Juan Pablo Hernández (Xalapa, 1983) entrevista a Enrique Serna (Ciudad de México, 1959), uno de los narradores más significativos de nuestra literatura, a propósito de su volumen de ensayos Genealogía de la soberbia intelectual (2013). Ha publicado novelas fundamentales como Señorita México, El miedo a los animales, El seductor de la patria o libros de cuento como Amores de segunda mano y El orgasmógrafo.
Entrevista con Enrique Serna
La palabra construye e incendia. Da vida y aniquila. Configurar la realidad a través de la escritura siempre será un arma de destrucción masiva, y una bocanada de esperanza. Eso atinaría a contestar si se me preguntara mi opinión sobre la obra de Enrique Serna. Cuando lo leí por primera vez, tuve una sensación genuina. Vital. Me inspiraba a seguir leyendo. La realización de esta entrevista para mí significó dos cosas; experimentar en un ámbito que me resulta fascinante, y dialogar con una de las voces más lúcidas de este país.
Con respecto a tu último libro, Genealogía de la Soberbia Intelectual, ¿hasta qué punto crees que el escritor deba involucrarse con el poder y la fama?
Enrique Serna: Yo lo que propongo en este ensayo es que el poder cultural debe ser un poder autónomo no un poder político ni económico, porque en la medida que los escritores y los intelectuales mantengamos esa independencia nuestras obras pueden tener más influencia en la opinión pública.
JPH: ¿Cómo no perderse en la soberbia cuando se es un escritor de grandes ligas?
ES: La soberbia es uno de los siete pecados capitales, y prácticamente se da en todas las profesiones y en todos los oficios. No solamente en la literatura o en la filosofía o en las artes o en la política. Yo creo que mientras el escritor mantenga un diálogo con el lector común, creo que esa es una buena vacuna para no caer en la soberbia, porque la soberbia es la autosuficiencia, el sentir que uno ya no necesita ni siquiera la aprobación de los demás. Lo cual lleva al autismo.
JPH: ¿Con este libro te has ganado algunos enemigos?
ES: No lo sé todavía. Ha aparecido hace poco, de modo que no sé si alguien alcance a molestarse con él. Pero yo creo que la literatura a veces provoca malestares en algunas personas, y de lo que se trata es que haya debates interesantes para que el público pueda obtener provecho de ello.
JPH: Por otro lado, ¿Cuáles consideras que sean las principales problemáticas a las que se enfrenta un escritor amateur que desea convertirse en profesional?
ES: La principal problemática para cualquier aprendiz de escritor es ejercer la autocrítica para lograr formar un estilo propio y crecer como escritor. Ese es el mayor problema, y para esto hace falta tener una disciplina constante, hace falta leer a los autores de la propia lengua y no pensar que el que nos hace una crítica desfavorable lo hace por mala fe. Y tener humildad para reconocer los propios errores.
JPH: En relación a los escritores menores de 40 años, ¿te parece que hay un punto de encuentro con los escritores de tu generación? ¿Qué los divide y los une?
ES: Mi generación, que es la de los nacidos en los años cincuenta, yo soy del 59, todavía estaba muy cercana a la del 68. Yo tuve un poco de instrucción política, la idea de que la literatura era un compromiso. Creo que los escritores de la generación posterior a la mía son un poco más apolíticos, por ejemplo. Pero de cualquier forma estamos unidos por una circunstancia histórico- social, y eso hace que tengamos muchas afinidades.
JPH: En miedo a los animales, por ejemplo, pones en evidencia un ámbito que se mueve a través de la corrupción, de las mafias, ¿cómo funciona la censura en México? ¿Alguna vez has tenido ese problema de censura?
ES: Solamente lo tuve una vez en el suplemento Sábado del unomásuno, porque después de que llegara a la presidencia Carlos Salinas de Gortari yo escribí una parodia de un poema de Fray Luis de León, La Oda a Salinas, que estaba pensada convertirse en un panfleto en contra de Salinas. El director del suplemento en aquélla época no me lo quiso publicar. Fue la única censura que he tenido.
JPH: ¿Qué significa ser un intelectual en este país?
ES: Yo creo que lo que estamos buscando todos es disolver rebaños para formar a los borregos en individuos, porque esa es la función de las ideas y de las letras.
JPH: ¿Cómo concibes el actual panorama literario mexicano? ¿Has leído algunos autores que están en boga, por ejemplo Julián Herbert, Carlos Velázquez?
ES: Leí Canción de Tumba de Julián Herbert, me gustó mucho. Escribí un artículo sobre ese libro en el suplemento del Universal. Leí Teoría de las Catástrofes de Trino Maldonado que también me parece excelente.
JPH: Ante la actual crisis política que se vive en el país ¿Cuál es la postura que debe tomar el escritor? ¿Te mantienes alejado o tratas de involucrarte?
ES: No soy un articulista político, no me considero un analista político, pero tampoco estoy tan alejado de muchas circunstancias como para no padecer los efectos de una situación tan desastrosa como la que se vive en este país; la omnipresencia de la corrupción, el retorno del partido que controla el poder, lo que me parece una tragedia. Y más aún como muchas regiones del país están desapareciendo como Michoacán, Durango. Si fuera yo un escritor sueco probablemente me podría refugiar en una torre, pero viviendo en el país con tantos conflictos no puedo distanciarme.
JPH: En ese sentido, ¿qué opinión te merecen los escritores, algunos carentes de talento, que se sirven de las causas sociales como medio de promoción literaria, que se ubican en el punto exacto para hacerse promoción?
ES: Esto es algo que ha existido durante todo el siglo XX, lo menciono en mi ensayo, por ejemplo en Latinoamérica en los años de la revolución cubana. Digamos que hubo una época de patriotismo intelectual, poco a poco fue poniendo a cada quien en su lugar, y creo que la tendencia a confundir el mérito literario con el mérito cívico ha ido desapareciendo, por fortuna, pero todavía los que existen por ahí van a ser desenmascarados tarde que temprano.
Datos vitales
Juan Pablo Hernández (Xalapa, Ver. 1983) Hizo estudios de sociología en la UV. Corrector de estilo independiente en el Ivec. Actualmente incursiona en el periodismo cultural.