Entrevista a Antonio Messtre por Miguel Córdova Colomé

En esta ocasión Miguel Córdova Colomé nos presenta una entrevista al poeta Antonio Mestre (Villahermosa, 1969). Obtuvo el Premio Carlos Pellicer 1986 en poesía, el Premio Nacional de Poesía 1989 del Ayuntamiento de Cunduacán, el Premio Nacional de Ensayo Político Alfonso Reyes 1989 y Premio Estatal de Poesía 1989 y 1991. Editor de la revista Políticas y constitucionalismo. Fundador y director de Gatsby Ediciones.

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Entrevista a Antonio Messtre

por Miguel Córdova Colomé

Antonio Messtre (Villahermosa, 1969). Ha publicado Transparencia en llamas (Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 1989), Historia natural del olvido (UNAM, 1993), Intemperies (Fondo de Cultura Económica, 1998), El Cardenal salió a comer y sus amantes perdieron su fe más dulce (Gatsby, 2008). Colaborador de Al Sur, Excélsior, Expresión, Jaguar, Letra por Letra, Manglar, y Revista Universidad de México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt e investigador en el Centre de Recherches Interuniversitaires sur les Champs Culturels en Amérique Latine (CRICCAL) de la Université de la Sorbonne-Nouvelle, Paris III. Premio Carlos Pellicer 1986 en poesía. Premio Nacional de Poesía 1989 del Ayuntamiento de Cunduacán. Premio Nacional de Ensayo Político Alfonso Reyes 1989. Premio Estatal de Poesía 1989 y 1991. Editor de la revista Políticas y constitucionalismo. Fundador y director de Gatsby Ediciones.

¿Por qué Antonio Messtre?

Es una razón muy simple, a mi pareció en algún momento que yo me iba a sentir más cómodo con un nombre concreto que el original que tengo, que es más largo. Entonces el nombre de Antonio es un nombre que curiosamente nunca me gustó en la vida, pero un día lo leí en el título de este famoso poema de Kavafis que se llama “Los dioses abandonan Antonio”, y aunque el título no es nada triunfal sino la narración de un desastre, de pronto se me reveló la fuerza de este nombre: Antonio; el cual tiene casi como una columna romana de la fuerza. Y Messtre es una cosa también muy simple, es una ciudad de Venecia por un lado y por es una palabra portuguesa, la ortografía va a cambiar, ahora lo voy a escribir con doble “s”, porque hay muchos Antonio Mestre.

¿Ha influido en su obra Fernando Pessoa?

No necesariamente, yo quise que fuera una influencia pero nunca se me dio. Pessoa es tan original que dejarse de influir es tan evidente que termina siendo algo ridículo, no es como otros autores que te permiten asimilarlos, porque te permiten abrir puertas. Pessoa es tan compacto y completo que habría que estar realmente adentro de su psiquis, que era una psiquis muy particular, para poder acercarse talvez y tener una influencia que no te deforme.

 

Pero, ¿relativamente su trabajo ha caminado paralelamente con la obra de Fernando Pessoa, teniendo presente que el autor portugués escribió poesía, narrativa y ensayo?

Hay muchos casos parecidos, pero Pessoa escribió muy poca narrativa. Están sus Diarios y creo que hay un texto más, pero hay muchos casos y es algo muy natural que pasas de un área a otra, porque a veces hay cosas que no se pueden decir bajo el formato de la poesía. Por ejemplo, ¿cómo recrear una sociedad?, no lo puedes hacer en un poema, puedes en un poema trasladar y volver perenne una verdad de la sociedad, pero no como se mueve esta sociedad, como es su articulación. Eso lo puedes hacer en una obra de teatro, en una novela, en un cuento.

 

En este caso, ¿cuál considera que es la función de la poesía?

Bueno, básicamente es una, me parece que es el receptor. La poesía es una receptora. Es una manera de perpetuar la verdad. La verdad en su estado más puro es lo que encontramos en la poesía: verdades sociales, literaria, estéticas, psicológicas; es la que está en la poesía.

 

Y hoy en día, ¿cuál considera que es la función que está jugando la poesía ante estos cambios sociales, donde vivimos bajo un esquema de incertidumbres?

Bueno, no está jugando mucho, ni ninguna función, sin embargo la poesía siempre estará presente, existe el problema que las sociedades han diluido esta capacidad de desarrollar la sensibilidad en aras de concentrarse en las redes sociales. Pero yo he tenido experiencias muy agradables, si tú le das a una persona que nunca ha ido a la escuela, que trabaja en un medio bastante agresivo, como por ejemplo un conductor de combi; y tú lo sientas una o dos horas a leer u oír poesía o escuchar música clásica o contemporánea, de pronto estas personas comienzan a dar opiniones que pareciera que hubieran sido unos grandes lectores o unos grandes melómanas, porque finalmente la sensibilidad humana es algo que todos tenemos. Solo que hay que saber apretar el botón o dejar que aprieten el botón, esto me ha ocurrido en dos o tres ocasiones. De pronto, personas que tú crees que no tienen ninguna sensibilidad están escuchando música o están leyendo o se ponen a leer por azar un texto y se voltean, te dicen un comentario del texto que jamás hubieras imaginado que son capaces de hacer, pero obviamente que son capaces, y esto te permite ver que al final ésta maravillosa facultad de la sensibilidad humana es algo que simplemente guardan en un cajón por pena, por trauma, pero es algo que está ahí presente. Me parece que esto será eterno, me parece que lo único que va a sobrevivir en un momento determinado es la poesía, pero por lo pronto, en la vida diaria, es algo que no encontramos fácilmente, en algunos lugares sí, más que otros. Tabasco es un problema. Pareciera que nadie tiene alma y los que la tienen la guardan tan bien porque si no son objetos de burlas y escarnios, pero tú solo cruzas tantito, te vas a Campeche, a Oaxaca, a Chiapas, y entonces ahí la sensibilidad es más respetada, aflora más una inteligencia de la sensibilidad.

¿Qué poetas han influido en su obra?

Ahora que lo puedo ver con un poco de distancia, nunca hay uno ni dos, siempre va a variar en diversas etapas, sobre todo en la etapa de más formación. En algún momento fui bastante cercano tanto en la obra como en la persona de Álvaro Mutis. Eliot, fue una revelación muy impresionante para mí, Pessoa mismo. En algún momento estuve muy involucrado en la poesía de Pessoa, pero no considero que haya sido una influencia. Debo decirte que lo intenté pero no funcionó, hay influencias que funcionan y otras no, con esto quiero decir que hay influencias que te permiten avanzar en tu trabajo, en la visión de lo que quieres decir, pero en el caso de Pessoa, como te decía al principio, era ridículo intentar dejarte influenciar por él; yo creo que solamente él pudo haber dicho lo que dijo. Este poema de las ‘cartas ridículas’ por ejemplo, es una cosa fantástica, y no puedes, al menos yo no, pues cuando uno habla de influencia no es que termines escribiendo igual que la persona, sino más bien quiero pensar como una influencia de alguien que te permitió ver las cosas que no podías ver por ti mismo y que te permitió entender cuáles eran los lados oscuros, de otras dimensiones de la poesía, a la cual no accedes fácilmente. Los que te iniciaron, después de ellos, después de asimilarlos y continuar con tu escritura, te volvieron un iniciado. Eso para mí sería influencia; no es que voy a escribir otra vez lo que otro escribió, a la manera de Borges, que en un término peyorativo se entiende o se entendería el término de influencia, en este negocio que es la literatura.

 

En un cuadro de elementos ¿Cómo clasificaría su obra?

No considero que tenga una obra. Sólo he escrito tres libros de poemas publicados y uno que va a salir el año próximo, ha sido más bien un recorrido de hallazgos y búsquedas. No creo que exista una clasificación. Sería espantoso que la hubiera, además porque esto pertenece al área de la crítica literaria, y no hay nada más árido y destructor del sentido de la literatura que la crítica literaria.

Al leer su libro Intemperies se percibe la humedad del trópico: “El agua es una doctrina cotidiana” usted cita, donde se nota una cierta influencia de Pellicer con su verso “Agua de Tabasco vengo y agua de Tabasco voy”, ¿influyó la obra de Pellicer en su poesía?

El asunto con Pellicer es un asunto que todo tabasqueño debe enfrentarse. Pero nunca fue un problema para mí, en término de influencia de Pellicer. Yo nunca aprecié la obra de Pellicer como algo que te permitiera abrir puertas, siempre me pareció muy cursi la poesía su poesía, solamente pude apreciar una parte de la obra de Pellicer mucho después: ‘Esquemas para una oda tropical’, ‘Romance de Tilantongo’, algunos grandes textos de Pellicer que te permiten ver su grandeza poética. Pero el problema de él es que nunca supo clasificar, ni corregirse, y hay mucha originalidad para su tiempo, pero se perdió. El que representó para mí un momento muy importante, breve pero importante, fue Gorostiza con ‘Muerte sin fin’. Ahora bien, en relación con Intemperies no podemos hablar de una influencia de Pellicer, me parece. Lo que sí es que hubo una intención al escribirlo, este libro sí tuvo una idea precisa que era cantar el paso del rio Grijalva por Villahermosa desde un lenguaje y una perspectiva distinta a la que se había hecho hasta entonces, esa fue la intención, pero esta cita “El agua es una doctrina cotidiana”, me parece sin que me corresponda decirlo, que tiene un sentido más presocrático que pelliceriano, que es muy cristiano, presocrático precristiano lo de “El agua es una doctrina cotidiana”; a Pellicer que era un católico muy cristiano, de una filosofía más cristiana de creación del mundo, ‘Esquemas para una oda tropical’ es una obra fantástica. Pero si queremos verlo no hay como Eliot, incluso como Gorostiza, que es una crítica a Dios, pero con Pellicer es más bien cantar la creación, de una manera bastante original, eso sí, tan original que no piensas en lo bíblico, pero realmente es un lenguaje bíblico, esta celebración del paraíso, con hallazgos extraordinarios de metáforas y de argumentos incluso, definición de la selva…; pero Intemperies fue otra cosa, fue más bien un canto más contemporáneo, más hecho hacia esta sociedad nuestra, aquí, local, su relación con el agua, con la humedad, etc., esta destrucción de nosotros mismos. Esa fue la intención de ‘Intemperies’.

¿Cómo influyó París en su obra?

No creo que haya sido una influencia. Lo que si hubo es que fue un escenario fantástico para trabajar, para avanzar, para darme cuenta de mis errores, de escribir miles de páginas, de corregirlas, y luego hacerlas a un lado. Tienes un escenario cultural muy importante, tienes una paz en relación con la gente, nadie se está metiendo en tu vida, que andas haciendo. Es una ciudad donde todo el mundo argumenta, todo el mundo lee, por lo tanto, cada día, cada hora, cada vez que hablas con alguien es algo muy enriquecedor, cada esquina, cada museo, sentarte a tomar un café, te inspira ideas. Esa parte fue fundamental y es fundamental para cualquiera. Y lo ha sido siempre y lo seguirá siendo, y algunos llegan a tener una gran obra, otros nos quedamos con la intención de hacerla, pero influenciar así no creo. Tampoco creo que haya habido una influencia para decir: <<escribí un libro sobre París, sobre esta esquina en París>>; porque se vuelve al final de cuenta algo casual, una literatura de ocasión, si haces esto.

 

¿Qué diferencia encuentra entre la poesía que se escribía “antes” y la “nueva” poesía, el boom poético que se vive en México?

Bueno, hay un problema también muy fuerte en este sentido de a qué le llamamos poesía y cuál es el contenido de los poemas de hace al menos unos veinte años. Luego a los que escriben poesía o poemas les da por entrar a las corrientes poéticas, porque hay una frontera que no saben diferenciar. El creador entra en una promiscuidad con la crítica literaria y esto lo hace perder de vista que es la creación, y entonces dice: <<ahora que voy a escribir>>; lo que está de moda es el neobarroco, entonces voy a escribir para que me publiquen en Letras Libres y me saquen en los libros de crítica literaria del Colegio de México y me inviten a las conferencias para hablar de esto. Entonces, hay más circo y más charlatanería que antes, y no hay contenido. Pero cuando tu lees una obra, esa sí es una obra, como la de Ludwig Zeller por ejemplo, en la cual, Ludwig Zeller está inscrito en el surrealismo, no, pero es un surrealismo que no lo marca de manera sectaria, sino es un surrealismo, tú ves la creación de un poeta, tu lees a Zeller, si lo tratas más, tu estas ante un poeta, ante un iluminado de la vida, ante alguien extraordinario que puede ver cosas que alguien como nosotros no podemos ver. Estas ante alguien que es una bendición, algo extraordinario, tanto su escritura como su persona, y esto no es lo que sientes cuando lees la mayoría de los textos que se publican, sientes que son poemas de ocasión, refritos de Gonzalo Rojas, imitación de los grandes maestros y nada más. Y con esto estoy diciendo que puede haber de cien poetas, noventa y nueve que están jugando ese juego, y son de los que no nos vamos acordar de ellos en veinte años. Entonces, que hasta hace veinte o veinticinco años había una responsabilidad un poco más seria de quien quería escribir, saber que escribir poemas era ser un creador, y un creador es muy distinto a un literato, es muy distinto a un escritor, como un narrador es muy distinto a un novelista, son fronteras muy endebles, pero son fundamentales, porque un novelista es alguien que te mete a un mundo porque sabes que ese mundo es inventado o ilusorio, pero quisieras que existiera ese mundo o tu mente quisiera que estuvieras viviendo en ese mundo, pero un narrador es alguien que majestuosamente te narra una situación pero que no te lleva a ningún mundo.

 

En este sentido, ¿cómo ve el panorama de la poesía actual con respecto al otorgamiento de becas y políticas culturales?

Bueno yo creo que antes, en unos 40 años, había menos becas y menos aparatos del Estado para controlar a los creadores y volverlos no creadores, sino payasitos que andan queriendo saltar de una beca a otra. Y esto daba pie a que hubieran creadores más originales, porque la gran dicotomía de la historia respecto a las artes, es que el Estado tiene la obligación de ser un mecenas, pero hay que saber ser un mecenas, pero el Estado contemporáneo es un mecenas interesado, mientras que el Estado como mecenas de la antigüedad era distinto, porque el mecenazgo incluía la libertad del creador, y ahora no, tanto el Estado no te lo permite como todo el mundo está interesado en jugar el juego. Hay quienes, por ejemplo, escriben poemas, artículos y novelas durante veinte años, pero cuando se les acaban las becas lo abandonan para siempre. Entonces, como decía Pedro Henríquez Ureña: “Todo el mundo escribe poema a los veinticinco, después solo los poetas”;porque después de los veinticinco tienes que lidiar con los intereses de la vida y solo si eres realmente un creador no te importa, lidias con ellos y sobrevives a ellos, pero sino lo abandonas. A mi parece que es parte del desastre, esta proliferación de becas determinan mucho a estos escritores que pasan de una beca a otra y luego se andan peleando entre ellos, y entienden la literatura como un pleito de grupos, de organistas, en una cosa atroz; pero es lo que le funciona al Estado y al Estado mexicano sobre todo, que ha sofisticado esta manera de controlar a los creadores

 

¿Considera que existen nuevas voces poéticas en la poesía actual?

No pienso que haya algo nuevo y extraordinario. Hay muy buenas obras que se han ido construyendo en las últimas tres décadas, unas que se han ido perdiendo como la de José Luis Rivas, que era extraordinaria al principio, había asimilado muy bien a Eliot, pero hasta ahora no tiene nada nuevo que decir. Pero no pienso que haya. Hubo un momento importante porque eran creadores, toda esta generación se está muriendo, pero no hay nada nuevo. Lo que tenemos son actores de este circo literario, algunos originales que pueden llegar a desarrollar una buena obra. Tengo amigos que han publicado una o dos novelas muy buenas, pero están tan metidos en el circo de ver a qué congreso van y en que revista los publican que están dejando de lado su obra, y entonces sino escriben dos o tres novelas más de la misma talla, se van a quedar sin obra. Creo que estamos en un fenómeno de impasse, entre la generación extraordinaria que fue la del boom y un poquito después también, el boom integrado por los que estaban un poco antes y los que estaban un poquito después, y esta etapa, pero estamos en un impasse. En los últimos veinte años no hay ningún libro en este país que puedas decir ‘este libro es extraordinario’ como lo fue algún libro de Álvaro Mutis, que aunque era colombiano estaba erradicado en México; incluso Fuentes, que no todos sus libros son muy buenos, no lo hay a la vista. Es cada vez más comercial el asunto y sobre todo esto influye mucho, el hecho de que las editoriales terminaron de ser absorbidas por las transnacionales, incluso los mismos cargadores se terminan confundiendo con esto, sino escribes una novela de sangre y de tiros no te van a publicar y no vas a tener un gran público y una gran publicidad, incluso en el medio sino haces esto no te van a ver como alguien que es un creador, entonces hay una tremenda confusión y muchos han mordido el polvo así y van a seguir mordiendo el polvo así. Por ejemplo, tengo amigos que tienen un talento extraordinario y que están escribiendo novelas policiacas, pero eso no es ser un creador, eso es ser parte de la industria del entretenimiento, que es una fase perversa de la novelística.

 

¿Cómo nace la editorial Gatsby?

Yo tenía desde que estaba en la universidad las intenciones de crear un sello editorial, y luego que me fui a París y conforme fui viendo algunas ediciones fantásticas, muy bien cuidadas con este arte de la edición, fue acentuándose más, pero no la podía crear. Luego cuando regresé, en un primer momento, hubo un momento en que Gatsby se llamó “Hora y veinte”, porque yo inicié el proyecto editorial con Ramón Bolívar, entonces entre los dos creamos el sello y publicamos tres libros muy buenos. Uno de Samuel Gordon de ensayos críticos muy bueno; otro libro, la novela de José Prats Sariol “Guanabo Gay”; y otro libro sobre las últimas ponencias de las últimas jornadas internacionales pellicerianas que se habían hecho en Tabasco, con participaciones de Monsiváis, de Cintio Vitier, de Mutis, un libro de cuatrocientas páginas; después de eso decidimos ya no seguir, pero bueno, como yo tenía mi proyecto editorial entonces seguí adelante y le cambié el nombre a Gatsby, que originalmente era el nombre que yo quería ponerle. Pero “Hora y veinte” me pareció fantástico, fue propuesta de Ramón y me pareció muy bueno. Fue echarlo andar después de quince, diecisiete años después de tenerlo en la mente.

 

¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta un director editorial y un editor?

Bueno, el principal que tienen todos es el económico. El editor independiente tiene que saber que lo que invierte muchas veces lo va a invertir de su bolsa a fondo perdido, si es habilidoso va a recuperar costos, sino lo es, es a fondo perdido. El segundo reto, que no lo era tanto hace diez años pero ahorita ya lo es, es la distribución, una distribuidora como Educal que es una distribuidora del Estado, hecha para distribuir los libros culturales y de los editores independientes, ahora que la derecha estuvo dos años en el poder, la convirtieron en una empresa, y ya no distribuyen a los editores independientes, distribuyen a las grandes editoriales. Entonces eso se convierte en un problema serio, porque la parte importante de editar es distribuir, sino distribuyes no solamente no tienes posibilidades de vender, que para algunos editores no es nuestra prioridad, pero no tienes la posibilidad de hacer que el autor esté en librerías, de alguna u otra manera hacer que el lector tenga el libro en las manos aunque no lo compre, lo conozca al menos de nombre y de título. Eso creo que son los dos problemas y es un problema a nivel mundial. Aquí la concepción de Gatsby siempre fue muy clara, fue una editorial de exquisitos para exquisitos, en donde la distribución, yo pienso en lo particular, que no hay mejor distribuidor que el autor, si yo hago una edición de 500 ejemplares yo le doy 300 al autor y sé que esos van a llegar a las manos correctas, donde tienen que llegar, y los otros son distribuidas en bibliotecas. Así que si vendo o no vendo en librerías eso es folclore. Salgo en librerías para verme bien, los libros están bien hechos, tienen buena manufactura, entonces lo ponen a lado de editoriales importantes, en la mesa de novedades, esa es la satisfacción que yo tengo. Otros son habilidosos, tienen su contacto con CONACULTA que les compra 1000 ejemplares y con eso sacan costos y ganancias, pero eso es relativo, eso depende si conoces a quien maneje los presupuestos. Pero este es un país que no tiene lectores, no es un país de libros.

 

Y al momento de editar, ¿existe una consagración entre la edición y la creación?

A veces no se llegan a consagrar, porque las personas están muy imbuida en el ego. Tienes que tener realmente una domesticación del ego que es lo primero que debe tener un creador, primero para ser crítico de sus propios textos y después para saber criticar constructivamente los textos de los demás, esa es una. La segunda, creo que si te metes a editor no es para destruir textos, tienes que ser muy generoso, tienes que saber que puedes tener en tus manos un libro que va a superar tu obra y tu felicidad va hacer esa, haber impulsado esa obra, eso es muy importante para mí. No hay mayor felicidad que cuando publico por primera vez a un autor, es una satisfacción enorme y creo que compartimos eso todos los editores, y ver que eso lo coloca en un punto muy importante para su vida, para su carrera literaria, para su creación, para su inspiración personal. Entonces, yo no creo que haya un editor salvo el que se mete en esto por cuestiones empresariales como el editor de Almadia, que es un empresario que publica muchos libros pero es un empresario, y él si tiene que asesinar a un autor, lo asesina. Pero otros editores independientes compartimos eso, esta parte en que nunca piensas que tú eres un escritor cuando estas editando un texto. No se te ocurre, es como volverte otra persona en ese momento, no haces la liga. Y cuando vez que un texto falla en algo te implicas tanto en trabajar con el autor para que lo mejore, y eso me parece que es un satisfacción muy grande. Hay editores que no hacen esto, tú le entregas un texto y te lo publican tal cual. Éstos están pensando en vender 1000 ejemplares de tu libro, pero el editor verdadero me parece, lo que se puede llamar un editor, tiene que trabajar el texto, si le hace falta algo tiene que consultarlo con el autor, ayudarlo a ir a un punto donde no haya podido ver, porque crees en el talento del autor. Eso es muy importante, publicar a quien crees que tiene talento, no públicas a alguien que no tiene talento, para que vas a desperdiciar tu energía, tu dinero, y generalmente quienes no tienen talento son muy ególatras, le dices que le vas a publicar un libro y se vuelen los más insoportables, y el que tiene talento entiende que hay que trabajar su texto

 

A manera de Marketing, ¿cuáles son las próximas publicaciones de Gatsby ediciones?

Ahorita tengo que lidiar con el hecho de que los costos están aumentando terriblemente. Pero hay tres libros, está la novela de Ludwig Zeller “El río Loa, estación de los sueños”. Un libro ensayos y un libro de cuentos de Augusto Cruz, que se llama “Ciudad Lacoste”. Y en las últimas dos semanas he estado trabajando intensamente en mi cabeza la idea de crear una revista literaria, porque creo que hay muchos textos que no voy alcanzar a publicar en libro, pero me gustaría que circularan. Entonces creo que una revista puede solventar un poco esto, en espera del día en que yo pueda publicarlos. Porque no puedo hacer esperar a un autor tres años, mejor le público un avance en la revista y luego lo publicamos en libro, o eso le puede servir para que le publiquen en otro lado. Y eso de la revista es algo que está casi decidido y es un proyecto en el cual el año próximo me comprometería más y no dejar las ediciones, porque eso es una cosa fantástica.

 

¿Cuáles considera que son los obstáculos a los que se enfrentan los jóvenes poetas?

Pensar que el gobierno les tiene que pagar para escribir, ese es el problema, el mayor obstáculo, porque no escriben sino le dan una beca, porque dicen que no tienen ni papel. Ese es el mayor obstáculo. El resto yo no le veo obstáculo, sería un obstáculo que se resume en este lema de la universidad de Alcalá “Lo que natura no da, Salamanca no presta”, es el único real obstáculo que puede tener un creador. Pero a veces un creador con talento que se reúne con sus amigos, le pueden meter la idea que si no le dan una beca no tiene que escribir, eso es un error. El creador no debe relacionarse con el Estado, menos un poeta, la relación de un poeta con el Estado es antinatura y en México tenemos el esquema al revés, piensan que el Estado debe estar protegiendo eternamente al escritor, yo pienso en todos. Desde esa mezcla de hombre original, de creador original, de charlatán que era Octavio Paz hasta ese niño de 14 años que comienza a escribir, pero eso sería el problema. Tu oyes hablar a tres poetastros y te dicen ‘el gobierno no apoya’, y que importa si el gobierno no apoya, tienes un lápiz un papel, escribe.

 

 

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