La editorial ecuatoriana El ángel editor, dirigida por Xavier Oquendo, ha publicado recientemente el volumen Espalda mordida por el humo de la poeta, narradora y ensayista Sonia Manzano (Guayaquil, 1947). Presentamos aquí algunos poemas del libro.
1
Antes de que me interne en tus dominios
deja que aspire
una bocanada más de aire selvático
así soplaré sobre tu nuca
manojos prohibidos de floresta
y dejaré en tu espalda
gránulos de fuego verde
para que de ellos coman
las ávidas alondras de mis manos
Deja que me provea
del vestuario adecuado
para poder remontar siglos de arena
en un solo segundo de ventisca
como para poder decir
debajo de este cactus
escondo la memoria del verano
y debajo del verano
resguardo mi ternura sobreactuada
Deja que unte tus músculos funéreos
con aceites provenientes de mi origen oscuro
soberbiamente oscuro
como las vetas que jaspean
mi piel de duro jade
Con este paladar yo paladeo
los bordes azucarados de un incendio
que se ahogó en medio vaso de cenizas
Con este bisturí mojado en niebla
secciono lo mejor de tu cadáver
el que a diario yo invento
para cantar a dúo
romanzas sin palabras
embebidas en brebajes de silencios
Con este azadón que abre sus zanjas
en las áridas hectáreas de mi sangre
roturo mi lomo depredado
por los dientes omnívoros del humo
y esparzo mis semillas nocturnales
sobre un lecho con forma de sepulcro
Con este pico torvo
de ave agorera
escarbo en tu hígado de espectro
los restos del licor que no libé
por estar extrayendo
el néctar sosegado de los tedios
No constas en mis sagradas escritura
no eres el ángel prometido
que bajará a la tierra
para limpiar con ácido
el menos original de mis pecados
Eres apenas
el leiv motiv de una poesía tranochada
la ficción concebida en un encuentro
de torsos irreales
el salmo que ahora salmodia
mi soledad beduina
mientras quema sus naves demenciales
en el último espejismo del desierto.
2
Mi espalda termina
donde comienza el vacio
Mi espalda huele
a poesía prostituida
y a perfume barato
por eso se apoya en un farol de esquina
y canta melodías de arrabal
en el más puro lunfardo
Mi espalda se estira y se contrae
como bandoneón en las rodillas
de un traficante de tangos
Mi espalda concita a mis espaldas
los más antojadizos comentarios
Mi espalda termina precisamente ahí
donde el vacío cambia de nombre
3
Por mí un hombre perdió su oreja
y hubo otro que perdió
su prestigio de santo
Por mí alguien redactó
un nuevo testamento
en el que me legaba
setenta veces siete
una canción que hablaba
del perdón y otras falacias
Ahora un juez ordena que mi espalda
sea azotada hasta el cansancio
por un pobre remedo de justicia
De mí no arrancarán
la confesión que esperan
Miradme
pero miradme bien
yo soy la culpa
completamente embebida de inocencia
4
No he podido sobornar a mi poesía
le he ofrecido mi reino
a cambio de un solo verso preñado de ternura
y no acepta ese canje
no está entre sus competencias discursivas
la de hacerle concesiones al amor
en sus más cándidas formas
Cómo exigirle a mi cactus que dé peras
si en el solo se posan
los silbos de los pájaros castrados
5
He vuelto a traicionarme
he vuelto a venderme
por una irrisoria cantidad de palabras
Cuando oraba
en el jardín de los cerezos
me he señalado
con este índice que hurga en mis neuronas
los últimos resabios del lenguaje
y le he dicho a mis persecutores
ahí está
prendedla
esa es la mujer que ayuna en el desierto
mientras come
de lo más incorruptible de su carne
Ahí está la que se atribuye el rol
de sanadora de males
cuando no es capaz ni de sanar
la llaga que supura en su costado
No dejéis que escape a su destino
prendedla
qué os detiene para llevarla a rastras
hacia el monte que la espera
con una enorme cruz esvástica
Prendedla
antes de que haga uso de sus viejas artimañas
antes de que se ponga
a caminar sobre las aguas
antes de que multiplique los panes
y convierta su sangre
en vino coagulado
No os equivoquéis
es aquella a quien voy a besar en la mejilla
porque eso fue lo que acordamos
cuando me pidió que la entregara
con el menor escándalo posible
Prendedla
pero en este mismo instante
ahora que rueda por su rostro
el sudor que antecede a su calvario
Prendedla
mientras yo busco el árbol adecuado
del cual colgar estas monedas
que arden en mis manos
como hostias de traición
sobre mi lengua
Datos vitales
Sonia Manzano (Guayaquil, 1947). Poeta, narradora y ensayista. Su obra poética está conformada por los siguientes títulos: El nudo y el trino (1972), Casi siempre las tardes (1974), La gota en el cráneo (1976), La semana que no tiene jueves (1978), El ave que todo lo atropella (1980), Caja musical con bailarina incluida (1984), Carcoma con forma de paloma (1986), Full de reinas (1991), Patente de corza (1997) y Último regreso a Edén (2005). Su poesía fue recogida en el tomo Poesía junta (2008). Sus novelas Y no abras la ventana todavía (Premio III Bienal de Novela ecuatoriana, 1993), Que se quede el infinito sin estrellas (2002) y Heces fatales (2005). Con su libro de cuentos Flujo escarlata (1999) fue galardonada con el Premio “Joaquín Gallegos Lara”, al mejor libro de narrativa del año. Su obra figura en las más importantes antologías, entre ellas: Lírica ecuatoriana contemporánea (Bogotá, 1979), Between the Silence of Voices: An Anthology of Contemporary Ecuadorean Women Poets (Quito, 1997), Antología de narradoras ecuatorianas (Quito, 1997), Poesía erótica de mujeres: Antología del Ecuador (Quito, 2001), Cuento ecuatoriano contemporáneo (México, 2001), Casa de luciérnagas, Poetas Hispanoamericanas de Hoy (España, 2007) y Poesía ecuatoriana contemporánea (México, 2010).