favorito es aquel que Ortega y Gasset calificó como la filosofía de todos los seres humanos: el “yo y sus circunstancias”.
Ana Cecilia Blum (Guayaquil, 1972) sugiere a través de la expresión del entorno. Su primer libro caló hondo en los años noventa, durante el auge de la poesía erótica en el Ecuador. Sin embargo, su segundo libro —La que se fue— logra un equilibrado tono entre el dolor del desarraigo y la reafirmación de un discurso femenino universal que no da tregua a formas manidas.
Julia Erazo Delgado (Quito, 1972) es portadora de una propuesta poética que se inscribe en la diafanidad filosófica, combinando equilibradamente la sensualidad, la soledad, el amor y la muerte con una dosis de ternura, elementos que conforman una poesía desligada del aspaviento y el lugar común. Su obra refleja un depurado tono metafórico, rico en símbolos y en imágenes.
Carlos Garzón Noboa (Quito, 1972) es el burilador de la joya, de la precisión del lenguaje poético. Sus poemas son creaciones y recreaciones de sí mismas. La voz poética siempre está enfrentada al recurso poético: la recreación clásica, el adagio latino, el soliloquio. Crea así un estilo poco ligado a los referentes de la realidad circundante: hermético e impecablemente construido.
Freddy Peñafiel Larrea (Quito, 1972) no aísla el discurso del autor. El suyo es un trabajo poético con dosis de frescura. El discurso tejido con los hilos de su particular filosofía tiene un cierto ánimo de recrear mitos, a la manera de Eduardo Galeano. La ironía inteligente de esta poesía es presa del recurso hilarante o de admirables espasmos de verdadera ternura.
Franklin Ordóñez Luna (Loja, 1973) trabaja un sólido discurso de amor y homoerotismo. Una poesía difícil de moldear y domar, porque exige rigor y propiedad con las palabras y con el contenido, pero es fácil de asumir por el lector. En ella hay un trabajo de bisturí con el ritmo, con las implicaciones y las connotaciones del discurso poético y, de forma intensa, con la diafanidad del texto.
Carmen Inés Perdomo (Esmeraldas, 1973) incurre en una poesía alejada del yo poético. Es una voz poética más cerebral, sin embargo, a este tono le acompaña una musicalidad y diafanidad que precisa en textos poéticos certeros, vicnulados con temáticas de recreación clásica. Más que emoción hay creación y sosegamiento.
Este grupo generacional no concibe el problema de la creación desde la idea del parricidio literario, porque siente que sus antecesores son sus “hermanos mayores”. Son escritores que no dependen de un discurso colectivo o social, sino que, más bien, hablan desde sus circunstancias individuales. Asientan todo su potencial cognoscitivo y creativo en la ciudad. Prefieren referirse a lo universal y no quedarse en los problemas locales. La literatura de este tiempo permite la intertextualidad y la multiplicidad de géneros. Gracias a la proximidad de las fuentes actuales de información y comunicación, los conocimientos fluyen a gran velocidad y la sensibilidad se desarrolla dentro de entornos tecnológicos y de relaciones sociales impensables tan solo hace dos décadas. La nueva literatura se escribe desde un bagaje de conocimientos mucho más amplio que va cambiando y se renueva constantemente.
El lenguaje literario —sobre todo el poético— suele ser multisemántico y repleto de imágenes herméticas o difíciles. Se trata de una literatura seria que, sin embargo, da cabida al humor y a la ironía sin temor. Son escritores obsesionados por el “oficio de escribir” y por ello lo convierten en tema de su literatura.
PEDRO GIL
Manta, 1971. Coordina el taller literario de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí y está incursionando en la narrativa. Ha publicado los poemarios Paren la guerra que yo no juego (1989), Delirium Tremens (1993), Con unas arrugas en la sangre (1997), He llevado una vida feliz (2001, antología poética que incluye Los poetas duros no lloran), Sano juicio (2003), Diecisiete puñaladas no son nada (antología poética, 2010) Y CRÓNICO (2013). Poemas suyos aparecen en varias antologías ecuatorianas y latinoamericanas.
Diecisiete puñaladas no son nada
A Bahieh, Tuti y Omid
La pena de morir así no vale la pena.
Octavio Paz
Mi hermana muerta
Susurra una canción de cuna en el hospital
No te toca no es tu hora
Reposa ñaño
Rebeldía en los ojos
Sometimiento al latir del corazón.
Allá no se haga tu voluntad
Amiga de parias
Sólo tu sufrimiento es perfecto
Perfecto el desangrar de la tarde
Lavado por una lluvia
Tan melancólica
Tan llorosa
Como la niñez perdida en un cementerio
De vivos en un pozo séptico de sacrificios
Pero tu miseria fue de lujo ñaño
Libros peleas ganadas a la humillación
Triunfaste
17 puñaladas no son nada.
El alma está lista para más
Miseria de lujo
El cerebro intacto, la bondad intacta
Esas blancas enfermeras bondadosas sonrientes
Esa mulata evitándote el desmayo definitivo
No cruces el puente
Eres demasiado bello
Por eso sigue buscando
La belleza no está entre nosotros
Los voluntarios fallecidos
Busca, busca
Sigue buscando ñaño que cuando estés
Listo La Muerte me ha dado la orden
De no dejarte inundar con sollozos.
Ruiseñor sin risa
Reposa, resposa mi hermano no te toca
17 puñaladas no son nada.
No puedo conceder tu petición
De fallecimiento,
No puedo
Susurra mi hermana muerta
Mientras cobija mi sueño
Cobija mi agonía.
(De Soledumbre, varios autores, Editorial Mar Abierto, 2009)
Yo me pasé fumando la noche entera
Llego a casa sudando sacrificios
penetro a mi mujer,
dulce mujer,
persiste mi farmacodependencia
a su abnegada vagina
la hago gemir cariños (también sacrificios).
A menudo ella le comenta
a un Señor de Barbas Blancas
que no está conforme con su suerte,
esa pena suya
no tiene importancia
porque somos marido y mujer
hasta que los cuernos
de la incomprensión nos separen.
Mentí:
Llego a casa amanecido,
pidiendo un frío chaulafán de perversidades,
pero esta vez el amor no entró por la cocina.
Yo me pasé fumando la noche entera,
me recogieron treinta cigarrillos
que se hicieron ceniza
junto a la mañana.
Como han confiscado
mis pertenencias
empeñé mis huesos a los usurpureros.
Lo que ignora la mecánica: una porción del mundo celebra un bolero, otra porción
baila como cucaracha elegante
(porque nadie es puro a las doce y media a.m.)
Mis amigos pagan mi bebida
ellos entienden que estamos perdidos en la tierra
por eso son presuntos autores de mi religiosa vagancia.
Esto se vuelve desconcertante
como un negro tocando saxofón en la penitenciaría
(no seas quejumbroso:
te dan la libertad de escoger la prisión que te guste).
Desconcertante, como la mirada de un burro.
Yo me pasé fumando la noche entera, la luna estaba llena y no quiso cenar
Penetro a mi mujer, dulce mujer y luego de esquivar puñaladas hambrientas y mezquinas quedo totalmente asombrado de estar vivo.
(De Delirium tremens, Editorial Eskeletra, 1993)
Dios, amor y muerte
A los muchachos del Taller.
Si hasta los muertos te humillaron
¿hacia dónde irás poeta cuando duermas?
no lo sabe el sol
que es un pensador incendiario
no lo sabe la lluvia
que es un sollozo largo largo
no lo sabe la noche
que es el refugio de pensamientos que sollozan
no lo sabe el hombre
que arde cae y recae.
Queda impune el crimen a la lírica
quedan los huérfanos envejecidos por la espera
la espera de la ternura difunta que regresa
cuando duermen
quedan los poetas llenos de premios
vacíos de talento
eso sólo queda ¡sólo eso queda? no lo sabe nadie.
El sufrimiento de ayer
hoy es una risa larga larga larga
imagino la cara que pondrán
Dios mío ante el sufrimiento
de mañana.
Por que los años enfermos de mi juventud no encuentran mejoría
Por que no viví yo mas la poesía vivió en mí
Por que no cesan los homicidios por amor los suicidios por odio
Por que penetré a mi ciudad sin amarla
y espero como mal padre el reconocimiento de sus hijos.
Dios verdadero intercedo por la multitud de tus misericordias
para el profeta que lleva la mentira en la saliva
para el profesor de moral que se masturba en nombre de sus discípulas
comprensión mucha comprensión
para el jovencito que se masturba en nombre de su maestra
misericordia para la viuda que alcanza la felicidad en el karaoke
el Infierno.
Por los alcohólicos anónimos
por Edgar Alan Poe y sus recaídas en beneficio de los genios
yo que voy hacia ti encarnizado por la duda
que fui humillado hasta por los muertos
ruego me alcance tu perdón
porque no vivo yo
vive en mí la poesía
y mata.
(De Soledumbre, varios autores, Editorial Mar Abierto, 2009)
Los asaltantes
Vagan por la Carretera Inmunda
donde los cuerdos
predican a los locos
han visto a la luna
nadar sobre amantes licensiosos,
a la mar abrirse para Dios.
Hay de todo en una Calle de Nadie.
Las madres solteras
cosen para olvidar.
Sudan dos cuerpos adúlteros.
Sudan y se aman.
Hora en que los santos fornican
en su propio infierno.
Hora
en que la vergüenza invade al solitario
después de la masturbación.
Las hembras del ambiente
usan nombres falsos,
penas reales.
Una niña abraza a su hija.
Arden cuerpos adúlteros.
Arden y se aman.
Tienden la sábanas conyugales.
Los asaltantes
se persignan, asustados ante la mirada del cielo,
(Sólo quedan ruinas del
Museo de los Sentimientos).
El ingenuo se acerca
con un pan en la billetera.
Los asaltantes esperan,
ya acostumbrados
a la mirada del cielo.
Saben
que hay de Todo en una calle de Nadie
(De Con unas arrugas en la sangre, Editorial Mar Abierto, 1997)
MARIALUZ ALBUJA BAYAS
Quito, 1972. Ha publicado los poemarios Las naranjas y el mar (1997), Llevo de la luna un rayo (1999), Paisaje de sal (2004), La voz habitada (coautora, 2008) y La pendiente imposible (2008), obra premiada y publicada por el Ministerio de Cultura del Ecuador. Su poemario Detrás de la brisa ganó Mención de Honor en el concurso nacional César Dávila Andrade 2011. Sus textos han aparecido en revistas literarias y en antologías nacionales e internacionales (Argentina, México, España, Venezuela, Perú y Canadá). Es traductora del inglés y del francés. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, al francés, al portugués y al euskera.
Colina al final de la playa
el mar en tus riscos golpea los cuerpos
que ayer olvidaron los pájaros.
Montículo herido
¿Quién bebe en tus manos de lodo?
¿Quién limpia tu sangre?
¿Quién besa los ojos de tus ahogados?
Señal inequívoca del ascenso
edificada sobre los ecos de la pendiente
sostienes ciudades
o restos de ellas
la sal te corroe la cara.
¿Quién llega en la noche a cerrarte los párpados?
¿Quién viene a llevarse tus muertos?
Acuérdate a quién le arrancaste la voz.
(De: Paisaje de sal, Quito, Libresa, 2004)
El frío me araña los huesos.
Padre, me has desterrado.
Voy en busca de un lugar para quedarme
y sólo me encuentro con las colinas donde se eleva tu casa en el horizonte.
No sabes que ya no soy yo,
que hace tiempo me dejé esperando un tren que jamás llegaría,
que una tarde me abandoné en un mercado repleto de gente
mientras mi boca se perdía en las delicias de la fruta.
Ahora tú me echas.
Pero no sabes que ya no soy yo
que hace tiempo me abalancé bajo las ruedas de un coche
que una mañana desperté en otra tierra
y sólo volvió mi vacío.
A veces me espanta la noción de mi cuerpo
llamándome desde ese lugar al que no tengo acceso.
Sin embargo pueden ser bellos el destierro y el abandono
como lo son las gotas de sangre en el cristal destrozado por un puño.
Como lo es mi dolor brillando en la oscuridad.
Él será la tierra ambulante que habrá de sacarme a flote
cuando todo lo demás comience a hundirse.
Me has desterrado, padre.
Tal vez sea justo.
Pero hace tiempo que ya no me importa saberlo.
(De: La pendiente imposible, Quito, Abya-Yala, 2008)
Bastaría con que el correo
-en el que envío cartas y fotografías a mi madre-
se extraviara.
Bastaría con que se cayera el avión que me debe llevar dentro de poco a mi ciudad
para que junto conmigo desaparezcan los diarios,
los poemas, las fotografías, sus negativos
y toda evidencia de mi existencia terrena.
Permanecería en la memoria de quienes me quieren
mientras no les diera un infarto cerebral, como le ocurrió a mi abuelo,
que olvidó el sabor de la naranjilla, su propio nombre y hasta el rostro de mi abuela.
Sin embargo aquí estoy,
atesorando las voces de mis hermanos,
jugando con ellos en un parque donde nunca estuvimos de niños,
invocando a mis padres,
dibujando mi sombra en los fragmentos que me quedan de su errancia.
Y no importa que después ya nadie sepa de nosotros,
pues el absoluto es hoy,
y en su fuego de relámpago
brillamos.
(De: La pendiente imposible, Quito, Abya-Yala, 2008)
Te duermes.
Regresas a casa.
Tu madre baña a tu hermana tierna.
Su risa infantil se refleja en el agua, llenándola de uvas, de pétalos nuevos.
Tu hermano se ha lastimado las rodillas
su sangre gotea en la arena.
Tú, del otro lado, te aferras a la maleza.
Un remolino se abre bajo tus pies y te llama.
Despiertas.
No tienes ya tierna hermana
ni hermano pequeño a quien las rodillas le sangran.
Tienes casi treinta años,
una hermana que es madre,
dos hermanos que ya no recuerdan la infancia.
Has visto ciudades rodeadas de muros
donde invisibles las olas anuncian la luz.
Has vuelto a soñarlo.
Deseas ser hija
sentir el calor de tu madre dormida
pasar todo el día en la casa del valle
mirando los aguacates lustrosos que cuelgan tímidamente de los árboles del jardín,
las mariposas que pierden el rumbo, igual que tú,
entre la huerta y el mundo.
Deseas ocasionar la catástrofe que te permita ser, otra vez,
la pequeña que escribe poemas.
Deseas convertirte en la loca de la familia
en la perdedora feliz y risueña
que puede sentarse a mirar el silencio
porque es incapaz de otra cosa
pero no tienes ya tierna hermana
ni hermano pequeño a quien las rodillas le sangran.
Has visto ciudades cubiertas de insomnio
donde la lluvia se estrella y sacude la tierra.
Un remolino se abre bajo tus pies y te llama.
Despiertas.
(De: La pendiente imposible, Quito, Abya-Yala, 2008)
Anochece y me entrego.
Quisiera atrapar con mis manos la China del Norte
sus restos fragmentados por la memoria
que no sabe cómo volver al portal
donde una joven asiática vendía bebidas frente a los sumideros de la ciudad.
La ciudad que detuve en fotografías
sin la locura de su realidad descomunal
sin el olor de sus esquinas inundadas de basura
sin el concierto de sus plazas y veredas.
Me entrego al velo de la nostalgia.
Una caricia de copos blancos me roza
como una nieve de fantasía cubriéndome los ojos.
Me dejo besar por las flores que caen.
Soy una flor estropeada por las lágrimas.
Llevo un anillo de bodas en la mano izquierda
pero me siento más sola que nunca.
Pedaleo entre los autobuses y miro mi sombra reflejada en el asfalto.
La veo fragmentarse sobre los bordes de las alcantarillas
y me pregunto quién se la traga.
Jamás podré ser como antes.
No escribiré ya las mismas palabras.
No leeré los mismos poemas en un libro
se me habrán extraviado entre las páginas
y otros ocuparán su lugar
como hay otra que ocupa mi cuerpo.
Debajo de la tierra descansa la intensidad que un día se me desbordó.
La busco entre los transeúntes del Asia Lejana.
La sigo buscando este instante
acaso perdida en la línea final de la noche.
Pero amanece.
Y estoy de regreso.
(De: La pendiente imposible, Quito, Abya-Yala, 2008)
CARLOS GARZÓN NOBOA
Quito, 1972. Es Poeta y pintor. Fundador y Editor del Periódico de Poesía. Su obra literaria consta en varias antologías y revistas nacionales y extranjeras. Es autor de los libros Erial (2003), y coautor de La Voz Habitada:, (siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo, 2008). Ha sido invitado a varios encuentros literarios dentro y fuera del Ecuador.
POESÍA
Y todos cuantos vagan,
de ti me van mil gracias refiriendo…
San Juan De La Cruz
Quise crear tu cuerpo con el don de los cánticos:
inasible barro para esta voz mutilada.
¿Hasta cuándo serás aquel no sé qué que que-
da en mi garganta?
OBRAJE
Es tu voz desgarrando cada verso.
Es entrar maniatado en la contienda.
Es el lobo al mirar nuestro reflejo.
Es la zona del fuego que no quema.
Es la línea ilegible de la mano.
Es errar sobre páginas desiertas.
Es la herida en la frente del hermano.
Es el Hijo en el vientre de la Bestia.
Es el inútil oficio del paria
que, en silencio, remienda este poema.
SUDARIO
En este papel
yacía un poema.
¡Aquí está la prueba!
MÍSTICA
¡No le toques ya más,
que así es la rosa!
J. R. J.
Mis manos despiertas:
arbustos resecos
que buscan en sueños
la flor del poema.
¿Será una certeza
sentir que mis manos
deshojen sin tacto
la rosa perfecta?
QUE DESPIERTE EL CANTOR
A Rafael Alberti
Este viejo poeta,
en un bosque talado,
sueña que, niño,
desenjaula su canto.
Con el alba en la voz,
resucita a los árboles;
y su canto es el trino
de algún río sagrado.
Arboleda perdida,
entre tus manos,
ya comienza a brillar
el primer fruto.
RÉQUIEM
El músico se acercaba al final de la partitura. En cuestión de minutos, sería un instrumento roto bajo tierra. “Algo habrá que hacer”, pensaba este hombre concebido por claves y bemoles. Sus orejas de corcheas no se resignarían al silencio después de toda una vida escrita en pentagramas. Sin embargo, para el decisivo instante, el músico estuvo ya preparado. Y, a las tres de la tarde, murió con una sonrisa y una melodía en la memoria.
Transcurridos algunos años, empezó a brotar de su tumba aquella melodía. Los habitantes del lugar, al percatarse de este hecho, propagaron la noticia por los pueblos aledaños. Desde entonces, muchos conocidos y forasteros acudían todas las tardes para escuchar el misterioso concierto. Hasta que, cierta noche y con afán de esclarecer tan rotundo engaño, el sacerdote del pueblo decidió profanar la tumba del músico. Y, en efecto, al abrir la fúnebre caja musical, no encontró ningún milagro: sólo las flautas blancas de unos dulces huesos.
GRAVEDAD
El círculo se cierra.
Saltemos hacia dentro
con los brazos abiertos
para recibir nuestro cuerpo.
VANIDAD
A Arthur Rimbaud
Página en blanco,
aún no soy digno de ti.
ANA CECILIA BLUM
Guayaquil, 1972. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales. Fue tallerista de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas. Ha ejercido la cátedra en Lenguaje y Comunicación a nivel superior. Ha publicado los poemarios Descanso sobre mi sombra, (1995), Donde duerme el sueño (2005), La que se fue, (2008) y Libre de espanto (2012). Ha colaborado con algunos suplementos literarios del país. Desarrolla una intensa actividad literaria y de promoción cultural. Sus textos poéticos se incluyen en diversas antologías nacionales y extranjeras. Ha sido ganadora de varios premios y menciones. Actualmente se especializa en Lengua castellana en la Universidad Estatal de Colorado. Reside entre Ecuador y los Estados Unidos.
LA QUE SE FUE
Camina en otras calles.
Sucumbe en otra lengua.
Lejos de su casa,
escoltada por el anonimato,
con la alforja vacía de país y herencia
asiste
al velatorio del espejismo.
Entre los monumentos de la muerte
ha olvidado:
de qué savia está hecha su sangre,
de qué oficio se yerguen sus huesos.
No quiso retornar cuando pudo,
es tarde
para alcanzar las carabelas.
Lo que dejó
se lo comió el apetito de la ausencia.
Volver al mismo mar
es volver al desencuentro.
(De La que se fue, 2008)
LAS NIÑAS BIEN
(Puerto de Manta, playa El Murciélago.)
Con la nieve asoman
las mañanas junto al mar de Manta
cuando el colegio apestaba
y nos íbamos
a patear las olas
entre sorbos de ron.
Debajo de las palmeras
los quiosquitos fueron
cocos inmensos
y las chicas de colegios nocturnos
que allí atendían
nos regalaron
el ojo de la envidia.
Si acaso hubiesen sabido
que detrás de nuestro buen nombre,
detrás de nuestras risitas
y poses de clase,
adentro, en las mochilas caras
se agazapaba la miseria.
Allá en el Murciélago
hicimos juramentos de olas:
largarnos algún día.
Ahora, lejos
en estos campos de greñas gélidas,
recuerdo esas arenas calientes
donde el sol se divertía
y nosotras nos pasábamos
el último cigarrillo…
(De La que se fue, 2008)
DE MUSOS E HIDALGOS
Ellos, los que quisieron beber sangre en mi garganta, los que nunca perdonaron haberme escapado de la orgía. Ellos, un día repartieron invitaciones al entierro, entonaron cantares de muerto, prepararon el baúl para los huesos, se inventaron el plagio de los ecos, apostaron robarme para siempre la palabra, ahogar la certeza del talento. Ellos, los dioses de cera, todavía duermen en la misma aldea, y conspiran los mismos males; mas mi verbo, hoy, lejos, desde otro mundo y otro tiempo, libre del espanto, ya prueba su venganza.
(De Libre de Espanto, 2013)
ILEANA, MUÑECA INMENSA DE POCOS CABELLOS
Edificamos nuestras tardes, con la devoción teatral de la poesía. Arriba, las conversaciones largas; el aliento corto de la ciudad, abajo. Un día, cuando La Muñeca ya no pudo levantarse, llegué a su lecho, y le susurré sobre el llamado de las tierras frías. Me marché entonces con un beso en la mano y la certeza de su venia, aun cuando los inequívocos presagios del tarot la desafiaron. Hoy, en esta tarde que ya no es nuestra, la recuerdo. La recuerdo desde la extraña plenitud de las horas, en lo alto, donde después de la estatua hay otra estatua luminosa, en la isla que es solo la isla gritando en la distancia, en el arpa salobre de los días detrás de un tristísimo triángulo que canta. La recuerdo..
(De Libre de Espanto, 2013)
LA NIÑA DE LAS MANOS CHUECAS
Yo no tenía zapatos y me quejaba hasta que conocí a un hombre que no tenía pies
(Proverbio Hindú)
Sus manos están siempre frías. No importa la temperatura de adentro o de afuera, ellas van con frío y vas a sentirlas así si tú las tocas. Sus manos son pequeñas, y una más pequeña que la otra; son extrañas, no son comunes, no son como todas las otras manos del mundo. Sus manos se mueven diferentes, se caen para un lado y para el otro con un ritmo torpe, errático, seco. Apenas tienen fuerza para las más elementales labores diarias, pero lo logran, y aún más, poseen el carácter para golpear el teclado, inventar historias, trazar garabatos. Sus manos a menudo juegan y sonríen y pintan y cantan y preparan el té; pero también lloran y gritan y se retuercen de ira y rompen tazas. Sus manos podrían asustar si las miras muy de cerca, son feas, bastante chuecas, doloridas y rebeldes; pero son sus manos y ella las quiere, las acepta; son las únicas que tiene, y aunque no sean suficientes, bonitas o completas, existen, existen, y son suyas.
(De Libre de Espanto, 2013)
LA FOTOCOPIA
Tócame con tus ojos de cenizas azules,
con las sílabas que saltan de tus teclas,
desde la cima de un monstruo verde,
desde el fondo de una grieta congelada.
Tócame a través de una hoja,
esa fotocopia de las claves cotidianas
que te toca de una esquina
que me toca con la otra
y que en su existencia de hoja simple
de hoja única
de hoja rota
rayada
loca
nos deja tocarnos
me deja que te toque
porque al mismo tiempo
te toca
y me toca.
(De Libre de Espanto, 2013)
JULIA ERAZO DELGADO
Quito, 1972. Es periodista. Ha trabajado en la cátedra universitaria. Dirigió el centro cultural Galería Imágenes (1997-2000). En la actualidad colabora en el Periódico de poesía del Municipio de Quito. Sus textos han aparecido en importantes revistas ecuatorianas y extranjeras y en antologías de la lírica ecuatoriana actual. Es coautora del libro La voz habitada, Siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo (Quito, 2008). Ha publicado el cuaderno de poesía Imágenes de viento y de agua (2008) y el libro Verbal (2008). Ha representado al Ecuador en eventos poéticos en Ecuador, España, Venezuela y Colombia.
felicidad
una flor bordada
llena el espacio
ahuyenta las distancias
aún en el tambor
en el vacío
en la nada
aún hilo
en la rueca que da vueltas
imagen
la vida un palomar
plumas negras
gráciles
deformes
volando en todas las direcciones
el agua espejismo
la luna y las estrellas miran el agua de la tierra
el agua abre sus ojos sobre la montaña
se desborda como un vestido de encajes
cubre el vientre del planeta
el cuerpo de un hombre es de agua
aún quedan algunos pozos de los que beber
la sed nos alcanza velozmente
el agua de la tierra mira la luna y las estrellas
desiderativo
leer el horizonte
aferrar las raíces a los ojales de la tierra
dialogar con la vida
construir una transparente vecindad
en medio de la comarca de su oquedad
peligrosamente frente al abismo
enorme mar de piedras y fósiles
que no alcanzamos a humedecer
ruido salvaje
el invierno sepulta tus huellas irremediablemente
una araña recupera sus hilos sueltos
unos pies corren descalzos por la casa
no quedan rastros de ti
solo un poco de azúcar derramado sobre la mesa
fantasmas
algunos girasoles crecen en el centro de mi casa
parecen no necesitar del sol
miran mi rutina de absurdas lecturas
giran su cuello desde el sofá rojo hasta la cocina
vuelven a dormir
aroma
a Josué, recuerdo de agua
ocurren las horas los días
una tormenta
el hambre la sed
no estás
sabanas africanas
la aurora el ocaso
una leona
tras una cálida presa
aspiro tu aliento
guardo la flor del baobab
a pesar de las sombras
la caza se consuma
espantapájaros
deseas
una jarra de té hirviente sobre la mesa
encuentras una estela de polvo y polillas
deseas
un timbre que anuncie visitas halagüeñas
no hallas la puerta ni la ventana
deseas
una copa con bebida fresca
un desierto te ha dividido los labios
los lugares que no te conocieron te reclaman
las esquinas que te vieron pasar no te conocen
alguna vez apareces
cargando tus bronquios secos
alguna otra
tu alma de espantapájaros
tu crucifixión
ha claudicado la velocidad de tus palabras
la novela de aventuras que inventaste
has muerto
FREDDY PEÑAFIEL LARREA
Quito, 1972. Es periodista, profesor de Literatura y editorialista. Ha publicado Del amar, de la mar (1995), Del asombro de la sombras (1997), Anzuelos (2003), Presagios (2009) y Transitares (2013). Ha sido galardonado con el primer lugar en el concurso “Escribir y Publicar” (1997), segundo lugar en la bienal de poesía “Jorge Carrera Andrade” (1995) y mención especial en el concurso de poesía “Hugo Mayo” (1995). Su obra consta en múltiples antologías de poesía.
la mujer que oigo
cuando ella llega
escucho el sonido del papel de regalo que se rompe
cuando yo tenía cinco años
y esperaba un regalo más grande que mis manos.
(De presagios, 2009)
la casa de los abuelos
pelo cortado a mate
comedor enorme donde entraba toda la familia
y los recuerdos de todos y algunos fantasmas
a un lado
maíz tostado y jugo de naranja siempre
las vacaciones las pasaba en casa de los abuelos
en el cuerto en que mi abuelo escribía
lo miraba trabajar
leer
escoger discos
y yo alelado
en lugar de salir a jugar
acompañaba a mi abuela en la cocina
y me encerraba en el cuarto de los libros
leía todo y muchas veces
mi abuelo tenía su sillón propio
le encantaba escribir
y llevarme al peluquero
desde su balcón se veía pasar la ciudad…
(De transitares, 2013)
poema de parís
dentro de las agujas de reloj
el tiempo líquido me obliga a crecer
camino desandado
imágenes de otros poetas
laberintos que me rodean
silencios de cantantes que me gustan
y después
el silencio
el propio
el del latido del corazón
sabores perdidos en los mapas de una historia
que nunca es la misma
(De transitares, 2013)
ayahuasca
se reúnen los apóstoles
encienden un tabaco de maíz
el más anciano y el más sabio tocan tambores sagrados
a lo lejos un cóndor saluda la llegada del humo sagrado
beben plantas sagradas
bailan
salen por la puerta del sol
y escriben…
(De transitares, 2013)
sol
“sous les pavés, la plage”, nanterre, mayo 1968
debajo de la arena de playa no están los adoquines de parís
los hemos buscado
cavado
barrido
soplado
y por más húmedo que esté el sol
bajo esa arena, no está parís
(De presagios, 2009)
infierno ocho
una presentación de libro
una exposición de pintura
-cualquier hecho que reúna a más de una persona, me es insoportable-
las sillas lejanas están ocupadas
y las voces que preguntan
por uno
por una
por un dos
quisieran ser ahogadas en fuentes de agua mineral
empujadas de puentes de jardines japoneses
ahorcadas en bonsais
no quiero un grupo
donde haya más de una persona
yo me basto para hacerme
insoportables compañías
y preguntas
busqué un bonsái la semana pasada
y al no encontrar a quien ahorcar
solo lo aplasté con el pie
y, sonriendo tras mucho tiempo,
salí.
(De presagios, 2009)
anzuelos taoístas
3
las olas van hacia el centro del mar
regresan
los peces lo saben
esperan.
4
cuando el universo no existía
la luz
la sombra
el viento
y el fuego
vivían abrasados en un punto luminoso
vinieron la lluvia
truenos
tormentas
mercurio cayendo del cielo
el punto luminoso se mantuvo
una mañana
viniste despistada
soplando sobre tu pastel de cumpleaños
el orden primero se deshizo
el universo dijo agú
(De anzuelos, 2003)
quito
tus manos acariciando mi cuerpo
los rumores de los carros
por las avenidas que se van
un poste de luz nos enceguece de repente
un gato se desliza
debajo de las alcantarillas
un guardia dispara al aire
botellas se rompen llenas de borracheras abandonadas
una puerta se abre
ciudad se cierra
las luces de plástico reemplazan las luces
de las estrellas muertas
el ejido está en reparación de nuevas flores
los amores eternos
por fin
se evidencian con la duración
de un segundo
la lluvia ya no nos moja
desde que aprendimos a utilizar el paraguas
esta ciudad cenicienta se va definitivamente a la mierda
gritó
un segundo antes de saltar a las vías del tren
un niño gato que nunca había visto una ciudad
con tantas hormigas
y tantos silencios
como ésta.
(De anzuelos, 2003)
FRANKLIN ORDÓÑEZ LUNA
Loja, 1973. Licenciado en Ciencias Sociales Políticas y Económicas y en Lengua y Literatura. Especialización en Filología Española en la Universidad Complutense de Madrid. Fue Coordinador del Taller de Literatura de la Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay. Libros de poesía: Mapa de sal, (2001), A la sombra del Corsario, (2004), A cambio de monedas o palabras, (2007), Del Neo José y otras historias, (2008). Reside en Cuenca. Se desempeña en la cátedra y el periodismo. Textos poéticos suyos han sido publicados en España, Argentina, México, EEUU.
RUM TUM TUGGER
Para Juan Diego, entre Jesús y Madonna.
I
Cabrón, volverás cuando la ciudad esté a oscuras. Perro de la dicha.
Desde el tejado, pediré permiso para arribar al lecho de tu corazón.
Sube, baja, trepa. Encadémonos con los brazos hasta el amanecer.
II
Porque tu corazón es una grieta.
Porque escudriñas en la noche y tus cuchillos son música en mis labios.
Porque asomas en mi tejado cuando te place, tomas posesión de mi carne, mis huesos; desnudos clavamos el amor donde nos da la gana.
Porque te aterra mi historia de Jesús y los gladiadores (Tonto, la inventé para ti, para que te ames en mis palabras)
III
Te he dicho que el silencio es música en tus manos.
Que dormido cuelgas las alas y te enroscas en mis brazos.
Volverás cuando la ciudad esté a oscuras. Me engatusarás hasta el amanecer.
A pesar de que la ciudad esté envuelta en chatarra y ruido,
furia y veneno.
De que la gente grite,
retroceda y lastime con sus heridas abiertas.
De que la luz esté distante y solo atesore el recuerdo
(el amor envuelto en pirámides y serpientes)
A pesar de que mi vientre se retuerce con el peso de la muerte,
sí, estoy aprendiendo a ronronear.
(De Neo José y otras historias, 2008)
Ven
acércate
escucha el delfín que navega en mi vientre
(De Mapa de Sal, 2001)
AUTORETRATO
Momificaré el pasado y lo enterraré
En las catacumbas de mi corazón
Inventaré un alfabeto y en las paredes
Contaré mi historia.
(De Mapa de Sal, 2001)
***
Carne, solo carne, estoy lleno de otros cuerpos, sudor,
esperma malsano.
Los dioses son de paja y han caído en mi barro.
A quién pedir un pedazo de cielo donde derribarme.
(De A cambio de monedas y palabras, 2007)
MANUEL
Vale la pena haber nacido / sólo por oír pasar el viento, dice Pessoa;
yo prefiero las cadenas de tus labios,
tus manos como garras,
tu esperma por mi sangre.
(De A cambio de monedas y palabras, 2007)
SÍ
Aún es tibia tu desnudez en mis labios.
la hierba de mi corazón guarda tu rastro.
(De A la sombra del Corsario, 2004)
PLEGARIA
Lléname con tu licor. Embriaga mi vientre.
Soy pradera: deja tus cometas al viento.
(De A la sombra del Corsario, 2004)
CHUECA
Qué importa tu nombre
si en aquel portal,
desnudos,
aún se besan nuestros labios.
(De A la sombra del Corsario, 2004)
KEANU REEVES
Sabes a mares del sur
ceniza de marihuana.
Llego a tus nalgas.
Qué importan los versos,
la música, Manhattan.
Qué importan las torres desplomadas,
el sur comiendo cieno,
el vacío de los desterrados.
Qué importa el mundo
soy pez de tu mar en llamas.
(De A la sombra del Corsario, 2004)
CARMEN INÉS PERDOMO GUTIÉRREZ
Esmeraldas, 1973. Es Periodista. Es autora de los poemarios Silencio en llamas, 2005, Naufragio del Canto, 2008, Tempestad en la Floresta, 2013. Consta en las antologías: Mujeres poetas en el País de las Nubes, México, 2005-2006; La voz de Eros: dos siglos de poesía erótica de mujeres ecuatorianas, 2006; Antología de poesía Rayentrú, Chile, 2007; Nueva Poesía Hispanoamericana, Madrid, 2007; Antología poética Cascada de flores, Chile, 2008, la voz habitada. Siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo., 2008, Antología Poesía en Paralelo Cero 2010, Antología Poesía ecuatoriana contemporánea. De César Dávila Andrade a nuestros días, 2011, Poetas de la Mitad del Mundo (Antología de poesía escrita por mujeres ecuatorianas), 2013. Mención de Honor en Poesía en el Concurso Internacional Editorial Novel Arte “2008 de Arte y Letras”, Córdoba- Argentina, 2008.
PÁJARO HERIDO
Descansan, sobre mis manos,
abatidos pensamientos:
ocultos a la mirada
de los dioses.
Como crear o desvanecer entre sombras
un engañoso templo,
una palabra destruida entre los labios.
Soy un cuerpo incierto
que se levanta de las tinieblas
hasta volverse angustia,
melodía silenciosa
que danza en este desierto
como un ave
que en su vuelo se deshoja.
CÁNTICOS DE INVIERNO
Como una gran fogata,
la pradera se avizora
en un pálpito.
Viene mi nostalgia:
harapos de hojas,
sueño,
olvido,
llanto,
campanadas de horizonte,
trinos,
en la bóveda lluviosa
de mi melancolía.
Llevas en los párpados
el mensaje de los cánticos.
Como gotas
siento que gimes,
huyes.
Mis alas frágiles,
tristes,
se sumergen
en un puñado de lágrimas.
Son turbios los rincones del crepúsculo.
Una mentira
sujeta la hoja.
OTOÑAL
I
Vuelve el cálido céfiro
a los lagos de invierno de la tarde.
II
Observé al sol desplomarse
en los ojos de los náufragos.
III
No retrasé el destino
en la mirada del caminante
a la hora del ángelus.
IV
Hojas caen
sobre palpitantes restos.
V
Salvé su halo
mas perdí sus huellas.
RETORNO
Huyen agónicas por el atardecer.
Vibran sus cuerpos sobre la espuma.
Se detienen en el último rayo.
Besan el mar con sus alas.
Se deslizan sobre la arena desnuda.
Revolotean bajo la lluvia.
Dejan sobre el silencio un trino inexplicable.
He narrado antiguas historias.
Mi existencia busca su nombre
y el sueño ofrece un lecho
para abrirse como pájaro.
Una hoja,
no lejos del viento,
golpea mi boca.
Cae
en la delicada lluvia de las palabras.
Las palabras se cubren de pétalos.
El fulgor del cuerpo
lleva la flor.
Cuando florezca un verso
danzaré en el fuego
y sus lenguas atraparán
mi sombra.