Presentamos la tercera entrega de la muestra de poesía canaria contemporánea que el poeta y traductor Mario Domínguez Parra ha preparado en exclusiva para Círculo de Poesía. En esta muestra encontraremos poetas nacidos entre 1963 y 1995. Los poetas que integran esta entrega son Federico J. Silva, Coriolano González Montañez, Miguel Ángel Alonso, Maiki Martín Francisco, Bruno Mesa, Alicia Méndez González, Acerina Cruz, Nira Rodríguez Navarro, Amílcar Martín Pérez, Alba Sabina Pérez y Kenia Martín Padilla.
Federico J. Silva
(Las Palmas de Gran Canaria, 1963)
es licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura en Secundaria en el IES Lila. Ha publicado nueve libros de poesía: Sea de quien la mar no teme airada (1995), La luz que nos hiera (1996), Aun amar adverso (1996), Ultimar en tus brazas (1998) Bestiario de la implicitación (2000), El crimen perfecto (2005), Donde menos se piensa salta el gatoliebre (2005), Este hombre que está junto a ti al borde extático del precipicio (2005), Premio Hispanoamericano de Poesía “Dulce María Loynaz”, y de Era Pompeia (2005 y 2012). Fue incluido en la antología de Juan Carlos de Sancho XX del 20 Poetas de Islas Canarias, publicado por ediciones La otra en 2012.En el prólogo a este último libro, los profesores Pedro Conde Parrado (Universidad de Valladolid) y Javier García Rodríguez (Universidad de Oviedo) señalan:
Mas, si su obra previa merece ya de por sí ser conocida y difundida, mucho más aún lo merece este Era Pompeia (…) que es, a nuestro juicio, su mejor libro hasta el momento y uno de los mejores poemarios publicados en lo que va de siglo y milenio. No son muchos los poetas actuales tan “doctos” como Silva y tan capaces de jugar de una manera así de hábil, ingeniosa y sabia con la tradición literaria clásica, y no tan clásica, como veremos. Sirvan al menos estas páginas, y esta muy oportuna reedición por parte de Ediciones Vitruvio, para paliar una de esas injusticias que tantas veces comete el mercado con el arte.
Por su parte, la poeta y catedrática de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Alicia Llarena destacaba en 2005, en el prólogo a El crimen perfecto, lo siguiente:
Entregado visceralmente a la poesía -como poeta, lector y hombre al mismo tiempo-, la verdad es que el camino literario de Federico Silva es singular por todos los costados. Resulta curioso, por ejemplo, que siendo el vate iluminado de un nuevo estilo en la poesía de las islas, del que pronto se contagiaron algunos de sus coetáneos (Pedro Flores o Tina Suárez, por ejemplo) fueran éstos quienes encontraron primero el reconocimiento de los premios en distintos certámenes literarios. Y si ya es difícil crear escuela y dejar huella, no menos complicado resultará entender esos caprichosos avatares del destino que recompensan al maestro a través del éxito de sus pupilos.
Aguas sobre las que creo que camino,
aguas que he dividido para perderme
o acaso alcanzarte, aguas en las que balbuceo
el presunto poema, la gota hipotética de agua.
Aguas que te sustancian y derramas
en una húmeda grafología de piedra,
aguas que espejean en tibias venas de azogue
o brotan del subterráneo manantial de tu cuello:
aguas de la abisal linfa medusaria.
Yo floto en una ciénaga
y no soy digno de que entres en mi casa.
UN ENSAYO DE DEFINICIÓN
Tú y yo somos dos islas
de la misma ensoñación marina.
Tú te ignoras e ignoras que ignoras
tu signo interior, lo que has enunciado,
la circunstancialidad de la que divagamos:
escoria negra sobre blanca sábana,
nuestra íntima mitología de criaturas umbríferas,
lo que hemos querido ser, lo que pudimos:
una tradición propia y una teleología del deseo.
Tú eres centro de tu centro
y no obstante mi venero, el centro mío.
Tú eres centro de tu periferia
y periferia de tu centro,
la feraz frontera de un piélago dizque centrífugo.
Yo fabulo con tiento y tú fabulas
que fabulo un ensayo de definición
– y no espante que a tal se atreva
la lengua ruda- por ser lo único que puedo:
elísea, bienaventurada, esdrújula hespéride,
atlántida, poma áurea o remota sima
de las górgodes, locus asaz extremus
en los confines de la tierra y por ello
edén nocturnal de tinieblas,
susurro de algas y miasmas,
la escondida senda paradoxográfica.
Tú eres la encubierta, la inédita non trubada.
Yo soy el reflejo del reflejo
de una sombra que me asombra,
una lejana isla de las maldiciones
en el sonoro océano tenebroso:
a veces dogal no sé si gargantilla.
Tú eres mi fuente, mi roca, mi cumbre,
mi cuna y mi fosa,
mi almendro o tal vez mi horca:
todo lo acaba la malandanza.
Coriolano González Montañez
(Santa Cruz de Tenerife, 1965)
Dublín, entre el mar y la sangre (1984), Aquí en mi puño (1984), Las llanuras del desierto (1991), Conjura del silencio (1994) Este último milenio de sombras tras tu recuerdo (1994), Cuaderno irlandés (2000), El viaje (poemas 1984-2000) (2002), Las montañas del frío (2005), El tiempo detenido (2006), Otra orilla (Cuadernos de Guillermo Fontes) (2008), Retorno (The dream is over) (2009) Călătoria (El viaje), (Traducción al rumano y prólogo de Eugen Dorcescu) (2010), la luz (2010) y Cuadernos y notas de viajes (1988-2009).
Figura en las siguientes antologías: La nueva poesía canaria (Editorial Verbum. Madrid, 2001), Los transeúntes de los ecos (Antología de poesía contemporánea en Canarias) (2001), Poetas de corazón japonés (Antología de autores de “El rincón del haiku) (Editorial Celya. Salamanca 2005), Perro sin dueño (II Concurso Internacional de Haiku) (Facultad de Derecho de la Universidad de Castilla-La Mancha, Albacete, 2008), Atlantopía (Breve antoloxía de poesía canaria contemporánea. Bilingüe Galego-Castelán) El Taller del Poeta, Pontevedra, 2009), Madrid en los poetas canarios, (Coordinación y compilación de Berbel), (Puentepalo, Islas Canarias, 2010), 55 poeţi contemporani (Compilación de Valentina Becart), (Editura Arhip Art, Sibiu, Rumania, 2010), Poesía canaria actual (A partir de 1980) (Compilación de Miguel Martinón), (Ediciones Idea, Canarias, 2010), Voces de papel (A Miguel Hernández), Instituto Cervantes de Lyon, España, 2010 y Lorca 11. La noche más larga. Como crítico, edición de la obra poética de Eugenio Millet Rodríguez, Pasto lascivo y otros poemas. Obra poética incompleta 1979-1990 (2002) Traduce del rumano, junto a Eugen Dorcescu, el camino hacia Tenerife (drumul spre tenerife), de Eugen Dorcescu, Santa Cruz de Tenerife, Ed. Idea, Colección Atlántica, 2010. Traduce también del rumano, Las Elegías de Bad Hofgastein, de Eugen Dorcescu (traducción de Coriolano González Montañez), Editura Mirton, Timisoara, 2013. Ha sido traducido al rumano, al gallego, al amasik y al griego. Su blog: http://coriolanogonzalez.blogspot.com.es/.
(Ambos poemas pertenecientes al libro inédito Textos del exilio)
JIMI HENDRIX EN LA PLAYA DE LA PUNTILLA
En la arena, a través de los auriculares,
oigo a Jimi Hendrix en Woodstock.
De fondo el atenuado rumor de las olas.
Hay luna llena y las mareas son largas.
Poco a poco traen la arena
que el mar de invierno se llevó.
Los callaos desaparecen;
una nueva playa, un nuevo paisaje.
Me abstraigo en el horizonte limpio.
El sol cae. Quizás el rayo verde.
Mis hijos en el agua, sobre una colchoneta,
también observan y aguardan.
En el último instante una nube
impide el fenómeno.
Los niños salen temblando
y se cubren con la toalla.
Mañana.
Hear my train a’comin.
DEJÀ VU
Camino despacio por la orilla.
Dejo que mis pies se hundan en la arena
y que las olas los traigan de nuevo a la luz.
Camino entre los charcos
antes del cambio de luna.
Están calientes, como un caldo,
y esperan el agua fría.
Pronto se inundarán de peces.
Todos los años, todos los días
de todos los veranos, el mismo ritual.
En silencio. La playa ya se ha vaciado.
Queda poco para la puesta
y algunos esperan el estertor del día en los bancos,
más allá de la arena.
Solo unos pocos permanecemos en el agua.
Son casi las nueve de la noche.
De niño creía que la marea alta
siempre correspondía a las mañanas
y que el atardecer traía la marea baja.
La infancia debió moverse a ese ritmo de olas.
La brusquedad del día,
la playa llena de gente, de sombrillas,
la arena sin resquicio;
el apaciguamiento de las noches, la intimidad,
los juegos en las sombras.
Como la existencia, quizás,
que se calma a medida
que los acontecimientos se tornan inevitables.
Ahora camino por el muelle.
Repito una vez más el mismo recorrido.
La rutina permite que el tiempo se detenga,
que siempre se retome
el mismo punto de partida.
Han pasado quince años y, sin embargo,
no llevo ni uno
en este paisaje cambiante de malecones,
de calles, de plataneras, de arenas, de mareas.
Quizás este atardecer debiera ser otro.
Sería necesario pararse a contemplarlo.
Miguel Ángel Alonso
(Valera, Venezuela, 1970).
Hijo de padres canarios, vive en Tenerife desde 1998. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna (2007). Aunque su actividad creadora está centrada en la poesía, también deambula sin ton ni son por las calles de La Laguna, dibuja, mete la pata casi todos los días y se desgañita en la ducha practicando el canto gregoriano. Ha recibido, por error, las siguiente distinciones: I Premio de Poesía “Ciudad de Tacoronte” 2004, XXI Premio de Poesía “Emeterio Gutiérrez Albelo” 2007, Premio de Poesía “Pedro García Cabrera” 2008, XII Premio Internacional de Poesía “Luis Feria” 2010, y Accésit en el Premio Internacional de Poesía “Tomás Morales” 2010. Ha publicado, esta vez por descuido, los poemarios: Vestigios meridianos, Icod de los Vinos, Casa-Museo Emeterio Gutiérrez Albelo, 2009; Animal perdido, Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Idea, 2009; Cuerpo habitado [1991-2009], Santa Cruz de Tenerife, Caja Canarias, 2010, Ese único río que se queda [1992-2010], Universidad de La Laguna, 2010 y Palabras en los ojos [2007-2010], Las Palmas de Gran Canaria, Casa Museo Tomás Morales, 2011.
Ati Solerti tradujo tres poemas suyos al griego moderno (¿o fue al arameo?).
Su blog: http://cuerpohabitado.blogspot.com.es/.
A toda sed
Salen a mi encuentro tus parágrafos
de enciclopedia plenamente piel y polen
que aún no sé custodiar con mi
lenguaje.
Mira, el mundo suda dentro de mis dedos
que ahora mismo buscan una solución,
un desacato, un orden de espumas
sibilantes y escondidas en el puro
sí.
Me sitúo a toda sed —con los nervios
revoloteando como frenéticas polillas—
en la nomenclatura sin distancias
de tu jugosa lumbre, de tu ciénaga rotunda
y ovalada.
Sé que no tuve manos ni lengua ni secreciones
ni alfabetos propios, no los tuve
hasta que llegó el demiurgo cuerpo
tuyo
a taladrarme el ser con tanta furia que ahora
si me desplazo en ti, si te poseo;
eres tú
rompiéndome bajo los pies la tierra,
quebrándome la percepción y el diálogo
con todo lo que soy y tú me escondes.
El último kantiano
Mais nous l’appelions Bobby (…)
Pour lui —c’etáit incontestable—nous fûmes des hommes.
(…)
Dernier kantiende de l’ Allemagne nazie, n’ayant pas le cerveau qu’il faut pour universaliser les maximes des ses pulsion, il descenendait des chiens d’Egypte. Et son aboiement d’ami —foi d’animal— naquit Dans le silence de ses aïeux des bords du Nil.
Emmanuel Lévinas, “Nom d’un chien ou le droit natural”, Difficile liberté.
Estábamos retenidos en un Kommando forestal
destinado a prisioneros de guerra, no era Auschwitz,
es cierto, pero igualmente se nos obligó
a despojarnos de lo humano —aun tratándose
de sus últimos peldaños ontológicos— como ropa sucia
que ni siquiera merecíamos y a vegetar
en una abyecta periferia hecha a la medida de nuestro
ser ninguna cosa. Aun así fuimos (apenas sustancia
hendida que a duras penas lograba traslucir algún
sentido), a pesar de tantas cosas, fuimos
(signos que no decían nada, privados de su endeble
semántica y su tuétano), dale que dale; contra
viento fétido y férula marea: fuimos, fuimos, fuimos.
Los días, las semanas, los meses iban siendo
una sucesión exacta de la misma cosa; el mismo infierno
gravoso cuya gravitación y eje era la locura
moviéndose con disciplina de reloj, con crueldad
meditada hasta en el más estúpido detalle.
Los días, las semanas, los meses iban siendo
lo que nosotros éramos: nada andantina porque era
cadencioso su silogístico vacío destripado, nada
pudriéndose en los mismísimos vertederos de la nada.
Hasta que llegó el perro: su cuerpo también estaba
subordinado a la escasez y al vituperio; para él
no hubo diferencias, judíos y alemanes eran lo mismo:
entidades protectoras o temibles. Su cerebro apenas
le alcanzaba para colocar el mundo en un lugar
rasante, en línea recta con su estómago y la presencia
brutal del tiempo único; las premisas universales
no cabían en ese espacio tan pequeño y exigente.
Lo llamamos Bobby por divertirnos y, también,
para que trajera hasta nosotros algunas migajas
de un país que codiciábamos. Hasta tal punto éramos
pobres que su sola presencia constituía un lujo
que jamás imaginamos que llegaríamos a merecer,
al fin y al cabo. Éramos pobres, tanto que la limosna
de sus ojos percibiéndonos —si no con devoción
sí con afable tolerancia— nos parecía un caudal casi
inagotable y un luengo láudano para el cuantioso dolor
y la cuantiosa humillación que poseíamos: única
hacienda que se nos dejaba en compasivo usufructo.
Debo admitir, lo admito, que la fidelidad promiscua
de Bobby logró reconciliarnos con el reino rijoso
de este mundo, al que veíamos, o tal vez sentíamos,
como un espantajo indescifrable, pero todavía nuestro.
Un día lo echaron a pedradas o se fue sin más —ya
no me acuerdo—: para nosotros resultó difícil evitar
sentir su suerte como una envidiable posesión:
ser aborrecidos, qué alegría, como incómodos animales,
como objetos, al menos, cuya sola forma es execrable
y sin embargo nadie se atreve a cuestionar, a lo sumo
expeler hacia su propia suerte andrajosa, y poco más.
Naturalmente Bobby no volvió. Supongo que el camino
ya era parte inextricable de sus libérrimas cuatro patas
- o del vigoro olfato que ceñía la existencia a su cuerpo
con la misma decisión que las palabras nos atan al aire
y al marasmo, a la bocanada que es mosca en boca abierta.
Durante un tiempo extrañé —extrañamos— la simple realidad
que su cuerpo, al moverse, maniataba; como si el margen de las cosas
hubiese dependido siempre de la contracción de sus pulmones
que al respirar las sujetaba. Nosotros, los judíos, nos quedamos
sin aquel único escombro que daba proporción y tamaño,
no obstante, a nuestro espíritu. En cambio los insignes
alemanes perdieron sin demasiado protocolo al último kantiano.
Maiki Martín Francisco
(Santa Cruz de La Palma, 1974)
Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna. Ha recibido algunos premios y ha publicado cuentos en diferentes antologías: accésit del Premio Félix Francisco Casanova, Santa Cruz de La Palma, Ed. Pilar Rey, 1995; Cuentos de éstas y otras orillas, Santa Cruz de Tenerife, Ed. Domicram, 1995; Accésit del VII Premio de Creación Literaria de la Facultad de Filología, Ed. de la Universidad de La Laguna, 1997; Mentiras de Papel, Santa Cruz de Tenerife, Ed. Domicram, 1997, Lunes de papel, Ed. La Palma, Madrid, 1998 y Expresión de Libertad, Ed. Taller de Comunicación, Santa Cruz de Tenerife, 2009, además de los poemarios Como una piedra azul que tapa el nicho (Premio de Poesía “Ciudad de La Laguna” 1999, editado por el mismo Ayuntamiento, 2000), Sin que yo opine lo contrario (IV Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Santa Cruz de La Palma” 2000, editado por Ediciones La Palma, Madrid, 2003), Y si me declaro inconveniente, publicado en la colección “El Mirador” de Ediciones Idea (2008), y La niña del frío, editado junto con la obra de Alejandro Rodríguez Refojo por la Fundación MAPFRE (2011). También ha sido incluida en la antología Poetas de una sola isla. El grupo de La Palma (1990-2011), editado por Ediciones Aguere e Idea (2012) En torno a este grupo se ha realizado, además, una exposición con fotografías y la obra de los autores, expuesta en Santa Cruz de La Palma y en Madrid. Ha sido miembro de uno de los primeros talleres literarios de las islas, el coordinado por el escritor peruano Jorge E. Benavides (de 1993 a 2002, aproximadamente). Posteriormente, ha sido ella la que ha coordinado algunos talleres literarios en La Laguna. Ha coordinado la revista cultural Mandala. Cuaderno de Artes y Letras, desde 1998 hasta 2005, proyecto con el que desea continuar en el futuro. También ha participado en numerosos encuentros y recitales literarios, dentro y fuera de España, especialmente en Uruguay, país con el que mantiene estrechos vínculos. Actualmente, es profesora de español para extranjeros y se encuentra terminando su tesis doctoral sobre el discurso del poder en la obra de la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi. Como investigadora, ha participado en numerosos congresos (nacionales e internacionales) y publicaciones, centrándose sus estudios fundamentalmente en la literatura hispanoamericana, la literatura fantástica, escritoras latinoamericanas y españolas, crítica literaria feminista, algunas cuestiones de género, etc. Asimismo, ha sido gestora del I, II y III Congreso Internacional de Género, Arte y Literatura, celebrados en La Laguna, durante 2003, 2004 y 2005, respectivamente.
Me multiplico
con la facilidad de los espejos
no debería oponerme
algo dentro de mí
me vive
sin que yo opine lo contrario
(De Sin que yo opine lo contrario, 2003)
La lluvia recorta mis falanges
en el sentido de las agujas del reloj.
Mi historia es otra
y yo no la conozco.
No sé quiénes soy,
qué tipo de esquizofrenia
recomiendan los médicos a mi edad.
No importa si existo,
nada
para cambiar este espacio.
No hace falta escuchar
para saber que estoy viva:
me culpo,
y eso basta.
(Del libro Y si me declaro inconveniente, 2008)
Bruno Mesa
(Santa Cruz de Tenerife, 1975).
Con su primer libro, El laboratorio (2000), ganó el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la Joven Creación. Luego ha publicado el poemario Nadie (2002), el volumen de relatos Ulat y otras ficciones (2007), el libro de aforismos y ensayos Argumentos en busca de autor (2009), la novela El hombre encuadernado (2009) y el poemario El libro de Fabio Montes (2010). Escribe ensayos y ejerce la crítica literaria en revistas y suplementos culturales. Ha traducido poemas de Eugenio Montale, Giorgio Vigolo, Edoardo Sanguineti, Camillo Sbarbaro y Fernando Pessoa. En 2010 obtuvo la beca “Valle-Inclán” de creación literaria de la Academia de España en Roma. Actualmente imparte talleres de creación literaria. Su blog: http://bmesa.blogspot.com/
Y PARECE TAN LARGA LA ALAMBRADA DE ESPINO
Observa cómo giran los dioses, los buitres y los dementes
bajo el silencio del planeta,
ese lugar donde la fiesta nunca acaba
y la serpentinas, intactas en mitad del baile, enhebran sus cuerpos.
Mañana seguiremos discutiendo con bocas ajenas.
Harán ceniceros con nuestros huesos.
Una rata disecada, nuestro cerebro y la etiqueta de un vino
ocuparán vitrinas cercanas en el museo de arqueología.
Cuerpos no, somos humo que camina lento por las avenidas,
alejándose de sí mismo:
cada uno con su uniforme de batalla,
con su oído dispuesto para escuchar al jefe,
con toda una moral suspendida en la cuchara.
Escucha la velocidad de la carne
que crece siempre hacia la putrefacción.
Y parece tan larga la alambrada de espino
cuando recorres, con pasos de escarabajo,
la ciudad detenida bajo el sol
entre un atasco y un epitafio.
PARPADEO
Sonríe, amigo, no te cures,
eres un parpadeo
de alas de buitre,
una grieta en el desierto, un veneno,
tal vez un código binario,
un motor desechado en un barranco,
y todos los milenios se detienen
para inventar tus ojos.
Eres esa piedra que ayer fue barro,
la vasija que antes fue tablilla
para un escribano sumerio,
el signo cuneiforme que los insectos mordieron,
esa hormiga que devino en helecho
y la hoja enterrada que mudó hacia el diamante,
eres la joya en el ataúd de una mujer
y eres la mujer que agotada se abandona en la nieve,
esa nieve aplastada por los perros
que recorre un verso extranjero,
eres papel cosido, lápida numerada,
y sin saberlo estás volviendo a la tierra,
ya mineral veteado de frío,
con todos los siglos dormidos en tu entraña.
Eres una máquina perfecta e invisible,
y en tu contorno están todos los nombres
regresando otra vez para ser piedra.
Amílcar Martín Pérez
(Santa Cruz de Tenerife, 1977).
Realizó estudios de Física y en la actualidad cursa Filosofía en la Universidad de La Laguna. Está interesado en la poesía castellana del siglo XVII y en la elocuencia latina de la época de Plata, y es lector de los clásicos a la par que curioso de los prolegómenos de la Ciencia. Ha publicado Misangelio (Ediciones Idea, 2007), que contiene los textos “Misangelio” y “Memoria de Quevedo”; y Campanella y Bruno: el infinito impar (Ediciones Idea, 2009).
NOSÉ de Julio de DOSMILNOQUISIERA
Y haré como toda alegría:
me acostaré multitud de inocencia mineral,
y bajaré hasta mi estirón inmortal
que ya hace tiempo se ha apagado.
Crecerá en mi Física mucho mundo:
volará de un salto el charco central del alma,
apajarado por muy poca estrella,
izado hasta mi calcio inferior.
Saldré hacia adentro,
con un giro pedernal de sueño hinchado,
por la puerta de tierra del sentido.
¡La muerte dormida soñó la Nada!
Minuto a dientes arranca días teóricos y prácticos;
me vestiré las 31 pieles rotas del mes.
Una rosa demente me leerá las Escrituras,
y un perrazo injertado incubará mi organismo.
Encanecido por salitre de crímenes sin número,
roeré sin dios los umbrales del vacío
y resolveré la conducta química del Centro:
Silla sin cantidad donde miente tanto Rey.
El cielo se evaporará borracho
del etílico que echa mi viaje a la semilla:
beberá veneno El Sol de mi resto,
y hallarás, por fin, tú, que te atreves
a obligar al alma a atravesar toda la Tarde del Verbo,
que los muchos sólo son
las muchas muertes de todo.
Vestidla de muerte
Aunque sea sólo ropaje vano
vestid a España de muerte;
id a despedirla con vuestro mayor rostro.
Perseguid sus despojos hasta las uñas
donde es barro el que fue dios.
Aunque sea una liturgia vana
empapaos de planetésimos posibles,
minas de carbón de la distancia.
Seguid a los tiranos terrestres,
que saben entrar en el silencio del silencio.
Seguid a la tierra viva, que en las alas
de cuervo que rodean su esfera,
atraviesa una hora. Ahogaos en las fuentes,
colgad en racimos todos los bosques,
que la muerte las toma dos a dos,
mientras los átomos callan.
Bendecíos el rostro antes de la herida:
no entréis en sus puertas de Iglesia presente
sin algo sagrado en el gesto: Medid vuestra altura
de oración, la magnitud de rodillas: los clavos
pariendo tanto número que el dolor casi se acaba.
No tengáis miedo: la muerte está agachada en los cielos,
levantada en las grietas:
Id a buscarla con certeza de mañana,
que la búsqueda la deja sin aliento,
que la huida la arrima más hacia adentro:
esa punta donde se apoya el mineral en el sueño
Nira Rodríguez Navarro
(Las Palmas de Gran Canaria, 1979)
Estudió Historia del Arte y Realización de Audiovisuales. Ha trabajado en producción de audiovisuales y de distintos eventos artísticos así como redactora cultural para varios medios de comunicación digitales. Hacerse la muerta, editado por Vitruvio (2013), es su primer poemario publicado. Su blog: http://nirarodriguez.blogspot.com.es/.
TETAS
Desbocadas las tetas Desbocadas las tetas
deshecha la carne deshecha la carne
en caída libre en caída libre
hacia el piso hacia el piso
más abajo más abajo
que abajo que abajo
tensando tensando
la piel la piel
así así
. .
SI YO PUDIERA
Si yo pudiera amarte más aun de lo que te amo
arreglaría las estrellas como quien cambia una bombilla
si yo pudiera amarte más aún, paz en el mundo
y yo miss Venezuela.
Más aún de lo que te amo, si yo pudiera a Marte
iríamos ahora mismo y habría vida y la marea
subiría y bajaría a mi antojo, que es el tuyo
domingo declarado donde quiera, Marilyn resucitada
Palestina libre, purpurina en la nevera.
Si yo pudiera amarte amor, si yo pudiera.
Acerina Cruz
(Maspalomas, isla de Gran Canaria, 1983).
Joven poeta nacida en Maspalomas en el año 1983. Hija de padres canarios y nieta del poeta improvisador Manuel Suárez Melián, conocido popularmente como Manolito “el Pastor”, natural de Tenteniguada (Valsequillo), donde se celebra anualmente la Jornada del Verso Improvisado “Manolito el Pastor” desde el año 2007. Se licenció en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca, donde realizó también el antiguo Curso de Aptitud Pedagógica. En la actualidad, está finalizando la licenciatura en Publicidad y Relaciones Públicas a través de la Universidad Oberta de Cataluña, mientras realiza las prácticas en redacción publicitaria. En el año 2010 salió a la luz el poemario Desolación con Anroart Ediciones, dentro del proyecto editorial para autores noveles Beginbook. Ese mismo año logró un accésit en el certamen Isaac de Vega en la categoría de relato juvenil con El caballero que despertó cuando la guerra había terminado, publicado por CajaCanarias. En 2011 publicó el poemario colectivo Urbi et Orbi con la editorial danesa Les Éditions du Zaporogue, donde cuatro poetas de diferentes nacionales, en sus respectivos idiomas, giran en torno a una temática común: la ciudad. Ediciones Idea publicó en 2012 su libro El cadáver de la sirena. Es un libro arriesgado por tantear con los rigores estéticos y antiestéticos habituales en la poesía canaria actual. El poemario está escrito en homenaje al cine de serie B, slasher, cine noir y otros subgéneros relacionados con el terror y el suspense. Todo ello ambientado en las ciudades turísticas de Canarias, fruto de la experiencia en el grupo “Leyendo el turismo” del que la autora es integrante. El cadáver de la sirena cuenta además con una parte gráfica diseñada por la propia autora, basada en fotomontajes que flirtean con la serie B y una serie de objetos personales relacionados con la playa y el crimen. Además, el libro está lleno de referencias literarias y cuenta con las intervenciones de cinco poetas: Daniel Escandell, Sergio Laignelet, Antonio Martín Medina, Samir Delgado y David Guijosa. En 2012 la Fundación Mapfre Guanarteme publicó su poemario in natura. Fue gestora del espacio cultural Café del libro La Comedia hasta su cierre en enero de 2011. También ha trabajado como redactora para prensa digital y ha sido guía de exposiciones en la Galería Casa Condal (Maspalomas) y en el Centro de Arte La Regenta (Las Palmas de Gran Canaria). Entre su anecdotario, cabría destacar la colaboración como actriz principal en el cortometraje Litio de Adrián González, estrenado en San Rafael en corto (Vecindario) y reestrenado en el CAAM (Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria). El cortometraje se ha retransmitido en diversas ocasiones en Antena 3 Canarias. Con Adrián González volvió a colaborar como modelo en la exposición fotográfica Mi diario dolor interno para las salas del Rectorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. El mismo año, colabora en la primera edición del Festival Atlántico de Poesía de Las Palmas de Gran Canaria y en la realización de cartelería para el WPM (World Poetry Movement) desde Canarias y el V Festival Internacional de Literatura 3 Orillas. Por último, en 2011 recibe una distinción de la Concejalía de la Mujer del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, junto a otras mujeres dedicadas a diversos estadios de la cultura en el municipio sureño. Actualmente, es integrante del proyecto turístico- poético Leyendo el turismo junto a los jóvenes poetas David Guijosa y Samir Delgado, nacidos y criados también en ciudades turísticas canarias a finales de los 70 y principios de los 80. Su obra conjunta gira en torno al pronunciamiento poético del sujeto en la sociedad turística, apostando a la vez por la redacción de un mito que han bautizado como Turistneyland. Este proyecto tiene su propia plataforma informativa a través del blog leyendoelturismotrespoetas.blogspot.com.
También pueden leerse diversos relatos y reflexiones en su blog individual acerinacruz.blogspot.com.
Estos dos poemas pertenecen a su libro El cadáver de la sirena.
Esta información proviene de la nota de prensa de Ediciones Idea y de la edición del libro in natura.
SURrEALISMO
La baba estelar de un estornudo galáctico
es la luminaria caótica en los carnavales,
miles de gérmenes de colores cruzan el cielo
y los trabajadores nocturnos reflectantes
se confunden entre seres de otros planetas.
Los vasos de tubo en el suelo son las probetas
donde alguien vertió mar mezclado con alcohol.
Están los recuerdos, los baños en los que caen
y las flores en agua oxigenada sobre tierra firme:
hemos crecido llenos de heridas desinfectadas.
Una grúa marciana con una aguja de cinco metros
recorre el sur de Gran Canaria buscando la pista
de la canción Blue Hotel de Chris Isaac,
una voz que se afeita entre el rugido metálico
de la brisa y la descarga de una guitarra eléctrica
en tres gotas de lluvia caídas tras los bombardeos
de fuegos artificiales contra una corteza de estrella.
Poco a poco profundizamos y empezamos el ascenso
hacia el punto más alto del espacio con la mente
en blanco y los sueños transferidos en luz alógena:
es una noche estupenda para ser abducido.
LA DANZA MACABRA
(versión de un grabado
de Hans Holbein el Joven)
Mors sceptra ligonibus aequat
La discoteca está llena a tope y
la gente se quema con los cigarrillos de otros,
para moverse es necesario restregarse con otros cuerpos
sudorosos. Las luces de colores se retuercen frenéticas.
María tiene un brazo de 21 años y otro menor de edad
pero ha podido entrar con una identidad partida.
Aquí nadie deja de bailar, se morrean sin perder los labios,
no sienten la tristeza distante de los ángeles desnudos
encima
de las barras,
ni del espermatozoide que fecunda
a empujones un óvulo en el guardarropas.
Bailan incluso quienes no bailan bien, agarrados
con los dedos amarillos de tanto cigarro bajo techo
nublado de humo
niebla
caras que parecen máscaras funerarias
de expresiones maquilladas por un ilusionista,
el carnicero, el policía, los estudiantes, la limpiadora
abren la cartera para contar el dinero y consumir cubatas
más más más más más más más más más perder la cuenta
se habla poco y a gritos, sangran vaginales todas las gargantas
sex sin caricias, música sin manos,
charcos de botulina desbordando las miradas lilas
que resbalan en condones sucios por dentro y por fuera.
Todo es una quimera absorbida en el esparadrapo,
una incertidumbre de sangre desembocando en el punto limpio,
piojos muertos y lázaros resucitando en las raíces del pelo,
almas haciendo pis, bordas sajadas de piel…
una pesadilla impresa en las carátulas de los vinilos
de Iron Maiden y bailan y bailan y bailan
Dance of Death moviendo el esqueleto.
Alba Sabina Pérez
(Santa Cruz de Tenerife, 1984).
Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. Es autora de dos libros: la biografía musical Algo que contar (Planeta, 2008) y el libro de relatos ¿Quién cuidará de mis guardianes? (Ediciones Idea, 2013). Está especializada en narrativa audiovisual y guión cinematográfico y ha sido galardonada con dos certámenes de narrativa, y el certamen de Jóvenes realizadores de la Muestra Internacional de Cortometrajes del Festival Internacional de Cine de Gijón en 2008, con el cortometraje 20 Euros. También ha sido guionista de capítulos de series, programas y capítulos de docushows a nivel canario. Sus textos han sido publicados en numerosas revistas a nivel nacional, así como en blogs y periódicos de Canarias desde el año 2004 hasta la actualidad. Actualmente colabora con el periódico La Opinión de Tenerife y escribe en su blog, www.albasabina.com, mientras cursa el Grado de Estudios Ingleses en la Universidad de La Laguna.
TRES CIUDADES, TRES DESCENSOS
I
El anciano de bronce
salió de la alcantarilla
para ver el Danubio
desde su posición.
Un transeúnte ya lo ha pisado
y un turista de la extrañeza
no ha reparado en él.
No existen altas ramas en su calle
a las cuales subirse
para contemplar más allá
del penúltimo edificio gris
en su horizonte cotidiano.
El viejo triste descendió
los peldaños de espuma del infierno,
cerrando cada cosa tras de sí.
II
La mujer de cristal
afila sus arrugas
con pintura que se disuelve.
Ya nunca va a ir al norte:
es diciembre en su piel.
Cuentan en árabe
los mercaderes sumergidos
cada moneda transparente
caída de su rubia cabellera
mientras regresa al mar
a través de la alcantarilla.
Sangre vikinga corre
entre sus poros diamantinos.
Ella jamás ha renegado
ni de su origen
ni de su tiempo de palacios.
Ella habita en una penumbra
hecha de hielo
donde no puede ver.
III
El niño de ceniza
me ofrece fuego para iluminarlo
Me propone algún codicioso juego
que aprendió siendo shoa
y que no quiere confesar.
Tiene un triciclo de hueso,
un muñeco de piel humana
y un canto entrecortado por las vías del tren,
cuando este pasa
a recoger a sus ancianos padres.
Juega a correr en el crepúsculo
y entregarse a la hierba.
Juega a tener hermanos
y un pequeño amigo para siempre.
El niño de ceniza vivió tras una estantería
de ancianas mermeladas
que estaban fuera de su alcance.
Ahora lleva a cuestas
las arrugas que robó
al vigilante de Treblinka
cuando descendió a firmar.
(De Destierro sin trópico, inédito)
LA PLAZA DE LAS HIELES (MADRID, 11 DE MARZO DE 2004)
I
Fuimos gotas de hiel
que intentaban subir desde los suelos,
los cabellos llenos de estupor
y empapados por una sombra asmática.
El prematuro cadáver
lloraba sus navajas
hasta esconder sus alas:
Culpa al símbolo futuro y fiel
que no le permitió
llegar a la belleza
que siempre quiso cortejarlo.
Las dúctiles gotas de hiel
avanzaron tiernas hacia el calor,
sin llamas ni certezas.
Eran papel quemado y almas resecas:
No habrían deseado monumentos.
II
Yo recordé epistolares disculpas
que incluiste en un déjà vu:
«¿Muerte serena,
tal vez siendo aún demasiado viejo?»
Nunca abrumaste el pozo de arcillosas
murallas derrumbadas
por una luz
y un silencio.
Acumulamos todos los posibles estragos,
todos, los posibles estigmas
que nos proporcionó la ausencia.
Fuimos dioses del grito
de lejanas jaurías
de madres huérfanas.
Nos destronó las almas,
la reina del salón sin luces.
Nos despojó de ropas,
el peso de la hiel.
Te quedaste sin habla, temblaste al respirar.
(De Destierro sin trópico, inédito)
Kenia Martín Padilla
(Santa Cruz de Tenerife, 1986).
Es licenciada en Filología Hispánica y actualmente prepara su tesis trabajando como becaria de investigación en el Departamento de Lengua Española de la Universidad de La Laguna. En 2009 vio la luz su primera publicación literaria, el poemario Aguja de tacón. En 2010 recibió el Premio de Poesía Félix Francisco Casanova, por La esencia mordida, y una mención de narrativa en la edición siguiente del mismo premio. Asimismo, obtuvo un accésit en el Certamen Cruzarte. Por otra parte, realizó la traducción de la obra surrealista Le grand Ordinaire, de André Thirion, publicada en 2011. Ha publicado trabajos de creación y artículos científicos, y ha participado en numerosos recitales poéticos e impartido conferencias en distintos puntos del país. Asimismo, ha realizado estancias en la Universidad de Florencia, en 2008, y en la Universidad de Leipzig, Alemania, en 2012.
AHORA, NADIE LLORA.
Y todos son espejos de sí mismos.
Pentimento sin rostro. Un abismo
profundamente seco atesora
las claves de un suicidio
colectivo. Hay una muchedumbre
mecanizada. Un falaz presidio
auto-provocado. Entre palomas
esposadas y aromas
gasolíneos crece su podredumbre.
Todos asesinando mariposas,
mutilando la yedra,
robotizando los días con rosas
de tela, habitando fríos nichos
sin hoguera. Y sólo son caprichos
de plásticos y piedra.
Hay un cielo de petróleo, preñado
de nubes yermas. Una
luna de billetes. Hay una tierra
sin hijos. Un puñado
de farolas por estrellas. Ninguna
canción. Sombras. Cadáveres de guerra
sin su luto, muriendo cada hora.
Pero nadie los llora.
Y ríen oxidados
como férreas máquinas de escribir
con sus dientes de tornillo y un hard
disc por corazón, riendo sin sentir,
¡Viviendo sin llorar!
Riéndole al abismo y esposados
en su mundo sin lluvia y sin latidos,
ignorantes de la mar,
podridos, sin rostro, robotizados
todos como sus rosas,
suicidándose siempre, corrompidos
fríos, plastificados,
espejos, piedras, nichos…
Cada hora
mueren mil mariposas
nuevas. Nadie las llora.
SUENO CON MI CUERPO DE GUITARRA.
Todos lo saben. Lo escuchan.
Mi tacón marca el ritmo
(dáctilo, dáctilo, dáctilo)
sobre los adoquines.
Alicia Méndez González
(Vallehermoso, La Gomera, 1995).
Estudiante de psicología en la Universidad de Salamanca. Ganadora del primer premio en el concurso de microrrelato en contra de la violencia de género del Ayuntamiento de Adeje, en el año 2012, con su obra “Confusión”. Se hizo con el accésit en la categoría de poesía del concurso literario “Pedro García Cabrera”, organizado por el Cabildo de La Gomera, con la obra “Requiebros”. Mi obra se resume principalmente en un intento de dibujar mi propia realidad a través de las palabras y así plasmar en el papel a modo de trazas mi propia personalidad. En mi poesía busco encontrar la esencia de lo nimio, las sensaciones que casi no recordamos nunca debido a su repetición en el tiempo. Por otro lado, como todo isleño alejado del mar, mis versos reflejan una clara añoranza de todos los elementos que caracterizan la vida en una isla. Además, creo conveniente remarcar que la poesía es ante todo una de las mejores armas para denunciar las situaciones sociales injustas y dejar muestra del descontento general a través de la metralla poética, aspecto que muchas veces me gusta poner en práctica.
Litros de sal.
Mi primer trueno,
llegó la noche
que la soledad hizo suya.
Más interna que externa.
Más intensa que extensa.
Menos mía y más tuya.
Hundí mi cabeza
en litros de sal.
Era agua,
lo que mis venas albergaban.
Agua y litros de sal.
Nueve semanas y media,
ese es el tiempo
en el que pierdo la respiración.
Es el momento,
en el que mi piel cela el sol.
Es un moño para el calor.
Es un abrigo para la desolación.
Es un anillo comprometido
a recoger tus pedazos.
Pero ya son quinientos cristales,
en mi regazo.
Hundí mi cabeza en sal,
pues solo quería volver a la profundidad.
Pintar más en el alma
– que en el lienzo.
Cantar más que en la lluvia
– en el trueno.
Quería bailar
más que en el suelo,
junto a la luna.
Siempre alrededor,
de su cara más oscura.
Tazas de insomnio
Ni un café con pastillas que le acompañan,
podría quitarme de la cabeza el dolor
que produce una marcha estática.
De esas no físicas,
sino extrañas.
De las que hablan
del distanciamiento entre almas.
De dejar de llamar cada madrugada
y de pasear de mano apretada.
Del escalofrío eterno,
que resulta no sostener tu mirada.
Un llanto seco,
que escuece en los ojos.
Un frío intenso, escabroso
que desciende por mis hombros.
Una marcha a las siete de la mañana,
que deja inconsciente a cualquiera.
Siempre es más sencillo llorar,
cuando la luna es más intensa.
¿Y por qué no arañar el color
en cada minuto del reloj?
Y que sus agujas hilen por siempre,
lo contrario a un adiós.
La taza vacía,
tan seca como la valentía.
Aniquilada y esfumada.
Muerta y enterrada.
Por no encarar lo real,
más que en la oscuridad.
Y enmendar únicamente
escribiendo una verdad.
Que todo el tiempo pasa,
y las costras desaparecen.
Pero explícame como acabo
con esta cefalea permanente.
El aleteo ligero,
despide a un recuerdo.
Y mi mano saluda
a la vida futura.
Puedes leer aquí la primera y la segunda entrega del dossier de poesía canaria