En 2007, la colección El oro de los tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León publicó, en la excelente versión del poeta cubano José Kozer, Muere mi madre del poeta japonés Saito Mokichi (19.882-1953). La serie de 59 poemas que compone Muere mi madre es, sin duda, su trabajo más conocido. La madre de Mokichi murió de una hemorragia cerebral en 1913. Mokichi es uno de los revitalizadores de la forma poética llamada “tanka”.
Grandes giran las hojas
en los árboles, fulguran, se
esconden, corazón intranquilo.
Las blancas flores marchitas
de glicina me conmueven al caer:
brotan los primeros frutos.
Mi madre al fondo del
camino: me apresuro,
verla, contemplar su vida.
De noche, en la capital del sol,
roja procesión de luces a lo lejos,
intranquilo el corazón.
Aprieto el paso, quiero
ver los ojos de mi madre,
el ceño empapado de sudor.
Al alejarme del la capital
de los faroles rojos de papel,
¿pensarán que salgo de paseo?
Un sueño ligero, ¿dormí
mientras rodaba el tren?
Fulgor de nieves el Monte Azuma,
se adentra el tren el la comarca
de mi madre al fondo del camino.
El frío de la mañana, la
escarcha en las hojas de
morera, corre el tren,
pronto veré a mi madre.
¿Será esa pálida luz azulada
el alba sobre la ciénaga
lo que causa mi pena?
Bajé en la estación
Monte Superior, mi
hermano pequeño me
recibió, viudo.